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Juego por el mes de febrero: combatiéronla sus gentes con mantas, torres y con todo 'género de máquinas militares. El Rey se detuvo algunos dias en Castilla la vieja para apaciguar algunos alborotos de gente sediciosa ; pero envió delante á Jofre Tenorio almirante de la mar, y á los maestres de las órdenes militares para que por tierra socorriesen á los cercados; desigual exército contra tan grandes fuerzas como eran las de Moros. Padecian grande falta de mantenimientos en la villa por culpa y negligencia de su alcayde Vasco Perez, que por hacer de la guerra grangería no la tenia apercebida de almacen y municiones, ni de soldados. Por otra parte el Rey de Granada hizo entrada en tierra de Córdoba, grandes robos y quemas en los campos : tomó á Cabra, derribóle el castillo, y llevó cautivos todos sus moradores por traycion del alcayde que llamó á los Moros, y los metió dentro la villa y les entregó el castillo. Gibraltar despues de padecidos grandes trabaxos, y perdida la esperanza de poderse defender, en el mes de junio se dió á partido, salvas la libertad y vidas de los soldados y de los vecinos. El alcayde Vasco Perez por acusarle su conciencia de la maldad cometida, y temer la indignacion del Rey y el odio del reyno, se pasó en Africa. Esta pérdida causó de presente grande dolor y puso para lo de adelante grandísimo miedo, por acordarse que la general pérdida y destruicion que los Moros hicieron en España, comenzó y tuvo principio por aquella parte. El Rey de Castilla pareciéndole que dexaba sosegados los sediciosos, hechos por todo el reyno grandes llamamientos y juntas de gente de guerra, y puesto en órden un buen exército, en lo recio del estío vino á Sevilla, tarde y sin ningun provecho para el socorro de Gibraltar que ya halló en poder de Moros. Diéronle esta nueva de la pérdida de Gibraltar en Xerez: todavía con esperanza de recobrarla antes que los Moros la fortificasen y municionasen, con grande presteza fué sobre ella. Hallóse en esta jornada Don Jayine de Exerica con algunas compañías de Aragoneses. Cerca del pueblo con varios sucesos se escaramuzó muchas veces, la batalla campal ambas partes la esquivaban. Abomelique no se descuyaba, ni se ensoberbecía con la victoria: el Rey tenia esperanza de volver á ganar á Gibraltar. Desbarató sus intentos la falta de bastimentos que se comenzó á sentir en los reales, porque aunque se traia

continuamente gran copia dellos por el mar,

la gran muchedumbre de gente brevemente los consumia. Por esta mengua muchos soldados desamparaban el real, y caian en manos de Abomelique, que tenia puestas celadas en los lugares que para esto eran mas cercanos y á propósito. Puso en esto tanta vigilancia y cuydado, que cautivó muchos soldados, y en tan gran número que con gran deshonra y mengua del nombre christiano se dice que se vendia un cautivo por una dobla de oro. Acudió el Rey de Granada, con cuya venida Abomelique, y por ver nuestro exército disminuido y sus fuerzas quebrantadas, cobrado nuevo esfuerzo y ánimo se determinó de presentar al Rey la batalla con esta resolucion sacó todo el exército tres veces en campaña. Al Rey de Castilla le pareció que era el mejor consejo el mas seguro, ca fuera temeridad con vana esperanza de un buen suceso arriscar el todo y ponerlo á la temeridad de la fortuna y trance de una batalla. Los mas cuerdos y prudentes juzgaban asimismo que si tomaban á Gibraltar, que era á lo que allí eran venidos, todo lo demas se haria bien : á esta causa se resolvió de escusar la batalla. Cerraron pues todos los reales con un foso y albarrada por estorbar los rebatos de los enemigos: tiróse este foso dende el mar haciendo un cierto seno y vuelta, y yéndose encorvando conforme á la disposicion de los lugares, de manera que con la otra punta del arco tocaba en la otra ribera. Estas dos cosas interpretaban y creian los enemigos que se hacian de miedo con que les creció el ánimo, y concibieron grande esperanza de la victoria. Mientras esto aquí pasaba, Don Juan Manuel y Don Juan Nuñez de Lara y sus amigos, puesta confederacion con el Rey de Aragon, hacian gravísimos daños en la raya de Castilla. Habíaseles juntado Don Juan de Haro señor de los Cameros, caballero rico, poderoso y de muchos vasallos: así de la parte que debian venir socorros y gente, de allí resultó daño gravisimo. Por esto á pedimento de los Moros les concedió el Rey treguas por término de quatro años, á tal empero que todavía el Rey de Granada pechase y acudiese con las parias que solia: con tanto se quedó Gibraltar por los Moros no sin grande nota y menoscabo de la magestad Real. El Rey que consideraba prudentemente el peligro, juzgó aquellos partidos por honrados que eran mas conformes al tiempo y aprieto en que se halla

