Imágenes de páginas
PDF
EPUB

que fué la ocasion de despachar de nuevo esta embaxada. Avino que el conde de Trastamara, sabido lo que se tramaba con7 tra la Reyna acerca de su partida, al improviso se salió de la corte y se fué para la Reyna que moraba en Roa, para asistilla que no se le hiciese fuerza ni agravio. Puso al Rey en cuydado esta partida tan arrebatada no fuese principio de nuevas alteraciones. Sospechose que el de Trastamara se comunicó en lo que hizo y pretendia, con el duque de Benavente. Llamóle á la corte, y llegado, le echaron mano y pusieron á buen recado; que fué un sábado veinte y cinco de julio. Hecho esto, porque la Reyna y el Conde no tuviesen lugar de afirmarse, con la gente que pudo y que tenia aprestada para ir contra el conde de Gijon, á grandes jornadas partió el Rey la vuelta de Roa. No pudo haber á las manos al Conde, que con tiempo se huyó á Galicia. La Reyna visto el riesgo que corria1, para aplacar la saña del Rey, sin ponerse en defensa con sus hijas todas s cubiertas de luto le salió á recebir á las puertas de la villa. Dió elsus descargos, que no tuvo parte alguna en la partida del Conede, pero que venido á su casa no éra razon dexar de hospedar á su hermano mayormente que publicaba venia á consolalla es en su tristeza y trabaxos. Mostró el Rey satisfacerse con sus descargos de tal guisa que se apoderó de la villa, si bien dexó ir á la Reyna las rentas para que con ellas se sustentase, y á ella Re mandó que le acompañase á Valladolid, do la mandó poner aguardas para que no se pudiese auséntar ni huir. En el entrelesz tanto Don Alonso conde de Gijon se fortalecia de armas, .soldados y vituallas en la su villa de Gijon. Para atajalle los pasos acudió el Rey con toda presteza á las Asturias : apoderóse de Fla ciudad de Oviedo, que se tenia por el Conde. Dende partió [ para Gijón, y puso sobre ella sus estancias. El sitio es tan fuer. te por su naturaleza que por fuerza po la podian tomar. Detenerse en el cerco muchos dias érales muy pesado por ser los mayores frios del año, que en aquella tierra son mayores por ser muy Septentrional, demas de muchas enfermedades que picaban en el campo y en los reales; todavía no fue la jornada en balde, porque durante el cerco el conde de Trastamaran se reduxo á mejor partido, y con perdon que le dieron, viño á los dichos reales. Con el Conde cercado asimismo, visto que no le podian forzar, se tomó asiento á condicion que fuera de

[ocr errors]

aquella villa de Gijon, en todos los demas pueblos de sn estado se pusiesen guarniciones de soldados por el Rey : ultra desto que el Conde en persona pareciese en Francia para descargarse delante de aquel Rey, como juez árbitro que nombraban de comun acuerdo, del aleve que se le imputaba; y que la sentencia que se diese, se cumpliese enteramente. Para seguridad del cumplimiento y de todo lo concertado el Conde puso en poder del Rey de Castilla á su hijo Don Enrique: con que por el presente se dexaron las armas, y el reyno se libró del cuydado en que por esta causa estaba.

Capítulo v.

De la eleccion del Papa Benedicto Décimotercio.

ESTO pasaba en Castilla en sazon que en Aviñon falleció el Papa Clemente á los diez y seis de setiembre. Los Príncipes y potentados, los de cerca y los de lexos, por sus embaxadores requirieron á los cardenales de aquella obediencia se fuesen despacio en la eleccion del sucesor: que su principal cuydado fuese de buscar alguna traza como el scisma se quitase, y con esto se pusiese fin á tantos males. A los cardenales no pareció dilatar el cónclave y la eleccion. Solo para mostrar algun de seo de condescender con la voluntad de los Príncipes de comun acuerdo ordenaron que cada qual de los cardenales por expresas palabras jurase, en caso que le eligiesen por Papa, renunciaria el pontificado cada y quando que hiciese lo mismo por su parte el Pontífice de Roma: camino que les pareció el mejor que se podia dar para apaciguar y unir toda la Christiandad. Creo será bien poner en este lugar la forma del juramento que hicieron los cardenales: « Nos los cardenales de la santa Iglesia Romana congregados en cónclave para la eleccion futura, todos juntos y cada qual por sí delante el altar donde es costumbre de celebrar la Misa conventual por el mayor servicio de Dios y unidad de su Iglesia, y salud de todas las ánimas de sus fieles prometemos y juramos, tocando corporalmente los Santos Evangelios de Dios, que sin algun dolo ó fraude ó engaño trabaxarémos y procurarémos con toda fi

