Imágenes de páginas
PDF
EPUB

podian tenerse en pie por la aspereza del dugarį, ni menos sin gran peligro podian andar ni estar en los ingenios. En el estre cho de Gibraltar hay dos senos en el tamaño desiguales, pero de una misma forma: Tarifa está puesta sobre el menor, y un poco apartada estaba Algecira, asentadas sobre el mayor en un cerro de subida ágria' y pedregosa; y dexado en medio un es pacio, dividíasé en dos partes, en la viejas y en la nueva b‹cada qual tenia sus muros enteros y barbacana, como si fueran dos pueblos: era esta ciudad en Españiar la sillandel imperio Afri cano, nobilísima y hermosísima. La grande diligencía del Rey y la guarda de los soldados hacia qué no entraban á los cerca dos bastimentos, excepto algunos pocosiquet sinɔ verloscut biertos.comla oscuridad de la noche, les metian en algunas barcas muy pequeño refrigerio para los que ya padecian ham! bre y necesidad, ja qum arqui, suszeń ‹by, Dua", 96,01 2 Non 2940ime eo co

[ocr errors][ocr errors][ocr errors][merged small][merged small][ocr errors][ocr errors][ocr errors][ocr errors]

GASTADOS muchos días y trabaxos en el cerco, no se hacia cosa de importancia. Los nuestros se hallaban dudosos y suspensos, pensaban de dia y de noche qual de dos cosas seria la mejor, si levantar el cerco porque era sin algun provecho el proseguirle y continuar, si esperar el fin de la guerra que en lo demas les era fav oráblé. El Rey se recelaba de perder algo de su honra y reputación, principalmente que ya tenia consu mido el dinero que le prestaron el Papa y el Rey de Francia (que el de Portugal ninguna cosa contribuyó) y tenja falta en bastimentos, y el número de los soldados cada dia era menor: los más sagaces le aconsejaban que hiciese algun buen concierto con el enemigo. Siendo medianero, y llevando recaudos de una parte á otra Ruy Pavon, primero se trató de paz, y des pues de que se hiciesen treguas; pero todos estos tratados salieron vanos por estar puesto el Rey de Castilla en no hacer acuerdo ninguno con el Rey de Granada, si primero no dexaba la amistad de Africa, la qual quitada, ¿qué le quedaba al que se sustentaba y entretenia mas con las fuerzas agenas que

con las suyas propias? El Rey de Granada, perdida ya la esperanza de concertarse con el Rey, acercó sus reales al rio Guadiarro á cinco leguas de Algecira, con que antes daba á entender el miedo que tenia, que no que se pensase venia con ánimos de presentar la batalla. En el puerto de Ceuta temian aprestada, una gruesa armada, allegada de las fuerzas de toda la Africa para luego que diese lugar el tiempo pasar en España. Venian estos dé refresco y descansados: los Christianos se hallaban quebrantados con los continuos trabáxos y incomodidades. Las cosas de España que corrian gran riesgo, los Santos Patrones della las amparáron y la perpetua felicidad y constancia grande con que el Rey vencia todos los males y dificultades que ocurrian. Así en unos mismos dias le vino un buen número de gente de socorro de Ingalaterra, de Francia y de Navarra, lugares muy apartados los unos de los otros acudieron muchos señores y nobles á ayudarle. De Ingalaterra con licencia del Rey Eduardo los condes de Arbid y de Soluzber de Francia el conde de Fox con su hermano Don Bernardo y otros que se les juntaron. El Papa Clemente VI Lemovicense, que el año antes fué electo en lugar de Benedicto, tenia concedida cruzada á los que se hallasen en esta santa guerra. El Rey Don Phelipe de Navarra en el mes de julio, enviados delante muchos mantenimientos por mar, y dexando mandado le siguiese su exército por tierra, vino con gran priesa por no dexarse de hallar en la batalla, que corria fama seria muy presto. El Rey como era razon recibió muy gran contento con la venida destos príncipes, y a los nuestros con lạ cierta esperanza de la victoria les creció el ánimo y el aliento para pelear. Vinieron antes Don Juan Nuñez de Lara y Don Juan Manuel, y cada dia concurrian, nuevas compañías de todo el reyno. Los Moros, como vieron tan reforzado el exército del Rey, rehusaban dar la batalla. Afrentábalos Albohacen por ello, enviábales á preguntar la causa de su miedo. Respondieron que en la batalla pasada experi-mentaron harto á su costa quan grande fuese el esfuerzo y constancia de los Christianos, y que ahora tenian mayores fuerzas por tener mayor número de soldados que entonces tenian que de lexos no se podia dar consejo conveniente al tiempo y ocasiones que ocurrian, si tuviese por bien de pasar

