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fiscal, está recibido en pràctica lo que habemos probado, y se han sacado muchas cartas ejecutorias de hidalguía en Valladolid y Granada, que se han librado en virtud de sola la reputacion inmemorial, como fué en favor de Juan de Orduña, vecino de Orduña; de Lucas de Romora, y Juan de Herrán, vecino de la misma ciudad; Pedro Cabugal, Luis Ortiz de Matienzo, de Bilbao; Joan Fernandez de Espinosa, del consejo de hacienda del rey nuestro señor, y dejo de poner otros muchos por no cansar.¶

mosas, llevándolas en procesion con atambores, estandartes y banderas.¶

[Pero en esta historia se encuentran mucho los historiadores; porque Esteban de Garibay en su compendio historial de España dice, que las cien doncellas que daba Mauregato, las cincuenta eran nobles, y las otras no; y que el rey don Bermudo, sabiendo que los moros habian entrado en las Asturias para cobrar el tributo, salió poderosamente contra ellos, y les venció librando la tierra de las parias del miedo. La corónica general de España, que hizo el rey don Alonso, dice lo de Mauregato, y que el rey don Ramiro de Leon, primero deste nombre, hubo con los moros la sangrienta y famosa batalla de Clavijo, porque no quiso dar el tributo de las doncellas; y que en ella le apareció el apóstol Santiago, y con su ayuda, y princi

¶Y así su Majestad, como tan gran monarca y cristianísimo príncipe, no permitiendo que se le hiciese agravio á esta nacion tan hidalga, con acuerdo de los de su consejo de justicia, por querellas de dicho señorío y por su provision real y general dirigida á todas las justicias de sus reinos y señoríos y de las Indias, mandó quitar y testar de dicho libro fiscal «Juan García de nobilitate, y de su ori-palmente de Dios nuestro señor, les venció, y quedó la ginal todo lo que toca contra la nobleza de dicho señorío, para que jamás se imprima ni lea lo susodicho, como parece con dicha provision y testimonio del secretario Gallo, dada en Madrid á 30 de enero de 1590. »¶

Mucho nos maravilló á mi amo y á mí el discurso del buen Jáuregui, que no pareció de lacayo sino de hombre de propósito, y nadie tuvo que replicar: solo mi amo, pareciéndole que le podia interrogar de historia de nobleza como hombre leido, le dijo que deseaba mucho saber de buen original, qué cosa eran caballeros de espuela dorada, y bidalgos de vengar quinientos sueldos, y quedó aplazado que á la tarde haria Jáuregui desto otro discurso.

111 CAPITULO XI.

En que el lacayo declara qué cosa sean caballeros de espuela dorada, y hidalgos de vengar quinientos sueldos.

Luego sobre comida, empezó Jáuregui su plática, satisfaciendo al deseo y interrogatorio de nuestro amo, y dijo: que los hidalgos de vengar quinientos sueldos, segun fuero de España, tienen denominacion de unas historias que se refieren por los historiadores de España con alguna incertitud; pero que, entre otros, Monterroso lo aplica bien en su práctica civil y criminal, si la historia que refiere fuese sin duda; porque después de referir lo que ya dije en el principio de la poblacion de España, después de la infelicidad del rey don Rodrigo, que se recogieron los cristianos que quedaron á las montañas de Asturias, Oviedo, Galicia, Vizcaya, Alava, Guipúzcoa, y á los montes pirineos, y á los Rucones que son en Aragon; y después hicieron caudillo á don Pelayo; muerto este rey don Pelayo, y después algunos descendientes, sucedió Mauregato, el cual siendo rey de Leon y de las montañas, con temor (que no debiera caber en persona real) bizo paz con los moros, y les ofreció por tributo cada un año cien doncellas. El cual tributo se usó hasta el tiempo del rey don Bermudo, que no le quiso dar, y se concertó con ellos de les dar quinientos sueldos por cada doncella; y que al rey don Bermudo sucedió el rey don Alonso el Casto, y después el rey don Ramiro, en cuyo tiempo los moros pidieron el tributo, y él no le quiso dar, porque nacia de cosa tan fea que le llamaban el pecho del burdel, y trabóse la guerra en la cual los moros fueron echados de las Lierras que poseian; y el rey don Ramiro tuvo contra ellos muchas batallas y vencimientos, y á los que á la sazon bicieron hechos hazañosos les hizo muchas mercedes, y les Ilamaron de ahí adelante hidalgos de vengar quinientos sueldos, porque vengaron el tributo de quinientos sueldos; y les dió muchas preeminencias y libertades, y muchas tierras y solares, de las que habian ganado á los moros, para que viviesen. Y parece esto llevar mucho camino; porque hoy en dia en la ciudad de Leon, en memoria del vencimiento, se hace una solemne procesion cada un año, la víspera de Nuestra Señora de Agosto y su dia, y de las parroquias de la ciudad saçan muchas doncellas ber

tierra exenta del tributo, porque no osaron de allí adelante pedirle los moros. Pero Castillo en los discursos de los reyes godos dice, que el rey don Aurelio concedió el tributo de las doncellas, y que Mauregato en vez dellas señaló los quinientos sueldos por cada una; pero en suma se concuerda que por esta causa se llamaron los hidalgos de vengar quinientos sueldos.¶

