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to y á porfía pretendia cada qual aventajarse en todo género de grandeza, cortesía y comedimiento. El Rey de Granada por el mismo caso se recelaba no revolviesen las fuerzas de los Christianos en daño suyo. Acusábale su conciencia por lo que hizo en tiempo del Rey Don Pedro en su ayuda: no se persuadia estuviese el Rey Don Enrique olvidado, ni que le faltase voluntad de tomar de todo emienda. Las fuerzas no eran bastantes, si se venia á rompimiento y á las puñadas. Acordó vaJerse de arte y de maña. Persuadió á un Moro que con muestra de huir de Granada se pasase á Castilla, y procurase dar lá muerte al Rey. El Moro era sagaz como la pretension lo pedia: procuró ganar la gracia del Rey ya con servicios á propósito, ya con ricas joyas y preseas que le presentaba. Entre los demas presentes le dió unos borceguíes á la morisca muy vistosos y primos; pero inficionados de veneno mortal. Asi lo atestiguan autores muy graves: conseja á que dió crédito la dolencia que desde que se los calzó, le sobrevino, que en diez dias le acabó en la misma ciudad de Santo Domingo; su muerte fué domingo á los veinte y nueve del mes de mayo. Bien es verdad que autores mas atentos y graves testifican falleció del mal de gota. Vivió quarenta y seis años y cinco meses : reynó despues quẻ se llamó Rey en Calahorra trece años y dos meses. Varon de los mas señalados, y Príncipe en la prosperidad y adversidad constante contra los encuentros de la fortuna, de agudo consejo y presta execucion, y que el mundo le puede llamar bienaventurado por la venganza que tomó de las muertes de su madre y de sus hermanos con la sangre del matador, y con quitalle de la cabeza la corona. Exemplo finalmente con que se muestra que la falta del nacimiento no empece á la virtud y al valor, y que si enfrenarà sus apetitos deshonestos en que fué suelto, pudiera competir con los Reyes antiguos mas señalados. La franqueza demasiada de que algunos le tachan, des culpa asaz la revuelta de los tiempos, y la codicia de los no. bles, que no se dexaban grangear sino á precio de grandes y excesivas mercedes; ademas que estaba puesto en razon hicie se parte de los premios de la victoria á los que se la ayudaron á ganar y se hallaron á los peligros y trabaxos. Todavía en su testamento corrigió en gran parte esta liberalidad con excluir de la herencia de aquellos estados que dió, á los deudos trans

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versales, y admitir solamente á los decendientes, hijos y nie tos: traza con que gran parte de los pueblos que por esta cau› sa se enàgenáron, y de das donaciones Enriqueñas, han vuelto á la corona Real. Hallóse á su muerte Don Juan Manrique obispo de Sigüenza: con él comunicó sus cosas, y nombradamente con él envió á Don Juan su hijo los avisos siguientes: que en el scisma que corria, no se inclinase fácilmente á ninguna de las partes traxese siempre ante sus ojos el santo temor de Diosoy el amparo de su iglesiac conservase con todas las fuer, zas y con toda buenas correspondencia la amistad de Francia, de donde les vino en sus cuytas el remedio: pusiese en liber tad todos los cautivos Christianos: procurase buenos ministros y criados qué son el todo para gobernar bien, advirtióle empero que de tres raleas y suertes de gentes que se hallaban en elreyno, los que siguieron su parcialidad, los que al Rey Don Pedro, y los que se mantuvieron neutrales, á los primeros conservase las mercedes que él les hizo,...... mas que de tal suerte se fiase dellos, que se recelase de su deslealtad y inconstancia : á los segundos podria cometer qualesquier oficios y cargos, como á personas constantes, y que procurarian recompensar con sus buenos servicios las ofensas pasadas, y hacer con toda lealtad y cuydado lo que les encomendase: á los terceros mantuviese en justicia, mas no les encargase cuydado alguno, ni gobierno del reyno, como á personas que mirarian mas por sus particulares, que por el pro comun. Llevaron su cuerpo de aquella ciudad en que falleció, á la de Burgos: acompañóle su bijo Don Juan ya Rey. Depositáronle en el sagrario de la Iglesia mayor en la capilla de Santa Cathalina; las honras le hicieron con real aparato y toda muestra de magestad. De allí le pasaron á Valladolid, y al fin del mismo año á una capilla que se dabró á costa del Rey en Toledo en aquella parte de la Iglesia mayor que estába junto á la torre principal, en que por tradicion de padres á hijos se tiene por cierto que puso Jos pies la sagrada Virgen quando baxó del cielo para honrar á su siervo Illefonso. Esta capilla en tiempo del Emperador Don Cárlos se pasó á otra parte, donde al presente están enterrados los cuerpos deste Rey, de su hijo y nieto que le sucedieron, y de las Reynas sus mugeres en seis sepulcros de obra curiosa y prima, cada una con su letrero. Asisten en esta ca

pilla, , y en ella celebran los oficios treinta y seis capellanes con muy buenas rentas, qué para sustentarse les señalaron y tienen. Mandóse sepultar con el hábito de Santo Domingo por el amor y devocion que él tenia á la memoria de aquel Santo su pariente; de cuyo órden tenian otrosí costumbre los Reyes de tomar confesor. Murió tambien por aquel tiempo el Rey Moro, á quien sucedió Mahomad, llamado por sobrenombre el de Guadix por la curiosidad que tuvo de hermosear yengrandecer aquella ciudad. Este por haber tenido el reyno con quietud y sin alteraciones civiles puede ser tenido por mas aventajado y dichoso que todos sus antepasados. El Rey de Aragon aunque viejo y anciano se torno nuevamente á casart tomó por muger á Sibyla Fortia, que era una dama viuda de gran hermosura, por la qual la prefirió al casamiento con que le convidaban de Juana Reyna de Nápoles. Tuvo dos hijos deste casamiento que murieron en su tierna edad, y una hija llamada Isabel que adelante casó con el Conde de Urgel.

Capítulo 1.

De como comenzó á reynar el Rey Don Juan,

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EL Rey Don Juan, concluido el enterramiento y honras de su padre, recibió en Búrgos en las Huelgas la corona del reyno en edad que era de veinte y un años y tres meses. Juntamente con él se coronó su muger la Reyna Doña Leonor. Armó caballeros á cien mancebos, la flor de la caballería, con las ceremonias que se acostumbraban en aquel tiempo. Demas desto aquella nobilísima ciudad) por los gastos que en tal solemnidad le fue necesario hacer, y en premio de su bien probada lealtad, le hizo donacion de la villa de Pancorvo. Teníanse córtes en aquella ciudad en que se establecieron muchas cosas (1): una, que el clérigo de menores órdenes casado pechase; pero que si fuese soltero, como traxese abierta la corona y hábito -clerical, gozase del privilegio de la iglesia. Fueron grandes las alegrías y fiestas que se hicieron por todo el reyno por la co

(1) Pet. 16. Concil. Triden. ses. 23. de ref. cap. 6.

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