delidad y cuydado por quanto á lo que nos toca, ó adelante puede tocar, la union de la Iglesia, y poner fin quanto en nós fuere al scisma que agora con íntimo dolor de nuestros corazones hay en la Iglesia. Item que darémos para esto auxilio, consejo y favor al Pastor nuestro y de la grey del Señor, que ha de ser y por tiempo será Señor nuestro, y Vicario de Jesuchristo, y que no darémos consejo ó favor directa ó indirectamente, en público ó en secreto para impedir las cosas arriba dichas. Mas, que cada uno de nos quanto le fuere posible, aunque sea elegido para la silla del Apostolado, hasta hacer cesion esclusivamente de la dignidad del Papado, guardará y procurará todas estas cosas y cada una de ellas, y todas las demas arriba dichas; junto con esto todas las vias útiles y cumplideras al bien de la Iglesia y á la dicha union con sana y sincera voluntad, sin fraude, escusa ó dilacion alguna, si asi pareciere convenir al bien de la Iglesia y á la sobredicha union á los señores cardenales que al presente son ó por tiempo serán en lugar de los presentes, ó á la mayor parte dellos.» Hecho este juramento en la manera que queda dicho, se juntaron los cardenales, número veinte y uno, para hacer la eleccion. Salió con todos los votos sin que alguno le faltase, el cardenal de Aragon Don Pedro de Luna. Su nobleza era muy conocida, su doctrina muy aventajada en los derechos civil y canónico, demas de las muchas legacías en que mucho trabaxó, su buena gracia, maña y destreza con que se grangean mucho las voluntades. En su asumpcion se llamó Benedicto Décimotereio. Despues que se vió Papa, comenzó á tratar de pasar la silla á Italia, sin acordarse del juramento hecho ni de dar órden en renunciar el pontificado. Alteróse mucho la nacion Francesa por la una y por la otra causa. Tuvieron su acuerdo en Paris en una junta de señores y prelados. Parecióles que para reportar el nuevo Pontífice, que sabian era persona de altos pensamientos y gran corazon, como lo declaró bien el tiempo adelante, era necesario envialle grandes personages que le representasen lo que aquel reyno y toda la Iglesia deseaba. Señalaron por embaxadores los duques de Borgoña y de Orliens y de Bourges, los quales luego que llegaron á Aviñon, habida audiencia le requirieron con la paz, y protestaron la restituyese al mundo, y que se acordase de las calamidades que por

1395.

