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el Sabio, y por muerte de otros deudos quedó sola por heredera de sus estados y acciones. No debió de hacer cuenta de Don Alonso de la Cerda hijo, mayor del dicho Infante, ni de su sucesion por la renunciacion que él mismo los años pasados hizo de sus derechos y acciones. Aceptó él de Alencastre el partido que de Portugal le ofrecian, resuelto de aprovecharse de la ocasion que el tiempo le presentaba: intentó pasar por Aragon, y el de Castilla desque lo supo, de impedillo; sobre lo qual de entrambas partes se enviaron embaxadores á 3 aquel Rey. Despedido pues de tener aquel paso, en una armada pasó de Ingalaterra á España. Aportó á la Coruña á los veinte y seis de julio. Entró en el puerto, en que halló y tomó seis galeras de Castilla: el pueblo no le pudo forzar á causa que el gobernador que allí estaba por nombre Fernan Perez de Andrada natural de Galicia la defendió con mucho valor y lealtad. Eran los Ingleses mil y quinientos caballos, y otros tantos archeros (ca los Ingleses son muy diestros en flechar) poca gente pero que pudiera hacer grande efecto si luego se juntaran con la de Portugal. Los dias que en aquel cerco de la Coruña se entretuvieron, fueron de gran momento para los contrarios, si bien ganaron algunos pueblos en Galicia: la misma ciudad de Santiago, cabeza de aquel estado y reyno, se les rindió; si por temor no la forzasen, si por deseo de novedades, no se puede averiguar. Lo mismo hicieron algunas personas principales de aquella tierra; que se arrimaron á los Ingleses. Tenian por cierta la mudanza del Príncipe y del estado, y para mejorar su partido acordaron adelantarse y ganar por la mano: traza que á unos sube y á otros abaxa. El de Alencastre á ruegos del Portugués pasó finalmente á Portugal. Echó anclas á la boca del rio Duero. Tuvieron los dos habla en aquella ciudad de Portu, en que trataron á la larga de todas sus haciendas. Venian en compañía del Duque su muger Doña Costanza y su hija Doña Cathalina, y otras dos hijas de su primer matrimonio, Philipa y Isabel. Acordaron para hacer la guerra contra Castilla de juntar en uno las fuerzas: que ganada la victoria, de que no dudaban, el reyno de Castilla quedase por el Inglés que ya se intitulaba Rey; para el Portugués en recompensa de su trabaxo señalaron ciertas ciudades y villas: mostrábanse liberales de lo ageno, y antes de la caza repartian los despojos

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de la res. Para mayor seguridad y firmeza de la alianza concer taron que Doña Philipa casase con el nuevo Rey de Portugal, á tal que el Pontífice Urbano dispensase en el voto de castidad con que aquel Príncipe se ligara como maestre de Avis á fuer de los caballeros de Calatrava. Grande torbellino venia sobre Castilla, en gran riesgo se hallaba : los Santos sus patrones la ampararon; que fuerzas humanas ni consejo en aquella coyuntura no bastaran. Hallábase el Rey de Castilla en Zamora ocupado en apercebirse para la defensa acudia á todas partes con gente que le venia de Francia y de Castilla: publicó un edicto en que daba las franquezas de hidalgos á los que á sus espensas con armas y caballo sirviesen en aquella guerra por espa. cio de dos meses: notable aprieto. A Don Juan García Manrique arzobispo de Santiago despachó con buen número de soldados para que fortaleciese á Leon, ca cuydaban que el primer golpe de los enemigos seria contra aquella ciudad por estar cerca de lo que los Ingleses dexaron ganado. Todo sucedió mejor que pensaban. El ayre de aquella comarca no muy sano, y la destemplanza del tiempo sugeto á enfermedades, fué ocasion que la tierra probase á los estraños, de guisa que de dolencias se consumió la tercera parte de los Ingleses. Además que como salian sin órden y desbandados á buscar mantenimientos y forrage, los villanos y naturales cargaban sobre ellos y los destrozaban; que fué otra segunda peste no menos brava que las dolencias. Asi se pasó aquel estío sin que se hiciese cosa alguna señalada, mas de que entre los Príncipes anduvieron embaxadas. El Inglés con un rey de armas envió á desafiar al Rey de Castilla, y requerille le desembarazase la tierra y le dexase la corona que por toda razon le tocaba. El de Castilla despachó personas principales, uno era Juan Serrano prior de Guadalupe (ya aquella santa casa era de Gerónimos ) para que en Orense do el Duque estaba, le diesen á entender las razones en que su derecho estribaba. Hicieron ellos lo que les fué ordenado. La suma era que Doña Costanza su muger era tercera nieta del Rey Don Sancho, que se alzó á tuerto con el reyno contra su padre Don Alonso el Sabio; por lo qual le echó su maldicion como á hijo rebelde, y le privó del reyno, que restituyó á los Cerdas, cuya era la sucesion derechamente, y de quien decendia el Rey su señor. Otras muchas