¶Y en cuanto á los caballeros de espuela dorada, se advierte que en Castilla hay tres maneras de caballería, las cuales pone el fiscal Juan García en su tratado de nobilitate. La inferior es de los caballeros pardos á fuer de Leon, los cuales no tienen mas de exencion, y es cosa de poco momento. La segunda y mas eminente es de tal suerte, que se da á hidalgos y á pecheros con privilegio. Y en cuanto á esta manera de caballería no se considera mas de lo que contiene el privilegio ó pergamino, y no presupone hidalguía; pero si el que la tuviere quisiere probar que es hidalgo, será admitido y se le despachará su ejecutoria. La tercera y muy principal es la caballería de espuela dorada, la cual recae sobre hidalguía, y no se da ni puede dar sino á hijo-dalgo, y se dice caballería sobre hidalguía, y con esta se halla la hidalguía mas perfecta, y presupone la hidalguía como mas antigua; de tal manera, que cualquier caballero de espuela dorada se presume hidalgo; y así se ha visto muchas veces que con sola la carta de caballería de espuela dorada, sin posesion ni sin solar, ni otros requisitos de hidalguía, se despacha ejecutoria de hidalguía en propiedad, como se declaró en Valladolid en la causa de Sepúlveda, vecino de San Martin de Val de Iglesias, y de los Vicerras de Granada; y esta caballería, segun se ve por historias auténticas, también la daban los que del rey la habian recebido. Dióse al principio con la solenidad de velar las armas, y con pescozada y con calzar las espuelas doradas, y desta manera la recibió Ruy Diaz de Vivar, nuestro Cid, hijo de Diego Lainez, nieto de Nuño Lainez, bisnieto de Lain Hernandez, tercero nięto de Hernán Lainez, cuarto nieto de Lain Calvo y de doña Teresa, hija de Nuño Rasura, dos jueces de Castilla, cuando los castellanos negaron la obediencia á los reyes de Oviedo y de Leon. Este Cid Rui Diaz se armó caballero en el altar de Santiago con la dicha solemnidad, y también el rey don Alonso el onceno, y él mismo en Burgos en las fiestas de su coronacion armó muchos caballeros ricoshomes y hijos-dalgo, como parece en su historia, capítulo ciento cuatro, y entre ellos á don Pedro Fernandez de Castro, rico home y otros. Y al otro dia que fueron armados armaron á otros muchos hijos-dalgo. Los armados por el rey fueron Periañez de Novoa, Fernán Diañez de Neira, Nuño Perez Gallinato, cuya sepultura está en el claustro del monasterio de Santo Domingo, en la ciudad de Santiago; Diego Alvarez de Sotomayor y Juan García de Saavedra.¶

Los armados por los caballeros fueron muchos, que don Pedro Fernandez de Castro armó caballeros á Fernán

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es de hidalguía en efecto, y contiene toda esta solemnidad.

Gomez de Valladares, Pero Lopez de Montenegro, Juan Fernandez de Bolaño, Nuño Freire, Ruy Freire, Arias Pardo, Diego Perez de Somoza, Fernán Diañez de Sotomayor y Macías de Balbao, todos hijos-dalgo gallegos. Después se ha usado que el rey en el mismo conflicto de la guerra dé esta caballería por las hazañas y notables hechos que el hidalgo hace, y recibe informacion verbal de dos ó tres caballeros hijos-dalgo notorios, de cómo aquel es hijo-dalgo, y con esta precedencia el rey le arma caballero sobre hidalgo; y en lugar de pescozada que antiguamente se usaba, le da tres golpes de espada, diciendo: «Dios y el bienaventurado apóstol Santiago te haga buen caballero;» y desto le manda dar su carta, la cual

Mucho se entretenia mi amo con la buena plática de Jauregui, que no parecia de lacayo; y hay muchos nobles que no saben lo que toca en su profesion, y cumplieran con saber lo que este buen mozo. Quedó muy privado de allí adelante, y porque sus buenas partes lo merecian, le mejoró mi amo en hacelle su camarero, sacándole del oficio que le habia enseñado la pobreza, que es ordinaria en los hijos segundos de los vizcainos, salirse huyendo de la pobreza de la casa de sus padres, que por conservalla la dejan solamente al mayorazgo sin obligacion de que les dé alimentos.¶¶¶

LIBRO TERCERO.

EN EL CUAL SE CUENTA EL discurso del VIAJE Á VALENCIA.