el estrecho, que ellos en ninguna cosa contradirian á su vo luntad que conservar su exército en tiempo tan peligroso y aciago lés era mucho mas honra que pelear temerariamente con el enemigo, mas poderoso y mas bien afortunado. En el entre tanto no dexaban los Moros de pedir treguas: con muchas em! baxadas. Quisieron los embaxadores ver los reales: otorgó el Rey con su deseo. Púsoles en admiracion el concierto y buena disposicion de los pabellones, los soldados repartidos por sus quarteles, las calles de oficiales, las plazas como en una ciu→ dad llenas de provision: parecíales todo tan bien que confeșaron que los nuestros les hacian grande ventaja en la diciplina militar y policía, y que ellos en su comparacion sabian poco de aquel menester. Por el tratado de las treguas no se dexaba de combatir la ciudad con muchas armas y piedras que le arrojaban con los tiros, de la ciudad hacian otro tanto, en especial tiraban muchas balas de hierro con tir os de pólvora, que con grande estampido y no poco daño de los contrarios las lanza ⠀ ban en los reales. Esta es la primera vez que de este género de tiros de pólvora hallo hecha mencion en las historias. En el mes de agosto en Cervera en el condado de Urgel nació un ni ño con dos cabezas y cuatro piernas. Creyeron aquellos hombres con supersticioso y vano pensamiento que el tal era prodigio que pronosticaba algun male por tanto para evitarle con su muerte le enterraron vivo. Sus padres conforme á las leyes fueron castigados como parricidas por executarse esta crueldad con su consentimiento. Este mismo año murió el Rey Roberto en Nápoles mas famoso por la aficion y estudio de las letras que señalado por el exercicio de las armas. Deste Rey fué aquel dicho: mas quiero las letras que el reyno. Volvamos á las cosas de Algecira. Los soldados estrangeros, en quien los primeros impetus son muy fervorosos y con la tardanza se resfrian; se fueron de los reales luego que vino el otoño, los de Ingalaterra llamados de su Rey (así quisieron se entendiese) y el conde de Fox, que dió asimismo para irse por escusa el poco sueldo que á sus soldados se daba. Esto se decia: yo sospecho que les hizo volver á su tierra llevar mal los calores que en tiempo del estío hace en el Andalucía, y el estar quebrantados con las enfermedades y trabaxos de la guerra. Aprueba nuestra congetura lo que despues sucedió, que el conde de

