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ella muchos troncos de crecidos arboles puestos en hilera; tenian estos sus taladros iguales á poca distancia, y por ellos pasaban de un arbol á otro diferentes varas ensartando cada una, por las sięnes, algunas calaveras de hombres sacrificados, cuyo número (que no se puede referir sin escán-^ dalo) tenian siempre cabal los ministros del templo, renovando las que padecian algun destrozo con el tiempo. Lastimoso trofeo en que manifestaba su rencor el enemigo del hombre, y aquellos bárbaros le tenian á la vista sin algun remordimiento de la naturaleza, hecha devocion la inhumanidad, y desaprovechada en la costumbre de los ojos la memoria de la muerte,

Tenia la plaza quatro puertas correspondientes en sus quatro lienzos, que miraban á los quatro vientos principales. En lo alto de las portadas habia quatro estatuas de piedra, que señalaban el camino, como despidiendo á los que se acercaban mal dispuestos, y tenian su presuncion de Dioses liminares, porque recibian algunas reverencias á la entrada. Por la parte interior de la muralla estaban las habitaciones de los sacerdotes y dependientes de su ministerio, con algunas oficinas, que corrian todo el ámbito de la plaza, sin ofender el quadro, dexándola tan capaz, que solian baylar en ella ocho y diez mil personas, quando se juntaban á celebrar sus festividades,

Ocupaba el centro de esta plaza una gran maquina de piedra, que á cielo descubierto se levantaba sobre las torres de la ciudad, creciendo en

diminucion hasta formar una media pirámide, los tres lados pendientes, y en el otro labrada la escalera edificio suntuoso, y de buenas medidas; tan alto, que tenia ciento y veinte gradas la escalera, y tan corpulento, que terminaba en un plano de quarénta pies en quadro; cuyo pavimento, enlosado primorosamente de varios jaspes, guarnecią por todas partes un preti con sus almenas retorcidas, á manera de caracoles, formado por ambas haces de unas piedras negras, semejantes, al azabache, puestas con órden, y unidas con betunes blancos y rojos, que adornaban mucho el edificio.

Sobre la division del pretil, donde terminaba la escalera, estaban dos estatuas de marmol, que sustentaban (imitando bien la fuerza de los brazos) unos grandes candeleros de hechura extraordinaria. Mas adelante una losa verde, que se levantaba cinco palmos del suelo, y remataba en esquina, donde afirmaban por las espaldas al miserable que habian de sacrificar, para sacarle por los pechos el corazon. Y en la frente una capilla de mejor fábrica y materia, cubierta por lo alto con su techumbre de maderas preciosas, donde tenian el Idolo sobre un altar muy alto, y detras de cortinas. Era de figura humana, y estaba sentado en una silla (con apariencias de trono) fundada sobre un globo azul, que llamaban Cielo; de cuyos lados salian quatro varas, con cabezas de sierpes,

á

que aplicaban los hombros, para conducirle quando le manifestaban al Pueblo. Tenia sobre

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la cabeza un penacho de plumas varias, en forma de paxaro, con el pico y la cresta de oro brunido ; el rostro de horrible severidad, y mas afeado con dos faxas azules, una sobre la frente, y otra sobre la nariz. En la mano derecha una culebra ondeada, que le servia de baston, y en la izquierda quatro saetas, que veneraban como traidas del Cielo, y una rodela con cinco plumages blancos puestos en cruz, sobre cuyos adornos, y la significacion de aquellas insignias y colores, decian notables desvarios con lastimosa ponderacion.

A lado siniestro de esta capilla estaba otra de la misma hechura y tamaño, con un Idolo que llamaban Tlaloch, en todo semejante á su compañero. Teníanlos por hermanos, y tan amigos, que dividian entre sí los patrocinios de la guerra, iguales en el poder, y uniformes en la voluntad: por cuya razon acudian á entrámbos con una víctima, y un ruego, y les daban las gracias de los sucesos, teniendo en equilibrio la devocion.

`El ornato de ambas capillas era de inestimable valor, colgadas las paredes, y cubiertos los altares de joyas y piedras preciosas, puestas sobre plumas de colores. Y habia de este género y opulencia ocho templos en aquella ciudad, siendo los menores mas de dos mil, donde se adoraban otros tantos Idolos, diferentes en el nombre, figura, y advocacion. Apenas habia calle sin su dios tutelar, ni se conocia calamidad entre las pensiones

de la naturaleza, que acudir por el remedio.

no tuviese altar, donde
Ellos se fingian y fabri-

caban sus Dioses de su mismo temor, sin conocer
que enflaquecian el poder de los unos, con lo que
fiaban de los otros.

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De la nueva y agradable aventura que al Cura y Barbero sucedió en la Sierra Morena,

De D, Mig. Cervantes Saavedra.

Felicisimos y venturosos fuéron los tiempos don

By.

de se echó al mundo el audacísimo Caballero Don Quixote de la Mancha, pues por haber tenido tan honrosa determinacion, como fué el querer resucitar y, volver al mundo la ya perdida y casi muerta órden de la andante caballería, gozamos ahora en esta nuestra edad necesitada de alegres entretenimientos, no solo de la dulzura de su verdadera história, sino de los cuentos y episodios della, que en parte no son ménos agradables y artificiosos y verdaderos que la misma historia: la qual, prosiguiendo su rastrillado, torcido y aspado hilo, cuenta que así como el Cura comenzó á prevenirse para consolar á Cardenio, lo impidió una

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