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de que dió el nombre de Santa Marta á toda la vasta provincia de su gobierno en recuerdo de la población gallega Santa Marta de Ortigueira, donde radicaba el solar de su ascendencia (264). A pesar de esta coincidencia de nombres, no recuerda el de la provincia de Tierra Firme el origen de la familia Lugo. Santa Marta, puerto elegido por los españoles, juntamente con Panamá, para escala en las primeras conquistas, existía como población cuando llegó Pedro Fernández de Lugo en 1536. El lugar fué descubierto por Cristóbal Colón, en su cuarto viaje, y poblado en 1525 por Rodrigo Bastidas, de Sevilla, que obtuvo el adelantamiento desde el cabo de la Vela hasta el río Grande de la Magdalena en 1521 (265), dándole tal nombre por tomar el puerto con su expedición el 27 de julio, día de Santa Marta (266).

Entre los conquistadores canarios del Nuevo Mundo, cita D. Domingo Denis, correspondiente que fué de esta Academia (267) á Juan de Santa Cruz, teniente de adelantado de D. Pedro y gobernador de Cartagena de Indias, que dió nombre á Santa Cruz de Mompox (268), y á D. Miguel y D. Alonso López, hijos de Lope Daya Gallego, conquistador de Tenerife, que tomaron parte en la conquista del Río de la Plata, según Viera (269), con Pedro Benítez y Francisco Benítez.

El tercer adelantado de Canarias D. Alonso Luis de Lugo, hijo de D. Pedro y su sucesor en el gobierno de la provincia de Santa Marta, según la capitulación hecha con el Emperador, si no heredó las dotes de noble desinterés de su padre (270), heredó sus bríos y continuó las empresas de conquista y colonización en Tierra Firme que bajo el mando de aquél había comenzado (271). En Flandes y en Alemania, mandó un regimiento de Caballería, y, enviado por el Emperador á Córcega en 1553 contra turcos y franceses (272), desalojó á éstos, pasando á Nápoles y de Nápoles á Sena, en 1555, para tomar parte en la campaña de Italia.

En la mayor parte de estas empresas, le acompañó su primo Don Francisco Bahamonde de Lugo, que también tomó parte en la expedición hecha por el segundo Adelantado, en 1536, y en la paci

ficación de las revueltas del Perú con los virreyes Núñez Vela y Gasca, distinguiéndose en Córcega en unión de su pariente Francisco Valcárcel, de Tenerife. Capitán general y gobernador de Puerto Rico Bahamonde de Lugo, fortificó y puso en estado de defensa la Isla. Gobernador de Cartagena de Indias, defendió esta plaza con heroismo de ataque de Drake, combatiendo, con ligeras embarcaciones del país, contra grandes naves inglesas y perdiendo, por consecuencia de esta gloriosa acción, la vida. (273)

En el reinado de Felipe II, vivía en la Isla de Palma y tenía mayorazgo un D. Francisco Díaz Pimienta, marino y soldado que se había distinguido en la batalla de Lepanto (274). Otro D. Francisco Díaz Pimienta, hijo del soldado de Lepanto, hábil constructor y marino muy experto, prestó distinguidos servicios en la carrera de Indias, muy singularmente en el ataque á la isla de Santa Catalina, donde se habían establecido los ingleses como centro para sus depredaciones en las flotas españolas de Tierra Firme, y murió en 1652 en el sitio de Barcelona, siendo almirante general (275).

Entre los militares ilustres de Canarias, incluye Zuaznavar al general D. Luis de Aguiar y Toledo, bautizado en la parroquia de San Juan Bautista de Telde (276), y á D. Diego Soprániz Suárez Ponce de León (277), esforzado capitán de infantería española en Flandes, coronel de alemanes más tarde, gobernador y capitán general de la provincia de Trinidad y Guayana en las Indias y, por último, lugarteniente de virrey y capitán general del Reino de Aragón (278).

Se distinguieron en las funciones de gobierno y de mando militar D. Antonio de Rojas, Conde de la Gomera, capitán general de Guatemala (279); D. Pedro de Ponte, Conde del Palmar, gobernador y capitán general de Tierra Firme y presidente de la Audiencia de Panamá, capitán general y presidente de la Audiencia de Canarias (280); D. Diego de Ponte, soldado de Extremadura y Flandes, gobernador y capitán general de Puerto Rico (281); D. Diego de Alvarado Grimón, que había peleado en la Isla Española y en la defensa de Tenerife contra Blake, maestre de campo del tercio de caballeros canarios alistado para servir á su costa, en 1662, con motivo

