este poder me han valido; y lo que tan caro cuesta ninguno lo cede vivo. ¿Pensábais desde la cumbre precipitarme al abismo? ¿Habeis querido perderme? Torpe afan, vano designio! Cual la roca de las olas de vuestro furor me rio; y mientras siempre mas firme vuestros esfuerzos resisto, soy cual sol resplandeciente cuyo irresistible brillo
las nubes que me hacen sombra solo al mostrarme disipo. Acatad, pues, este sol
que hoy se levanta mas vivo, y ante su lumbre esplendente bajad los ojos altivos. Bajadlos, ceded, postraos, caed á mis pies sumisos; y allí adorad al que rige de Castilla los destinos. ¡Ah! ¡pesia mi negra estrella!
SANTILLANA. ¡Oh baldon! Nuestro suplicio
me basta el veros rendidos; y en prueba de que no os temo, os perdono compasivo. Pero vos, Pacheco, ireis de san Gormaz al castillo. Marchad luego.-Su custodia á vos, Vivero, os confio. Triunfais, condestable, ahora; mas todavia respiro.
Cuidad; que á mas de prisiones, Villena, hay tambien cuchillos.
El teatro representa una galeria ó parte de corredor da la vuelta al patio grande de un castillo. Por los arcos de esta galeria se ve lo restante del patio, y en el fondo una de las torres que debe ser practicable, alcanzándose tambien á ver parte del cielo. A los dos lados del proscenio habrá igualmente otras torres. La de la derecha del actor tiene una puerta pequeña que se supone dar á un pasadizo ó escalera estrecha que conduce al pie de la misma torre. La de la izquierda tiene una gran puerta gótica que conduce á habitaciones interiores. Mas allá de estas torres hasta la barandilla del corredor, el paso está espedito, de suerte que se puede recorrer libremente toda la galeria é ir por ella á las demas partes del edificio. Es de noche, y la escena está alumbrada por una lámpara que cuelga del techo.
(Vivero sale con precaucion: va á la puerta de la derecha: da tres palmadas: responden con otras tres dentro. La puerta se abre y sale por ella Pacheco.)
mirad allí.... Aquella puerta de los moriscos, adornos es la estancia del maestre. La de Elvira allá en el fondo. ¿Luego deberán pasar
¿Decís que por esta puerta (Señalando la de la derecha.) nadie entrará?
sino yo, su llave tiene; que desde tiempos remotos nadie ese paso frecuenta.
(Señalando la puerta de la izquierda.) ¿Qué es aquello?
El oratorio. ¿ Y alli se han de celebrar sin duda esos desposorios? El sol de ocultar acaba en el mar sus rayos rojos; y la santa ceremonia se celebrará muy pronto. Elvira á cumplir ha ido sus deberes religiosos,
¿No?.... ¿Pues cómo?....
Dispuesta mi gente está en el camino, y ya....
Estoy á todo resuelto; Sí, Perez Vivero, á todo. Pues debo á vuestra amistad, y aun mas al poder del oro, el haber de mi prision las herradas puertas roto, yo os juro que he de lograr mis vengativos enojos. De sangre del condestable
tengo sed; mas esto es poco, y antes le quiero robar su mas preciado tesoro. Quiero vengarme tambien de ese envanecido mozo que ha osado poner su amor donde yo puse los ojos. Goza, Destúñiga, aprisa de tu triunfo: será corto; que ya está aqui el de Villena para servirte de estorbo, y en lágrimas muy en breve se convertirán tus gozos.
Gente viene.... El condestable. Marchad, ocultaos pronto. (Vase Villena y cierra la puerta.)
¿Que, en fin, señor, decidido estais á admitir por yerno á un Plasencia?
porque si al padre aborrezco, brillan prendas en el hijo de cumplido caballero.
Mi Elvira, mi amada Elvira, por él arde en dulce fuego, y á su rogar, á su llanto, Perez, resistir no puedo. Su dulce voz me conmueve, me vence; y el duro pecho es blanda cera con ella, bronce para todos siendo. Demas que al amor de padre se une mi interés en esto. Hoy mi privanza vacila, bien lo conozco, Vivero, y apuntalar es preciso
torre que se está cayendo. Logrando de esa familia el apoyo, nada temo;
que si ausente el padre, ignora el proyectado himeneo, lo que hora no consintiera, habrá de aprobarlo hecho. Por lo mismo es importante en este asunto el secreto. Yo no sé; pero me acosan tan tristes presentimientos, que en vano del corazon á desterrarlos me esfuerzo. Ese Villena.... Su fuga me tiene afanoso, inquieto, ya guardarme de sus artes dias ha que solo atiendo. ¿Cómo se pudo escapar?.... ¿Quién osó romper sus hierros? ¡Ah! tiemble, si le descubro, de mi furor el perverso. Sin duda el marques, señor, huyendo en estraños reinos.... No lo creas: le conozco. No estará, Perez, muy lejos; y acaso en el mismo Burgos.... Mas no hablemos mas en eso. Pensemos solo en la dicha de Elvira.... Testigo os ruego que en esta boda seais. Serviros tan solo anhelo. Mas permitid que de aqui me aleje breves momentos. Graves negocios me llaman. Id, pues; pero volved presto; que ya Destúñiga llega, y es impaciente el deseo del que de su ardiente amor aguarda el ansiado premio. (Vase Vivero)
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