CAPITULO PRIMERO.

En que Guzmán de Alfarache hace un discurso de la vanidad, y cuenta un suceso del prado de San Jerónimo.

La vanidad es hija de la soberbia y madre de otros muchos vicios; ó por mejor decir, es ama que, si no los engendra, á lo menos los cria con su leche. Suele nacer muchas veces de donde habian de nacer las virtudes; porque se toma la ocasion para el mal de lo que se habia de tomar para el bien; que pues la nobleza es cosa tan insigne como queda ya dicho, habia de ser parte para que los que la tienen fuesen mas virtuosos, y muchas veces no es así; sino que los tales son hinchados, vanagloriosos y desvanecidos, muy confiados de los blasones de sus linajes y hidalguías, y habrian de considerar su nada y poquedad, sin cebarse en solo el nombre de cristianos, engastonado en tetrarcas y reyes vándalos, godos y doce pares, queriendo desleir las leyes de Dios con las del mundo. Sábese aprovechar el diablo de los atizadores dél, como son el nombre y renombre de fama; la gala del que mas puede y mas vale; el qué dirán, ídolo ordinario de los vasallos del mundo; la singularidad y la primacía con que cada uno presume esceder al otro ; y el idolo, emperador y monarca de todos los ídolos, el Yo. Ciertamente todo hombre que vive es la universa vanidad, como dijo David; toda la vanidad que en todas las creaturas esta sembrada y esparcida á pedazos, en solo el hombre está toda entera, recogida y sumada : no hay criatura de quien el hombre no tenga su algo ó el todo de vanidad. Que así como el hombre en cierta manera es toda criatura (atenta la comunicacion que tiene y hace con todas), así también es y abraza en sí la universa vanidad de todo este universal distrito en él cifrado y contenido. De aquí es que con las cosas inanimadas está sujeto á la corrupcion, caidas, injurias del cielo, de elementos, lugares y tiempos, y corporales accidentes. Gon lo que vive lo está á la instabilidad, necesidad de crecer y descrecer, de nutricion, corrupcion, muerte y acabamiento. Con las que sienten está sujeto á una universal mudanza y infelicidad de sentidos, afecciones sensibles, pasiones y calidades pasibles. Con los ángeles á la alternacion, volubilidad, mutabilidad de pensamientos, voluntades, razones, estudios y consejos, y aun sobrepuja y vence el vanísimo hombre las vanidades y inconstancias de todos los sobredichos. Porque demás de los varios é inciertos cuidados de la vida que tiene, tiene esto propio y muy suyo, que aun le hace mas vano, á saber es: que no está sujeto á un preciso linaje de pecados, sino

á muchas y diferentes maneras dellos. Es en suma el hombre la misma vanidad, y todo lo declara su mismo nombre; que muchos prueban que llamarse hombre es vil denuesto, pues es decir tierra y polvo, primera materia de su formacion; y de aquí debiera entender que solo tiene la hechura dada de la mano de Dios, y nada de suyo. Porque de lodo, ¿qué se puede hacer que valga sino por la hechura? Sin duda en obra de lodo no cabe mas de la mano del maestro, ni es material que de suyo se ayuda como el oro, ó la plata, que en sí propios tienen valor: de la cosecha del hombre solo es el ser nada, y ser lodo y polvo. Y tras esto ver lo que el hombre se estima, lo que se precia, su altivez y soberbia, es cosa de admiracion qué barajadas llevan las cosas desta vida. ¡Cuántos afanes por cumplir con su vanidad! ¡Qué escesos, qué gastos escesivos por mostrarse mas de lo que son, sin advertir si bastan las fuerzas á continuar adelante sus empresas, solo que el caballero parezca titulado, el titulado monarca, con empeños sobre empeños!¶

¶¡Qué cosas pudiera decir de esperiencia y de vista en este viaje de Valencia que te voy contando, y en los suntuosos atavios y galas que para él se hicieron! Dejemos los grandes de Castilla, que estos son como estrellas en el firmamento, y son grandes príncipes, y pueden lo que quieren; que solo hablo de los particulares que cebados en el retinte de sus linajes y en el desvanecimiento de ser tenidos, hicieron corazon de tripas en esta jornada, gastando mas de lo que podian y debieran, queriendo imitar en prodigalidad á Neron, que en la muerte de su mujer Popea gastó mas olores que toda la Arabia lleva en un año, ó á Heliogábalo, que daba barrenos á las naves cargadas de inmensa riqueza, para que à vista de todo el mundo se hundiesen, y por allí conociesen la grandeza de su corazon, que con tanta facilidad desperdiciaba lo que otros tenian en grande estima; pero al fin ellos se avendrán con sus acreedores, que á mí solo me cupo maravillarme de su buen ánimo, que era mayor que las fuerzas, y me hice sobrado curioso en averiguar y saber de otros pajes qué rentas comian sus amos, qué galas habian hecho, qué criados habian recebido, que parece que me habian hecho fiscal desta pesquisa : creo que el ver la causa por que yo andaba perdido, que era por mala administracion y poca conservacion de hacienda, me hizo como perro hostigado tener lástima de los procedimientos ajenos, que guiaban á este fin.

