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hållanse voces recibidas del godo, del aventurero germánico, del vascuence (de éste muy pocas) y del griego, si bien la mayor parte del caudal de esta especie nuestro, procede de los estudios clásicos del siglo xvi. El idioma del Lacio fué, pues, el núcleo principal del que, áspero, enérgico y vigoroso, como hablado por guerreros; sencillo y vago, como hablado por gente de una candidez adorable y de una inexperiencia sin limites; á pesar de los desdenes, del obstinado en detener el sol de las letras eclesiásticas ya en su ocaso, adquiere la púrpura del arte y logra por fin ahuyentar aquella sombra, que en las chancillerías y entre los semidoctos, se llamaba latin, con cuyo nombre recibía un homenaje parecido, al tributado á Inés de Castro después de muerta. La que Amador de los Ríos llama corrompida jerga, concluyó en el reinado del santo monarca, que hizo ondear el pendón de la Cruz, en los adarves de Sevilla. San Fernando, convencido de que crea vínculos y estrecha lazos la unidad del idioma, y que sólo ésta podría conducir á la del derecho, hizo oficial la lengua del vulgo, convertida ya en literaria y aceptada por los cancilleres de Alfonso VI. El barbaro latin de la curia quedó reservado para los documentos eclesiásticos; y para todos los demás empleóse el lenguaje vulgar. Este empezó á desarrollarse con la precocidad, revelada en la traducción del Fuero Juzgo de aquel tiempo. Alfonso X, que vino en pos del rápido conquistador de las ciudades andaluzas continuando la obra de su padre, lo trocó en idioma culto de las ciencias heredadas de la Iglesia, aprendidas del árabe y del judío; y lo enriqueció con las voces y fórmulas científicas de los sabios y naturalistas que le rodeaban, enderezándolas por si, según nos dice en el li bro de la Esphera, el monarca que tan respetuoso fué con la lengua nacional castellana, y tan considerado con la de la Religión, en las Partidas.

Hemos llegado á la cumbre hermosa del siglo XIII. Ved el habla de Castilla caracterizado ya, por la propiedad enérgica, la sencillez, la gracia, la majestad y la fuerza (1); vedle tan apto para la historia, como para la filosofía, para describir como para enseñar, y con el carácter simbólico y didáctico que distingue, uno de los ciclos de nuestra historia literaria. He aquí la multitud de elementos, que fueron dando vida á los romances y creando la lengua española; la que, constituída bajo seguros cánones, mereció que Marineo Siculo la saludase, en el siglo xv, como la más ele

(1) Nebrija.

gante y fecunda, y Hernando de Herrera, como la más recatada, la más casta, la más culta, la más admirable de las modernas.

Bainouard, en su Gramática comparada, ha estudiado las vicisitudes del latín, en varios idiomas del mediodía y afirma, que habiéndose mezclado á los dialectos bárbaros, produjo una lengua universal, que usóse en todas las comarcas, en que el Lacio había dominado, y que duró, hasta el año mil; que de impreviso, sin causas visibles, debió alterarse, dividirse y dar vida al francés, al catalán, etc.; conservándose tan sólo casi inmaculada en Provenza. Tan errónea doctrina, victoriosamente la ha refutado Puimaigre. El P. Sarmiento calcula, que de cien palabras españolas, sesenta son latinas, diez griegas, diez góticas, diez árabes, y que las demás pertenecen á los idiomas de las Indias Orientales y Occidentales ó al dialecto de los Gitanos. El cálculo no parece exacto, pues el legado de la árabe al castellano, fué mayor que el de la goda y también su influencia, en la formación de él.

El autor de Antigüedad y Universalidad del Vascuence en España, afirma que de las 13.365 palabras radicales en nuestro idioma del primitivo Diccionario de la Academia son, 555 arábigas, 973 griegas, latinas 5.385, hebreas 90, vascongadas 1.951, de origen desconocido 2.786, y que las demás, salvo un pequeño grupo, las formó por sí mismo y de sus propias raíces, el habla inmortal de Quevedo y Saavedra Fajardo.

