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V.3

IMPRENTA, ESTEREOTIPIA Y GALVANOPLASTIA DE ARIBAU Y COMPAÑÍA (sucesores de RIVADENEYRA), IMPRESORES DE CÁMARA DE S. M.-Calle del Duque de Osuna, núm. 3.

ADVERTENCIA.

Al dar á luz el presente tomo, debemos anticiparnos á satisfacer brevemente á ciertas objeciones que prevemos desde ahora.

1. ¿Por qué en lugar de abrir con la Celestina la serie de las Novelas españolas, no hemos empezado por el Conde Lucanor de don Juan Manuel, siguiendo con la Cárcel de amor de Diego de San Pedro?

Porque estas dos obras notabilísimas se ajustaban mejor á otras secciones de nuestro plan la primera á la de Prosistas españoles del siglo XIV, la segunda á la de Prosistas españoles del siglo xv, donde en nuestro sentir se hallarán mejor colocadas. En aquellos tomos el pensamiento predominante ha de ser el estado del lenguaje ; en el presente es la fuerza de invencion. La Celestina señala una nueva era literaria, y por ella debíamos dar principio para documentar la historia del período que terminó en el inmortal Cervantes.

2. ¿Por qué no hemos incluido en esta seccion los libros de caballerías y las pastorales?

Porque los unos y las otras forman dos órdenes enteramente distintos, dignos de ser examinados separadamente, como que se hallan fundados sobre situaciones hipotéticas de una sociedad que no ha existido, al paso que la novela propiamente dicha es ó quiere ser una pintura de las costumbres de las épocas y paises donde se coloca la accion.

3. ¿Por qué hemos omitido muchas novelas, verdaderamente tales, que fueron compuestas dentro del período en que nos hemos encerrado?

En tal caso deberíamos haber dividido la serie en dos tomos; pero esto no hubiera sido obstáculo suficiente. En realidad nos habíamos propuesto insertar después de la Celestina las continuaciones é imitaciones que de ella se hicieron durante el siglo XVI; pero debemos confesar que, mal acostumbrados con la magnífica obra de Fernando de Rojas, á poco de habernos internado en la lectura de los que con menos delicadeza quisieron seguir su argumento, nos sentimos tan empalagados de tanta prostitucion y tercería que temimos sucediera lo mismo á la mayor parte de nuestros lectores, supuesto que no escribimos para sola una clase de ellos. Así nos vimos en la necesidad de mudar de plato, buscando condimentos de otro género. Si el público es capaz de digerir un tomo entero de Celestinas, nada es mas fácil que presentárselo. Apuradamente nuestros autores antiguos fueron tan tentados de la risa, que en esta parte nada

T. III.

hay que pedir. Creimos pues que bastaba por ahora ofrecerle la primera y mas perfecta obra de este género, y darle noticia de las otras en el discurso preliminar. El mismo sistema hemos seguido en las demás clases de novelas, limitándonos á lo mas notable de cada una, y omitiendo muchas obras que en nuestro concepto no tienen tanto interés histórico y literario.

4. ¿Por qué no hemos seguido estrictamente el órden cronológico en la colocacion de las obras que hemos escogido ?

Porque, hallándose reunidas todas en un tomo, precedidas de una historia de las mismas, nos pareció de corto inconveniente esta trasposicion, en cotejo de las ventajas que debian resultar de una subdivision por géneros. Ya dijimos en el prospecto de nuestra Biblioteca que nada nos tuvo mas perplejos que la disposicion de las materias para que resultasen grupos sujetos á cierto órden armónico, al paso que distribuidos con la posible precision y filosofía: problema (dijimos) de ardua y aun imposible resolucion, si se exige una exactitud absoluta. Usando pues de esta salvedad, que omnímodamente nos reservamos, nos hemos apartado alguna vez, aunque sóbriamente, del órden de los tiempos siempre que nos interrumpia el de las ideas; no hemos querido interponer, entre las dos partes del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, la segunda de Luján de Sayavedra, ni otras obras que salieron en aquel intermedio ; y aun, escediéndonos un poco mas, para no privar al público de la continuacion del Lazarillo de Tormes, escrita por H. Lùna, hemos introducido en este tomo una obra publicada con alguna posterioridad al período que comprende.

No juraremos que háyamos acertado en este plan; ni siquiera, después de lo dicho, nos defenderemos de las objeciones que acerca de estos cuatro puntos se nos dirijan; pues sobre otros mas importantes podrá ejercerse con mayor fruto la crítica juiciosa y desapasionada.