de la campaña contra Portugal (282); D. Diego de Nava Grimón, gobernador y capitán general de Quito (283); D. Domingo de Nava, teniente general de la marina española (284); D. Pedro de Nava, teniente general de los Reales ejércitos, virrey de Méjico (285); Don Juan de Mesa y Lugo, que levantó y puso en Flandes por su cuenta un regimiento de 500 hombres y fué gobernador de Arequipa y La Paz en el Perú (286); D. Francisco Dávila Orejón, capitán general de la Isla de Cuba (287); D. Juan de Guisla Boot, defensor de Cambray, gobernador y capitán á guerra de Todos los Santos, que defendió gloriosamente contra los franceses (288); D. Jerónimo de Guisla Boot, gobernador y capitán general de la provincia de Popayán (289); D. Juan de Jaraquemada, virrey de Chile (290); D. Marcos de Béthencourt y Castro, brigadier de Ejército y gobernador de Caracas (291); D. Antonio José Alvarez de Abreu, Marqués de la Regalía, que reemplazó al anterior (292); D. José Hipólito Caraveo Grimaldi, que asistió al sitio y toma de Orán en 1732 y á la campaña de Nápoles y Sicilia de 1735, y fué luego gobernador del Campo de San Roque y de Pamplona (293); D. Pedro Benítez de Lugo, coronel de Infantería y gobernador de la Habana (294); D. Domingo de Herrera, último descendiente de D. Diego García Herrera, capitán de navío que prestó servicios en la Real Armada en América y en Europa hasta que, por muerte de su hermano D. Antonio en 1748, heredó los estados de Gomera y Hierro y se consagró á su gobierno y fomento, renunciando al grado, que se le ofrecía, de jefe de escuadra (295); Don Antonio González, jefe de escuadra, que asistió á la expedición de Alberoni contra Sicilia (296); el teniente general tinerfeño Fiesque (297); D. José Porlier, capitán de fragata, muerto en la Habana á consecuencia de heridas que recibió en glorioso combate sostenido por el barco de su mando contra una escuadra inglesa que iba á sitiar la plaza en 1762 (298); el muy ilustre D. Antonio Porlier, de las Reales Academias Española y de la Historia, secretario de Estado del despacho de Gracia y Justicia (299); el brigadier D. Blas Cerdeña, que tomó activa parte en las guerras de la independencia americana (300); Don Domingo de Monteverde, herido y prisionero en Trafalgar, que sostu

vo, como capitán general, con acrisolado valor y notables hechos de armas, la primera campaña de la insurrección de Venezuela (301), y tuvo digno continuador en D. Francisco Tomás Morales, el cual tomó gloriosa parte en muchos hechos de armas en defensa de la soberanía de España en el continente americano y, sobre todo, como general en jefe del ejército de Tierra Firme, cuando parecía agotada la resistencia, reducido el dominio español á un estrecho círculo alrededor de la plaza de Puerto Cabello, con sólo 2.000 hombres de infantería, falto de víveres y material de guerra, por el audaz y afortunado golpe de mano sobre Maracaibo en 1822, prolongó la lucha y puso digno remate á una guerra infausta, cuyo natural desenlace no podía evitar la consumada pericia militar, el valor á toda prueba y el ardimiento patriótico del insigne general isleño, que debe figurar entre los hijos preclaros de España (302).

Vemos á una nobleza activa y patriota-dice D. José María Dugour (303),—no sólo defender su patrimonio en Canarias, sino lanzarse valerosa en los campos de batalla de Flandes, Extremadura y Cataluña, en las amenazadas colonias de América, y dejar doquiera bien puesto el renombre canario. ¿Quién no recordará las hazañas de D. Andrés Benítez de Lugo, muerto en el sitio de Lila (304), de D. Cristóbal y D. Diego de Herrera, que perecieron en el sitio de Zaragoza (305), de D. Alonso de Nava Grimón, muerto en el de Lérida (306), de D. Adrián Béthencourt, bravo defensor de Tortosa (307), del capitán Quintana, que sucumbió en el sitio de Brihuega (308), de los hermanos D. José y D. Lorenzo Viñol de Bethencourt (309), del denodado D. Cristóbal de Franchy y Lugo (310), del impertérrito D. Antonio de Benavides, del bizarro D. José de Salas (311), y de otros muchos, en fin, que no citamos para no ser prolijos?>

No sólo personalidades salientes de Canarias han figurado en la Historia de España. Veamos cómo el pueblo isleño ha tomado en ella parte.

Rara fué la expedición á América que al pasar por Canarias no tomara en las Islas, con víveres y recursos, marineros y soldados.

En las repetidas escalas hechas por Colón debió recoger gente;

probable se considera que al detenerse en el primer viaje para reemplazar el timón de la Pinta, aumentara sus tripulaciones con algunos valerosos marineros familiarizados con las tempestades del Océano, que prestaran ánimo á los de su flota, que lo iban perdiendo, y acaso -como piensa el docto escritor canario D. Luis Maffiotte,-fuera isleño el primer hombre que divisó tierra del Nuevo Continente. (312) Nos referiremos sólo á las expediciones en que los isleños tomaron parte mayor, y acerca de las cuales hay datos precisos.

Por Canarias pasó Francisco Montejo, en 1526, al dirigirse á América para la reducción del Yucatán, y allí reclutó gente que se embarcó en nave canaria, equipada á expensas de los expedicionarios, con víveres y municiones (313). A su llegada á Veracruz, se agregaron al ejército de Hernán Cortés, dando el último impulso á la gloriosa conquista de Nueva España.

Refiriéndose á la expedición de Ordás á Paria, dice Castellanos en sus Elegias (314):

Surgieron en las Islas de Canaria

Para tomar alli mejor auio

Besaron al Ordas luego las manos

Gaspar de Silva con sus dos hermanos.
Eran en Tenerife principales

De prospero caudal y rico traje,
Al Ordas, ofrecieron sus caudales
Siruiendole con buen matalotage.
Y con dozientos hombres naturales
Prometieron de yr aquel viage

Hicieron luego copia de soldados
Isleña gente suelta, bien granada
Quen peligros ocultos y patentes

Salieron todos hombres excelentes.

Nombrado Jerónimo de Hortal gobernador de Paria á la muerte de Diego de Ordás, y hechas las capitulaciones que con los descubridores y pobladores se acostumbraba, «salió de Seuilla con dos naos grandes y vna carauela y llegó a Canaria, a donde se le jun

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