El P. Burriel sostiene, que la octava parte de nuestro lenguaje en la Edad Media es arábiga y que la infiuencia de este nombre duró, aun en el período decadente del muslim; de cuya influencia, son vestigios, las inscripciones de las monedas de los Alfonsos VI y VIII, el privilegio otorgado por Fernando IV á los religiosos de Toledo y escrito con caracteres árabes, y la arquitectura mudéjar. Renuncio á depurar el contenido de estas aseveraciones; y fijándome en el romance, que si es inferior al latín en palabras, frases y giros, y por su carencia de voz pasiva, y menos maraviIloso, por la pérdida del hipérbaton, en cambio su alfabeto es más rico que el de Roma, su cláusula, expresiva de las ideas abstractas, tiene una claridad admirable, posee la y griega y una acentuación que pone en el lenguaje una armonía y una variedad sin límites...; fijándome, repito, en el romance, cuyas calidades ha apuntado Vargas Ponce con gallarda pluma; adviértense en él, sinnúmero de palabras que proceden de la lengua de Cicerón y Ovidio y que las hay celtas, godas, algunas que quizás pertenecen á idio

mas perdidos, aumentativos, pronombres y tiempos de conjugación que nos recuerdan el sanscrit y quién sabe si algo más, que descubrirá nuestro siglo. Las indagaciones lingüisticas se verifican hoy en la esfera más amplia, con un espiritu crítico y filosófico los más exquisitos y la razón de ser de fenómenos, misteriosos antes, es conocida. Asi es que tan arqueológicas, como la opinion de que el éuskaro hablóse en la torre de Babel y que el celta es una lengua primitiva, de cuyas entrañas han salido las europeas; se juzga la teoría de Raynouard y la del traductor del Poema del Cid (1), que sostiene es el castellano, hijo del francés.

La luz ha sustituido á las tinieblas, en la filología:-el lenguaje de Castilla es oriundo del Oriente, aunque su genio no sea semítico, y palabras tiene de este sabor, en no escaso número. Las razones de este hecho, no hay para qué repetirlas. Deben completarse, sin embargo, con una indicación.

Circula por el cuerpo de nuestro idioma, sangre de la sangre del Lacio. Ahora bien, el sánscrito trasmitió terminaciones al latín; y son muchas las voces que, como juvenis y mortuus, se derivan de aquél. Esto de un lado, y de otro la estrechísima relación que guardan las neo-latinas con la de Valmiki, inducen á lo aseverado, respecto al linaje del idioma, en que están escritos el Canto del Cosaco, el Rey Monje, la Ultima lamentación de Byron de Núñez de Arce, los Pequeños Poemas de Campoamor, el San Francisco de Castelar ó las páginas en que Larra y Mesonero Romanos dieron á la prosa, su castiza hermosura.

De este largo viaje, con rumbo á los origines del habla inmortal del Romancero y el Quijote, dedúcese que las palabras, que acopió Borao, por proceder de las fuentes que dieron carácter al castellano, son asimilables por él. Y son además propias, concisas y aun irreemplazables, si se han de traducir ciertos conceptos. En ellas como en las creaciones jurídicas de Aragón, hállase objetivado nuestro propio sér, tanto, que voz hay en este DICCIONARIO, en la que es clara la grave vis satirica que ha caracterizado siempre, á los ingenios de la patria de Marcial y los Argensolas. Yo creo que de igual suerte, que ha amanecido ya el día de que el expansivo código aragonés y el castellano se abracen, al pie del árbol de la libertad civil, y de que el standum est charte que informa el derecho foral entre, à guisa de triunfador en tierras de las Partidas; yo creo que de igual

(1) Damas-Hinard.

suerte que ha amanecido el dia, de que todo lo que del monumento de D. Vidal de Canellas resista el troquel de las nuevas ideas, debe ser erigido en ley; es llegada la hora de que reciba el Diccionario, vocablos de la indole de los contenidos en éste. Porque ni la unidad del derecho, ni la unidad del lenguaje, se forman con soberbias imposiciones y sobre los escombros de los códigos é idiomas provinciales. Ni la unidad del derecho, ni la unidad del lenguaje se forman, recogiendo, sin sentido de justicia, lo que agrade, ó herborizando caprichosamente en la Jurisprudencia, en el Parnaso, en el mundo de su constitución interna, de esta y de aquella comarca.-Y si la unidad del derecho nacional no existe hoy, lo propio acontece con la del idioma. La obra inaugurada con las nupcias de los Reyes Católicos, está sin terminar:-la cúpula, con que sólo el amor puede coronarla, tiene que ser construída, con un código y una lengua, que sean verdaderamente españoles. A empresa tan gallarda, consagró Borao la hermosa centella de su talento y recogió un gran caudal de vocablos; primores que nunca debió haber abandonado Castilla. El insigne escritor no quiso que se perdiesen, como en otro tiempo la libertad politica y los venerandos fueros, palabras expresivas, de la indole, de la vitalidad, de la originalidad, de las características aragonesas, que en el siglo xv injertáronse en la indole, vitalidad, originalidad y características castellanas; siquier aquella conjunción no esté tan acabada, como la que tiene sus símbolos, en la madonna de Rafael ó en el Moisés de Miguel Angel. Merece pues bien de la patria, el autor de este DICCIONARIO, cuyas voces, todas son netamente aragonesas, por ser Aragón su país natal y donde han estado en uso, siempre.