Era cosa de contento por otra parte ver la corte y el

aparato que se hacia, lo que nos prometian de fiestas en Valencia, y lo que se deseaba esta jornada. De allí no tengo mas que decirte, porque mi vida era la ordinaria: jugar el sol antes que naciese, y para hacer dineros usar de mil géneros de embustes; el de hoy conocido era mañana embestido con préstamos; y como yo, después de larga arenga, lo reducia á poca suma, de seis ú ocho reales, no habia hombre que se me escapase sin dejar alguna pluma. Todo el dia gastaba en estas y otras galanterías, porque mi amo era muy retirado; apenas salia de casa, y todo su negocio era leer historias, y procuraba tenernos contentos, por lo que nos habia menester en aquella ocasion. Las noches, prado de San Jerónimo, á buscar aventuras, aunque raras veces lo son.

Pero una noche, entre otras, me sucedió un caso donoso. Erame yo de tan mal gusto, que toda cosa que tuviese tocas y faldas largas me parecia la diosa Venus; al embocar por los caños de Alcalá, la noche cerrada y algo escura, pero sosegada y quiéta, tópome dos mujeres de harto buen pico; muchos las hablaban y pasaban de largo; yo, que tenia poca esperiencia de las cosas de aquel cuartel, cebado del buen pico y agudas respuestas, alzo la una por la mano, diciéndole: «mi reina, siempre me perdí por instrumentos de buenas voces.» Replicóme muchas cosas tan á propósito, que no dijera mas toda la discrecion junta; pero en el interin me maravillé mucho de una mano tan flaca y caliente; un brazo seco, sin ningun adorno; un olor de enfermedad de muchos dias, que à otro que yo hiciera huir á mas de paso; pero como sentia una voz tan viva, un pico tan gracioso, un metal de voz tan apacible, me prometia que era una cosa nunca vista, unas Indias, que no fué venturoso Colon de descubrillas; pensé que el tacto y olfato me querian engañar, y que solo tenia el oir verdadero y buen amigo. Los ojos, en aquella ocasion, no eran de provecho por la oscuridad; aunque en semejante mercaduría son, cuanto dañosos y sobornados si es buena, desengañadores y verdaderos, si es mala. Bien pudiera yo considerar que no tenia su dueño por buena la ropa, pues la puso en tienda tan escura, como mercader de lienzos, y que no queria sobre la vista el precio; pero dijelo, para no sentir tan pestilencial hedor como probé, llegándome mas cerca ; y así, aunque yo era tan voluntario, y tenia el apetito tan irritado, y lo que podia entender me engañaba de tal manera los oidos, y no pensaba ser engañado en el precio, porque no iba conmigo solo un maravedi, no determiné de averiguallo todo, ni ver si correspondía el pico á la pluma. Hallé, por la cuenta de mi olfato, que debia tener calentura de mas de seis meses, ó que estaba ética, y esto seria lo mas verdadero; porque el estar muy en seco, y hablar mucho y á propósito, es muy de éticos. Olíale la boca á perros muertos. Quedáronme tales ascos, que no puedo acordarme sin grande movimiento de estómago. Pienso que Dios me quiso castigar allí de contado por los otros lances que probé, burlándome de las pobretas. No podia apartarme de la memoria cosa tan aciaga, que me causaba horror de solo imaginalla. ¡A qué puede llegar la malicia de las mujeres, que por solo el vicio llegan á tal estremo, y en el mismo estremo no olvidan el vicio!

¶ Bien dijo el Eclesiástico, que es mejor la iniquidad del varon que la mujer que hace bien; pero se ha de entender con grano de sal, como declara un doctor, que para el amor torpe, hay mayor peligro en la benignidad y cortesanía de una mujer, que en la conocida maldad del varon. No reparan las mujeres en su salud ni en la ajena; pues vemos que del grande esceso del vicio todas se hinchen luego de bubas, y inficionan á los que se les llegan, como vemos cada dia en aquella corte; que con la codicia de ganar torpemente, todo lo llevan por un rasero, como el fuego. Y aun, como dice san Gregorio, el fuego del infierno es discreto, porque atormenta á cada uno conforme à su

