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reyno á su voluntad, se partió de Sevilla, y se fuẻ á Castilla la Vieja con ánimo de levantar la tierra; lò que podia él bien hacer por tener en aquella provincia grande señorío. Andaban ya estos enojos para venir á rompimiento quando los atajó la muerte que brevemente sobrevino en Búrgos á Don Juan de Lara en veinte y ocho de noviembre: su cuerpo sepultaron en la misma ciudad en el monasterio del Señor San Pablo de la órden de los Predicadores: dexó de dos años á su hijo Don Nuño de Lara. Murió casi juntamente con él su cuñado Don Fernando Manuel, y quedó dél una hija llamada Doña Blanca. Dió mucho contento la muerte destos señores á Don Alonso de Alburquerque, que deseaba acrecentar su poder con los infor tunios de los otros, y quitados de por medio sus émulos, pensaba á sus solas reynar, y en nombre del Rey gozarse él del reyno sin ningun otro cuydado. Sabidas por el Rey estas muertes, partió de Sevilla por estar cierto que se podria con la presteza apoderar de sus estados. No fué este camino sin sangre, antes en muchos lugares dexó rastros y demostraciones de una condicion áspera y cruel. Vino su hermano Don Fadrique á la villa de Ellerena, do el Rey habia llegado: recibióle con buen semblante, mas por lo que sucedió despues, se echó de ver que tenia otro en su pecho, y que su rostro y palabras eran dobladas y engañosas. Mandó en el mismo tiempo á Alonso de Olmedo que matase á su madre Doña Leonor de Guzman en Talavera, villa del reyno de Toledo don de la tenian presa; que fué un mal anuncio del nuevo reynado, cuyos principios eran tan desbaratados. ¿En un delito quántos y quán graves pecados se encierran? Qué le valió el favor pasado? de qué provecho le fué un Rey tan amigo? de qué tanta muchedumbre de hijos? todo lo desbarató la condicion fiera y atroz del nuevo Rey; bien que por su poca edad, toda la culpa y odio desta cruel maldad cargó sobre la Reyna su madre, que se quiso vengar del largo enojo y pesar del amancebamiento del Rey con la muerte de su combleza. Dende este tiempo porque esta villa era del señorío de la Reyna, se llamó vulgarmente Talavera de la Reyna. En Búrgos dentro del palacio Real, sin que le pudiesen defender los que le acompañaban, ca los prendieron, por mandado del Rey fué preso y muerto Garci Lasso de la Vega: el mayor cargo y delito gravísimo era la aficion que te

nia á Don Juan de Lara. Era Garci Lasso adelantado de Castilla, sucedióle en este cargo García Manrique. Consultóse como el Rey habria en su poder al niño Don Nuño de Lara señor de Vizcaya. Prevínolo Doña Mencía, una principal señora que le tenia en guarda, que le escapó de la ira y avaricia del Rey; ca huyó con él á Vizcaya con esperanza de poder resistirle con la fidelidad de los Vizcaynos. La resolucion del Rey era tan grande que fué en su seguimiento, y estuvo muy cerca de cogerlos; y como quier que en fin no los pudiese alcanzar, se determinó de apoderarse con las armas de todo su señorío, que fué mas fácil por la muerte del niño que avino dentro de pocos dias, y con apoderarse de Doña Juana y Doña Isabel sus hermanas: con esto incorporó en la corona Real á Vizcaya, Lerma, Lara y otras villas y castillos. Esto pasaba en el año de 1351. nuestra salvacion de mil y trecientos y cinqüenta y uno, quando en Aragon todo era fiestas, regocijos y parabienes por el nacimiento del infante Don Juan, con que fenecieron todas las contiendas que resultaran sobre aquella sucesion, que mucho tiempo trabaxaron aquel reyno. Encargó el Rey de Aragon la crianza de su hijo y le dió por ayo á Bernardo de Cabrera varon de conocida virtud y prudencia. Dió otrosí luego el Rey al Infante el estado de Girona con título de duque. De aquí tuvo orígen lo que despues quedó por costumbre, que al hijo mayor de los Reyes de Aragon se le diese ese título y este estado á imitacion de los Reyes de Francia, á quien pocos años antes Humberto delphin vendió por cierto precio su delphinado debaxo de condicion que los hijos mayores de los Reyes de Francia le poseyesen con título de delphines, y truxesen las armas de aquel estado. Y él con raro exemplo de santidad, tomado el hábito de los Predicadores, trocó el señorío temporal por el estado monástico, y la vida de Príncipe por otra mejor y mas bienaventurada. Los Reyes de Castilla y de Aragon en un mismo tiempo procuraban cada qual aliarse con el Rey Cárlos de Navarra, que el año antes se coronó en la ciudad de Pamplona: pensaban que el que primero se confederase con él, y le tuviese de su parte, esforzaba y aventajaba su partido. Los que mejor sentian de las cosas, tenian por cierto que amenazaban de muy cerca grandes tempestades y revoluciones de guerra, y que era acertado prevenirse; en particular Don Fer

