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aventajára en felicidad á Augusto y en virtudes á Trajano (1).

Otro español, Elio Adriano, deudo suyo, y oriundo de Itálica tambien, pasó á ocupar el trono imperial. A su entrada en Roma, honró la memoria de Trajano colocando su estátua sobre el carro triunfal. Era Adriano á la vez excelente, artista y gran literato, aunque de mal gusto. Poseia conocimientos no comunes en matemáticas, en astrología, en cosmografía y medicina. Era orador y filósofo, gramático, arquitecto, músico, hábil pintor, y poeta griego y latino. Acompañaban á tanta ciencia virtudes muy recomendables; pero oscurecíanlas grandes vicios. Era generoso, amigo de hacer justicia, y gustábale premiar el mérito, pero tachábasele de inconstante y caprichoso, y sus versos destilaban una voluptuosidad indigna de un príncipe, y descubrian una impudencia vergonzosa. Sin faltarle disposicion para la guerra, se mostró mas inclinado á las artes de la paz, y en su tiempo comenzaron á cejar por primera vez las armas romanas y á retroceder los límites del imperio. Verdad es que como guerrero y como hombre de virtudes, se hubiera deslucido menos si no le hubiera tocado vivir entre un Trajano y un Antonino. Dícese que en el ejército marchaba á pié y con la cabeza desnuda, asi por entre las nieves ó escarchas de los Alpes como por las

(1) Eutrop. 1. VIII.

ardientes arenas de Africa: singularidad no inverosímil en quien se hacia notar asi por los caprichos de artista como por las rarezas de filósofo.

Llevado de la idea de que un emperador debia á semejanza del sol hacerse presente en todos los paises, visitó personalmente todas las provincias del imperio, en cuya escursion empleó once años (del 120 al 131). Siendo ya España una de las mas importantes, y siendo ademas su patria, no podia dejar de comprenderla en su visita. Reedificó en Tarragona el templo de Augusto erigido por Tiberio. Hallándose en aquella ciudad, paseando un dia solo por su jardin, se vió acometido por un hombre con una espada desnuda en la mano: el emperador, por medio de diestros movimientos pudo ir burlando los ataques del agresor hasta que acudió gente en su auxilio. Informado despues de que aquel hombre no tenia su juicio cabal, se opuso á que se le castigára y mandó entregarle á los médicos (122).

Alli convocó una asamblea de los representantes de las principales ciudades españolas. Todos acudieron á escepcion de los de Itálica, que despreciaron el edicto, no sabemos por qué. Justamente resentido Adriano, en el viage triunfal que despues hizo por las provincias españolas pagó á Itálica su desaire, negándose á visitarla por mas instancias que para ello le hicieron. En la asamblea de Tarragona mostraron los diputados españoles una entereza y una independencia

que pudiera servir de ejemplo para ulteriores tiempos. Aunque amante Adriano de la paz, necesitaba de numerosas legiones para guarnecer las vastas posesiones romanas, y pidió un nuevo contingente de hombres (123). Expusiéronle los diputados que no podian acceder á la demanda de un subsidio que privaria al pais de la flor de su juventud. No le valieron al emperador sus dotes oratorias para convencer de la necesidad del impuesto: á pesar de su elocuencia, el subsidio fué denegado. Obsequiáronle no obstante con grandes festejos en Tarragona. Desde alli emprendió su viage por las demas ciudades de la Península, las cuales se disputaban el honor de consagrarle medallas y de erigirle monumentos. En una inscripcion hallada en Munda se le llama Emperador, Cesar, nieto del divino Nerva, Trajano, Augusto, Dácico, Máximo, Británico, Sumo Pontifice, por segunda vez investido del poder tribunicio y del consulado, Padre de la patria. De la misma medalla se deduce que hizo gracias á la provincia de un millon novecientos mil sextercios que debia, y que restableció á su costa la calzada pública desde Munda á Cartima en una longitud de veinte mil pasos (4).

(4) En algunas monedas de Adriano se ve en el anverso el busto del emperador, en el reverso una matrona con un ramo de oliva en la mano, un conejo á los pies, y la palabra Hispania. Que fué ló que dió ocasion á algunos para to

TOMO II.

mar el conejo por emblema de España y para hacer derivar el nombre de la nacion de la palabra span, conejo. En otra parte hemos manifestado la puerilidad de esta derivacion, á pesar de las monedas de Adriano.

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No se contentaba Adriano con proteger las letras y las artes liberales. Ocupóse tambien de la reforma del derecho civil, y publicó el Edicto perpetuo, tan célebre en la historia en la jurisprudencia: hizo leyes contra la corrupcion, y contra la barbarie con que se hacía el comercio de esclavos: prohibió los sacrificios humanos, y los establecimientos de baños comunes á los dos sexos, y realizó otras reformas saludables á la civilizacion y á la moral.

Consumóse bajo el imperio de Adriano la ruina nacional de los judíos. Cuando este emperador visitó Ja Judea, hizo reedificar la ciudad de Jerusalen, pero prohibiendo la entrada á los judíos, que solo á fuerza de oro lograban el consuelo de ir á llorar sobre las ruinas de su patria. Habíalos ocupado el emperador en fabricar armas para sus tropas. Sirviéronse de ellas para insurreccionarse contra sus dominadores. Dirigíalos un tal Barcochebas que se decia el Mesías, y á quien proclamaban el astro de Jacob. Horrible fué la mortandad que ejecutaron aquellos furiosos hebreos. Cerca de quinientos mil griegos fueron degollados en Cirene, en Chipre y en Egipto. Con bárbara ferocidad aserraban los cuerpos de las víctimas, devoraban sus carnes y bebian su sangre (1). Pero la espada romana se cebó á su vez en la sangre del ingrato pueblo hebreo (134). Sobre seiscientos mil israelitas recibieron

(4) Dion. Cas. lib. LXIII.

la muerte: de los que quedaron vivos unos fueron vendidos en los mercados, otros pudieron huir, y algunos se refugiaron tambien á España acreciendo el número de los que ya existian desde el tiempo de Tito: prohibíaseles hasta volver el rostro para mirar á Jerusalen: centenares de poblaciones fueron arrasadas, y la Judea se convirtió en una soledad. La nueva ciudad se llamó Elia Capitolina, sobre el santo sepulcro fué colocado un ídolo de Júpiter, en el Calvario una Venus de mármol, y el pesebre en que habia nacido Jesus fué profanado dedicándolo á Adonis (").

Pero al tiempo que se extinguia totalmente la nacion judaica, y que los dioses de la gentilidad se posesionaban de los lugares santificados por el verdadero Dios, el cristianismo iba progresando, las heregías comenzaban tambien á nacer, y la humanidad se hallaba en uno de aquellos períodos que anuncian va á obrarse una regeneracion social.

La muerte de Adriano fué tan singular y caprichosa como habia sido su vida. Retirado á su casa de recreo de Tívoli como Tiberio á la de Caprea, atacado de hidropesía, pero profesando la máxima de que un príncipe debe morir alegre, entregábase á todos los placeres y desórdenes sensuales que la anchurosa moral del paganismo permitia. Por último á conse

(1) En una letanía que cantaban despues los hebreos se decia: «Recordare, Domine, qualis fueril Adrianus, crudelitatis consilia

amplexus, consuluit idola se pervertencia, etc.» Juan de Lenth. De Judeorum pseudomessiis.

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