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culpa; esta discrecion no se halla en la mujer, sino que con la sed rabiosa que tiene de pelar, á todos trata igualmente. La causa desta filosofía es, porque comunmente las mujeres que andan en este trato son comedoras, y ellos tragadores y bebedores; con lo cual, en meriendas, en almuerzos y comidas, en cenas, en idas à las huertas y vueltas del campo, en convites costosos y banquetes desordenados, gastan cuanto tienen. De donde también nace que los que andan al paso destas trotonas, aunque tengan mas tesoros que el rey Creso, nada les luce; porque en regalos, en anillos, en preseas, en holandas, en perfumes y cosas semejantes, se les va la hacienda; y aunque los criados lo padezcan, la mujer lo llore y los hijos lo ayunen, para que ellas lo coman y gocen, de nada se duelen, todo se gasta, todo se consume, y con ello la vida y la salud de todos; y á la fin bubas, dolores, zarza y palo santo.¶

¶ Por esta causa dijo muy bien aquel Diógenes cínico, que en todo tenia sal y gracia de murmurar, que eran los lujuriosos, hombres y mujeres, como unas higueras que nacen en lo alto de unos despeñaderos diabólicos, cuya fruta gozan solamente los buitres y cuervos del campo. Tienen otro engaño estas arpías, que, como mas quieren al don que al que lo da, y mas á los presentes que á los amadores, tráenlos suspensos mucho tiempo, hacenles gormar la comida antes que la prueben; después, por un rato de gusto, con que los emboban, pagan el escote en moneda de mucho pesar y descontento, y aun no queda hombre bien averiguado con ellas. Por esta razon, riéndose Luciano de un contrato tan desigual y desatinado, dijo, y muy bien : «grande necedad es padecer muchos trabajos y molestias, por solo la esperanza de un torpe pasatiempo.» De manera, que comprar ruin mercadería y por escesivo precio es desatino; tanto escote y tan poca comida, tanta despensa y tan poco contento, tanto gasto y tan poco gusto, tan largo pesar y tan breve deleite, no conviene á quien tenga entendimiento; y son tan costosos los deleites sensuales, que, donde entran, talan y abrasan y hacen el oficio que la yedra en los árboles, los cuales, dice Plinio, que agarra, seca, desustancia y chupa como fuego. Qué es ver las mujeres de aquella corte,de buenos talles, en la hermosura de sus años floridos, y tocadas desta oruga, en pocos dias marchitas, lacias, cocosas, secas y socarradas, como árboles tocados de rayo, y no solo dañados en las ramas y troncos, sino calados y traspasados hasta el fondo de la raiz, de la manera que esta ninfa que me hallé en el prado; en la cual debió de estar enlazada esta yedra, que naturalmente esparciéndose por sus ramas, cubre la tierra, y subiéndose acia arriba cuanto encuentra abraza, cuanto balla delante engarabata, y cuanto topa roba, chupa y destruye; y así la dejó chupada y seca, que no debió de verse en el hospital de Anton Martin cosa mas acabada y perdida.¶

Fuíme santiguando acia mi posada, como quien escapa de un gran peligro, y no poco inficionado el aliento, que entendí que me habian pegado bubas para toda mi vida, con haberme hasta entonces escapado dellas por entre millares de ocasiones, de rios y mujercillas. No pude cuajar sueño en toda la noche, y los que tuve fueron revolviendo el cieno en que me habia visto.

CAPITULO II.

En que Guzmán muestra los vicios de los que no quieren escarmentar en cabeza ajena, y prueba que, aunque son dañosos los pleitos, es bien que haya letrados en la república.

Como escapé tan mal parado del suceso del prado, no habia mujer que me hiciese gozo, pensando que todo debia ser en una manera, y pluguiera à Dios que de veras escarmentara, haciendo como hombre prudente, que de unos negocios toma lengua para otros, y saca recato de unos yerros para evitar otros adelante, usando de la razon

y entendimiento discursivo que Dios le dió, y que me valiera conjugando unos casos con otros; pues aun los brutos animales, como nota san Isidoro, se valen destos barruntos y escarmientos para conservacion de su individuo.

No digo yo agora de la certidumbre con que las golondrinas, los arajaques, los aviones, las grullas, abutardas y otras muchas aves se pasan de unas tierras para otras, mudando nuevos aires, buscando en el invierno, cuando cargan los frios, regiones calientes, y en el verano las templadas. No aquella antigua posesion, con que sustentan las cigüeñas sus nidos en las torres y templos altos, que esto se dirá lo hacen por instinto natural, con que son llevadas, sino digo otra mas estraña maravilla: que si una bestia comun cayó alguna vez en algun barranco ó mal paso, no la harán entrar en él con ninguna fuerza. Conoce muy bien el caballo donde una vez tropezó; pasa con particular atencion una mula por donde le acaeció algun revés; las aves que una vez escaparon del lazo, donde quiera les parece que le ven, y con esta sospecha huyen á campo seguro. Esta es la causa del antiguo proverbio: pájaro viejo, no entra en jaula; porque escarmentado de las veces que se ha visto para perder su libertad, ya no se cree de lijero, ni del reclamo vivo, ni de la añagaza muerta, ni del cebo sabroso, sabiendo que todo aquello se ordena para encantarle; que de los escarmentados salen los arteros, sacando doctrina de su primera ignorancia. Pero yo no me valí de reglas de prudencia; y así quedé mas necio que los animales brutos, y semejante al que come cosa dañosa y vuelve á ella sabiendo que le es contraria, que entra en la cofradía de los ignorantes; que quien babiendo errado no queda con aviso para adelante, cuádrale mas el nombre de insensato, que el de avisado y cuerdo; y por tanto, debe ser el prudente varon como la abeja, cuya miel es muy mejor si se coge del tomillo, siendo esta planta notablemente amarga para el gusto; y así, el varon discreto, en los contrarios casos que le sucedan, saca para otros acaecimientos mayor enseñanza y escarmiento; que por eso pintaban los antiguos á Jano con dos caras, porque (segun Macrobio) fué un rey de Italia, muy prudente y de gran memoria, con la cual, acordándose de lo pasado, se prevenia para lo porvenir.¶

