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pez residia en Alcañices, pueblo de la órden, y allí conservaba su autoridad. Exercitaba el oficio de maestre, no obstante que á instancia del Rey de Castilla fuera condenado en rebeldía y privado del maestrazgo. Eligieron en su lugar á Don Juan Nuñez de Prado, de quien era fama y se decia que era hijo no legítimo de Doña Blanca tia del Rey de Portugal, y abadesa del monasterio de las Huelgas de Búrgos. Los abades de la órden del Cistel, que por instituto antiguo tenian poder de visitar esta religion, aprobaron y confirmaron la eleccion del nuevo maestre. Los freyles y caballeros Aragoneses no se quisieron rendir ni obedecerle, antes muerto que fué Don Garci Lopez, substituyeron en su lugar á Don Alonso Perez de Toro, cuya eleccion de su voluntad, ó porque para ello fúé inducido y engañado, confirmó Arnaldo, abad de Morimonte en la Francia, á quien de oficio competia hacer semejante ratificacion. Intentóse muchas veces de concordar estos caballeros; que ambas partes veian serles muy dañosa su division. Sobre esta razon los Reyes se enviaron diversas embaxadas que no tuvieron hasta este tiempo éfecto algnno, quando por muerte de Don Alonso Perez eligieron los de Alcañices á Don Juan Rodriguez. Antes que esta postrera eleccion se confirmase, á instancia de los Reyes de Castilla y de Aragon en Zaragoza, do á la sazon se hacian córtes, se juntaron ambos maestres y muchos caballeros de ambas naciones. Litigada la causa, el Rey de Aragon como juez árbitro que era, cerrado el proceso, por lo que dél resultaba sentenció conforme á las pretensiones y méritos de Castilla. Hízose otrosí constitucion que de allí adelante fuese habida por verdadera y canónica eleccion de maestre la que hiciesen aquellos caballeros en Calatrava: á Don Juan Rodriguez se le quitó el oficio y título de maestre, y en recompensa se le dió la encomienda mayor de Alcañices con jurisdiccion sobre todos los freyles y caballeros de Aragon; y aun se proveyó que el maestre no pudiese proveer cosa alguna tocanté al comendador mayor y los caballeros Aragonéses mientras durase la vida de los presentes, si no fuese con consejo de los abades de Poblete y de Veruela. Prevenian con esto que por envidia y emulacion no se les hiciese algun agravio. En esta forma se concordaron los caballeros de Calatrava, y las divisiones que entre sí tenian, se acabaron en veinte y cinco del

mes de agosto. Los juicios de los hombres son varios : muchos fueron de parecer y murmuraban que en estas cosas no se procedió conforme al punto y rigor de derecho, sino por res, peto y á voluntad del Rey de Castilla. En este mismo tiempo Don Luis conde de Claramonte hijo de D. Alonso de la Cerda, á quien llamaban el Desheredado, ponia en órden una armada en la ribera de Cataluña con licencia y ayuda del Rey de Aragon y por concesión del Papa que dos años antes le adjudicara las islas de Canaria, llamadas por los antiguos Fortunadas (1), Dióle aquella conquista el Sumo Pontífice con título de Rey, y que como tal hizo un solemne paseo en Aviñon. Púsole por condicion que á aquellas gentes bárbaras hiciese predicar la fe de Christo. Será bien, pues esta ocasion se ofrece, decir algo del sitio, de la naturaleza y del número de estas islas, y en que tiempo se hayan encorporado en la corona de los Reyes de Castilla. Al salir de la boca del estrecho de Gibraltar en el mar Atlántico á la mano izquierda caen estas islas. Son siete en número, estendidas en hilera de Levante á Poniente, Leste, Oeste, veinte y siete grados apartadas de la línea equinoccial. La mayor de estas islas llámase la gran Canaria, della las demas tomaron este nombre de Canarias. El suelo de la tierra es fértil para pasto y labor, hay en ellas tan grande multitud de conejos, que se han multiplicado de los que de tierra firme se llevaron, que destruyen las viñas y los panes de suerte que ya les pesa de haberlos llevado. En la isla que llaman del Hierro, no hay otra agua de la tierra, sino la que se destila y regala de las hojas de un árbol, que es un admirable secreto y variedad de la naturaleza. Es cierto que Don Luis, á quien por esta navegacion que quiso hacer, llamaron el Infante Fortuna, nunca pasó á estas islas: si bien tuvo la conquista dellas, y la armada aprestada para irlas á conquistar, las guerras de Francia se lo estorbarou y la batalla que Philipo Rey francés perdió por estos tiempos junto á Cresiaco. Como cinquenta años adelante los Vizcainos y Andaluces, repartida entre sí la costa, armaron una flota para pasar á estas islas con intento de hacer á los isleños guerra á fuego y á sangre, mas por codicia de robarlos que por allanar la tierra. Una grande presa que truxe

(1) Petrarc. lib. 2. de vita solitaria.

