1 Y dentro una dulcisima harmonia Sonaba, que me puso en esperanza Entré, que no debiera, Hallé por Paraíso, carcel fiera. Mas clara que el cristal hallé una fuente Nacía, y murmurando dulcemente Lancéme beber. Ay triste y ciego! por Bebi por agua fresca, ardiente fuego: Que causa que muriendo Agora viva en sed, y pera, ardiendo. Una Paloma, y de oro matizada, se vido, Qual una de las dos por quien guiada Gnido. En el seno la puse, que al instante En mi pecho lanzó el pico tajante, Y me robó cruel el alma, y vida: En aguila alzó el vuelo: Quedé, merced pidiendo, yo en el suelo. Al fin vi una doncella Con semblante real, de gracia lleno, Humilde le ofrecí abierto el seno, Mi alma de placer: mas luego airada En su poder mi suerte. Ay, dura vida! Ay, perezosa muerte! / Cancion, estas visiones Ponen en mí encendida Ansia de fenecer mi triste vida. od a. Deseo de volar al Cielo. Quando será que pueda Felipe, y en la rueda Que huye mas del suelo, Contemplar la verdad pura sin duelo? Allí á mi vida junto En luz resplandeciente convertido, Lo que es, y lo que ha sido, Y su principio propio y escondido. Entónces veré como La soberana mano echó el cimiento Dó estable y firme asiento Colunas, dó la tierra está fundada, Las lindes y señales, Con que á la mar hinchada Porque las hondas mares se embravecen: El Cierzo y porque crecen Las aguas, del Oceano, y descrezen: De dó manan las fuentes; Las perpetuas corrientes: De los elados Frios, Veré las causas, y de los Estíos: Las soberanas aguas Del ayre en la region quien las sostiene: Dó los tesoros tiene De nieve Dios; y el trueno donde viene. No ves quando acontece Turbarse el ayre todo en el verano, El dia se ennegrece, Sopla el Gallego insano, Y sube hasta el cielo el polvo vano; " Su carro Dios ligero y relucientes Relumbra fuego ardiente, Teme la tierra, humillase la gente: La lluvia baña el techo, Envian largos rios los collados, Su trabajo deshecho, Los campos anegados Miran los labradores espantados. Yo de allí levantado, Ansi el arrebatado Como los naturales, Las causas de los hados, las señales. Quien rige las estrellas Veré, y quien las enciende con hermosas Y eficaces centellas: Porque están las dos osas De bañarse en la mar siempre medrosas.. Veré este fuego eterno, Fuente de vida y luz do se mantiene, Y porque en el invierno Tan presuroso viene: Quien en las noches largas le detiene. Veré sin movimiento En la mas alta esfera las moradas Del gozo y del contento, De oro y luz labradas, De espíritus dichosos habitadas La noche serena. A Don Oloarte. Quando contemplo el Cielo De inumerables luces adornado, De noche rodeado, En sueño, y en olvido sepultado: El amor, y la pena Despierta en mi pecho una ansia ardiente, Despiden larga vena Los ojos hechos fuente, Oloarte, y digo al fin con voz doliente:. Morada de grandeza, Templo de claridad, y hermosura, El alma que á tu alteza Nació, qué desventura La tiene en esta carcel baxa escura? Qué mortal desatino De la verdad alexa así el sentido, Que de tu bien Divino, Olvidado, perdido Sigue la vana sombra, el bien fingido? El hombre está entregado Al sueño, de su muerte no cuidando; El Cielo vueltas dando Las horas del vivir le va hurtando. O! despertad mortales, Mirad con atencion, en vuestro daño |