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Capitulo x.

Otros casamientos de Príncipes.

LA Reyna Doña Leonor de Aragon despues de la muerte del Rey su marido se retiró á Castilla, y en Medina del Campo con la compañía de sus hijos, que le quedaron muchos, y otros honestos entretenimientos pasaba su viudez y soledad. Comenzóse á mover plática que su hija la infanta Doña María casase con el Rey de Castilla. Estrañaba la Reyna Doña Cathalina su madre este casamiento. Escusábase con la poca edad del Rey, como quier que á la verdad de secreto se inclinase mas á casalle en Portugal con la infanta Doña Leonor, que demas de ser su sobrina parecia asi á ella como á los mas de los cortesanos séria á propósito para atar aquellos dos reynos con un vínculo muy fuerte de perpetua concordia. Creemos fácilmente lo que deseamos. Desbarató la muerte estos intentos, que sobrevino de repente á la Reyna Doña Cathalina en Valladolid jueves á los dos de junio del año mil y quatrocientos y diez y ocho (1). 1418. Su edad de cinqüenta años, el cuerpo grande y grueso, en la bebida algo larga conforme á la costumbre de su nacion, la condicion sencilla y liberal: virtudes de que se aprovechaban para sus particulares y para malsinar á otros y desdorallos los que le andaban al lado, que los mas eran gente baxa. Estos eran sus consejeros y sus ministros: grave daño y mas en Prín cipes tan grandes. Sepultáronla en la capilla Real de Toledo en propio lucillo, en que fundó quince capellanías, y las añadió á la de antes para que se hiciesen sufragios ordinarios por las ánimas suya y del Rey su marido. Con la muerte de la Reyna se trocaron y alteraron las cosas en gran manera. El Rey sin embargo de su poca edad salió de las tinieblas en que su madre le tuvo muy retirado, y comenzó en parte por sí mismo á gobernar el reyno, ayudado del consejo de algunos personages que le asistian. Entre los demas se señalaba el arzobispo de

(1) Cor. del Rey Don Juan c. 264 dice 1. de junio. Los Claros varones de Hernan 3 á dos.

Perez c.

Toledo, que por ser de gran corazon, muy codicioso de honra y entremetido, se apoderó del gobierno, de suerte que en nombre del Rey lo pretendia todo trastornar á su albedrío. Acudieron de Francia dos embaxadores para solicitar les socorriesen en aquel aprieto en que aquel reyno se hallaba. La respuesta fué escusarse con la poca edad del Rey y las alteraciones, que unas comenzaban y otras se temian. Volvióse á la plática de casar al Rey: el de Toledo reconocia todo lo que era y valia de Jos Reyes de Aragon; asi hizo instancia, y finalmente conclu-yó que el casamiento de Aragon se antepusiese al de Portugal. Celebráronse los desposorios entre el Rey Don Juan y la infanta Doña María con grandes fiestas en Medina del Campo á Jos veinte y uno de octubre. Entre las capitulaciones matrimo-niales que asentaron, una fué que la infanta Doña Cathalina hermana menor del Rey Don Juan casase con uno de los infantes de Aragon. No señalaron por entonces alguno dellos á cau‹sa que Don Juan, el mayor de los hermanos por casar, andaba en balanzas sin resolverse en qué parte casaria. Primero estuvo concertado con Doña Isabel hija del Rey de Navarra: desistió deste casamiento, cebado de la esperanza que se le mostró de casar con Juana Reyna de Nápoles, engañosa y vana como de suso se tocó, y la Infanta casó con el conde de Armeñaque. Entretúvose por algun tiempo el infante Don Juan en el gobierno de Sicilia en lugar de la Reyna Doña Blanca, que su padre el Rey de Navarra procuró diese la vuelta por ser la mayor de sus hermanas y heredera de su corona. Muchos Príncipes pretendieron casar con ella movidos de sus prendas, 'y mas del gran dote que esperaba: el Rey su padre finalmente -antepuso á los demas competidores al ya dicho infante Don Juan por sus buenas partes, y por la esperanza que se tenia -de juntar lo de Navarra y lo de Aragon, por no tener sucesion el Rey Don Alonso su hermano. El dote de presente fueron quatrocientos y veinte mil florines. Púsose por condicion que (caso que Doña Blanca muriese, puesto que no dexase hijos, su marido despues de sus suegros por todo el tiempo de su vida se intitulase, y fuese Rey de Navarra. Hiciéronse los desposorios en Olite por poderes; el procurador de parte del Infante, que hizo sus veces, Diego Gomez de Sandoval sobrino del arzobispo de Toledo, adelantado de Castilla y mayordomo

