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y reverencia; y á las veces los capitanes para sus empresas, como por buen agüero, la solian dende tomar prestada. Hecho esto, repartió la gente para que invernase en Sevilla, Córdoba y otros pueblos, y él pasó al reyno de Toledo con intento de apercebirse de todo lo necesario y recoger mas gente para continuar aquella guerra. A esta sazon falleció en Calahorra Pero Lopez de Ayala, chânciller mayor de Castilla, caballero seña lado por su nobleza, por las muchas cosas que por él pasaron, y por la corónica que dexó escrita del Rey Don Pedro, y Don Enrique el Segundo, y Don Juan el Primero; si bien algunos sospechan que con pasion encareció mucho los vicios de Don Pedro, y subió de punto las virtudes de su competidor en per juicio de la verdad: enterraron su cuerpo en el monasterio de Quixana. Francia asimismo andaba revuelta por la muerte que Juan duque de Borgoña hizo dar en Paris á Luis duque de Or liens volviendo muy de noche de palacio. El homiciano que executó esta maldad, se llamaba Otonvilla. La causa de la enemistad no se averigua del todo: sospecharon comunmente que por estar el Rey á tiempos falto de juicio el matador preten dia apoderarse del gobierno de Francia, y para salir con esto acordó de quitarse de delante al que solo le podia contrastar por ser hermano del Rey, Luego que se descubrió el autor de aquella maldad, el de Borgoña se retiró á sus tierras para apercebirse, si alguno pretendiese vengar aquella muerte. La duquesa Valentina muger del muerto puso acusacion contra el matador; y hacia instancia sobre el caso. Los jueces vencidos de sus lágrimas y de la razon citaron al de Borgoña para que compareciese en persona á descargase de lo que le achacaban. No dudó él de obedecer y presentarse, confiado en sus riquezas y en los muchos valedores que tenia en la corte de Francia. Formábase el proceso en el parlamento, y por los púlpitos Juan Petit doctor theólogo de Paris, franciscano, y predicador de fama en aquella era, no cesaba en sus predicaciones de abo par aquel hecho, como hombre lisongero y interesal. Cargaba al de Orliens que pretendia hacerse Rey de Francia: que el que atajo estos intentos tyránicos, no solo era libre de pena, sino digno de mercedes muy grandes. No mostraron los jueces mas entereza, antes llegados á sentencia, dieron por libre al de Borgoña con gran sentimiento de los hijos del muerto y de su mu

ger; de que resultaron' guerras muy lárgás, con que se abrasaron y consumieron las riquezas y grandeza de Francia, La qüestion, si un particular puede por su autoridad matar al tyrano, se ventiló mucho entre los theólogos de aquel tiempo (1); y aun en el concilio de Constancia que se juntó poco adelante, los Padres sacaron un decreto, en que contra lo que Juan Petit enseñaba, y contra lo que el de Borgoña hizo, determinaron no ser lícito al particular matar al tyrano. Era Luis duque de Orliens hermano del Rey de Francia, y el duque de Borgoña su primo hermano.

Capítulo XVII.

Que se hicieron treguas con los Moros.

LAS fiestas de Navidad tuvo el infante Don Fernando en Toledo principio del año mil y quatrocientos y ocho, en que hi 1408. zo el cabo de año de su hermano el Rey Don Enrique, El Rey niño y la Reyna su madre residian en Guadalaxaṛa por el buen temple de aquella ciudad y cielo saludable de que goza. Acordaron se juntasen alli córtes, á‹propósito de apercebir lo necesario para continuar la guerra que tenian comenzada, con mayores fuerzas y gente. Los prelados y señores y ciudades que concurrieron al tiempò aplazado, venian bien en la que 'se pedia: la mayor dificultad consistia en hallar, forma y traza como se juntase el dinero para los gastos, Los pueblos no daban oidos á nuevas imposiciones y derramas, cansados y consumidos con las contribuciones pasadas, y recelosos noise continuase en tiempo de paz el servicio que por la nécesidad de la guerra se otorgase; mas por la muchalinstancia que hizo el Infante y otros señores concedieron cantidado den ciento g cinquenta mil ducados, con gravámen de tener dibros de gasto y recibo para que constase se empleaban solo en los gastos de la guerra, y no en otros al albedrío de los q de gobernaban. Teníanse las cortes en tiempo que el Rey de Granada á los diez y ocho dias del mes de febrero se puso sobre la villa de Aleaudalma ang la lab szób (1) Ses. 15. Can. último. 6700 £2,os i no sap ceiap y, buzoq6