ban las cosas, sin hacer caso de las murmuraciones del vulgo, ni de la que llama honra la gente menos considerada.

Capítulo m.

De las muertes de algunos Principes.

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HECHAS las treguas, los Reyes de Castilla y de Granada se hablaron, y en señal de amistad comieron á una mesa: hiciéronse asimismo á porfía ricos presentes, y diéronse el uno al otro joyas y paños de gran valor: cortés contienda y liberalidad en que el Moro quedó vencido, camino por do se le ocasionó su perdicion y ruina, El Rey de Castilla se volvió á Sevilla, salva y entera la fama de su valor, no obstante los malos sucesos que tuvo. Abomelique se partió para Algecira, y el Rey dẹ Granada caminó á Málaga con deseo de ver aquella ciudad. Allí Jos hijos de Ozmin (que á todas estas cosas se hallaron presentes) se conjuraron de matarle. Abominaban y blasfemaban dél: cargábanle que con la familiaridad y trato que tenia con los Christianos, á sí mismo y á su nacion y secta deshonraba. Acaso traià puesta una ropa que le dió el Rey de Castilla: esto les encendió mas el enojo y saña que contra él tenian, y les dió mayor ocasion de calumniarle. Andaba con el Rey un cierto Moro llamado Alhamar, de la sangre y alcuña de los primeros Reyes de Granada, mas noble que señalado ni de grande cuenta. A este tentaron primero los hijos de Ozmin, y le persuadieron que se vengase de la notoria injuria y agravio que se le -hacia en tenerle usurpado el reyno que de derecho le venia; y que castigase el grande desacato que contra su secta se cometia. Concertada la traycion," estando el Rey muy seguro y descuydado della, le mataron á puñaladas en veinte y cinco dias del mes de agosto. Reduan, que á este tiempo era el caballero de mas autoridad, y que habia sido alcay de y justicia mayor de Granada, á la sazon ausente, no supo cosa alguna ni fué en esta cruel traycion. Este procuró que un hermano del muerto, que se llamaba Juzeph Bulhagix, fuese alzado por Rey de Granada, como lo hizo: cosa soberbia y muy odiosa dar el reyno de su mano, mayormente dexando sin él á Ferrachên