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mayor del Infante, su muy privado, y que por esta causa adelante alcanzó gran poder y estado, y aun finalmente los vientos favorables se le trocaron en contrarios y corrió fortuna, como se notará en otro lugar. Quando se celebraron los des posorios de Navarra, corria el año de nuestra salvacion de mil y quatrocientos y diez y nueve: en el mismo el gran predica 1419. dor y varon apostólico fray Vicente Ferrer, gran gloria de Valencia su patria y de la órden de los Predicadores, pasó desta vida mortal á la eterna en Vanes ciudad de la Bretaña á los cinco de abril. Sus grandes virtudes, y los milagros, muchos y maravillosos, que obró en vida y despues de muerto, le pusieron poco adelante en el número de los Santos. Su cuerpo sepultaron en la iglesia mayor de aquella misma ciudad. Vol> á lo del Rey Don Juan de Castilla se queda atrás. que

vamos

Capítulo XI.

De las alteraciones de Castilla.

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Los reynos de Castilla se comenzaban á alterar no de otra #guisa que una nave sin gobernalle y sin piloto azotada con la tormenta de las hinchadas y furiosas olas del mar. Los grandes traian entre sí diferencias y pasiones. El Rey por su poca edad y no mucha capacidad no tenia autoridad para enfrenalos. Al arzobispo de Toledo que ponia la mano en todo, muchos le envidiaban, y llevaban mal pudiese mas un clérigo que toda la nobleza. Acudieron al Rey, diéronle por consejo tomase la entera y libre administracion del reyno; que la edad de catorce años que tenia, era bastante para ello y legal. Con este acuerdo se juntaron córtes en Madrid, en que se hallaron grandes y muchos personages de gran calidad. A los siete de marzo ya que los tenian juntos en el alcázar de aquella villa, el arzobispo de Toledo con un razonamiento muy pensado declaró la voluntad que el Rey tenia de salir de tutorías y encargarse del gobierno. Respondió y otorgó en nombre de los congregados y del reyno el almirante Don Alonso Enriquez. Siguióse el aplauso de los demas que presentes se hallaron á este auto y solemnidad. La poca edad del Rey tenia necesidad