Su legitimidad acreditanla, los titulos de la más docta procedencia y los labios del pueblo; el cual, si con su legislación consignada en hechos y sus costumbres, es interesante factor, para reconstruir la vida del pasado, penetrando en lo más íntimo de su sér, lo es para reconstruir la literatura, con sus poesías y leyendas no escritas y para conservar la hermosura y abundancia del idioma, con sus palabras plebeyas, incorrectísimas á veces; que él es el mejor maestro de lengua, según Platón y por haberlo creído así Malherbe y Lafontaine, muchos plácemes debe darse el habla de Balzac y Lamartine. Que las voces de este DICCIONARIO, pueden ser, no ya adquiridas por aluvión, sino reconocidas como españolas, en el de la patria, pues no están desacordes en su carácter, con el carácter de la lengua de Castilla, lo dicen las derivaciones de aquéllas. En sus pági

nas las hay, de raza helénica, v. gr., pantasma, y las hay como bonavero y cisterno, que no sólo arrancan directamente del Lacio, sino que conservan la estructura latina.

Por las razones que Borao nos da, las hay árabes; por ejemplo, alfarda y algorin: las hay catalanas, provenzales y aragonesas puras:-ahí está suplicaciones, entre otras..... Provenzales!... Provenza!... Grande entusiasmo me inspira la tierra de floridos campos, azules cielos, plácidos mares y esplendorosa luz, que Emilio Alfaro canta en su Lira rota; é inspírame grande entusiasmo, pues posee Venus, como la hechicera de Arlés; circos como el de Nimes; trae á la memoria, en sus ciudades, escuelas rabínicas, sabios ó cortes de amor, de imperecedero renombre; y recréanos la fantasía, ora con sus ciclópeas rocas, tan queridas del Dante, ora en el Vantur, en el que cada violeta recuérdanos un suspiro, del que tejió las mantillas de la lírica, con los hermosos cabellos de Laura.

Si; á mi me encanta la Provenza con su historia, tan poética en el ciclo religioso ó en el carlovingio, como en el caballeresco y en el asiático; con su literatura, que tiene su monumento más vetusto en una versión de Boecio; con sus mercados, sus Puys y sus galantes fiestas; con sus canciones, sus serenas y sus baladas, sus rondeles y discordes, sus sextinas, sus cuentos, sus pastorelas, sus serventesios: me embelesa el paraíso, en el que, el laúd sonó en el campo de batalla, en la enramada de los laureles, en sitios, cual los parques enloquecedores de la Reôle y ornó las mágicas estancias de los castillos y las celdas de los monasterios: me atrae la comarca dichosa en que la poesía, la música y el canto, han vivido siempre unidos, de tal modo, que ser trovador, significa en ella, el ser sacerdote de las tres artes: y estos hechizos que para mí tiene la noble patria, en que el racimo de moscatel de Bauma endulza y refresca el labio de Mistral, obran con la misma simpatía, en todos los corazones aragoneses; que en el país de los Pedros, es herencia forzosa el cariño al de los Marcabrú, desde que le dimos la vida de aquel héroe, flor de los reyes, grano de buena espiga, espejo de cortesia, esplendor y adorno del mundo; en las cuerdas rotas de cuya ensangrentada harpa, quedaron cortadas, al serlo las suyas, las fibras de la libertad, donde cantaron la fe, la patria y el amor, labios que destilaban miel más dulce, que la miel del Hibla.

Amador de los Ríos, en el terreno de la historia y del arte y dentro la órbita de la filosoffa, ha probado, que no es la literatura castellana hija de la provenzal, ni menos antigua; y que aun reconocida la identidad de orígenes en la latino

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