nando marqués de Tortosa buscaba ayudas, y hacia muchos apercebimientos de guerra para acometer la frontera de Aragon. Parecióle al Navarro de entretener los dos Reyes con buenas esperanzas y muestras de amistad con entrambos, dado que por ruego del Rey de Castilla vino á Búrgos con su hermano Don Philipe á verse con él. Entre estos Reyes mozos hobo contienda de gala, liberalidad y cortesía. La conformidad de la edad y semejanza de condiciones los hizo muy amigos. A la verdad á este Rey Cárlos unos le llamaron el Malo, y otros le dieron renombre de Cruel. La ocasion, que en el principio de su reynado castigó con mas rigor del que era justo, un alboroto popular que se levantó en su reyno. Como fueron los principios, tales los medios y los remates: los excesos de los Príncipes castiga la libertad de la lengua, de que no pueden ellos enseñorearse como de los cuerpos. Gastados algunos dias en Burgos en fiestas, juegos y banquetes, que era lo que pedia la edad de los Reyes, el de Castilla se fué á Valladolid para tener córtes en aquella villa, y el Rey Cárlos se volvió á Pamplona. De allí, dado que hobo órden en las cosas, con deseo de tornarse á Francia su natural y patria, se fué primero á Momblanco pueblo de Aragon por hacer placer al Rey de Aragon en verle, ca deseaba mucho que se hablasen : platicáronse asimismo dos matrimonios, uno del Rey Cárlos con la hermana del Rey de Sicilia, otro de Doña Blanca, viuda de Philipo Rey de Francia y hermana del mismo Cárlos, con el Rey de Castilla escusóse él de entrambos; decia ser costumbre de Francia que no se casasen segunda vez las Reynas viudas aunque quedasen mozas, y que él aun no tenia años y edad para tomar muger. Esto era lo público : de secreto pretendia y esperaba casar con Juana hija del Rey de Francia, partido que venia mejor á las cosas de Navarra por la grandeza del señorío, no inferior al de un Rey, que de su herencia paterna este Príncipe tenia en el reyno de Francia.

Capítulo XVII.

Del casamiento del Rey Don Pedro.

