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los Moros de España? por esto con mucha razon era Búrgos la silla y domicilio de los primeros Reyes de Castilla: no era justo quitalles en la paz aquel lugar que ellos en la guerra ganaron con mucha sangre que sus antepasados derramaron: demas que sin suficiente causa no se le podian derogar los privilegios que los Reyes pasados le concedieron. Los grandes en esta competencia andaban divididos, segun que tenian parentesco y amistades en alguna de las dos ciudades. Nombrada. mente favorecia á Toledo Don Juan Manuel, y á Búrgos Don Juan Nuñez de Lara; los unos no querian conceder ventaja á los otros. Despues que se hobo bien debatido esta causa, se acordó y tomó por medio que Búrgos tuviese el primer asiento y el primer voto, y que á los procuradores de Toledo se les diese un lugar apartado de los demas enfrente del Rey, y que Toledo fuese nombrado primero por el Rey desta manera: yo HABLO POR TOLEDO, Y HARA LO QUE LE MANDARE: HABLE BUR

Gos. Con esta industria, y esta moderacion se apaciguó por entonces esta contienda; traza que hasta nuestros tiempos continuadamente se ha usado y guardado: asi acaece muchas veces que los debates populares se remedian con tan fáciles medios como lo son sus causas. Diez y ocho ciudades y villas son las que suelen tener voto en las córtes: Búrgos, Soria, Ser govia, Avila y Valladolid: estas en Castilla la vieja. Del reyno de Leon es la primera la ciudad de Leon, despues Salamanca, Zamora y Toro. De Castilla la nueva Toledo, Cuenca, Guadalaxara, Madrid. Del Andalucía y de los Contestanos Sevilla, Granada, Córdoba, Murcia, Jaen. Entre todas estas ciudades Burgos, Leon, Granada, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaen y Toledo por ser cabeceras de reynos tienen señalados sus asientos y sus lugares para votar conforme á la órden que están referidas las demas ciudades se sientan y hablan sin tener lugares señalados, sino como vienen á las juntas y córtes. En las córtes de Alcalá consta que se hallaron muchas mas villas y ciudades, porque el Rey para ganar las voluntades de todo el reyno, quiso esta honra repartirla entre muchos, y tenerlos gratos con este honroso regalo. Pidióse en estas córtes el alcabala. Al principio no se quiso conceder: las personas de mas prudencia adevinaban los inconvenientes que despues se po. dian seguir; mas al cabo fué vencida la constancia de los que

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la contradecian, principalmente que se allanó Toledo, si bien al principio se estrañaba de conceder nuevos tributos. El deseo que tenia que se renovase la guerra, y la mengua del tesoro del Rey para poderla sustentar la hizo consentir con las demas ciudades. Concluido esto, de comun acuerdo de todos con increible alegría se decretó la guerra contra los Moros, y para ella en todo el reyno, se hizo mucha gente, y se proveyeron armas, lanzas, caballos, bastimentos, dineros y todo lo al necesario. Juntado el exército, fueron al Andalucía, asentaron sus reales sobre Gibraltar, cercáronla con grandes fosos y trincheas y muchas máquinas que levantaron. La villa se hallaba bien apercebida para todo lo que le pudiese acaecer, tenia hechas nuevas defensas y fortificaciones, muy altas murallas con sus torres, saeteras, traviesas, troneras á la manera que entonces usaban, muchos y buenos soldados de guarnicion, que á la fama del cerco vinieron muchos Moros de Africa. Puesto el cerco, se quemaron y derribaron muchas casas de placer, y se talaron y destruyeron muy deleytosas huertas y arboledas que estaban en el contorno de la ciudad, por ver si los Moros mudaban parecer, y se rendian por escusar el daño que recebian en sus haciendas y heredades. Batieron los muros con las máquinas militares. Los Moros se defendian con grande esfuerzo, con piedras, fuego y armas que arrojaban sobre los contrarios. Todavía les dieron tal priesa que los Moros comenzaron poco á poco á desmayar, y á perder la esperanza de poder sufrir el cerco ni defender el pueblo: no esperaban ser socorridos por las alteraciones que todavía continuaban en Africa. Los que mas desfallecian, eran los ciudadanos, con temor que si el pueblo se tomase por fuerza, por ventura no les querrian dar ningun partido ni perdonallos: mas los soldados que tenian en su defensa, no tenian tanto cuydado de lo que podria despues suceder. Gastábase el tiempo, y el cerco se alargaba. En esto ciertos embaxadores que el Rey de Castilla antes enviara al Rey de Aragon para rogalle que le ayudase en esta guerra, y hiciese paces con él, vinieron á los reales, y en su compañía Bernardo de Cabrera, que en aquellos tiempos era tenido por varon sabio y grave: por esta causa el Rey de Aragon le sacó de su casa, en que con deseo de descansar se retirara, para la administracion de los nego