En este tomo, mas que en los anteriormente publicados, hemos necesitado del auxilio de nuestros amigos. Pero entre ellos se nos ha brindado uno tan franco, tan inteligente y tan animado de nuestros mismos patrióticos deseos, que serán siempre cortas y débiles las espresiones de nuestra gratitud. Don BENITO MAESTRE, á fuerza de largos años, diligencias y dispendios, ha llegado á reunir una biblioteca preciosísima, la mas completa que se conoce, de las novelas y libros de entretenimiento que fueron el producto del ingenio español, mientras que libre de estrañas influencias conservó su nativa originalidad. Nadie puede dar razon mas puntual de cuanto se conoce en este ameno é importante ramo de literatura, y cuando llegue á publicar su copioso catálogo verá el público la gran riqueza que posee, la cual no puede hallarse en manos mas dignas, supuesto que tan generosamente la facilita á los que como nosotros trabajan para dar á las letras españolas aquella popularidad que injustamente perdieron, primero por el furor inquisitorial y luego por la codicia bibliománica.

Con tan buenos elementos creemos haber ordenado un tomo interesante y curiosísimo. Hay en él mucho bueno, raro bastante, y el todo comprende la materia de muchos volúmenes. Nos hemos escedido esta vez un poco de los límites ordinarios ; el público lo agradece, nos veremos mas animados á continuar nuestros esfuerzos

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DISCURSO PRELIMINAR.

SOBRE LA PRIMITIVA NOVELA ESPAÑOLA.

INTRODUCCION.

DECIA Miguel de Cervantes en el prólogo de sus Novelas ejemplares, publicadas en 1613: yo soy el primero que he novelado en lengua castellana; que las muchas novelas que en ella >andan impresas todas son traducidas de lenguas estranjeras, y estas son mias propias, no imi>tadas ni hurtadas, mi ingenio las engendró y las parió mi pluma, y van creciendo en los trazos de la estampa.›

Debemos repetir aquí lo que dijimos en la Vida de aquel ingenioso escritor (1): la palabra novela tendria entonces una significacion menos lata que la aplicada en nuestros tiempos á este género de composicion; pero aun encerrando la idea en estrechísimo espacio, seria dificil y aventurado sostener victoriosamente aquel aserto.

Esta palabra, importada de la lengua italiana, tardaria, como todas las de estraña procedencia, en tener fijada una significacion precisa y confirmada por el uso constante en la conversacion y en la lectura. En 1574 decia Juan de Timoneda en su breve prólogo al Patrañuelo: y semejantes marañas las intitula mi lengua natural valenciana rondalles, y la toscana novelas; siguiendo luego con una esplicacion que mas que de ingenioso tiene de pueril é impertinente. El mismo Juan Bocacio, cuando en 1348 escribia su Decameron, tuvo que ilustrar el vocablo por medio de una triple sinonimia : intendo di raccontar cento novelle, ó favole, ó parabole, ó istorie, che dire le vogliamo (2).

En 1590 Juan Gaitan de Vozmediano publicó en Toledo, traducida al castellano, la primera parte de las cien novelas de Juan Bautista Giraldio Cintio, y en el prólogo se espresaba en estos términos: <ya que hasta ahora se ha usado poco en España este género de libros por no ha>ber comenzado á traducir los de Italia y Francia, no solo habrá de aquí adelante quien por >su gusto lo traduzca, pero será por ventura parte el ver que se estima esto tanto en los estran»jeros, para que los naturales hagan lo que nunca-han hecho, que es componer novela. Lo cual entendido, harán mejor que todos ellos, y mas en tan venturosa edad cual la presente.> Tales testimonios, aunque muy calificados, no pueden destruir la firmeza de unos hechos que demuestran la preexistencia en España de este género de composicion, que se llama ahora novela, y que viene á ser la relacion ingeniosa de una accion fingida, pero verosímil entre personas particulares. En lo fingido se distingue de la historia y la biografia; en lo verosímil del apólogo y fábula mitológica, y de la epopeya en la condicion de las personas que intervienen; aunque en esta parte recorre una escala tan estensa, desde las clases mas abyectas de la sociedad hasta los hombres de ánimo mas generoso y esforzado, que seria dificil señalarle los límites que le separan de los poemas de mas alta entonacion; en una palabra, la novela guarda con la epopeya la misma proporcion, que con el drama trágico la diversidad de composiciones que confundimos en la comun denominacion de comedias. Si esta idea mejor ó peor (4) T. I, pag. XXVII.

(2) Decameron, proem. 8.

espresada es la que tenemos de la novela, no fué por cierto Cervantes quien primero la realizó en nuestra lengua; muchos antes que él la introdujeron, y en ella ejercitaron su ingenio, aunque á la verdad no con tanto acierto y maestría.