ron de la ista de Lanzarote, puso gana á los Reyes de conquistarlas, sino que despues ocupados en otras cosas se olvidaron desta empresa. Pasados algunos años, Juan Bentacurto de nacion Francés volvió á hacer este viage con licencia que le dió el Rey de Castilla Don Enrique Tercero deste nombre, con condicion que conquistadas quedasen debaxo de la proteccion y homenage de los Reyes de Castilla. Ganó y conquistó las cinco islas menores: no pudo ganar las otras dos por la muchedumbre y valentía de los isleños que se lo defendió. Envióse á estas islas un obispo llamado Mendo: el obispo y Menaute he'redero de Bentacurto, no se llevaron bien, antes tenian muchas contiendas, de tal guisa que estuvieron á punto de hacerse guerra. El Francés solo miraba por su interés : el obispo no podia sufrir que los pobres isleños fuesen maltratados y robados sin temor de Dios, ni vergüenza de los hombres. El Rey de Castilla avisado deste desórden envió allá á Pedro Barba que se apoderó destas islas. Este despues por cierto precio las vendió á un hombre principal llamado Peraza, y deste vinieron á poder de un tal Herrera yerno suyo, el qual se intituló Rey de Canaria. Mas como quier que no pudiese conquistar la gran Canaria ni á Tenerife, vendió las quatro destas islas al Rey Don Fernando el Cathólico, y él se quedó con la una llamada Gomera, de quien se intituló Conde. El Rey Don Fernando, que entre los Reyes de España fué el mas feliz, valeroso sin par, envió diversas veces sus flotas á estas islas, y al fin las conquistó todas, y las incorporó en la corona Real de Castilla. Volvamos á lo que se ha quedado atrás. En el año de 1349, mil y trecientos y quarenta y nueve Doña Leonor hermana

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mayor de Don Luis Rey de Sicilia, nieto que fué de Federico, y en su menor edad sucedió al Rey Don Pedro su padre, casó con voluntad de su madre y en vida del Rey su hermano con el Rey de Aragon. Llevada á la ciudad de Valencia, se celebraron las bodas con gran regocijo y fiestas de todo el reyno.

Capítulo xv.

De la muerte del Rey Don Alonso de Castilla.

LEVANTARONSE en este tiempo grandes revoluciones en Africa causadas por Abohanen, que conforme á la condicion de los Moros, y por codicia de reynar, atropellado el derecho paternal, , y no escarmentado con la muerte de su hermano, se rebeló contra su padre Albohacen, y se alzó en Africa con el reyno de Fez, y en España se apoderó de Gibraltar y de Ronda, y de todas las demas tierras que á los Reyes de Africa en España quedaban, y puso en ellas sus guarniciones de soldados. Hacia cargo á su padre que por su descuydo y cobardía con grande menoscabo y mengua del nombre africano sucedieran las pérdidas y desastres pasados: decia que si á él quisiesen llevar por guia y capitan, vengaria las injurias recebidas y tomaria emienda de aquellos daños. Con estas persuasiones el vulgo, amigo de novedades, se le arrimaba por el vicio general de la naturaleza de los hombres, y mas por la liviandad y ligereza particular de los Africanos en quien mas que en otras gentes reyna esta inconstancia, esperaban que las cosas presentes serian mas á propósito y de mayor comodidad que las pasadas. Estas revueltas de los Moros parecia á los nuestros que les daban la ocasion en las manos para hacer su hecho, si no estuviera de por medio el juramento con que se obligaron de tener treguas por diez años. Sin embargo los mas prudentes juzgaban que por ser ya otro el Rey, diferente de aquel con quien asentaron las treguas, quedaban libres de la jura. El deseo de renovar la guerra y de conquistar á Gibraltar los acuciaba, cuya fortaleza les era un duro freno para que sus intentos no los pudiesen poner en execucion. El cuydado de proveerse de dineros tenia al Rey congoxado, bien que no perdia la esperanza que el reyno le ayudaria de buena gana, por estar descansado con la paz de que ya cinco años gozaba. El vehemente deseo que todos tenian de desarraygar de España á sus enemigos, velo con que muchas veces se mueve y engaña el pueblo, los animaba á servir de buena gana y ayudar

Co

estos intentos. Publicáronse córtes para la villa de Alcalá de Henares: llamaron á ellas muchas ciudades del reyno que no solian ser llamadas. Las del Andalucía, y de la Carpetania, hoy reyno de Toledo, por la mayor parte solian ser libres de las cargas de la guerra como quier que hacian frontera á los Moros, y de necesidad grandes gastos para defenderles la tierra. Al presente en esta ocasion (con color de honrarlos) se dexarón llevar: pretendian con grande fuerza que á imitacion de los de Castilla y de Leon, como repartida entre todos la carga, pechasen alcabala de todas las cosas que se vendiesen. Entre las ciudades que se juntaron en estas córtes, los procuradores de la ciudad de Toledo alegaban que debian tener el primer lugar y voto. Los de Búrgos, si bien la causa era dudosa, mo estaban en posesion resistian valientemente y pretendian ser en ella amparados. Alegaban en favor de Toledo la grande. za de la ciudad, su antigüedad, su nobleza, la santidad de su famosísima iglesia, la magestad y autoridad de su arzobispo, que tiene primacía sobre todos los prelados de España, los hechos valerosos de sus antepasados: demas que en tiempo de los Godos era la cabeza del reyno y silla de los Reyes, y modernamente se le diera título de Imperial. Decian ansi mismo parecia cosa injustísima y fuera de razon que hobiese de reconocer mayoría á ninguna ciudad aquella á quien Dios y los hombres aventajaron, y la misma naturaleza que la puso en corazon de España en un lugar eminentísimo, en que se dividen y reparten las aguas: que si no le daban la autoridad y lugar que se le debia, no pareceria á todos sino que la llamaron á las córtes para hacer burla della, y desautorizalla: si la razon que Burgos alegaba tenia fuerza, la misma militaba por las demas ciudades del reyno; y que á aquella cuenta no le quedaba á Toledo sino el postrer lugar, y aun á merced, si se le quisiesen dexar: que tocaba á todos y era comun la causa de Toledo asi la deshonra que á ella se hiciese, manchaba y desautorizaba á toda España. Los de Burgos se defendian con la preeminencia que tenian en Castilla, en que poseian el primer lugar de tiempo muy antiguo. Decian que contra esta posesion no era de importancia alegar actos ya olvidados y desusados, y que si la competencia se llevaba por via de honra, ¿de donde se dió principio para restaurar la fe, y avivar las esperanzas de echar

el

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