¶Y porque he entrado en esta materia de escarmiento, que tenia deseo me la ofreciera la ocasion, por lo poco que se platica en el mundo, con ser tan provechoso escarmentar en cabeza ajena, de paso quiero mostrar la ignorancia de muchos, que por no saber escarmentar, tienen que lastar. Entren primero los que jamás escarmentaron en el esceso de los trajes y galas; los cuales por esceder estraordinariamente al caudal ordinario de la renta ó hacienda, engendran ordinarias trapazas y pleitos, por cuya causa están las ciudades afianzadas, y eso poco de hacienda que habia de andar como en rueda del mantenimiento de casa se va en las audiencias. Los que tienen por deshonra el oficio mecánico, por cuya causa hay tantos holgazanes y malas mujeres, demás de los vicios que á la ociosidad acompañan por la vanagloria de los vestidos y no trabajar, hacen grandes faltas en sus casas, así en quitar de la comida ordinaria á su família, como dando ocasion à la mujer y à las hijas de malos reveses para matar la hambre, que la mala comida ordinaria no les pudo apagar. Y los ociosos que males no cometen por estar sin oficio, que unos mantienen tablajerías; otros favorecen parcialidades y bandos; otros son carcoma de los mayores, aprobando sus dichos y hechos; otros son truhanes, ó á lo menos muy hablatistas, con que muchas veces en son de donaire, dicen de muchos las cosas que ellos no quisieran oir de sí en burlas ni en veras; otros hurtan, comiendo el sudor ajeno; otros por la vanidad de los linajes hacen cismas en la república, que ha de estár unida en un cuerpo por caridad. Pues ¿qué diré de los que jamás se pusieron delante los buenos consejos

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que oyeron en los sermones, y ni los quisieron obrar, nf atender à las amonestaciones de amigos, reprehensiones de mayores, á los castigos que dió la justicia á los malos, ni se quisieron enmendar?¶

¶ No se me van por alto los prelados eclesiásticos, que convierten la renta de pobres en banquetes y platos, trocando el nombre de carga en estado de honra mundana, y de miradores y pastores se vuelven mirados y apacentados. Los catedráticos que leen á pompa y no á provecho de sus discípulos, y cumplen solo esteriormente con sus oficios, sin poner afecto caritativo, y conocen que no hacen provecho. Los príncipes y grandes señores, que no miran por sus vasallos con celo de caridad, haciéndoles venir en pobreza por sus faustos voluntarios. ¡Ay de los que venden los oficios de gobierno, ó con solo título de amistad, ó por solo ruegos y cartas, los cuales se babian de dar por habilidad de personas, proveyendo al oficio que vaca, y no á la persona! Y desto ya dije en la primera parte de mi vida; y por heuchir el estado, estos señores, viendo no ven, oyendo no oyen lo que se dice ó hace en sus casas. ¶