causa de aquella division padecia la Christiandad: acusábanle el juramento que hizo, y mas en particular le pedian juntase concilio general en que los prelados de comun acuerdo determinasen lo que se debia hacer. Respondió el Papa que de ninguna suerte desampararia la Iglesia de Dios vivo, y la nave de San Pedro cuyo gobernalle le habian encargado. No se contentaron aquellos Príncipes desta respuesta, ni cesaban de hacer instancia; mas visto que nada aprovechaba, dieron la vuelta mal enojados asi ellos como su Rey y toda aquella nacion. Procuraba el Pontífice con destreza aplacar aquella indignacion, para lo qual concedió al Rey de Francia por término de un año la décima de los frutos eclesiásticos de aquel reyno. Esto pasaba por el mes de mayo del año del Señor de mil y trecientos y noventa y cinco años, en que se comenzó á destemplar poco á poco el contento del nuevo Pontifice, y trocarse su prospe. ridad en miserias y trabaxos. El Gobernador de Aviñon con gente de Francia por órden de aquel Rey le puso cerco dentro de su palacio muy apretado. Publicóse otrosí un 'edicto en que se mandaba que ningun hombre de Francia acudiese á Bene dicto en los negocios eclesiásticos. Sobre todo los cardenales mismos de su obediencia le desampararon, excepto solo el de Pamplona, que permaneció hasta la muerte en su compañía. Finalmente por todas estas causas se vió tan apretado, que le fué forzoso salirse de Aviñon en hábito disfrazado, y pasarse á Cataluña para poderse asegurar, pero esto aconteció algunos años adelante. Las negociaciones entre los Príncipes sobre el caso andaban muy vivas, y las embaxadas que los unos á los otros se enviaban. El Rey de Francia procuraba apartar de la obediencia de aquel Papa á los Reyes, al de Navarra, al de Aragon y al de Castilla. Hacíaseles cosa muy grave á estas naciones apartarse de lo que con tanto acuerdo abrazaron, en particular el de Castilla despachó á Don Juan obispo de Cuen. ca, persona prudente y de trazas, para que reconciliase al Rey de Francia con el Papa, ca entendian la causa de aquella alteracion y mudanza eran disgustos particulares: poco prestó esta diligencia. En Aragon por la parte de Ruysellon entró gran número de soldados Franceses para robar y talar la tierra. La Reyna Doña Violante, como la que por el descuydo de su marido ponia en todò la mano, despachó al Rey de Francia

[ocr errors]

y á sus tios los Duques, el de Borgoña y el de Berri, y al duque de Orliens un émbaxador, por nombre Guillen de Copones, para querellarse de aquellos desórdenes: diligencia con que se atajó aquella tempestad, y los Franceses dieron la vuelta en sazon que el Rey Don Juan de Aragon murió de un acci dente que le sobrevino de repente. Salió á caza en el monte de Foxa, cerca del castillo de Mongriu y de Urriols en lo postrero de Cataluña. Levantó una loba de grandeza descomunal : quier fuese que se le antojó por tener lesa la imaginacion, quier verdadero animal, aquella vista le causó tal espanto que á deshora desmayó y se le arrancó el alma, que fué á los diez y nueve de mayo dia miércoles. Príncipe á la verdad mas señalado en floxedad y ociosidad que en alguna otra virtud. Su cuerpo fué sepultado en Poblete, sepultura ordinaria de aquellos Reyes. No dexó hijo varon, solamente dos hijas de dos matrimonios, Doña Juana y Doña Violante. La primera dexó casada con Matheo conde de Fox, la segunda concertada con Luis duque de Anjou, segun que de suso queda apuntado, Nombró en su testamento por heredero de aquella corona á su hermano Don Martin duque de Momblanc, lo que con gran voluntad aprobó el reyno por no caer en poder de estraños, si admitian las hembras á la sucesion. Hallábase Don Martin ausente, ocupado en allanar á sus hijos la isla de Sicilia y componer aquellas alteraciones. Doña María su muger, persona de pecho varonil, hizo sus veces, ca se llamó luego Reyna; y en una junta de señores que se tuvo en Barcelona, mandó se pusiesen guardas á la Reyna Doña Violante que decia quedar preñada, para no dar lugar á algun embuste y engaño: la misma Reyna viuda dentro de pocos dias se desengañó de lo que por ventura pensaba. Pretendia el conde de Fox que le pertenecia aquella corona por el derecho de su muger, como de himayor del Rey difunto. Contra el testamento que hizo su suegro, se valia del de el Rey Don Pedro su padre, que llamó á la sucesion las hijas de la costumbre tan recebida y guarda→ da de todo tiempo, que las hembras heredasen el reyno; la qual ni se debia, ni se podia alterar, mayormente en su perjuicio. Estas razones se alegaban por parte del conde de Fox y de su muger, si no concluyentes, á lo menos aparentes asaz. Sin embargo las cortes del reyno que se juntaron en Zaragoza

ja

« AnteriorContinuar »