EN las cortes de Valladolid se trataron entre otras cosas de menor importancia dos graves y de mucho momento. En Castilla la vieja algunos pueblos tenian costumbre de tiempo in. memorial de á su voluntad mudar los señores que quisiesen: unos dellos podian elegir señor entre toda la gente al que les pareciese les venia mas á cuento, otros pueblos le escogian de un particular y señalado linage: los únos y los otros por esta razon se decian Behetrias, que parece Behetria quiere decir buena compañía y hermandad, de HETÆRIA, que en griego quiere decir compañía, y es como decir gobierno popular con igualdad y como entre hermanos; por donde las cosas en ellos andaban muy revueltas y confusas, de que se tomaba una disoluta licencia para que se cometiesen grandes maldades. Alon so de Alburquerque procuró con todas sus fuerzas que el Rey diese á estos pueblos ciertos señores, y les quitase la libertad de poderlos ellos nombrar: cosa que él deseaba ó por el bien público ó por su particular interés, que como era de los grandes el mas favorecido del Rey, tenia esperanza que le haria merced de la mayor parte de aquellos pueblos. Contradecian esto Juan de Sandoval y otros ricos hombres y principales que en aquella tierra tenian su naturaleza, y otros respetos é intereses particulares. Decian que era gran sinrazon quitar á estos pueblos la libertad que de sus antepasados tenian heredada: en fin estos intentos no tuvieron efecto. Tratóse luego de ca. sar al Rey Don Vasco obispo de Palencia chânciller mayor del Rey, y Don Alonso de Alburquerque persuadieron á su madre la Reyna que le quisiese casar en Francia, y que esto fuese luego que á los mancebos ninguna cosa les para mayor peligro que los propios gustos y deleytes de que están rodeados, demas que tambien importaba mucho que el Rey se casase porque tuviese hijos que le sucediesen en el reyno. Para este efecto Don Juan de Roelas obispo de Burgos, y Alvar García de Albornoz caballero de Cuenca se partieron por embaxado

res á Francia pára que de seis hijas que tenia Pedro duque de Borbon, poderoso y nobilísimo Príncipe de la sangre Real de Francia, pidiesen una dellas, la que les pareciese que era la mas á propósito y mas digna de ser muger del Rey. Vino en ello el Duque su padre, mostróles las hijas, escogieron á Doña Blanca, con quien luego por poderes del Rey se hicieron los desposorios. Parecia esta señora dichosa por las raras dotes de alma y cuerpo con que el cielo y naturaleza á porfía la enriquecieron y adornaron; pero fué desdichada con este matrimonio, que era lo que se esperaba seria el colmo de su felicidad: asi la fortuna ó alguna causa oculta se burla de las humanas esperanzas, y hace juego de nos y de todo aquello que estimamos. Don Enrique, conde de Trastamara, de las Asturias, donde se huyó despues de las muertes de su madre y de Garci Lasso, se pasó á Portugal desconfiado de la voluntad del Rey, y por no ser tan poderoso que le pudiese resistir. El Rey de Portugal movido de la lástima de Don Enrique y con miedo del peligro que corria el Rey Don Pedro por el odio y enojo que el reyno con él tenia, parecíale que le tocaba á él mirar por su persona, pues era su nieto hijo de su hija: rogóle se viesen en Ciudad-Rodrigo; en aquellas vistas alcanzó dél que restituyese y perdonase á Don Enrique. En tanta confusion y diversidad de voluntades y tantos enojos no era posible que hobiese quietud, ni las cosas podian estar sosegadas. En el principio del año de mil y trecientos y cinquenta y dos se empezaron á mover 1352. discordias civiles en el Andalucía y en las Asturias y en tierra de Murcia. Don Alonso Fernandez Coronel, muy rico y de grande autoridad entre los ricos hombres del Andalucía, poseia á Aguilar por merced del Rey; sobre el qual pueblo tuvo antes mucho tiempo pleyto con Bernardo de Cabrera. Recelábase del Rey porque quando estuvo enfermo en Sevilla, se dexó decir que le debia suceder en el reyno Don Juan de Lara, cosa de que el Rey tomó con él grande enojo. Confiado pues este caballero en la fortaleza de su villa de Aguilar fortificó y basteció las otras villas y castillos de su estado, y procuró de aliarse con muchos grandes. Hizo gente de guerra, y pidió á algunos Príncipes de fuera del reyno que le ayudasen, en particular para este efecto envió á tierra de Moros á su yerno Don Juan de la Cerda hijo de Don Luis: no le quiso favorecer el Rey de

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