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binacion en los planes, la actividad en las medidas, la celeridad en la ejecucion, son calidades características y tan peculiares del gobierno absoluto que dificilmente se podrian hallar en las formas mixtas y menos en las aristocráticas ó populares.

3. ¿Pues en qué consiste que los hombres de todos paises, de todas las edades y de todos los siglos bien lejos de dejarse halagar de tan hermosa y brillante teoría odiaron eternamente ese linage de gobierno; y las sociedades políticas, los pueblos y naciones, aunque tan diferentes en lenguas, caractéres, condiciones, usos y costumbres se convinieron en proscribirle para siempre? ¿Cómo es que los sabios y pedagogos del espíritu humano que echaron los cimientos de la moral pública y privada, y crearon en cierta manera el nobilísimo arte de regir convenientemente á los hombres, despues de haber examinado á las luces de la razon y de la experiencia todas las formas de gobierno posibles, y pesado en justa balanza sus ventajas, inconvenientes y resultados reprobaron de comun acuerdo el gobierno absoluto, y ni aun le dieron lugar entre las formas legítimas, antes le calificaron de monstruoso, violento y tiránico?

4. Conocian muy bien estos claros varones y estaban íntimamente convencidos, que el dificilísimo arte de gobernar una gran nacion exige tantas prendas y bellas calidades en el Príncipe, tantos talentos, luces y conocimientos, tantas virtudes, moderacion, prudencia, fortaleza, constancia amor á la justicia, á la humanidad y á la patria, que sería imposible hallarlas reunidas y hermanadas en un individuo, y que solo un ángel enviado de Dios pudiera poseerlas. Sabian que la autoridad soberana depositada en una sola persona sujeta á todas las flaquezas humanas, á todas las sorpresas de la amistad, de la intriga y de la adulacion, á todos los delirios del orgullo, á todos los furores de la ambicion, pasiones indomables y que no reconocen moderacion ni límites, especialmente

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cuando se hallan en la cumbre de la dominacion y del mando, por necesidad se habia de convertir en ruina destruccion del género humano.

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5. A todos los Príncipes, que aspiraron al gobier no absoluto ó que lograron por medios artificiosos y violentos reasumir el supremo imperio, se puede justamente aplicar lo que de nuestros Reyes decia en el siglo XVI un escritor español (1), varon docto, grave y piadoso: Estos que agora nos mandan reinan para sí, y por la misma causa no se disponen ellos para nuestro provecho, si no buscan su descanso en nuestro daño. El hombre de bien, que purgado el ánimo de temor y esperanza y colocado sobre la alta cima de la imparcialidad, registra los anales del mundo y exa-, mina las vicisitudes de los siglos y las revoluciones de los antiguos y modernos imperios, halla en todas par tes egemplos y pruebas convincentes de tan amarga y desconsolante verdad. La historia no ofrece á su consideracion y á su vista mas que escenas trágicas, horrorosos cuadros de los males y desastres causados por el orgullo, por la ambicion y ferocidad de los Príncipes soberanos: ciudades asoladas, provincias destruidas, reinos devastados: todos los derechos, todos los principios de sociabilidad y las mas sacrosantas leyes holladas: aqui crueles conspiraciones, alli tumultos populares y en todas partes guerras sangrientas sin número, y los hombres inocentes y pacíficos víctimas. de la tiranía. Un corazon sensible, que aprecia como es justo la dignidad del hombre, se arredra y desfallece .con este espectáculo, derrama lágrimas sobre la virtud desgraciada, sobre el talento perseguido y sobre el ingenio menospreciado, y exclama: ¿ de dónde han venido los tiranos? ¿Cómo se multiplicaron los violentos opresores de la humanidad? ¿Quién les ha dado la existencia y el poderío para atormentar á los

(1) Fr. Luis de Leon. Nombre de Cristo. Rey

mortales? Dios, ó el libre consentimiento de los hombres, de donde se derivan todos los derechos del reino y del imperio.

6. De Dios nació la verdad, el órden, la justicia y la libertad: la libertad, madre de virtudes, estímulo de industria y de aplicacion, fuente de riquezas, gérmen de luces y sabiduría, plantel de grandes hombres, principio de la gloria, prosperidad y eterna duracion de los imperios. La autoridad política justa y templada sin la cual no puede haber sociedad ni existir ninguna nacion ni estado, es efecto de pactos y convenciones humanas: los hombres la crearon. Pero el despotismo y la tiranía ó el gobierno absoluto que todo es uno, no ha tenido orígen natural, es un monstruo so resultado del abuso del justo poder y de la legítima autoridad, parto revesado de la injusticia, de la violencia, de la fuerza armada, del engaño, de la seduccion, de la perfidia, de la ambicion de los que mandan y de la ignorancia y estupidez y abatimiento y-supersticion de los que obedecen.