¶ Los gobernadores y ministros de la justicia, que disimulan pecados por respecto de amistad, ó porque les untaron las manos, ó se gozan de hallar materia de vicios por la ganancia que se les espera, agravando el pecado del que habían de sacar dinero, disimulando el de los poderosos, por miedo ó amistad. Los letrados, escribanos y procuradores, que toda su vida emplean en las ajenas, ¿qué dirán de los pleitos injustos que defendieron, usando de dilaciones contra los pobres, recibiendo precios desordenados contra la tasa de los aranceles, las acusaciones y embelesamientos en que viven, no con celo de justicia, que con cautelas sofisticas van intrincando; mas con fin desordenado de adquirir mas de lo honesto, para colocar sus hijas en alto, y dejar sus hijos en la cofradia de Bontempo y San Epicuro, y no escarmientan en los que han hecho lo mismo, y no lo han gozado sus hijos, porque lo bien ganado se pierde, y lo malo ello y su amo. Entre la otra cofradía de médicos, cirujanos y boticarios, que gustan de hallar materia en que ejercitar su oficio; la dilacion de las curas, en donde esperan ganancias; el tentar de vados, no menos á costa de vidas, que de dineros ajenos; el contar los acertamientos de sanidad por industria de sus primores; las medicinas sofisticadas, la intricacion de los nombres, la ignorancia de las especies, la determinacion de lo incierto, la venta de la opinion. Pasen también los soldados y gente de guerra, que no se tuvieron por esforzados ni hombres valientes, sino cuando renegaban y descreian del que los hizo; porque el juramento que de alli baja, segun sus malas costumbres, piensan que es de hombre cobarde, como si la victoria estuviese en ofender á porfía á quien la ha de dar, y no se dieron á cato del desfloramiento de vírgenes, de los desafios y vanaglorias que de sus valentías tingidas contaron. No olvidemos los ricos, que habiendo pobres legitimos, hagan cuenta que hurtaron las riquezas si no les favorecen, y por hacerse ricos caen en la tentacion y en el lazo del diablo, no advirtiendo á lo que dijo Cristo : ¡ay de vosotros los ricos, que teneis vuestra consolacion acá en el mundo que pasa! ¶

También no escarmientan los casados, que se casan mas por cumplir con su aficion, que por el intento justo del sacramento del matrimonio, y pervierten la intencion conyugal en el mental adulterio, y malgastan sus haciendas, dando ocasion à sus mujeres que vengan en descontento y caigan en pecados, ó por traellas demasiadamente vestidas ó muy desnudas y hambrientas, dejando ir los hijos por las plazas, tributarios de las picotas, gastando el tiempo en balde. Asimismo son los oficiales y granjeros, que son las despensas y recámaras de los pueblos; miren las tachas solapadas con que venden sus mer

cadurías, los juramentos que Juran á su intencion, y fuera de lo que se entiende, y sin duda son infieles; porque si bien creen, ó juran bien, ó no han de jurar; no consideran los monipodios que hacen, juntándose dos ó tres á comprar toda la mercaduría que habian de comprar muchos, haciendo entre sí alianza de los precios, y so color de hermandades y cofradías, que son muy santas, se comunican todos juntos, y se hacen jueces de las tasas. A los mesoneros y bodegoneros bien puedo argüir de poca fe; pues que solo se ponen á dar naipes y dados con que se blasfeme el nombre de Dios, para que así se venda su vino y despensa ; mas aun tienen por granjería tener en sus casas añagazas de municion de mujeres deshonestas, para señuelos de huéspedes ; y con tal que vengan y traigan consigo otros á comer y posar, posponen el mandamiento de Dios, dando ocasion de tropiezos en sus posadas. Los carniceros no escarmientan por mas penas que les ejecuten; antes demás de los contrapesos del dedo, que ordinariamente suelen hacer, defraudan á la gente pobre, porque ó por amistad ó por temor reparten la buena carne á los regidores, jurados, alcaldes, escribanos, alguaciles y procuradores, por comprar de los unos favor, y de los otros rescatar el miedo; y lo poco que queda de buena carne, lo meten en un cajon para dar á dos pasteleros y tres taberneros, con quien es posible que están concertados con pacto tácito, por dos ó tres giras que les hacen al mes; y la pobre viuda que tiene quebrados los huesos al torno para acaudalar una libra de vaca, ó el triste cavador, que con su azadon ha de mantener sus hijuelos, se llevan los huesos y un tal quiebradientes por añadidura, que para caudal era grande. Los molineros siempre están en sus trece, metiendo harija por suplir la falta que hacen. Las tenderas en su mala gracia con que se han con todos, demás de las buenas muestras que ponen en la frontera de sus tabaques, para vender por señuelo el mal año que dentro cubren.¶

¶ Mucho me habia ido la mar adentro, saltando desde el prado de San Jerónimo, y sin salir dél, tuviera harta materia. ¡Qué desenvolturas no se hacen! qué conciertos no se fraguan y ejecutan! ¿Qué mujeres gustan del Prado, que no le frecuenten? y ¿quién le visita que guarde recogimiento? Paseo de la corte; mas alli se dan cortes, no de paso. ¡Oh buen caño dorado! Si tu lengua de agua declarase con su ruido lo que mira tu ojo, no serian tan horribles los hechos de Heliogábalo, afeminado emperador, pues hay muchos que le esceden, si no en hechos, por no poder mas, en deseos, por tener mas malicia. Y no es poco de maravillar que en la corte haya tal disolucion, pues hay en ella también tanto príncipe cristianisimo, tantos grandes de grande piedad, tanto religioso venerable y de vida ejemplar, y muchísima gente de suma virtud; pero podria decir que en este mundo andamos mezclados malos y buenos, y sobre todos envía Dios nuestro señor el sol y las lluvias, como padre piadoso, esperando los malos á penitencia. ¶

