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riba se mostró. Desta manera poco a poco fué en diminucion á la autoridad y señorío de los obispos de Magalona, ca prevalece mas la fuerza y antojo de los Reyes que no la razon y justicia. Como no pudiesen ellos recobrar su antigua autoridad y señorío, hicieron lo que pudieron, que fué vender (como vendieron mas de cinqüenta años deste tiempo) este derecho por cierto precio y cantidad á los Reyes de Francia. Con color desta compra los Franceses no desistian de requerir á los Reyes de Mallorca que les hiciesen el juramento y homenage que estaban obligados como sus feudatarios, y que á los vecinos de Mompeller se les permitiese apelar para Paris. Rehusaban hacerlo los de Mallorca: decian que el derecho de los señoríos no pendia de unos pergaminos viejos, sino de la moderna costumbre usada y guardada, y que pues los Reyes de Francia no tenian mas derecho que los obispos de Magalona, no debian, ni se les pudo dar mayor ni mejor accion de aquella que poseian los mismos prelados. Vínose á las armas, y por fuerza los Franceses tomaron muchos pueblos de la jurisdiccion y señorío de Mompeller, y pusieron en ellos sus presidíos. Apercebíase el Rey de Mallorca para la guerra: pidió al Rey de Aragon que aquello que poseia por gracia y como feudo de Aragon, con sus armas le fuese conservado y defendido. El Rey de Aragon con una profunda astucia y sagacidad, y con una infinita ambicion contemporizaba con el Rey de Francia, y parecia pretendia mas agradar que favorecer á su deudo. Entendia y deseaba que por tener de suyo pocas fuerzas, desamparado de otras ayudas, vendria á ser presa de sus vecinos. Con esto, aunque le instaba y pedia socorro, no le daba otra ayuda mas que buenas palabras. Tuvieron entre sí habla: respondió el Aragonés á la demanda del Mallorquin que él haria lo que se le rogaba, en caso que el Rey de Francia no quisiese fenecer este pleyto por tela de juicio. Sobre este punto se enviaron de una parte á otra muchas embaxadas, todas con fin de poner dilacion al negocio, no con ánimo de dar algun socorro al necesitado. Para cubrir estas marañas con capa de justicia procuró de hacerle muchos cargos de graves culpas, y levantar muchos testimonios al miserable Rey. Que no reconocia sugecion á los Reyes de Aragon, y que aunque era llamado, no venia á las córtes: que en Perpiñan, sin poderlo

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hacer, labraba moneda baxa de ley, de cuño y peso no acostumbrado sobre todo que en Barcelona, do vino debaxo de la fe y confianza de vistas, se conjuró para matar al Aragonés; trato que descubrió la misma muger del de Mallorca, como la que mucho cuydaba de la vida del Rey su hermano : finalmente que trató con el Rey de Francia, con los potentados de Italia y con el mismo Rey de Marruecos de confederarse en daño de Aragon. Estos fueron los capítulos que le opusieron, no se sabe si verdaderos, si falsos : la fama fué que se los levantaron; que hizo dar crédito la destruicion del desdichado Rey, y pensar que muy á tuerto le despojaron de su estado. Estos fueron los principios de las desastradas discordias que el Papa y la Reyna de Nápoles Doña Sancha parienta de ambos Reyes procuraron atajar, sin que pudiesen concluir cosa alguna. Los Mallorquines (como suele acaecer en los señoríos pequeños) estaban muy cargados de nuevos pechos y tributos; y como quier que no esperasen ser relevados dellos, no les pesaba de mudar señor. Vino el negocio á rompimiento de guerra, y del cerco de Algecira fué llamado para esto el almirante del mar Pedro de Moncada, como arriba se dixo. Juntóse una poderosa armada, que entre grandes y pequeños tenia ciento y diez y seis baxeles partió el Aragonés del cabo de Llobregat, desembarcó en Mallorca, donde los isleños tenian juntados trecientos hombres de á caballo, y quince mil de á pie, toda gente allegadiza, flaca y de poca defensa. Fué luego desbaratado el Rey de Mallorca, y huyó á la ciudad de Poncia. De allí, perdi=da la esperanza de qualquier buen suceso, se pasó á tierra firme. Las voluntades de los isleños estaban inclinados al Aragonés, y es ordinario que al vencedor todo se le sugeta y todos le ayudan. Recibido juramento y homenage de fidelidad de los de las islas, y puesto por virey Arnaldo de Eril, el Rey de Aragon se volvió con su armada á Barcelona. Los de Ruysellon y de Cerdania, que están en los postreros linderos de España, =y eran del Rey de Mallorca, fueron molestados con guerra, y les tomaron algunos pueblos. En esto sobrevino un cardenal, que el Papa envió por legado á estos príncipes para ponerlos en paz. Con su llegada cesó por unos pocos dias la guerra, demás que entraba ya el invierno, y no traxeron las máquinas que eran menester para batir las murallas de los pueblos. No