Y no pudo menos de ser así. Cuando florecia aquel grande novelista, la lengua castellana contaba ya algunos siglos de aplicacion, no solo al trato familiar, sino aun á los usos literarios. El placer de oir la relacion de hechos amenos y curiosos es tan natural á la humana índole, que forma una de las mas vehementes fruiciones de la niñez; y el de contarlos tanto se pega á nuestros hábitos, y tanto con los años va creciendo, que se mira como el mas sabroso entretenimiento de la ancianidad. Así es que precisamente la novela ha de empezar con la lengua; y no ha llegado esta todavía á su completa formacion cuando aquella existe ya.

Los estudios hechos modernamente sobre la literatura de aquellos pueblos, cuya antigua civilizacion no tiene inmediatos puntos de roce y contacto con el origen de la nuestra, han dado lugar á preciosos hallazgos de este género, que pueden verse en los autores que se han dedicado á recoger y coordinar semejantes documentos. Hay una idea vaga de que la novela nació en el Oriente; pero no ha sido por privilegio especial de aquel pais, sino por la sencilla razon de haber sido esta la cuna del género humano. Ni la novela se trasplantó de un pais á otro, propagándose y aclimatándose por imitacion, sino que nació espontáneamente do quiera habia hombres capaces de inventar y de comunicarse recíprocamente los frutos de su fantasía. Por consiguiente no puede decirse que pasó de la India á la Arabia, sino que los árabes empezaron á novelar mas tarde, porque su cultura empezó después. Sus novelas tienen impreso el carácter que en ideas y en costumbres los distingue: valientes y apasionados, pudieron dar el modelo del poema caballeresco; voluptuosos, magníficos y amantes de lo maravilloso, pudieron crear las espléndidas escenas de las Mil y una noches, y describir antes que otros el caprichoso poder de sus hadas y encantadoras. Pero cada pueblo contaba ya á su modo sus historias fingidas, y adornaba con casos imaginados la aridez de las verdaderas.

A pesar de esto, no debe causarnos sorpresa el encontrar tan pocos ejemplares de la verdadera novela entre aquellas naciones, de donde procede mas inmediatamente la parte mayor de nuestras ideas literarias, y cuyos autores forman la base de nuestra enseñanza. La vida privada de los griegos y de los romanos se prestaba muy poco á este género de narraciones. Así es que entre los primeros solo conocemos de oidas las fábulas llamadas milesias ó sibariticas, cuentos al parecer lijeros y libidinosos; y de los últimos solo nos han quedado dos obras: el Satyricon de Petronio, y la Metamórfosis, llamado vulgarmente el Asno de oro, de Apuleyo (1) : la primera, cuadro repugnante de la corrupcion romana en el tiempo de Neron; y la segunda, parafrasis ingeniosa de un diálogo de Luciano. A lo menos no vemos citados otros autores por los críticos mas inmediatos á aquella edad, entre los cuales debemos contar á Macrobio, quien habla con cierto desprecio de estas composiciones, espantándose de que en ellas se hubiese entretenido un varon tan grave como Apuleyo (2). Los argumentos fundados en sucesos familiares debian ofrecer escaso interés á unos pueblos, en que la idea de la causa pública absorbia toda la actividad de los espíritus: los ciudadanos vivian en el foro ocupados en murmurar de los magistrados, y en hablar de las empresas militares, negocio comun á todos y particular de cada uno en las naciones que cifran esclusivamente en la conquista y en el repartimiento de los despojos todos los medios de prosperidad; el techo doméstico cubria un recinto impenetrable, donde la mujer pasaba sus dias poco menos que en la servidumbre; el amor, esta pasion fecunda, fuente copiosa de lances y situaciones dignas de ser descritas, se

(1) Tradújolo al castellano y publicólo á principios del siglo xvidon Diego Lopez de Cortegana, arcediano de Sevilla, quien llama tigre feroz, serpiente hircana y bárbaro garamanta al que no gusta de novelas.

Cor durum tygris, aut bircana colubris

Tentant hujus cui fabula nulla placet.
Gannit nulla quidem ejus pars pietatis in aurem,
Natus et in sylvis trux Garamanta fuit.

(2) Fabulæ quarum nonien indicat falsi professionem, tua tantum conciliandæ auribus voluptatis, aut adhorta

tis quoque in bonum frugum repertæ sunt; auditum > mulcent velut comœdiæ, quales Menander ejusque imi>> tatores agendas dederunt; vel argumenta fictis casibus » amatorum referta, quibus vel multum se Arbiter (Petro» nius) exercuit, vel Apuleium nonnunquam lussise mira» mur. Hoc totum fabularum genus, quod solas aurium » delicias profitetur, è sacrario suo in nutricum cunas sa»pientiæ tractatus eliminat.» (Macrob. In Somn. Scipionis: 1.2.) El mismo Apuleyo se escusa al parecer con el lector de usar de semejante estilo: «ut ego tibi sermone isto milesio varias fabulas conseram, etc.»

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