de reparo. Recibió en su consejo, y mantuvo á todos los que en tiempo de su padre y sus tutorías tuvieron aquel lugar. Para despachar las cosas de gracia señaló al arzobispo de Toledo, al almirante, al condestable, y con ellos á Pero Manrique adelantado de Leon, y Ju an Hurtado de Mendoza su mayordomo mayor, y que Gutierre Gomez (1) de Toledo arcediano de Guadalaxara ordenase y refrendase las cédulas Reales. Agravióse desto el arzobispo de Toledo, que pretendia le pertenecia aquel oficio como á chânciller mayor que era de Castilla. Andaban en aquella corte entre otras personas de cuenta los infantes de Aragon Don Juan, y Don Enrique maestre de Santiago: el arzobispo de Toledo para tener mas mano y afirmarse contra sus émulos procuró conquistallos con todo género de caricias y buena correspondencia : todo se enderezaba á continuar en el gobierno, de que era muy codicioso, y que estaba asaz apoderado. De Madrid fué el Rey con su corte á Segovia, ciudad puesta entre montes y á propósito para pasar los calores del verano. Levantóse de repente un alboroto de los del pueblo contra la gente del Rey y sus cortesanos: estuvieron á pique de venir á las puñadas, y la misma ciudad de ensangrentarse. Los infantes ya dichos de Aragon poco se conformaban entre sí: mando y privanza no sufren compañía. Andaban como en celos cada qual con intento de apoderarse de la persona del Rey y del gobierno, cosa que les parecia fácil por su poca -edad, y no querian dar parte á nadie, ni aun á su mismo hermano. Resultaron con esto sospechas, dividiéronse los grandes y caballeros en dos bandos: á Don Enrique fovorecian el condestable Don Ruy Lopez Dávalos, y Pedro Manrique; al infante Don Juan asistian Don Fadrique Conde de Trastamara y el de Toledo. La edad del Rey era flaca, y que se mudaba fácilmente, sus enojos repentinos, las caricias que hacia, fuera de tiempo: cosas que la una y la otra á qualquier príncipe están mal, por donde mas era menospreciado que temido. El cuerpo conforme á la edad que tenia, era grande y blanco, pero de poca fuerza ; el rostro no muy agraciado, la condicion mansa y tratable. Deleytábase en la caza y en justas y torneos era aficionado á los estudios y letras, y hallábase de

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(1) Zorita lib. 15 cap. 53 le llama Don Gutierre Alvarez.

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buena gana en los razonamientos en que se trataba de cosas eruditas. Hacia él mismo metros y trovaba no muy mal en lengua castellana. Estas virtudes que comenzaron á mostrarse desde niño, con la edad llegaron á madurarse y hacerse mayores: todas empero las estragaba el descuydo y poca cuenta que tenia de las cosas y del gobierno. Oía de mala gana y de priesa: ¿ sin oir, cómo podia resolverse en negocios tan árduos como se ofrecian? en suma no tenia mucha capacidad, ni era bastante para los cuydados del gobierno. Esto dió á sus cortesanos entrada para adquirir gran poder, en especial á Alvaro de Luna, que comenzaba ya á tener con él mas familiaridad y privanza que los demas. Por temer esto la Reyna su madre le despidió de palacio los años pasados, y le hizo que volviese á Aragon, en que acertó sin duda; pero gobernóse imprudentemente en tener al Rey, como le tuvo hasta su muerte, encerrado en Valladolid en unas casas junto al monasterio de San Pablo por espacio de mas de seis años sin dexalle salir, ni dar licencia que ninguno le visitase fuera de los criados de palacio; en lo qual ella pretendia que no se apoderasen dél los grandes, y resultase alguna ocasion de novedades en el reyno : miserable crianza de Rey, sugeta á graves daños, que el gobernador de todos no ande en público, ni le vean sus vasallos, tanto que aun á los grandes que le visitaban, no conocia : que quitasen al Príncipe la libertad de ver, hablar y ser visto, y como metido en una jaula le embraveciesen y estragasen su buena y mansa condicion, cosa indigna. ¿Como pollo en caponera me pongas tú á engordar al que nació para el sudor, y para el polvo? En la sombra y entre mugeres se crie á manera de doncella aquel, cuyo cuerpo debe estar endurecido con el trabaxo y comida templada para resistir á las enfermedades, y sufrir igualmente en la guerra el frio y los calores? Con los regalos quieres quebrantar el ánimo que de dia y de noche ha de estar como en atalaya, mirando todas las partes de la república? ciertamente esta crianza muelle y regalada acarreará gran daño á los vasallos; la mayor edad será semejable á la niñez y mocedad flaca y deleznable, dada á deshonestidad, y á los demas deleytes, como se vee en gran parte en este Príncipe. Porque muerta la Reyna, como si saliera de las tinieblas, y casi del vientre de su madre de nuevo á la luz, 27

TOMO IV.

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