maestre, en tanto que á mi lado os guarde. Salid, yo os lo suplico, de mi corte.
Yo!-Bien, si lo mandais....
Escuchado lo habeis: os lo suplico. recompensar los reyes saben. Este de mi lealtad, este es el premio. REY. ¿Por ventura temeis que os arrebate de mi antiguo favor los altos dones que tanto merece is?.... No: las ciudades, los títulos guardad que justo premio fueron de tal valor, tantos afanes;
y nuevas gracias recibid ahora....
ALV. ¿Quién nada os pide aqui?.... Mis dignidades, mis bienes, ¿qué me importan?... ¡Ah! tomadlos... Una sola merced quiero mas grande.
el solo premio es ya que podeis darme. REY. Maestre, qué decis?
¡Qué! ¿Tan mezquino mi corazon juzgais, que solo cabe
en él codicia vil?....¡Me dais riquezas, títulos!.... y la honra, ¿nada vale?
REY. ¿La perdereis por eso?
¿No la pierdo? Decidlo vos.... Treinta años de combates ¡por término tendrán con mengua mia acerba humillacion, destierro infame! ¡Ah!....¿Qué dirá Castilla, España toda? ¡Que fui tal vez traidor!.... No, no, matadme. En el puesto en que estoy, solo muriendo me es posible cederlo á mis rivales.
REY. Entiendo, hombre ambicioso: vuestro orgullo es el que os dicta tan audaz lenguaje. Anhelais el poder.... ; Necio que ignora que á quien lo pudo dar quitarlo es facil! ALV. ¿Quién lo niega, señor?.... ¿No os sacrifico cuanto puedo perder? ¿No os doy mi sangre? Solo guardo el honor; si esto es orgullo, la culpa es vuestra que me hicisteis grande. Puesto que al cielo sublimarme os plugo, no pretendais ahora rebajarme,
que los hombres cual yo, si á caer llegan, desquician el estado al desplomarse. Miradlo bien, señor: no es al de Luna, no es un triste mortal á quien se abate: es Castilla, sois vos, que en estos hombros sustentándose estan treinta años hace. Yo soy el que animoso en Talavera libraros supe del rebelde infante; yo soy quien desde un triste cautiverió en el trono os senté de vuestros padres; yo quien luchando con osados nobles en él os defendí firme y constante, y humillé al Aragon, y las banderas á vuestros pies rendí del fiero alarbe. Mi vida entera la lealtad la abona. Y ¿qué en cotejo de servicios tales pueden hoy presentar esos que intentan del lado vuestro con baldon lanzarme? ¿Quereis saber sus timbres? Tordesillas, Olmedo, Montalvan por ellos hablen; hablen tantos castillos asaltados do hicieron todos criminal alarde de insultar á su rey; hable el convenio en que vuestro poder haciendo partes, como á rico botin, se les vió ansiosos cada cual á la suya abalanzarse. ¿Logran ellos vencer? Castilla os mira indignada sufrir su yugo infame. ¿Consigo yo humillar su loco orgullo? Con mas bello esplendor luego renace vuestro escelso poder, y vuestros reinos
en vos adoran, mas que un rey, un padre. El escudo soy yo de vuestro solio; y con animo fuerte, incontrastable, mientras ellos intentan destrozarlo, lo mantengo, señor, firme y radiante. Estos mis hechos son, este mi crimen; y si lo osais ahora castigadme.
REY. Castigarte!.... ¡Cruel!.... ¿Puedes creerlo? ¿ Eso dices de mí?.... Pues qué, ¿ no sabes que tu vida es mi vida; que aunque quiera, no le es dado á tu rey dejar de amarte? ¡cual si mal grado suyo á ser tu amigo un mágico poder le arrebatase! Tú de mi infancia compañero fuiste; y entre pueriles juegos, dulce, afable, la prision alegrabas en que injusta siempre me tuvo recelosa madre. A todas horas desde entonces fuera necesidad en mí verte y hablarte, escuchar tus consejos y seguirlos, mis contentos decirte ó mis pesares; y hora el pedirte que de mí te alejes siento mi corazon despedazarse.
ALV. No mas, no mas, señor.... Vuestro vasallo os obedece ya.... ¿Quereis me marche?
Pues bien, me marcharé.... Nada me importa que el puro brillo de mis timbres aje y este cruel destierro.... Es vuestro gusto, cúmplase luego... Adios.... Pocos instantes durará mi pesar.... Si no sucumbo
al rigor de este golpe que me abate, sé que bien pronto mas fatal sentencia.... REY. ¡Ah! ¿qué dices?
Pues qué, ¿creeis se sacie el insano rencor de mis contrarios mientras respire quien temblar los hace? ¡Qué mal los conoceis! Mi muerte solo, mi muerte anhelan.
responder de vos mismo?
¿Tan mudable me presumes?.... Pues bien, hoy una prenda de tu seguridad pretendo darte.
Toma este anillo, guárdalo.... Si un dia, (que no es posible) á decretar llegase tu muerte, entonces.... te lo juro, empeño mi palabra de rey.... al presentarme esta alhaja preciosa, reclamando
la fé de quien la dió, juro salvarte. ALV. ¡Ah!.... la acepto, señor.... no porque intente valerme de ella en tan terrible trance; pues os juro á mi vez que tal empleo yo jamas le daré: prenda estimable
de vuestro amor, la guardo, mas preciosa que riquezas y que altas dignidades. REY. Basta.... Acabemos ya.... Pues mis intentos os hice couocer, ved, condestable,
lo que os está mejor.... A vuestro arbitrio dejo ya la eleccion.... Si estar os place en mi corte, quedaos; si el consejo de un amigo seguís, marchaos antes
que algun triste suceso.... En fin, pensadlo, pensadlo bien.... Adios.
DON ALVARO luego PACHECO.
¿Qué es esto, pues, que me pasa? Cual frio mármol me quedo. ¿Es á mí, cielos, á mí
á quien habla tan severo el rey?.... Acabo de oirlo, y aun dudo que sea cierto. En la cumbre del poder descansaba sin recelo, cuando un abismo insondable miro á mis plantas abierto.
En vano, débil monarca, fingir intentas un resto de amistad: mejor que tú en tu alma mezquina leo el odio que oculto abrigas acaso sin tú saberlo. No pienses, no, que en tí fio; que al débil su propio miedo le hace crüel, y llorando traspasa á su amigo el pecho. Mas nada temo.... En mis manos tu corazon siempre tengo,
y en ellas es para mí
que á un niño sus muñecos. Presumes de mí librarte?
i pensamiento loco y necio!
Rey don Juan, eres mi esclavo: tan antiguo cautiverio
no se quebranta en un dia; y el que ha nacido á ser siervo, por mucho que lo resista, tiembla siempre ante su dueño. ¡No te atreviste, alma débil, á decretar mi destierro!.... Pues dejas á mi eleccion partir ó quedarme, el tiempo sabré emplear de tal suerte que tiembles ya verme lejos. (Sale Pacheco.)
Pues decid presto.
Poco tardaré, que hablar con toda franqueza os quiero ; y porque bien me entendais, me escusaré de rodeos.
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