razones pasaron. No se trató de Doña María de Padilla, ni de
su casamiento, creo por huir la nota de bastardía que à en-
trambas las partes tocaba. Repiquetes de broquel para en pú-
blico; que de secreto el prior de parte de su Rey movió otro
partido mas aventajado al Duque, de casar su hija y de Doña
Costanza con el infante Don Enrique que por este camino se
juntaban en uno los derechos de las partes: atajo para sin di-
ficultad alcanzar todo lo que pretendian, que era dexar á su
hija por Reyna de Castilla. No desagradó al Inglés esta traza,
que venía tan bien y tan á cuento á todos, si bien la respuesta
en público fué que á menos de restituille el reyno, no dexaria
las armas,
ni daria oido á ningun género de concierto: aun
no estaban las cosas sazonadas.

Capítulo XI.

Como fallecieron tres Reyes.

EN este estado se hallaban las cosas de Castilla, para caidas y tantos reveses tolerable. El ver que se entretenian, y los males no los atropellaban en un punto, de presente los consolaba, y la esperanza para adelante de mejorar su partido hacia que el enemigo ya no les causase tanto espanto. A esta sazon en lugares asaz diferentes y distantes casi á un mismo tiempo sucedieron tres muertes de Reyes todos príncipes de fama. En Hungría dieron la muerte á Cárlos Rey de Nápoles á los quatro de junio con una partesana que le abrió la cabeza. El primer dia de enero luego siguiente, principio del año mil y tre1387. cientos y ochenta y siete, falleció en Pamplona Don Carlos Rey de Navarra, Segundo deste nombre, bien es verdad que algu nos señalan el año pasado; mas porque concuerdan en el dia, y señalan nombradamente que fué mártes, será forzoso no los creamos. Su cuerpo sepultaron en la iglesia mayor de aquella ciudad. Quatro dias despues pasó otrosí desta vida en Barcelona el Rey de Aragon Don Pedro, Quarto deste nombre : su edad de setenta y cinco años; dellos reynó por espacio de cinqüenta y un años menos diez y nueve dias. Era pequeño de cuerpo, no muy sano, su ánimo muy vivo, amigo de honra, y