7. El Criador y padre benéfico de los hombres los dotó de razón, inteligencia y libertad. El hombre independiente, libre é inmortal debe respetar en sí mismo y en sus semejantes la imágen de la Divinidad: nadie tuvo jamas ni pudo tener derecho para degradar la dignidad humana. Dios quiso tambien ser legislador de los hombres, no para oprimirlos sino para asegurar su vida, sus derechos, sus preeminencias y su libertad. La ley divina, la ley natural, llamada asi porque se encamina á proteger y conservar las prerogativas naturales del hombre, y porque precede á todas las convenciones y al establecimiento de las sociedades y de las leyes positivas é instituciones políticas, no empece á la libertad é independencia de las criaturas racionales, antes por el contrario la guarece y la defiende. Ley eterna, inmutable, fuente de toda justicia, modelo de todas las leyes, base sobre que estriban los derechos del hombre, y sin la cual sería imposible que

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hubiese enlace, órden ni concierto entre los séres inteligentes.

8. Delante de esta ley, asi como en el acatamien to de su divino autor, todos los hombres son iguales, todos hermanos y miembros de la gran familia de que Dios es el comun padre. Ninguno está autorizado para romper los lazos de esta fraternidad ni para obrar contra los intereses y derechos de sus miembros. Ninguno puede alegar justo título para dar leyes ni para dominar á sus hermanos. Ni Dios ni la naturaleza confiaron este poderío sino á los padres respecto de aque llos á quienes dieron el sér y la existencia. Esta es la mas antigua y mas sagrada autoridad que se halla entre los hombres, asi como la obediencia de los hijos á sus padres es el primer egemplo, de subordinacion y dependencia.

9. Porque el estado primitivo de los hombres no fue un estado de libertinage ó de licencia: ni se puede decir que hayan sido absolutamente libres é independientes sino con relacion á los establecimientos políticos y á los diferentes géneros de gobiernos intro→ ducidos posteriormente en la sociedad. Y yo ignoro el motivo que han tenido algunos escritores para fatigarse en probar difusamente una verdad que ni los filósofos ni los jurisconsultos han negado hasta ahora. Todos confiesan que los hombres debieron reconocer siempre un legislador supremo y una ley de naturaleza. Y si bien al principio del mundo y por espacio de muchos siglos no hubo naciones ni grandes sociedades, ni Reyes ni Príncipes, ni tiranos, prueba que estos establecimientos fueron obra de los hombres; mas todavía siempre hubo aun desde el principio algun linage de sociedad: sociedad conyugal, sociedad doméstica, gefes ó cabezas de familia, ministros de Dios, intérpretes y egecutores de su ley, para regir y gobernar convenientemente la pequeña grey encomendada á su cuidado. De consiguiente es necesario reconocer derechos, obligaciones y mutuas dependencias entre ma

rido y muger, entre padres é hijos, entre amos y criados, virtudes sociales, cierto género de subordinacion y un gobierno doméstico.

10. Si los hombres fieles á los deberes que les impone la ley natural hubieran vivido siempre juntos como hermanos y procurado egercitarse en las virtudes pacíficas y hacer por amistad lo que al presente solo se hace por temor ó por interes, no tendrian necesidad de otra forma de gobierno ni de recurrir á las leyes positivas para interpretar y esclarecer la sabia ley de naturaleza y para obligar á su observancia, ni de constituir la autoridad pública y las grandes sociedades políticas. Empero despues de la dispersion del género humano, habiéndose extrañado mútuamente los hombres, no tardaron mucho en mirarse como enemigos. Olvidados de la ley y corrompidos por las pasiones se entregaron á los vicios: las guerras, las violencias, robos y latrocinios comenzaron á reinar: muchos hom→ bres aguerridos con el egercicio de perseguir los animales salvages hicieron uso de este arte dañino para destruir á sus semejantes; y el bárbaro derecho del mas fuerte prevaleció y fue sustituido al de naturaleza.

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11. Asi que la necesidad de defenderse de las bestias feroces, y de hombres mas feroces que las mismas bestias, obligó á muchas familias á reunirse en sociedad para socorrerse mútuamente y asegurar su vida, personas y bienes bajo la proteccion de las leyes y de la autoridad política. Porque, como dice un filósofo, la multiplicacion de los hombres y la comodidad de la vida mas depende de vivir en sociedad que de la naturaleza; y si es tan excesivo su núme ro, comparado con el de los animales silvestres, consiste en que los hombres se han reunido en sociedad, ayudado y defendido recíprocamente. Mas esta reunion no se pudo ejecutar sin introducir una desigualdad real entre los miembros de la asociación y sin que precediesen deliberaciones hechas de comun acuerdo

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