TOMO IV.

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prestó la diligencia del legado, ni la autoridad del Padre Santo. 1344.Pasado el invierno, por abril del año de mil y trecientos y quarenta y quatro se renovó la guerra con mayor furia: talaron las mieses, quemaron los campos, las ciudades y villas unas por fuerza y otras de grado fueron tomadas. Algunos de los amigos del Rey de Mallorca le persuadian que era mejor confiarse del Rey de Aragon que no experimentar sus fuerzas, otros para muestra de muy fieles y bravos con palabras libres y arrogantes decian que antes moririan que consintiesen que se pusiese en manos de su enemigo: muéstranse antes de la batalla muy esforzados los que á las veces quando veen el peligro de cerca suelen ser los mas cobardes. El ánimo del Rey vacilaba congoxado con varios pensamientos, tenia empacho de que pareciese que alguno mas que él estimase la libertad; pero espantábale mucho y poníale grande miedo el verse con pocas fuerzas, ca no le quedaba ya otra cosa sino la villa de Perpiñan. ¿Qué podia hacer en aquel aprieto? Engañóle su esperanza, y las buenas palabras de los terceros en aquella duda escogió el consejo mas seguro que honrado. Envió con Don Pedro de Exerica á decir al Rey que se pond ria en sus manos, si le aseguraba primero su libertad y su vida. Con esperanza pues que le dieron, ó él temerariamente se tomó de recobrar su reyno por la clemencia y liberalidad del vencedor, acompañado de sus caballeros y de otros señores de Aragon, y con la seguridad que pedia, el mes de julio vino de Perpiñan á la ciudad de Elna, do el Rey de Aragon tenia sus reales. Llegado delante del Rey, hincadas las rodillas le besó la mano , y le habló en esta manera: «Errado he, Rey invencible, yo he errado , pero mi yerro no ha sido de deslealtad ni de traycion. Lo que se peca por ignorancia, la clemencia, virtud de Reyes y tuya propia, lo debe perdonar á un Rey humilde, pariente y amigo, y que mientras sus cosas le dieron lugar acudió á yuestro servicio con grande aficion: y con nuevos y mayores servicios de aquí adelante recompensará las faltas pasadas. No ha sido uno solo el yerro que he hecho en este caso, yo lo confieso; pero entonces es mas de loar la clemencia quando hay mayor razon de estar enojado. En lo demas yo soy vuestro, de mí y de mi reyno haced lo que fuere vuestra merced y voluntad espero que usaréis conmigo benignamente, acordaos de

