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peeias de una vida aventurera y desordenada, que para la existencia tran quila y reposada del que se dedica con verdadera vocacion al sacerdocio.

Continuó pues en Tortosa haciendo gala de sus travesuras, lo que obligó al general Breton, gobernador de aquella localidad, á desterrarle de ella, cuando Carnicer, puesto á la cabeza de los carlistas del Maestrazgo, concibió el arriesgado proyecto de posesionarse de Tortosa. Hasta aqueIla fecha el estudiante Cabrera no se habia significado aun en la política, debiendo su destierro, mas bien que á sus ideas, á ser condenado por la autoridad como un elemento de desórden, peligroso en momentos difici les y arriesgados.

Su destierro lanzóle, pues, resueltamente en el bando carlista, y entonces pudo emprender la vida para que había nacido y á la que sintió bien pronto una extremada aficion. Dicese que desde los primeros pasos en aquella nueva y difícil senda, manifestó desde luego el gérmen de la decision y energía con que se distinguió despues, afirmando con seguri dad que llegaria á hacer ruido en el mundo.

Expulsado Cabrera de Tortosa, refugióse al lado de Carnicer en la plaza de Morella, y cuando la reconquista de esta ciudad puso en dispersion á los sublevados, en tanto que muchos se retiraron á sus hogares, resueltos á abandonar la causa carlista, Cabrera siguió el ejemplo de los mas decididos, buscando un refugio en las intrincadas sierras del Maestrazgo.

Una vez alli, reunió en torno suyo algunos de los fugitivos de MoreHla, y habiendo tomado sobre ellos el predominio que alcanzan siempre sobre la generalidad los carácteres enérgicos y decididos, organizó una pequeña partida que debía ser el núcleo de un verdadero ejército. Contando ya con fuerzas propias, no dudó en unirse á Carnicer, con el cual sufrió algunas derrotas, las que en vez de introducir el desaliento en su ánimo, hicieron crecer su confianza en la idea de que era fácil distraer en aquel país numerosas columnas con pocas fuerzas, siempre que se desplegase audacia y actividad, y se sacase todo el partido posible de las circunstancias topográficas del país.

Forjó entonces un plan de operaciones, que consistia en convertir al

Maestrazgo en uno de los principales focos de la guerra, pues podria fácilmente comunicarse con las facciones de Aragon y Cataluña, y recorrer casi impunemente, no solo todo el territorio valenciano, sino tambien tener siempre en jaque las estensas llanuras de la Mancha.

Revolviendo en su mente los mas ambiciosos proyectos, pasó al real de D. Cárlos á esponer su plan de campaña, con el designio de aumentar su natural prestigio con el apoyo oficial del pretendiente.

Supo ganarse la consideracion en la córte de D. Cárlos, y manejando la intriga hábilmente logró desacreditar á Carnicer, tachándole de excesivamente débil para la clase de guerra que convenia en aquellas regiones.

Era indudable que el influjo de que gozaba Carnicer en el Maestrazgo hacia sombra á los ambiciosos proyectos de Cabrera, pues en tanto que el antiguo partidario permaneciese en el país seria por su influencia, por sus antecedentes y por las simpatías de que gozaba entre los secta rios del absolutismo un terrible rival.

Ya hemos visto lo fácilmente que se deslizaba en la corte de D. Cárlos la calumnia, siempre que fuese manejada con habilidad; y por eso no debemos estrañar que Carnicer cayese en la desgracia, y que D. Cárlos le llamase á Navarra á dar cuenta de sus operaciones.

El ejército constitucional tuvo noticia anticipada, no solo del dia, hora y punto por donde debia pasar el cabecilla Carnicer, sino tambien hasta de los mas minuciosos detalles de su persona y disfraz. Al pasar, pues, Carnicer el puente de Miranda, fué detenido por los que le esperaban y fusilado en el acto.

Que Carnicer habia sido víctima de una repugnante y horrible delacion, es un hecho sobre el cual no puede abrigarse duda alguna, y la opinion acusó á Cabrera de este suceso, como la persona mas directamente interesada en aquella muerte.

De todos modos, aunque no sea posible fijar la culpabilidad de Cabrera de una manera indudable, éste se aprovechó del hecho para ponerse á la cabeza de las fuerzas carlistas de Aragon y Valencia, recibiendo de D. Cárlos el nombramiento de comandante general de aquel distrito.

No tardó Cabrera en organizar una columna de mil infantes y cien caballos, con los cuales comenzó á recorrer el país en todas direcciones, manteniendo en contínua alarma, no solo á los pueblos insignificantes, sino tambien á algunos de verdadera importancia.

Despues de acometer á Caspe y penetrar en Segorbe, hizo un amago sobre Ademuz y Requena, recorriendo la mayor parte de la provincia de Cuenca, pues si bien el general Amor, alcanzándole en Mora de Ruvielos le forzó á refugiarse de nuevo en el Maestrazgo, recuperó muy pronto sus abatidas fuerzas y con mayores elementos se presentó otra vez en campaña atacando el fuerte de Alcanar, cerca de Vinaroz. Los nacionales de esta poblacion salieron á auxiliar á sus vecinos; pero fueron rechazados con grandes pérdidas por las tropas de Cabrera. Este desgraciado acontecimiento infundió tal terror en Alcanar, que lus defensores del fuerte se rindieron. Cabrera entonces, dirigió sus miras sobre Teruel, y habiendo tratado de interpouerse el general Palarea, fué derrotado aunque contaba con mayores fuerzas que el gefe carlista.

A la impresion que causaron estos triunfos de Cabrera es preciso añadir la que produgeron las crueldades con que los coronó. Todos cuantos prisioneros caian en su poder, ya perteneciesen al ejército, à la Milicia 6 fuesen simples paisanos, eran sacrificados despiadadamente sin compasion de ningun género.

Por aquel tiempo, habiéndose descubierto una insurreccion carlista en Tortosa, vióse complicada en ella la madre del cruel cabecilla, y sujeta á un consejo de guerra, fué pasada por las armas el 20 de Febrero de 1836 con las personas que resultaron cómplices en aquel suceso. Cuando Cabrera recibió tan fatal noticia se sintió poseido del mayor furor, que esta vez-preciso es confesarlo-puede considerarse legítimo y motivado. -¿Ves esas montañas?-le dijo á uno de sus ayudantes-pues hasta su cumbre ha de llegar la sangre que yo derramaré en venganza de la de mi madre. Luego, como para comenzar á cumplir su terrible amenaza, llamó á su secretario, y arrebatado por la cólera le dictó el siguiente bando:

«Serán fusilados todos los individuos que se aprehendan. Se fusilarán

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