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I

que combatia á sangre y fuego á los mismos que llevaban un matiz, aunque pálido, de reaccion, debia oponerse á todo trance á la eleccion de un patriota que era ya la encarnacion viva de los principios liberales. Calvo Asensio fué derrotado. Si así no hubiera sido, aquel Congreso de neo-católicos hubiera 'temblado ante su potente voz y su elocuencia enérgica.

Ni las cuerdas á Leganés, primer síntoma que podia indicar ulteriores arbitrariedades, ni otras medidas análogas, proyectaron una sombra de debilidad en el corazon esforzado del incansable periodista. Si se abrieran hoy las mazmorras donde las situaciones retrógradas encerraron el pensamiento, entonces se veria la enérgica frase de La Iberia contra aquel despotismo insensato..

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Pero cayó Narvaez como habia caido O'Donnell, y La Iberia, objeto de las persecuciones de los dos, sobrevivia á sus iracundos perseguidores. Y sobrevivia una vida lozana, ganando en cada una de sus jornadas de martirio, las simpatías y la estimacion de los que aprecian las ya raras virtudes del valor y de la consecuencia. La circulacion de este diario se estendia de una manera prodigiosa, y su director ensanchaba la esfera de su envidiable nombradía y popu→ laridad.

VII.

Al aparecer nuevamente en la esfera política el general O'Donnell, hubo en los ánimos un momento de inesplicable incertidumbre. ¿Qué mision política traia el conde de Lucena al Ministerio? ¿Venia á regenerarse del golpe de Estado por medio de una política liberal y reparadora, á lavar en el Jordan de la libertad sus faltas, ó iba por el contrario, á proseguir su obra reaccionaria? Por un lado se recordaba su historia sembrada de falsías, por otra se hacia memoria de su opo

sicion liberal en el Senado y la triste enseñanza que había recogido, cuando despues de haber ametrallado las Cortes constituyentes y disuelto la Milicia, se vió tan cruelmente burlado en sus ambiciones. Muchos esperaron confiadamente, en que esa ruda leccion de la esperiencia haria gran peso en un hombre como el general O'Donnell. Calvo Asensio no podia pertenecer á ese número. Tenia demasiada perspicacia para equivocarse, y ver en el conde de Lucena al personaje que se figuraban algunas almas crédulas y confiadas, y muchas que no eran crédulas ni confiadas, pero que cansadas de servir lealmente a la idea progresista, solo esperaban un subterfugio ó un pretesto para apostatar. Desde el mismo dia en que O'Donnell subió al Ministerio, Calvo Asensio hubiera combatido la nueva situacion. Esperó, sin embargo, para no ser tachado de impaciente.

El primer acto del gabinete O'Donnell fué una medida reaccionaria; la circular del Sr. Posada Herrera sobre elecciones.

El breve armisticio que habian aconsejado los intereses de partido cesó. Los progresistas que despues de semejante medida continuaron en amistosa y estrecha alianza con la situacion formada por el general O'Donnell, no podian ya pasar por hombres de buena fé, sino por especuladores políticos.

El sistema ya iniciado despues de la contra-revolucion de mistificar el partido progresista, ese sistema que consiste en el afan de comprar sus hombres y de rechazar hasta la persecucion sus ideas, se desarrolló en grande escala. Unos cuantos individuos de aquel partido, de los que mas le debian ciertamente, puesto que si en el dia de la desgracia habian pasado las tribulaciones á todos comunes, en el del triunfo gozáran superiores larguezas y recompensas, aceptaron sumisamente el nuevo órden de eosas. A los que les echaban en cara su apostasía por haber cambiado de campo, pasándose al del enemigo mas formidable del partido progresista, al que habia ametrallado las Córtes constituyentes, al que habia traido nuevamente al poder á la reaccion, les contestaban que afrontaban la impopularidad, á trueque de tener influencia cerca del gobierno, para ganar algo en

TOMO 1.

pró de sus doctrinas, á las que no renunciaban. Pero los acontecimientos políticos desenmascaraban sus intenciones. Dado el primer paso, los mas de estos hombres descendieron hasta el abismo, los menos retrocedieron espantados, refugiándose en sus antiguas tiendas.

La lucha que Calvo Asensio tuvo que sostener en este período de su vida política, fué tan dificil como gloriosa. En pleno escepticismo político, parecia abrigar en su pecho la fé que se habia evaporado de tantos otros. La política atea y materialista del general O'Donnell habia poblado la atmósfera de miasmas corruptores. Para el hombre de puras creencias nunca ha podido darse espectáculo mas repugnante. Semejante asqueroso remedo del Bajo Imperio, abrasaba de rubor las mejillas de los hombres honrados. Moderados y progresistas, demó cratas y absolutistas se sentaban á un mismo banquete. Las palabras consecuencia, dignidad, doctrinas, inspiraban una sonrisa de desden á los comensales del general O'Donnell.