cios públicos. Asi por su consejo principalmente gobernaba el reyno, por donde de necesidad de muchos era envidiado. Con su venida, que fué en veinte y nueve de agosto, se hizo paz y alianza entre los Reyes con estas capitulaciones: que la Reyna Doña Leonor y sus hijos hobiesen pacífica y enteramente todo aquello que el Rey su marido y padre les mandó por su testamento: el Rey de Castilla, cumplido esto, no les daria ningun favor ni ayuda para que levantasen nuevas revueltas en Aragon. Hecha la paz, envió el Rey de Aragon quatrocientos ballesteros con diez galeras, cuyo capitan era Raymundo Villano. Doña Juana Reyna de Navarra, que despues de la muerte de su marido se quedó en Francia y vivió por espacio de cinco años, murió en la villa de Conflans puesta á la junta de los rios Oyse y Sequana, en seis de octubre: enterráronla en el monasterio de San Dionysio junto al sepulcro de su padre el Rey Luis Hutin. Fué esta señora de santísimas costumbres y dichosa en tener muchos hijos. Dexó por sucesor del reyno á Cárlos su hijo de edad de diez y siete años. Quedaronle otros dos menores, Don Philipo y Don Luis, el que hobo despues en dote el estado y señorío de Durazo: tuvo otrosí estas hijas, las infantas Juana, María, Blanca y Doña Inés, que con el tiempo casaron con grandes príncipes: la mayor con el señor de Ruan, la segunda con el Rey de Aragon, y con la tercera en el postrer matrimonio se casó Philipo de Valoes Rey de l Francia: la menor de todas fué casada con el conde de Fox. En esta sazon era virey de Navarra un caballero Francés llamado Mosen Juan de Conflens. Volvamos al cerco de Gibraltar. Los nuestros estaban con esperanza de entrar el pueblo, sino que las grandes fortificaciones y reparos que habian hecho los de dentro, la fortaleza de los muros les impedia que no le tomasen. Los Moros de Granada daban muchos rebatos en los reales, y paraban celadas á los nuestros, y cautivaban á los que se desmandaban del exército. Salian muchas veces los soldados de la ciudad á pelear, y hacíanse muchas escaramuzas y zalagardas. El cerco le tenian en este estado, quando una grande peste y mortandad que dió en el real de los fieles desbarató todos sus deseños: morian cada dia muchos, y faltaban; con esto la alegría que antes solian tener en los reales, toda se convirtió en tristeza y lloro, y descontento: tan grande es la

TOMO IV.