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la poca estabilidad y constancia de las cosas humanas. » A esto el Rey de Aragon con rostro ledo y engañoso le acarició, escusóle su culpa, y le dixo que merecia ser perdonado por el arrepentimiento que mostraba. Los hechos fueron bien contrarios á las palabras. Poco despues en una junta de nobles que se hizo en Barcelona, le privó del título y honra Real, y le señaló cierta renta para que se sustentase. Hallóse burlado el Rey de Mallorca sintió quan pesada sea la caida de un reyno : al fin cayó en la cuenta, entendió que las palabras blandas de Don Pedro de Exerica le engañaron, y sus esperanzas. Así si bien se hallaba desnudo de todos amparos y defensas, trató de renovar la guerra: pasóse á Francia. Allí primero acudió al Papa Clemente, y como en él hallase poco amparo, con grande sumision se entró por las puertas del Rey de Francia, causa primera de aquella tempestad, y para los gastos de la guerra le vendió el señorío de Mompeller sobre que era el pleyto, por cien mil escudos de oro. El Francés y el Papa le recibieron de baxo de su proteccion y amparo, ayudaronle tarde y con tibieza, en fin se hobieron en este caso como suelen los hombres en peligro ageno. Volvió pues á renovar con gran furia la guerra en las islas y en los estados de Cerdania y de Ruysellon; pero no hizo otra cosa sino acarrearse la muerte. Cinco años adelante en una batalla que se dió en Mallorca, fué vencido y muerto por los Aragoneses: este fin tuvieron sus desdichas. Su cuerpo por mandado del Rey de Aragon depositaron en Valencia sus hijos y los de su hermano Don Fernando, que poco antes del tiempo de la guerra falleció, en pena del pecado y culpa (si así se puede llamar) agena, pasaron su vida huidos, desamparados, presos, sin casa ni sosiego alguno : desgracia que á muchos pareció injustísima, que los hijos fuesen privados del derecho del reyno por qualesquier delitos de sus padres. En el mismo año que se ganó Algecira, y que el Rey de Mallorca fué despojado del reyno, con temeroso y descomunal ruido tembló la tierra en Lisboa, ciudad que está en la ribera del mar Océano; y con mucho espanto de las gentes temblaron los edificios y se cayó el cimborio de la iglesia mayor, principio y presagio segun se entendió de otros mayores ma→ les. Murió Doña Costanza hija de Don Juan Manuel, y muger del infante Don Pedro de Portugal el año siguiente de mil y

1345. trecientos y quarenta y cinco. Sintieron ella y el marido menos su muerte porque él trataba amores con Doña Inés de Castro dama muy apuesta que servia á la Infanta, y la trataba casi con igual estado que á su muger. Lo que fué peor y sacrílego, que sacó la misma de pila al Infante Don Luis hijo de Don Pedro que murió niño, y por el tanto entró en deudo con su padre. Quedaron dos hijos de Doña Costanza Don Fernando y Doña María.

Capítulo xin.

De las revueltas que hobo en el Reyno de Aragon.

CONCLUIDA la guerra de los Moros con la felicidad que se podia desear, el Rey de Castilla libre deste cuydado pensó de castigar los agravios y desafueros que en el tempestuoso tiempo de la guerra era necesario hobiesen cometido muchos de los jueces y grandes del reyno. Junto con esto su mayor deseo era procurar que á exemplo de los de Burgos y Leon asimismo los del Andalucía y reyno de Toledo le concediesen las alcabalas de las mercadurías que se vendiesen. En lo demas las cosas estaban sosegadas, y todo el reyno con una abundante paz florecia. En el reyno de Aragon resultaron nuevas revueltas, de que primeramente fué la causa el inquieto y perverso ingenio del Rey de Aragon, que pretendia ensanchar su reyno con trabar unas guerras de otras. Quexábase que las fuerzas del reyno quedaron enflaquecidas, y la magestad Real disminuida con las dádivas y mercedes que sus antepasados indiscretamente hicieron. Ensoberbecido otrosí con el próspero suceso que tuvo contra el Rey de Mallorca, volvió su enojo contra su hermano carnal Don Jayme, que le sintió estar inclinado á compadecerse y tener misericordia del Rey desposeido. Además que á los que señorean, siempre les son sospechosos aquellos que están inmediatos á la sucesion del estado. Decíase en el reyno que por fuero y costumbre antigua de Aragon era Don Jayme sucesor y heredero del reyno: que debian ser excluidas de la herencia paterna Dɔña Costanza, Doña Juana y Doña María hijas del Rey, habidas en la Reyna su muger, Por

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