Abierto el Parlamento por medio de unas elecciones hechas bajo una extrema presion gubernamental, Calvo Asensio tomaba asiento en las Cortes, elegido por el distrito de Maravillas de la Córte, en el cual obtuvo un triunfo completo sobre el candidato ministerial. Hubiera obtenido igualmente la representacion de Valladolid, si no se hubiese desplegado contra su candidatura una coaccion desenfrenada. Porque es necesario no olvidarlo: Calvo Asensio era la personalidad del partido progresista mas odiada por el gobierno del general O'Donnell; Calvo Asensio era el guardador de la llama sagrada que el Gran Sacerdote de la incredulidad y de la inconsecuencia queria extinguir para siempre. Así se esplica esa persecucion ruda y persistente contra el periódico La Iberia, y esa série no interrumpida, durante la dominacion vicalvarista, de recogidas y denuncias.

La campaña parlamentaria de la minoria progresista fué larga y reñida. La libertad inspiró bellísimos arranques de elocuencia á los oradores que se sentaban en la extrema izquierda. La religion de las creencias encontró en ellos apóstoles fervientes é intrépidos y formidables censores del descreimiento que engendra la inmoralidad.

Calvo Asensio, que habia conquistado ya en las Cortes constitu yentes un puesto muy distinguido como orador, se señaló notablemente en cuantas discusiones importantes suscitó la minoría progresista. Profundamente intencionado y valiente en sus discursos, no levantaba su voz una sola vez, que no alcanzase nuevos triunfos parlamentarios, Una vida limpia de toda inconsecuencia, así como su palabra incisiva y enérgica, le hacian invulnerable en la tribuna. Así fué que cuando el atleta del partido moderado quiso medir sus fuerzas con Calvo Asensio, cayó fatigado y jadeante ante los rudos golpes del jóven orador progresista.

Pero si la inviolabilidad del diputado le ponia á cubierto de la saña de un gobierno, á quien Calvo Asensio combatia incesantemente, esta saña debia refluir sobre el periódico que dirigia todo el furor que la Constitucion hacia impotente, contra el representante de aquella farsa política. Por eso se sucedian tan rápidamente las denuncias y recogidas; por eso nada era inocente en las columnas de La Iberia. El recuerdo de ciertas supercherias; la apreciacion mas lógica y sencilla sobre los acontecimientos de San Carlos de la Rápita; la memoria de un rasgo saliente de la vida del general O'Donnell; la conmemoracion de los ya faustos ó infaustos acontecimientos de la historia de la libertad; toda profesion de fé política; en fin, desde la frase mas sencilla basta el artículo de un órden doctrinal, todo era objeto ya del airado juicio del tribunal, ya de la benébola recogida y secuestro de los ejemplares. La Iberia ha tenido recogidas y denuncias para sus sueltos, para sus gacetillas, y hasta el inofensivo album literario suministró á sus perseguidores materia para la imposicion de multas.

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Aquella situacion habia concebido la idea de matar á La Iberia dentro de la ley. Calculaba que la recogida diaria entorpeceria la circulacion, y que los suscritores se cansarian de serlo de un periódico que frecuentemente llegaba á sus manos con retraso, ó que no llegaba, segun la voluntad del fiscal. Calculaba tambien, quc las condenas continuadas desangrarian la modesta fortuna de Calvo Asensio, y que la

ruina de su fortuna habria de traer necesariamente consigo la del periódico.

Los que de esta manera discurrian, ignoraban que el partido progresista no podia dejar sucumbir en lucha tan desigual al periódico que era su órgano mas fiel.

Y nada prueba mejor las simpatías y la popularidad que Calvo Asensio gozaba en el partido liberal, que esa general solicitud y cariño, que le dispensaran sus correligionarios en aquellos dias críticos. El primer movimiento de entusiasmo verificado en el seno del partido progresista, despues de algun tiempo en que habia permanecido como inerte, le ocasionó la gravedad de la situacion de La Iberia.

La abnegacion y el desinterés con que el partido progresista acogió la idea de poner al diario liberal á cubierto de golpes de la indole de los que acababa de recibir en una série de multas enormes, era el mejor galardon que Calvo podia recibir en premio de sus afanes y de sus continuas luchas. Nosotros le vimos profundamente conmovido, rebosando en su semblante los nobles sentimientos con que su corazon respondia á las afectuosas demostraciones de sus correligionarios.

El público interés con que fué mirada La Iberia, no podia menos de desconcertar á sus enemigos. Nunca habian imaginado que sus cálculos se viesen de tal manera burlados, y que lo que ellos tenian por golpes irresistibles y mortales, habian de ser origen de una vida todavía mas robusta y vigorosa.

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VIII.

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El ministerio O'Donnell-Posada se sostenia sin embargo. Gobernaba con una Cámara dócil, compuesta en su gran mayoría de funcionarios públicos; y como en las votaciones ibà con su voto su destino, se guardaban bien de no disgustar al Gabinete, al que por otra parte debian su asiento en los escaños del Parlamento. Las batallas de la

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