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festaban la atmósfera, y á cuyo olor acudian manadas de voraces lobos y nubes de cuervos y de buitres, que los unos con sus aullidos, con sus roncos y tristes graznidos los otros, infundian nuevo espanto á los que presenciaban la calamidad. La cólera divina parecia querer descargar entera sobre este desventurado pueblo. En este estado, hartos los bárbaros de carnicería y de rapiñas, acordaron repartirse entre sí la España, en cuya distribucion tocó á los suevos la Galicia, á los alanos la Lusitania y la Tarraconense, la Bética á los vándalos, que le dieron el nombre de Vandalusía. Algunos pueblos de Galicia conservaron su independencia en las montañas ("). Y no obstante la ferocidad de estas gentes, cuando ya se asentaron, casi se felicitaban los indígenas de verse sujetos á la dominacion bárbara con preferencia á la sábia opresion de los magistrados romanos.

En tal situacion aconteció la venida de Ataulfo y de sus godos á España. Diferentes y aun opuestos juicios hacen los historiadores acerca del objeto que pudo impulsar al monarca visigodo á penetrar en la Península, y no es de estrañar que las historias de aquellos tiempos participen de la general confusion en que entonces andaba todo envuelto y turbado. Suponen unos que por anteriores conciertos con Honorio le habia concedido éste, ademas de la posesion de la Narbonen

(1) Idacio, Orosio, Salviano, Olimpiodoro.

se, la parte oriental de España mas próxima al Pirineo. Sospechan otros que solo vino huyendo de las legiones imperiales de Constancio. Afirma Jornandés, cuyo testimonio no carece de importancia en lo relativo á las cosas de los godos, que Ataulfo hizo ya cruda guerra á los vándalos de España. ¿Y no pudo decir Ataulfo, á la manera de Alarico: «siento dentro de mí una voz que me dice: anda y vé á lanzar de España á los bárbaros que la inundan, y funda en ella un imperio?» Por lo menos los sucesos posteriores mostraron que esta era la mision providencial que habian recibido los godos. Mas si Ataulfo habia tenido este pensamiento, faltóle tiempo para la ejecucion faltándole la vida. Quitósela en Barcelona el godo Sigerico, ansioso de reemplazarle en el mando, y con pretesto acaso de la flojedad con que Ataulfo hacía la guerra á los romanos.

Todos los ímpetus que el nuevo rey habia anunciado antes de serlo contra los imperiales, los descargó inhumana y bárbaramente contra la familia de Ataulfo, ya degollando á los seis hijos que de su primera muger habia este dejado, ya haciendo marchar á Placidia por espacio de doce millas delante de su caballo á pie y mezclada entre una turba de mugeres esclavas. Tan intempestiva fiereza debió irritar á los godos, que habiendo sin duda aprendido ya de los romanos la manera de quitar y poner reyes, asesinaron á los siete dias al vio

lento y arrebatado Sigerico, nombrado en su lugar á Walia.

Reservámonos referir en otro lugar los triunfos de Walia sobre los vándalos, la devolucion de Placidia á Honorio, la concesion que este emperador hizo á los godos de las tierras de Aquitania, y el establecimiento de la córte goda en Tolosa. Limitámonos en este capítulo á apuntar los primeros pasos en España de los que habian de trasformar nuestra península de provincia romana en monarquía goda. Dej ámosla cuajada de ejércitos bárbaros, de masas de salvages que se mueven y chocan entre sí disputándose la posesion de un suelo envidiado; á otros bárbaros menos salvages y feroces que ellos pugnando por arrojar á los primeros invasores; el imperio romano de Occidente desmoronándose, saqueada por los godos la capital del que se habia llamado pueblo-rey, un emperador imbécil dando leyes á súbditos que no tenia, y cuyos sucesores no hacian ya sino disputarse los harapos inservibles de una púrpura desgarrada; la dominacion romana moralmente abolida en España, pero luchando todavía por sostener un poder ilusorio y fantástico. y fundiéndose y como amasándose una España nueva: período de fermentacion, y mezcla de pueblos y de elementos estraños, de que habrá. de resultar otro idioma, otros nombres, otras costumbres, otra forma de gobierno, otra sociedad. La España se está descomponiendo para renovarse.

Por eso, sin dar por definitivamente terminada la dominacion romana, ni por formado todavía el imperio godo que la habrá de sustituir, pero no rigiendo ya la organizacion á que hasta ahora ha estado sujeta, parécenos que debemos dar cuenta del carácter de la situacion política que termina, para que podamos despues apreciar mejor el cambio material y moral que va á sufrir.'

CAPITULO VIII.

ESTADO SOCIAL DE ESPAÑA

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BAJO EL IMPERIO ROMANO.

I. Diferentes divisiones que se hicieron de España.-Clases y categorías de las poblaciones.-Colonias, municipios, etc.-Derechos que cada una gozaba.-Gobierno. Administracion. Sistema rentístico. Impuestos. Servicio militar. Estadística de poblacion.-II. Riqueza territorial de España.-Artículos de que abastecia á Roma.—Agricultura, industria, comercio.—Minería. Cómo beneficiaban y elaboraban las minas los romanos. Cómo estaban administradas.-Acuñacion de moneda en España.-III. Artes y oficios.-Riqueza monumental.-Grandes vias militares.-IV. Cultura intelectual.-Literatura hispano-romana.-Los Sénecas: Lucano: Quintiliano: Silio Itálico: Floro: Marcial: Columela: Pomponio Mela: Trajano: Adriano.Letras cristianas.-Escritos religiosos.-Osio: Juvenco: Gregorio de Illiberis: Prudencio: Prisciliano.-Prepárase España á recibir una modificacion social.

I. Mejor que los hombres de la república comprendió Augusto la geografía de España, cuando á la desigual division de Tarraconense y Bética, ó de España Citerior y Ulterior, sustituyó la division en tres grandes provincias, á saber: Tarraconense, Bética y Lusitania. La Bética, como provincia senatorial, cra gobernada por un procónsul. La Tarraconense y Lusi

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