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siciones, ni deben sancionarse por la Corona, ni aunque se sancionen, obligan á la obediencia y cumplimiento.

»>Lo primero no podrá suceder, merced al respeto y amor de todos los buenos españoles al trono constitucional. Ha sido, pues, necesario que el pueblo, por medio de un patriótico pronunciamiento evidencie su firme voluntad de mantener integras é ilesas la Constitucion y las leves.

»Así lo ha hecho esta eapital; desoidos los votos del ejército, rechazadas las esposiciones de los Ayuntamientos principales de la Península, ahogados los clamores de la opinion, y cerrada por último la puerta á toda esperanza, el pueblo y la Milicia Nacional han tomado las armas, y secundados lealmente por la bizarra guarnicion, han jurado de consuno no soltarlas hasta tanto que V. M., penetrada del voto de la inmensa mayoría de los españoles, se digne suspender la promulgacion de ese ominoso proyecto de ley municipal, disolver las actuales Cortes, que en manera alguna representan la nacion, nombrar un Ministerio compuesto de hombres decididos, cuyos inmaculados antecedentes inspiren confianza y tranquilicen los ánimos agitados, y sea exigida la responsabilidad á los ministros que tan pérfidamente han abusado del poder.

>>La Junta creada por la Dioutacion provincial y Ayuntamiento con el carácter de gobierno provisional de la provincia de Madrid, intérprete de sus sentimientos, no trata, Señora, como propalan los traidores que rodean á V. M., de destruir el órden y entronizar la anarquía; su único objeto es asegurar de un modo estable el trono, la Constitucion de 1837, Y la independencia nacional, conquistadas á fuerza de tanta sangre y de tantos sacrificios. Los individuos que componen esta Junta, poco avezados á la lisonja, ruegan á V. M. se digne dispensarles este lenguaje, severo, sí, pero hijo de su lealtad, por que no es permitido mentir á los reyes en ningun tiempo, y mucho menos en circunstancias tan graves y poligrosas. »

El dia 5 adoptó la Junta provisional una determinacion por la cual se mandaba que todo empleado ó funcionario público, dentro del término de veinticuatro horas podria hacer libremente dimision de sus cargos y sueldos; pero que de no hacerla se deberia entender que reconocia У obede.

eia la autoridad de la Junta. Si pasado este plazo sin haber efectuado su dimision no cumpliese las disposiciones que de la Junta recibiese, seria considerado como rebelde.

Rápidamente cundió por toda la Península el ejemplo que acababa do ofrecer el Ayuntamiento de la capital.

La mayor parte de las principales poblaciones, crearon sus juntas de gobierno, así que recibieron la noticia del movimiento de 1.o de Setiembre. La oleada revolucionaria iba envolviendo por todas partes el punto donde residian Cristina y su mal aconsejado gobierno. En la noche del 3 llegó la noticia de los sucesos ocurridos en Madrid á conocimiento de Cristina, é inmediatamente el general O'Donnell tomó las medidas que juzgó mas oportunas para estorbar cualquiera insurreccion que pudiese meditar el pueblo valenciano.

Cristina habia perdido la mayor parte de la nacion, y si queria continuar ejerciendo el poder supremo, segun sus miras y sistema, tenia que reconquistarla, y reducirla á la obediencia por medio de la fuerza de las armas.

El único que podria realizar este designio y detener acaso el desenvolvimiento de la insurreccion, era el popular caudillo del ejército del Norte, y á él se dirigió Cristina para que marchase inmediatamente sobre la capital á restablacer su caida autoridad.

Para que podamos juzgar con conocimiento de cansa la conducta que en aquellos críticos momentos siguió el duque de la Victoria, para que podamos comprender mejor aun la indole del pronunciamiento de Setiembre, se hace preciso que presentemos la contestacion que dirigió Espartero á la reina Gobernadora, que contiene interesantes detalles, que es imposible pasar en silencio si los hechos han de ser examinados con toda imparcialidad y exactitud. Véase, pues, el documento à que nos referimos:

«SEÑORA: con la franqueza y lealtad de un soldado que jamás ha desmentido ser todo de su reina y de su pátria, he manifestado á V. M. en diferentes ocasiones cuanto convenia á su mejor servicio y á la prosperidad nacional, combatiendo noblemente á los enemigos, que bajo

cualquier forma han maquinado contra el órden establecido, Pero una pandilla, cuyos reprobados fines habia logrado sofocar por mis públicas representaciones, y á fuerza de señalados triunfos en los campos de bataIla, ha seguido constante en sus trabajos, empleando el maquiavelismo y la falaz intriga para hacerme desmerecer del justo aprecio que V. M. me habia dispensado, consiguiendo envolver á esta nacion magnánima en nuevos desastres, en nuevas sangrientas luchas, cuando la voz de paz tenia enagenados de gozo á todos los buenos españoles.

>>La creencia de haberme retirado V. M. su confianza, tuve ocasion de espresarla en 15 de Julio al hacer la renuncia de todos mis cargos; y aunque el presidente del Consejo de ministros de aquella época, tomando el nombre de V. M. señaló un hecho para convencerme de lo contrario, no podia yo quedar satisfecho, porque los motivos que espnse á V. M. recibieron mayor grado de fuerza, no siendo rebatidos, y admitiendo el Gabinete el peregrino encargo de hacerme saber la negativa de la dimision, no obstante que justifiqué en ella habia dispuesto V. M. remplazarlo con otro que satisfaciese mas el espíritu de los pueblos, previniendo los males que anunciaban las diferentes situaciones y juicios pronunciados.

