El teatro representa un jardin.
¿Quedamos solos, Vivero? Solos quedamos, señor. Pues venid; que con sigilo tenemos que hablar los dos. Mirad, don Juan lo que haceis: ni el sitio, ni la ocasion.... Las auras de este jardin se llevarán nuestra voz: demas, que hoy entretenidos con tan soberbia funcion, todos á ver sus aprestos acuden.... Si tambien vos.... Quien de don Juan el segundo en la corte se crió,
tiene a justas y saraos saciada ya la aficion. ¡Famoso reinado ha sido!
Turbulento, vive Dios;
pero tampoco en las justas ninguno como él brilló.
Por eso es hoy de un rico-hombre estraña la condicion. Noble, galau, cortesano, á par que batallador, asi pulsa harpa sonora, como vibra su lanzon, y así le agrada el estrado, como el combate feroz.
PACHECO. VIVERO. PACHECO.
Estraña cuestion.
No ignoro, don Juan Pacheco, vuestra nobleza y valor: sé que ha poco el marquesado de Villena el rey os dió;
y ademas que os honra el príncipe con su envidiable favor.
Pues si eso sabeis, Vivero, bien puede vuestra razon lo que habré de ser un dia inferir de lo que soy; y si un ejemplo quereis de mi futuro esplendor, en don Alvaro de Luna podeis mirarlo; que si hoy él es en Castilla tanto, no habré de ser menos yo. Guiados por una estrella dos soles somos los dos; mas él es sol que se pone, Y yo soy naciente sol. Ši habeis juzgado oportuno
recordarme lo que sois, os debo tambien hacer igual recuerdo en rigor. Alonso Perez me llamo : no es antiguo mi blason, no me precio de linaje; mas al que humilde nació, lo que en cuarteles le falta tal vez le sobra en valor. Mis servicios son mis timbres; y no han sido escasos, no, si de ellos es permitido juzgar por el galardon. De Jerquera y de Vivero y de Alcalá soy señor: en el consejo del rey alzo el segundo la voz, y ministro de su alteza soy su contador mayor. El que de humildes principios á esta altura se elevó.... Suele caer mas aprisa si le falta el valedor. A la sombra del de Luna Castilla medrar os vió; mas si esa luna se eclipsa, decid, ¿qué será de vos? No soy tan nuevo en las cortes que viva sin prevision
á merced de las mudanzas que en ellas labra el favor. Afecto al de Luna fuí,
mi lealtad le sirvió;
mas no he de ser cual la yedra,
asida con tal teson
al arbol que la proteje,
que el hacha del leñador
para derribar el tronco
los corta á un tiempo á los dos.
si ese falta,
sabré buscar en sazon;
que cuando otros se despeñan, despeñarme fuera error. Prudente sois, buen Vivero. Quien los palacios pisó, ¿no debe serlo?
hablémonos sin ficcion. Vos no os podeis sostener sin un brazo protector, y si vos no me servís, vanos mis designios son. Esto supuesto, Vivero, ved lo que os está mejor: ó caer con el de Luna, ó alcanzar mi proteccion. ¡Con el de Luna caer! ¡Eso me lo decis hoy! El astro del condestable ha dias que se eclipsó. Esta pompa que aqui veis, este soberbio esplendor que al de los reyes iguala, la asombrosa reunion de damas y cortesanos que acuden hoy á su voz adorando al que en Castilla resplandece como el sol; esas magníficas justas do de las trompas al son salen á probar sus lanzas guerreros de alto valor; el rey mismo que bajando del noble solio español, viene á honrar con su presencia de un vasallo la mansion; todo no es mas que la sombra de un poder que ya pasó, y de una luz que se apaga el último resplandor, ¡Cómo!.... Esplicaos.
yo leo en el corazon. Privanza de tantos años le cansa; el yugo opresor siente al fin, y solo anhela de romperlo la ocasion. Do quier halla al condestable que le cela en rededor, y en sus miradas altivas le tiene como en prision. Desvanecido el encanto que un tiempo le subyugó, ya no mira á su valido jóven, galan, seductor, sino cual áspero anciano de orgullosa condicion. No es el verle su alimento, no enferma si se ausentó: si antes buscábale ansioso, hora huye de él con temor; y no penseis que á su pecho vuelva la antigua aficion; que de amar dejan los reyes, pero eterno es su rencor. Y sin duda, aprovechando tan bella disposicion, ¿quereis hacer de un rival la caida mas veloz?
Recoger su herencia intento, mas no ser su destructor; que cuando baje al sepulcro, sin esfuerzos el timon podré empuñar del estado, y ser del reino señor. Hora ambiciones sin cuento contrastáran mi ambicion; y de tanto noble altivo á tal distancia no estoy, que no presuman los necios ver en mí lo que ellos son. Riquezas tiene el maestre y empleos de tal valor,
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