de representar en todas sus cosas grandeza y magestad, tanto que le llemaron el Rey Don Pedró el Ceremonioso. Mantuvo guerra á grandes Príncipes sin socorro de estraños solo con su valor y buena maña : en llevar las pérdidas y reveses daba clara muestra de su grande ánimo y valor. Estimó las letras y los letrados, aficionóse mas particularmente á la astrología y á la alchîmia, que enseña la una á adevinar lo venidero, la otra mudar por arte los metales, si las debemos llamar cien, icias y artes; y no mas aina embustes de hombres ociosos y vanos. Sepultáronle en Barcelona de presente: de allí le tras ladaron á Poblete, segun que lo dexó mandado en su testa→ imento. Al Rey de Nápoles acarreó la muerte el deseo de ensanchar y acrecentar su estado. Los principales de Hungría por muerte de Luis su Rey le convidaron con aquella corona como al deudo mas cercano del difunto: acudió á su llamado La Reyna viuda le hospedó en Buda magníficamente; las caris cias fueron falsas, porque en un banquete que le tenia apare jado, le hizo alevosamente matar: tanto pudo en la madre el dolor de verse privada de su marido, y á su hija María excluida de la herencia de su padre. De su muger Margarita, cuya hermana Juana casó con el Infante de Navarra Don Luis, se gun que de suso queda apuntado, dexó dos hijos, á Ladislao y á Juana Reyes de Nápoles uno en pos de otro, de que resulta! ron en Italia guerras y males: el hijo era de poca edad, la hija muger, y de poca traza. El de Navarra de dias atrás estaba do liente de lepra, corrió la fama que murió abrasado : usaba por consejo de médicos de baños y fomentaciones de piedra zufre: cayó acaso una centella en los lienzos con que le envolvian: emprendióse fuego, con que en un punto se quemaron las cortinas del lecho y todo lo al. Dióse comunmente crédito á lo que se decia en esta parte, por su vida poco, concertada, que fué cruel, avaro, y suelto en demasía en los apetitos de su sensualidad. Su hija menor por nombre Doña Juana ya el setiembre pasado era ida por mar á verse con su esposo Juan de Monforte duque de Bretaña. Tuvo esta señora noble genera cion, quatro hijos, sus nombres Juan, Artus, Guillelmo, Ricardo, y tres hijas. Sucedió en la corona de Navarra el hijo del defunto, que se llamó asi mismo Don Carlos, casado con hermana del Rey de Castilla y amigo suyo muy grande. Con

la nueva de la muerte de su padre de Castilla se partió á la ho ra para Navarra, y hechas las exêquias al difunto, y tomada la corona, hizo que en las córtes del reyno declarasen al Papa Clemente por verdadero Pontífice, que hasta entonces á exemplo de Aragon se estaban neutrales sin arrimarse á ninguna de las partes. Los maliciosos, como es ordinario en todas las cosas nuevas, y el vulgo que no perdona nada ni á nadie, sospe chaban y aun decian que en esta declaracion se tuvo mas cuen. ta con la voluntad de los Reyes de Francia y de Castilla que con la equidad y razon. El Rey de Castilla asimismo en gracia del nuevo Rey, y por obligalle mas, quitó las guarniciones que tenia de Castellanos en algunas fortalezas y plazas de Navarra en virtud de los acuerdos pasados, y para que la gracia fuese mas colmada, le hizo suelta de gran cantía de moneda que su padre le debia: obras de verdadera amistad. Con que alentado el nuevo Rey volvió su ánimo á recobrar de los Reyes de Ingalaterra y de Francia muchas plazas que en Normandía y en otras partes quitaron á tuerto á su padre. Acordó enviar al uno y al otro embaxadas sobre el caso. Podíase esperar qualquier buen suceso por ser ellos tales que á porfía se pretendian señalar en todo género de cortesía y humanidad: contienda entre Príncipes la mas honrosa y Real. Ademas que la nobleza del nuevo Rey, su liberalidad, su muy suave condicion, junto con las demas partes en que á ninguno reconocia ventaja, prendaban los corazones de todo el mundo, en que se mostraba bien diferente de su padre. El sobrenombre que le dieron de Noble, es desto prueba bastante. En Doña Leonor su muger tuvo las Infantas Juana, María, Blanca, Beatriz, Isabel. Los Infantes Cárlos y Luis fallecieron de pequeña edad. Don Jofre, habido fuera de matrimonio, adelante fué mariscal, y marqués de Córtes, primera cepa de aquella casa. Otra hija por nombre Doña Juana casó con Iñigo de Zúñiga caballero de alto linage. En Aragon el Infante Don Juan se coronó asimismo despues de la muerte de su padre: fué príncipe benigno de su condicion y manso, si no le atizaban con algun desacato. No se halló al entierro ni á las honras de su padre, por estar á la sazon doliente en la su ciudad de Girona de una enfermedad que le llegó muy al cabo. Por lo mismo no pudo atender al gobierno del reyno, que estaba asaz

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