>>Yo debia hacer un nuevo sacrificio por mi reina y por mi pátria resignándome á continuar á la cabeza de las tropas, puesto que se creyó necesario, aunque yo solo conservé una débil esperanza de que no llegasen á tener efecto mis funestas predicciones.

>>>Los pueblos mas considerables de la monarquía, por medio de sus corporaciones, y la Milicia Nacional de muchos puntos, habían acndido á mí, porque los títulos de gloriosos sucesos que consolidaron el trono de vuestra excelsa hija, creyeron me habian de conceder la accion de hacer indicaciones por el bien general, que fuesen acogidas favorablemente. Todo su deseo era que la Constitucion de 1837 no se menoscabase ni infringiese por un gobierno, de quien todo lo temian en vista de su marcha, notable por los escándalos en renovaciones de funcionarios públicos; por la indebida resolucion de unas Córtes que acababan de constituirse; por la intervencion en las elecciones de nuevos

diputados, y por las leyes orgánicas que sometieron á su deliberacion. »>A estas auténticas demostraciones so unia el conocimiento que mi posicion me permitia tener del estado de las cosas, sus relaciones y necesarias consecuencias; convencido por lo tanto de la imperiosa necesidad de impedir los males, hice presente á V. M. la convenieneia de que en uso de sus prerogativas acordase un cambio de Gabinete, capaz de salvar la nave del Estado; idea que admitió V. M. bajo el compromiso de que yo aceptase la presidencia, y que no rehusé por ver asegurada Ja tranquilidad pública y satisfecho el inmenso deseo de los buenos españoles que constituyen la inmensa mayoría de la nacion.

>>Rechazado mi programa, sin duda porque sus principales bases consistian en la disolucion de las actuales Cortes y en que los proyectos de ley que les habian sido presentados se anulen negándose su sancion, sabe V. M. todo cuanto movido del mejor celo espuse en las varias conferencias que me permitió, luego que terminada gloriosamente la guerra contra los rebeldes armados se me hizo saber el deseo de V. M. de que me presentase en Barcelona, insistiendo particularmente en la conveniencia de que no fuera sancionada la ley de Ayuntamientos, pues que siendo contraria á lo espresamente determinado sobre el particular en la Constitucion jurada, temia que se realizasen mis pronósticos.

>>>El tenaz empeño de los cobardes consejeros de V. M. lanzó con su imprudente y precipitada medida la tea de la discordia, poniendo en combustion á esta industriosa capital; pero cuidando de salvar todo peligro abandonando sus puestos con una anticipada dimision, para ir al extrangero á derramar el veneno de la calumnia, suponiendo autor al que habia procurado conjurar el mal, y que ya manifiesto, evitó las terribles consecuencias que sin duda provocaron y esperaban tambien los viles y bastardos españoles que, aparentando hipócritamente adhesion á la ley fundamental del Estado, consideran un crimen se proclame este principio, y quisieran beber la sangre de sus fieles sostenedores bajo el pretesto de anarquía que ellos concitan y fraguan rastreramente en el club á que están afiliados.

»V. M. en aquellos críticos momentos debió ser impulsada única

mente de su natural bondad en favor de un pueblo digno por sus virtudes y señalados sacrificios de que sea considerado y satisfechas sus justas exigencias. Así se creyó en vista de los reales decretos de nombramiento de nuevos ministros, hecho en personas de conocido españolisino, amantes de la Constitucion jurada, del trono de vuestra augusta hija y de la regencia de V. M. A excepcion de uno, que renunció el cargo, todos los demás hicieron ei costoso sacrificio de aceptarios, poniéndose en marcha para ofrecer sus nobles esfuerzos á la Corona, celosos de su lustre y de la prosperidad del Estado. Sus principios eran bien conocidos, y no era posible que contra ellos y sus propias convicciones siguiesen la torcida marcha de los que les precedieron. Por esto la nacion se entregó á la grata y lisongera esperanza del porvenir dichoso que tanto anhela. Por esto, Señora, en públicas esposiciones se consideró un medio de salvacion el pronunciamiento de Barcelona, reprobado solo por los enemigos de V. M. y de la Constitucion, y por los que no late en sus pechos el sentimiento de su independencia nacional, que ha de constituir nuestra ventura.

El programa que los ministros electos, presentaron á V. M. no podia ser ni mas justo ni mas moderado; pero los dias trascurridos debieron servir à la pandilla egoista y criminal para mover nuevos resortes, y hacer creer à V. M. que debía llevarse adelante el sistema que aplanó al anterior Ministerio; y ni esta consideracion, ni las razones empleadas con elocuencia, verdad y sana intencion, sirvieron para que las bases fuesen admitidas. Las renuncias se fueron sucediendo por consecuencia forzosa: la nacion quedó sin gobierno constituido despues de una tan prolongada crisis: y todo, Señora, fué la señal de alarma en la capital del reino, y alarma que ha encontrado eco en Zaragoza y que será probable cunda a otras provincias.

>>Acompaño á V. M. una copia de la comunicacion que me ha dirigido D. Joaquin María Ferrer, nombrado presidente de la Junta provi sional de gobierno de la provincia de Madrid, y otra de la contestacion que he creido necesario dar. En el pronunciamiento que se ha verificado ya, ha sido poca la sangre vertida. El objeto, se me dice, no es otro que

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