hermano mayor del Rey muerto. Desta manera andaban las cosas revueltas entre los Moros. Pasáronse al nuevo Rey los de Aguilar Don Gonzalo y Don Fernando hermanos, señores de Montilla y da Aguilar, caballeros poderosos en el Andalucía. Estaban estos caballeros (aunque no se sabe la causa) desavenidos y mal enojados con su Rey. Empezáronse á hacer robos y entradas en las rayas de los reynos, con que se rompieron las treguas que poco antes se concertaron. El Rey de Castilla se detuvo en Sevilla mas tiempo del que se pensó, y aun del que él quisiera: esperaba en qué pararian estos movimientos. Pasaran mas adelante los daños, y aun revolvieran guerra formada contra los Christianos, si Abomelique no fuera llamado de su padre, y le mandara volver á Africa para que le sirviese en la guerra de Tremecen. Con su partida se volvieron á tratar treguas con el nuevo Rey de Granada. Y en el principio del año de mil y trecientos y treinta y quatro se con. 1334. cluyeron y asentaron por otros quatro años, sin que el Rey de Granada quedase obligado á pechar las parias y tributo que cada año solia: tanto era el deseo que tenia el Rey de quedar libre para castigar los sediciosos y alborotados. En este tiempo de un parto de Doña Leonor de Guzman le nacieron al Rey dos hijos, Don Enrique y Don Fadrique, bien nombrados adelante. Primero pasó el invierno que el Rey pudiese desembarazarse de la Andalucía. A la primavera vino á Castilla, y fué á Segovia y de allí á Valladolid. Los grandes que estaban re beldes, como no eran tan poderosos que pudiesen hacer guerra sino correrías y robos, comenzaron á ser molestados haciéndoseles daños y entradas en sus tierras, con que en el señorío de Lara fueron muchas villas tomadas por el Rey, como Ventosa, Bustos, Herrera; y lo demas que en tierra de Vizcaya tenian aquellos señores, y no estaba acabado de allanar, se recibió á merced debaxo del amparo Real. En una junta que se hizo en Guernica debaxo de un antiquísimo árbol á la usan za de Vizcainos, fué el Rey en persona jurado y le prometie ron fidelidad: algunas fuerzas y castillos quedaron todavía en aquella tierra por los de Lara, que no se quisieron dar al Rey, confiados mas en ser inexpugnables por el sitio y naturaleza de los lugares, que en otra cosa alguna. Don Juan de Haro en su villa de Agoncillo por mandado del Rey fué degollado, y

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toda su tierra como de rebelde confiscada. La villa de los Cameros dexó á sus hermanos Don Alvaro y Don Alonso, porque del todo no pereciese el señorío y el nombre de esta ilustrísima casa. El alcayde del castillo de Iscar confiado en su fortaleza, y porque la tenia bien bastecida, cerró las puertas al Rey, por lo qual siendo preso, le fué cortada la cabeza: aviso con que se entendió que ningun juramento, ni homenage hecho á los señores particulares escusa los desacatos que contra los Reyes se cometen. Por estos mismos dias en los postreros del mes de agosto parió la Reyna en Burgos un hijo que se llamó Don Pedro, que por muerte de Don Fernando su hermano por triste y desdichada suerte suya y de Castilla sucedió en fin en el reyno. 'De Doña Leonor nació al Rey otro hijo llamado eso mismo Don Fernando. En Aragon murieron dos hermanos de aquel Rey uno en pos de otro. Don Jayme maestre de Montesa murió en Tarragona, donde antes renunció el derecho del reyno; Don Juan arzobispo de Tarragona en un lugar de tierra de Zaragoza que llaman Povo, á los diez y ocho de agosto: enterraron su cuerpo en la iglesia de Tarragona dentro de la reja del altar mayor. Iba á verse con el Rey su hermano. Sucedióle en el arzobispado Arnaldo Cascomes obispo que era de Lérida. El Rey de Aragon aunque se hallaba en lo bueno de su edad, por sus continuas indisposiciones que le sobrevinieron, luego que se volvió á casar, alzó la mano no solamente de las cosas de la guerra sino tambien del gobierno del reyno, lo qual todo encargó á Don Pedro su hijo mayor. La Reyna Doña Leonor (como aquella que mandaba al Rey) con sus continuos é importunos ruegos alcanzó dél que diese á sus hijos Don Fernando y Don Juan algunas villas y ciudades, entre las demas fueron Orihuela, Albarracin y Monviedro: recebia en esto notable agravio y perjuicio el Infante Don Pedro, ca le disminuian y acortaban un reyno que de suyo no era muy grande. Acusábanle al Rey un juramento que los años pasados hizo en Daroca, en que se obligó y estableció por ley perpetua que no enagenaria cosa de la corona Real. Murmurábase en el reyno este hecho: rugíase que el Rey no tenia valor, y se dexaba engañar de las caricias y mañas de la Reyna que le tenia como enhechizado. Desta ocasion entre la madrastra y el alnado resultó un mortal odio, de que se si

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