Fox á la vuelta murió en Sevilla, y el Rey Philipo de Navarra, habida licencia del Rey, murió en Xerez. Sucedieron ambas muertes en el mes de setiembre: sus cuerpos fueron llevados á sus tierras. Con la ida destos príncipes cobraron avilanteza los enemigos y mudado parecer, se determinaron de dar la batalla. Sesenta galeras de los Moros que en el mes de octubre surgieron en Estepona, luego se pasaron á Gibraltar. Corria el rio Palmones entre los dos campos, y como dos y tres veces en diferentes dias llegasen á encontrarse en el rio, finalmente al pasarle se vino á la batalla, en que los Moros se mostraron no ser iguales con gran parte á los Españoles ni en fuerzas, ni en esfuerzo ni en diciplina militar: así fueron en poco tiem po vencidos y puestos en huida. En la ciudad se padecia estrema necesidad de mantenimientos á causa que nuestra armada en dos veces les tomó dos galerás cargadas de bastimentos. En. traron cinco barcas en el principio del año de mil y trecientos 1344. y quarenta y quatro, y vueltos estos baxeles á Africa, dieron aviso que los cercados no se podian ya sustentar mas tiempo, ca estaban puestos en tan grande aprieto que les era fuerza perecer todos ó entregar la ciudad. Con esto los Moros luego movieron prática y trataron de concertarse. En veinte y seis de marzo se entregó la ciudad con estos partidos : que el Rey de Granada, como feudatario del Rey de Castilla, pechase las parias que cada año le solia dar antes que se rompiese la guer. ra: que todos los cercados quedasen libres, y pudiesen irse eon sus haciendas á donde quisiesen: concertáronse otrosí tre guas con los Reyes Moros por espacio y tiempo de diez años. Hechos los conciertos, muchos Móros se pasaron á Africa. El Rey de Castilla entró en la ciudad con una solemne procesion en veinte y siete de marzo, y el siguiente dia se bendixo la igle sia mayor, y se le puso por nombre Santa María de la Palma, por ser Domingo de Ramos ó de las Palmas y se celebraron en él los divinos oficios con gran solemnidad y regocijo. Los campos se repartieron á dos soldados, que á porfía pasaban sus casas y menage á la ciudad, y se querian allí avecindar por Ja fertilidad y frescura de aquellas vegas y campos. Puestas en órden las cosas de Algecira, el Rey se partió para Sevilla. Allí le vino embaxada de Eduardo Rey de Ingalaterra para pedir al Rey Don Alonso que su hijo legítimo Don Pedro casase con su

hija Juana. Don Alonso por entonces vino en ello, mas ade lante no tuvieron efecto estos desposorios. Las voluntades dé los príncipes son variables, y sin tener cuenta á las veces con su palabra conforme á las cosas y á las comodidades se mai dan. En la batalla pasada de Tarifa cautivaron los nuestros dos hijas de Albohacen : estas por tenerle grato se le enviaron sin rescate. No quiso el bárbaro dexarse vencer de la liberalidad y cortesía del Rey, antes le envió luego desde Africa sus em baxadores con muy ricos presentes. La fama desta victoria hinchó á toda España y á todos los Christianos de Europa de alegría por quedar acabada la guerra de los Moros, dos pode rosos Reyes vencidos, las fuerzas de Africa quebrantadas. Hiciéronse grandes fiestas y alegrías: todo género de gente, nis ños, viejos, religiosos, de todos estados y eda des visitaban los templos, daban gracias á Dios, cumplian sus votos: no dexa ban ningun género de alegría, ni de religiosa demonstracion de agradecimiento, con que publicaban el contento y regocijo singular que tenian concebido dentro de sus pechos.

[merged small][ocr errors]

DURANTE el tiempo que las cosas sobredichas pasaban en el Andalucía, se revolvieron las armas de Aragon. Lo que resultó, fué que el Rey de Mallorca quedó despojado de su reyno paterno: grande desafuero del Rey de Aragon Don Pedro el Ceremonioso, que era el que tenia mas obligacion á le defender y amparar. La insaciable y rabiosa sed de señorear le cegó y endureció su corazon para que los trabaxos y desastres dé un Rey su pariente no le enterneciesen, ni considerase lo mal que parecia un hecho tan feo delante los ojos de Dios y de los hombres. Mompeller es una noble y rica ciudad de la Gallia Narbonense, que en otro tiempo solia estar sugeta á los obis pos de Magalona, por cuya permision ó disimulación tuvo esta ciudad señores particulares que eran feudatarios de estos prelados. Recayó este señorío primero en los Aragoneses, y despues en los Reyes de Mallorca como y en la forma que ar

« AnteriorContinuar »