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inconstancia de las cosas. Don Juan de Lara y Don Hernando Manuel, que por muerte de su padre era señor de Villena, eran de parecer y instaban que se levantase el cerco y se fuesen, ca decian no ser la voluntad de Dios que se tomase aqueIla villa, y que por ser en mal tiempo del año, el perseverar en el cerco seria yerro perniciosísimo y mortal, especialmente que al cabo la necesidad los forzaria á que se fuesen que era locura estarse allí con la muerte al ojo sin ninguna esperanza de hacer cosa de provecho. Movíanle algo estas razones al Rey, mas con el deseo que tenia de salir con la demanda y ganar la villa que en su tiempo se perdiera, y con la esperanza que tenia concebida, y el ánimo grande por los buenos sucesos pa, sados, se animaba y proseguia el cerco. Decia que los valerosos y de grande corazon peleaban contra la fortuna y alcanzaban lo que pretendian, y los cobardes con el miedo perdian: las buenas esperanzas: que pues la muerte no se escusa, ¿donde mejor podia acabar que en este trance, y pretension un hombre criado desde niño en la guerra? y en qué empresa mejor podia hallar la muerte á un Rey Christiano, que quando procuraba ampliar y defender nuestra santa Fe y Cathólica Religion? Esta constancia, ó pertinacia del Rey fué mala, dañosa y desastrada. Alcanzóle la mala contagion: dióle una landre de que murió en veinte y seis de marzo del año de mil y tre1350. cientos y cinqüenta, el primero en que por constitucion del

Papa Clemente se ganó el Jubileo de cinquenta en cinqüenta años, que de antes se mandó ganar de ciento en ciento. Fué asimismo señalado este año por la muerte de Philipe Rey de Francia. Sucedióle su hijo Juan, Rey de sublime y generoso corazon, sin doblez ni alguna viciosa disimulación: tales eran sus virtudes; los grandes infortunics que á él y á su reyno acontecieron le hicieron de los mas memorables. Este fin tuvo Don Alonso Rey de Castilla, Undécimo deste nombre, muy fuera de sazon y antes de tiempo á los treinta y ocho años de su edad; si alcanzara mas larga vida, desarraygara de España las reliquias que en ella quedaban de los Moros. Pudiérase igualar con los mas señalados príncipes del mundo asi en la grandeza de sus hazañas, como por la diciplina militar y su prudencia aventajada en el gobierno, si no amancillara las demas virtudes, y las escureciera la incontinencia y soltura

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continuada por tanto tiempo. La aficion que tenia á la justícia y su celo, á las veces demasiado, le dió acerca del pueblo el renombre que tuvo de Justiciero. Por la muerte del Rey su gente se alzó á la hora del cerco. Llevaron su cuerpo á Sevilla, y allí le enterraron en la capilla Real. En tiempo del Rey Don Enrique su hijo le trasladaron á Córdoba, segun que él mismo lo dexó mandado en su testamento. Los Moros dado que los tenia él cercados, reverenciaban y alababan la virtud del muerto en tanto grado que decian no quedar en el mundo otro semejante en valor, y las demas virtudes que pertenecen á un gran Príncipe; y como quier que tenian á gran dicha verse libres del aprietò en que los tenia puestos, no acometieron á los que se partian, ni les quisieron hacer algun estorbo ni enojo. En este cerco no se halló el arzobispo Don Gil de Albornoz, por ventura por estar ausente de España; por lo menos se halla que al fin deste año á diez y ocho de diciembre le crió cardenal el Papa Clemente, que tenia bien conocidas sus partes desde el tiempo que fué á Francia á solicitar el subsidio ya dicho. Lorenzo de Padilla dice que esta fué la causa de renunciar el arzobispado por ser á la verdad incompatibles entonces aquellas dos dignidades; y que en su lugar fué puesto Don Gonzalo el Quarto, deudo suyo, de la casa, apellido y nombre de los Carrillos. Otros quieren que el sucesor de Don Gil se llamó Don Gonzalo de Aguilar, obispo que fué primero de Cuenca. A la verdad como quier que se llamase, su pontificado fué breve, ca gobernó la iglesia de Toledo como tres años y no1 mas: fué prelado de prendas y de valor.

Capítulo xvi.

Como mataron á Dofia Leonor de Guzman.

SIGUIERONSE en Castilla bravos torbellinos, furiosas tempestades, varios acaecimientos, crueles y sangrientas guerras,’ engaños, trayciones, destierros, muertes sin número y sin cuento, muchos grandes señores violentamente muertos, muchas guerras civiles, ningun cuydado de las cosas sagradas ni profanas todos estos desórdenes, si por culpa del nuevo Rey,

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