¶ No me meto en los pleitos, que se ven en tantas salas y consejos, adonde muchos porfiadamente gastan sus haciendas, y muchas veces fraudes y engaños, ó autos falsos; quieren ganar sus pretensiones y despojar de su estado al contrario; porque como no tuve pleito de hacienda en mi vida, ni le esperaba tener, no me daba esto cuidado. Mas bien entiendo que la avaricia de abogados y procuradores inmortaliza los pleitos; que siendo el pleito vocablo castellano antiguo, que un tiempo significaba concordia, como parece en las leyes del Fuero Juzgo, de donde viene pleitesia y pleito homenaje, van agora tan trabados y tan mal tramados los pleitos, que no hay cosa tan contra concordia, que por vía de apólogo podríamos decir, que el pleito se casó con la pleita, cuyas arras y dote fué, que á no faltar esparto y dineros, procediesen siempre adelante, y el hijo legítimo que hereda la casa

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del mayorazgo se dice proceso, porque nunca el diablo acabe de proceder. Cayendo en esta cuenta el rey don Pedro de Portugal, que fué en tiempo del rey don Pedro de Castilla y del rey don Pedro de Aragon, mandó que todos los abogados y procuradores aprendiesen oficios de nuevo, en que pudiesen ganar de comer, por bacer parar el proceso del pleito inmortal. Y el rey Matías, de Hungría, con pregon público mandó que todos los letrados saliesen de Hungría, pensando así tener su reino en paz. La misma hazaña intentó la católica reina doña Isabel, en Salamanca, y cesó su espíritu por el consejo que admitió de letrados. Por solo esto estaba bien con mi vida de ca racol, que todo lo llevé acuestas, que no podia nadie intentar accion de bienes raices, sino solo personal de delicto, vel quasi; pero no os tragueis lo que tengo dicho, de manera que creais que es mejor que no haya letrados, abogados ni procuradores; porque, por el contrario, es muy necesario para la república que los haya. Que, segun dice Aristóteles en sus Eticas, hay algunos hombres tan arrimados á su parecer, y tan duros de creer, que no pueden persuadirse lo contrario de lo que ellos imaginan si no ven evidentes señales, ó si no son convencidos por fuertes y eficaces razones. Y esto es lo que hacen los abogados, que con persuasiones eficaces convencen las partes y jueces, insinúan la verdad, declarando la inocencia del reo, del miserable y del opreso, para que se les guarde su justicia. Pues ¿quién dirá que en la república no son necesarios hombres que tengan por oficio apartar lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto? Luego loable ejercicio y necesario oficio es, y muy honroso, el que declara la verdad, defiende la justicia, interpreta las leyes, da el verdadero sentido á los estatutos, patrocina á los miserables y redime los opresos: el derecho faltaria si faltasen, y no habria quien le alegase. ¶

No digo yo de los que maliciosamente enmarañan los pleitos, que cuanto mas trapazas saben, con que patrocinar á los malos, tanto juzgan ser mas dignos de alabanza; que estos son los que desacreditan esta facultad tan noble é insigne, y no merecen nombre de letrados; que el recto y buen abogado jamás emprende causa injusta, y los sobredichos, si les tomais por abogados, dilatan vuestra justicia; si les dejais, os la impiden; si les solicitais, se enfadan; si no lo haceis, se descuidan; y si son ricos, del todo se olvidan del negocio que dellos confíais, compran los pleitos, venden las intercesiones, hasta el silencio es venal, y su lengua es dañosa si no le echais mordaza de oro ú plata. Estos son los que revuelven las ciudades y son peste de la república. ¿Quién le hizo à Guzmán de Alfarache andar en estas consideraciones y ha cerse consejero de estado? Ya te amonesté que saldria muchas veces de la historia de mi vida á los pensamientos que me ofrecian mis sucesos; y la materia de estado, con ser tan subida de punto, á todos tiene por consejeros; pues no hay sastre ni zapatero que no piense que puede por entre las tijeras y trinchete dar un voto que valga para restauracion del mundo y monarquía, y es la materia mas ordinaria, á falta de cualquier otra conversacion, en cualquier sazon, tiempo y manera de gente: el pícaro en la cocina del hospital; las mujeres en el horno, fuente y baño; los segadores y labradores en el campo; los soldados en el cuerpo de guardia; la gente baldía en las calles y plazas; los caminantes en su camino y posadas; el cura y el herrero en el lugar de cuatro casas; al fin, los ociosos y ocupados luego se meten en materia de estado, y lo que debria hacer su Majestad, y le encaminan y tranzan sus armadas, no dejan hilo enjuto de sus consejeros, y quieren adivinar los pensamientos, culpan de mal acuerdo en los designios, de pereza en la ejecucion y de poca prudencia si hay mal suceso, como si estuviesen en mano de los hombres. Nadie advierte el proverbio ne sutor ultra crepidam, que ha quedado generalmente en el mundo

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