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dete acompañado de siete mil caballos y ciento y veinte mil peones, número descomunal. Corrió gran peligro de perderse la plaza, y toda la Andalucía se alteró con este miedo por tener pocas fuerzas; los socorros lexos, y el tiempo del año riguroso para salir en campaña. Acude nuestro Señor quando falta la prudencia: defendiéronse muy bien los cercados con que se abatió el orgullo de los Moros. Junto con esto los nuestros por tres partes diferentes hicieron entradas en las tierras enemigas para divertir las fuerzas de los Moros, y con las ta las, quemas y robos que fueron grandes, tomar emienda de los daños que hicieran en las fronteras de Christianos. Quebrantados los Moros con tales males y pérdidas, acordaron despachar sus embaxadores para pedir treguas. No venia en otorgarlas el Infante, antes se queria aprovechar de la ocasion que la flaqueza de los enemigos le presentaba. La Reyna era (como muger) enemiga de guerra, que en fin hizo se concediesen las treguas por término de ocho meses. Los pueblos pretendian, pues la guerra cesaba, escusarse del servicio que otorgaron. El Infante no quiso venir en ello, ca decia era necesario estar proveido de dinero para volver á la guerra el añó -siguiente; todavía se hizo suelta á los pueblos de la quarta parte de aquella suma. Vino entre los demas á estas córtes finalmente Don Pedro de Luna sobrino del Papa Benedicto, y por su órden arzobispo de Toledo, como se dixo de suso. Traia de Aragon en su compañía á Alvaró de Luna su sobrino, mozo de diez y ocho años. Su padre Alvaro de Luna señor de Cañete y Juberà, le hobo fuera de matrimonio en María de Cañete, muger poco menos que de seguida; por lo menos tan suelta y entregada á sus apetitos que tuvo quatro hijos bastardós cada qual de su padre: al ya nombrado y á Don Juan de Cérezuela del gobernador de Cañete: á Martin de un pastor por nombre Juan, y el quarto tambien Martin de un labrador -de Cañete: los dos postreros por respeto de su hermano tuwvieron adelanté el sobrenombre de Luna. De tan baxos principios se levantó la grandeza deste mozo, que en un tiempo pudo competir con los muy grandes Príncipes, de que al fin le -despeñó su desgracia. En el bautismo le llamarón Pedro : agradóse dél el Papa Benedicto, de su presencia, de su viveza y apostura, y quiso que en la confirmacion le mudasen el nom

bre de pila en el de Alvaro por respeto de su padre. Venido á Castilla, le hicieron de la cámara del Rey: con lo qual y su buena gracia y diligencia en servir, poco a poco le ganó la voluntad, y aun se hizo señor della. En el alcázar de Granada á los once de mayo falleció el Rey Mahomad, con que la gente se aseguraba que las paces serian mas ciertas. La ocasion de su muerte refieren fué una camisa inficionada que se vistió por engaño. Sacaron de Salobreña, donde le tenia presó, á Juzeph su hermano para que le sucediese en el reyno: asi ruedan y se truecan las cosas de los hombres, hoy cautivo y mañana Rey. Apresuráronse los Moros en esto, y usaron de todo secreto porque no se recreciese algun impedimento, mayormente de parte de los Christianos, que desbaratase sus intentos. Luego que Juzeph se vió Rey, despachó sus embaxadores con ricos presentes para el de Castilla de caballos, jaeces, alfanges, telas preciosas, pasas, higos y almendras, sustento el mas ordinario y regalado de aquella gente. Diéronles en retorno otros dones de valía, pero no otorgaron con lo que preténdian principalmente, que era se alargase el tiempo de las treguas.

