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cial, Villoria el pellejero de Salamanca, Bobadilla el tundidor de Medina del Campo, Pacheco el alguacil de Palencia y otros menestrales que se hicieron tristemente célebres en aquella revolucion, todo esto nos hace suponer que sucumbió en alguno de los encuentros ó refriegas en que se derramó tanta sangre castellana.

Para poner término á la narracion de estos sucesos respecto á nuestro país, conviene recordar que al primer motin de Segovia en que perecieron arrastrados y ahorcados el procurador á Córtes Rodrigo de Tordesillas y los alguaciles Melon y Portal, dejándose llevar el cardenal Adriano del acalorado dictámen del presidente del Consejo D. Antonio de Rojas arzobispo de Granada (1), dió comision al alcalde de córte Rodrigo Ronquillo, para que al frente de mil caballos pasase á castigar en justicia tamaños excesos. Era Ronquillo natural de Arévalo: habia sido en el año de 1504 alcalde teniente de corregidor en Segovia, su carácter duro por demas, le habia concitado muchos enemigos, y á su vez él tenia resentimientos que vengar. Resultado de la gestion de su tremendo é ingrato cargo, fué, que (2) asediando la Ciudad, privándola de alimentos, declarando rebeldes á todos los conjurados que le impedian la entrada en ella, ahorcando á dos fugitivos que se confesaron reos en el asesinato del procurador Tordesillas, y llevando por la via del rigor lo que debió conseguir por la de la prudencia, desobedeció las órdenes del

(1) Colmenares, Sandoval, La- estos sucesos. fuente, y los deinas escritores de (2) Colmenares.

regente, que le mandaba volver á Valladolid. Irritados con la conducta de Ronquillo los Segovianos, y ayudados de las gentes de Toledo que trajo Diego de Peralta, salieron contra él y con el refuerzo de las tropas de los tres Juanes, Padilla, Zapata y Bravo, que habian permanecido en el Espinar, arrojáronle de Arévalo, teniéndose que replegar á Coca en los últimos dias del mes de Julio. Pero al mes escaso, en 21 de Agosto, reunióse Ronquillo en Arévalo con (1) el jefe de las tropas realistas D. Antonio de Fonseca para causar la horrible y lamentable ruina de Medina del Campo. Y tal fué la indignacion general que causó este desastre, que apoderándose Juan de Padilla muy pocos dias despues en Tordesillas de la persona de la reina Doña Juana y del sello real. y obteniendo de la misma señora el nombramiento de general de las tropas de la Comunidad, que supo recabar de su débil y flaco ánimo, ordenó en 1.o de Setiembre que la Santa Junta se trasladase de Avila á Tordesillas, con lo que nuestra Ciudad dejó de ser el centro del gobierno de los comuneros.

(1) El mismo Colmenares.

CAPITULO XXI.

Continuacion del reinado de D. Cárlos 1, hasta su abdicacion en su hijo D. Felipe u en 1556.

Establecida apenas la paz en Castilla á consecuencia de la derrota de los comuneros en Villalar, acaeció el segundo suceso bélico de tantos como acreditaron la perenne é incansable rivalidad que Francisco de Francia mostró por toda su vida á Cárlos I de España. Acechando la ocasion, y viendo ocupadas las tropas reales en la persecucion de las Comunidades de Castilla (1), de una parte y de otra en la de las Germanías de Valencia, tambien levantadas, los Franceses invadieron nuestra Navarra, se apoderaron fácilmente de Pamplona, y pusieron sitio á Logroño. El virey, duque de Nájera, corrió en posta á Valladolid á demandar auxilios á los regentes gobernadores del reino para resistir la inesperada

(1) Historia general de Lafuente.

invasion; y como estos, luego que quedaron vencedores en Villalar, mostráranse piadosos y clementes con casi todos los vencidos, porque las ideas de represion y castigo vinieron un año despues con los extraños y desapiadados consejeros de Flandes, fué digno de elogio y lo será eternamente, que cuando aún humeaba en los patíbulos la sangre de algunos jefes del levantamiento, los comuneros, pensando patrióticamente que antes eran españoles que hombres que habian pertenecido á uno de los partidos que sostenian la guerra civil, se alistaron voluntarios para ir á combatir á los Franceses. Y Avila presenta el más laudable ejemplo de tan generosos sentimientos. Allá fueron Anton Vazquez Dávila (1) y Sancho Sanchez Zimbron, y Gomez Dávila, un dia amigos y consócios, cuando estalló el levantamiento, y cuando se frustró, guerreros que militaban en distintos bandos, aunque todos tres habian sido procuradores en la Santa Junta, y todos se distinguieron con sus huestes comuneras y realistas en esta nueva campaña.

Hubieron de regresar á su país bien cabizbajos los franceses por la derrota que sufrieron en 30 de Junio de 1521, habiéndose mostrado valeroso en aquel memorable dia Diego de Vera, á quien el emperador, segun lo asegura Luis Ariz, escribió una carta muy afectuosa agradeciéndole su lealtad, fechada en Gante á 26 del siguiente Julio. Pero á los pocos meses invadieron de nuevo las tropas enemi

(1) Ariz, parte 3.", párrafos 15 y 17.

gas nuestro territorio apoderándose de la flaca y de sguarnecida plaza de Fuenterrabía, en que mandaba ese mismo valiente capitan avilés que sometido en seguida á un juicio de residencia justificó su conducta con convincentes descargos.

Para emprender el emperador la guerra que me-ditaba contra el rey de Francia convocó á Valladolid las Córtes de Castilla en 1524, à fin de que le suministrasen los indispensables subsidios, y al efecto fueron elegidos por procuradores de nuestra Ciudad Nuño Gonzalez del Aguila por el banco de San Juan ó cuadrilla de Blasco Jimeno, y Diego Alvarez de Bracamonte por el banco de San Vicente y cuadrilla de Estéban Domingo, y la carta con que el rey Cárlos demandó este servicio á Avila terminaba de esta manera: «Y pues esa Ciudad es cabeza en quien han de tomar ejemplo las otras ciudades y villas de estos reinos, pido lo pongais luego por obra como de vosotros y de vuestra lealtad y amor que me teneis lo confio.» Era su fecha en Valladolid á 14 de Agosto de aquel año (1): y reunido el regimiento acordó que la Ciudad sirviese al rey con doscientos infantes pagados por dos meses, nombrando por su capitan al benemérito Anton Vazquez Dávila.

Comenzóse en breve la campaña de Italia, en la que las tropas francesas é imperiales guerreaban con denuedo por la codiciada posesion del Milanesado, y en 1525 tuvo lugar la batalla de Pavía, famosa é inolvidable porque en ella quedó prisionero de las ar

(1) Ariz, parte 3.", párrafo 15.

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