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Esta es la fe del bienaventurado san Pedro de los Apóstoles; esta es la fe de los Padres; y esta la fe de los Católicos.

Concil. Trident. Sess. XXV. in Acclam.

AL EXC.MO É ILL.MO SEÑOR

DON FRANCISCO ANTONIO

LORENZANA,

ARZOBISPO DE TOLEDO,

PRIMADO DE ESPAÑA, &c.

EXC. SEÑOR.

La santidad, y certidumbre de las materias que de

finió el sacrosanto Concilio de Trento, no dan lugar á que busque patrocinio, pues no lo necesitan. Pero sí es debido que esta traduccion se publique autorizada con el nombre del Arzobispo de Toledo, Primado de España, para que se aseguren los fieles de que ésta es la doctrina Católica, éste el pasto saludable, y éste el tesoro que comunicó Jesu-Cristo á sus Apóstoles, y ha llegado intacto á manos de V.E. que lo entregará á otros, para que lo conserven en su pureza basta la consumacion de los siglos. Las virtudes Pastorales de V. E. y su anbelo por mantener, y propagar la buena doctrina, me dan confianza de que recibirá la traducción de este santo Concilio con el gusto que practica sus decretos, y cuida de que los observen sus ovejas.

EXCMO É ILLMO SEÑOR.

A L. P. de V. E.

D. Ignacio Lopez de Ayala.

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unque los eclesiásticos y seglarès sabios puedan disfrutar plenamente la doctrina del sagrado Concilio de Trento en el idioma latino en que se publicó, es tan importante y necesaria su lectura á todos los fieles en general; tan sencilla, y acomodada su explicacion á la capacidad del pueblo, que no debe extrañarse, se comunique en lengua castellana á los que no tienen inteligencia de la latina. El conocimiento de los dogmas, ó verdades de fe, es necesario á todos los cristianos y en ningun concilio general se ha decidido mayor número de verdades católicas sobre misterios de la primera importancia, quales son los que pertenecen á la justificacion, al pecado original, al libre alvedrio, á la gracia, y á los Sacramentos, en comun y en particular. Como la divina misericordia conduce los fieles por medio de estos á la vida eterna, y sus verdades son práctieas ; es necesario ponerlos con freqüencia en exeeucion. De aquíses que no solo es conveniente este conocimiento á los eclesiásticos que administran los Sacramentos, sino tambien á los fieles que los reciben. A-los-legos pertenece igualmente la instruccion en muchos puntos de disciplina que estableció este sagrado, Concilio. Y esta es la razon porque él mismo mandó formar su Catecismo, y ordenó que algunos de sus decretos se leyesen repetidas veces al pueblo cristiano.

Ninguno de quantos se glorian con este nombre tiene mayor derecho que los Españoles para aprovecharse de la doctrina, y saludables máximas de aquel

con

congreso sacrosanto. Estas son las mismas verdades, cuya decision promovieron y ampararon sus Monarcas; estos los puntos que ventilaron, probaron y defendieron sus Teólogos; y estos los dogmas y disciplina que decidieron y decretaron sus Prelados. Ningunos Obispos mas zelosos ni desinteresados que los Españoles en promover la gloria de Dios, la santidad de las costumbres, y la pureza de la religion. Fueron los mas prontos en asistir, aunque eran los mas distantes; y á pesar de los grandes obstáculos, que les opusieron, fueron los mas firmes en continuar esta obra grande, de que esperaban volviese al seno de la Iglesia la Alemania confundida y despedazada con execrables errores.

Durará sin duda con la Iglesia la memoria de su zelo; y resonarán con los nombres de Don Fray Bartolomé de los Mártires, de Don Pedro Guerrero, del Cardenal Pacheco, de Don Martin de Ayala, de Don Diego de Alava, y de otros muchos Españoles, los tiernos y vehementes clamores con que pidieron la reforma de costumbres, anhelando por ver renacer aquellos primitivos y felices dias en que florecieron á competencia el zelo y desinteres de los eclesiásticos , y el candor, pureza, y sumision de los seglares. Quán to no ayudaron con sus luces los sabios Españoles Domingo, y Pedro de Soto, Carranza, Vega, Castro, Carvajal, Lainez, Salmeron, Villalpando, Covarrubias, Menchaca, Montano y Fuentidueñas ? Los puntos mas importantes se cometieron á su exàmen, y contribuyendo con su talento y sabiduría á la defensa de la fe Católica, y al lustre inmortal de la nacion Española, correspondieron ampliamente al honor con que les distinguió el santo Concilio, y á la expectacion de la Iglesia universal. ¿Qué dificultades no vencieron tambien

los

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los Reyes de España para lograr la convocacion del santo Concilio, para principiarlo, proseguirlo, y restablecerlo despues de haberse interrumpido en dos ocasiones? Al Emperador Carlos V., á su hermano Ferdinando, y á Felipe II. se debe la victoria de tantos obstáculos como fué necesario superar para llevar al cabo tan santa y necesaria obra. Los Españoles pues, tienen justísimo derecho de disfrutar en su idioma la misma doctrina que promovieron sus Reyes, ventilaron sus Teólogos, y decidieron sus Obispos.

La traduccion, que se presenta, es literal, aunque la diferencia de los dos idiomas, y del estilo propio del Concilio haya obligado á seguir muy diferente rumbo en la colocacion de las palabras. No obstante el original es la norma de nuestra fe y costumbres, y la única fuente á donde se debe recurrir quando se trate de averiguar profundamente las verdades dogmáticas y de disciplina, sobre cuya inteligencia se pueda suscitar alguna duda. Con este objeto, y por dar una edicion bien corregida, se ha impreso en el mismo tomo el texto latino, revisto con suma diligencia, y confrontado con la edicion que pasa por original; es á saber, la de Roma hecha por Aldo Manucio en 1564, con la de Alcalá por Andres Angulo en el mismo año, con la de Phelipe Labé en 1667, y con la que publicó últimamente en Amberes en 1779, Judoco Le Plat, Doctor de Lobayna. Tambien se han tenido presentes las Sesiones que se estamparon en Medina del Campo en 1554, y en fin la edicion de Madrid de 1775, que no corresponde por cierto al buen deseo de los que la publicaron; porque habiendo copiado á la de Roma de 1732, sacó los mismos yerros que esta, y en una, y otra faltan palabras, y á veces líneas. Este esmero,

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