Capítulo XVII.

Que el Papa Benedicto vino á España.

EL Papa Benedicto por este tiempo se hallaba aquexado de diversos cuydados: las provincias cansadas de scisma tan largo, sus amigos y devotos desabridos de sus trazas ; sus mañas. en que no tenia par, descubiertas y entendidas. No sabia qué camino podia tomar para conservarse, què era su intento principal. Quando se salió de Aviñon, fué á parar en Marsella, ciudad fuerte y puesta á la lengua del agua: su vivienda en San Victor, monasterio muy célebre en aquella ciudad. Dende acometió al Papa Gregorio su contendor con partido de paz, que decia deseó siempre y de presente la deseaba : qué seria bien se juntasen en un lugar para tomar acuerdo sobre sus háciendas, que por medio de terceros era cosa muy larga. Para señalar lugar á contento de las partes vinieron embaxadores de Gregorio á Marsellą. Dieron y tomaron, y finalmente acor

daron fuese la vista en Saona ciudad del Ginóves : sacóse por condicion que hasta tanto que los Papas se hablasen, ni el uno -ni el otro criase algun cardenal. Asentado esto, Benedicto sin dilacion se embarcó para pasar allá. Pretendia por esta diligencia que todos entendiesen deseaba la paz. El Papa Gregorio replicó que no tenia por seguro aquel lugar por estar á la obediencia de su contrario. Solò fué á Luca, ciudad puesta en lo postrerò de Toscana; y el Papa Benedicto al principio de este año se adelantó y pasó á Portovenere para mas de cerca capitular y concertarse. Todo era mañas y traspasos para entretener y engañar, y aun el Papa Gregorio contra lo que tenian concertado, de una vez hizo tres cardenales, con que los demas cardenales suyos se alborotaron y de comun acuerdo se pasaron á Pisa. El Papa Benedicto, por aprovecharse de aqueHla ocasion, envió allá quatro cardenales de su obediencia y tres arzobispos, que se detuvieron algun tiempo en Liorna entretanto que los Florentines, cuya era Pisa, les enviaban seguridad. Juntáronse finalmente con los cardenales de Pisa. A lo que la junta se enderezaba, era convocar concilio general, como lo hicieron. Sonrugíase que daban traza de prender á los Papas en especial á Benedicto. Esta fama quier verdadera, quier falsa dió ocasion á Benedicto de desamparar á Italia, donde demas de la sospecha ya dicha pretendia que su contrario estaba muy arraygado y poderoso, en particular se receJaba del Rey Ladislao de Nápoles, que tenia muy de su parte como al que nombrara por vicario del imperio y senador de Roma, cargos á la sazon muy principales. Antes de su partida para mejor entretener la gente convocó concilio general para Perpiñan, villa en la raya de Cataluña, y con tanto se hizo á la vela. Aportó á Colibre á dos de julio, dende por la ciudad de Elna pasó á la dicha villa de Perpiñan para dar calor en lo del concilio, y esperar que los prelados se juntasen. Acudió á visitar al Papa entre otros el Rey de Navarra, que llevaba intento de pasar en Francia, y acometer las nuevas esperanzas que de recobrar alguna parte de sus antiguos estados le daban -las alteraciones de aquel reyno. Pero esta su ida á Paris no fue de mas efecto que las pasadas : asi finalmente dió la vuelta á su reyno sin alcanzar cosa alguna de las que pretendia. Juntá-ronse en Perpiñan ciento y veinte obispos, casi todos de Fran

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