Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Distinta era ya ia cultura de los iberos que poblaban la costa meridional de la Península. Establecidos de inmemorial tiempo en el templado litoral del Mediterránco, ó en las amenas márgenes del Betis ó del Guadiana, es de creer que la belleza de aquel cielo, la dulzura del clima y la feracidad de aquel suelo privilegiado, habrian modificado su originaria rusticidad y hecho que gustasen mas de la vida sedentaria y quieta, y que fuesen menos turbulentos y guerreadores que los pueblos del interior y de las montañas; sin que por eso hubiesen perdido del todo sus rudos instintos, ni dejáran de resistir con vigor y energía á los pueblos invasores. Los monumentos religiosos que dicen haberse hallado sobre el Promontorio Cuneo testifican la rudeza de los cinesios, pues segun Estrabon y Artemidoro, reducíanse á tres ó cuatro picdras sobrepuestas, y conforme á una tradicion conservada de padres á hijos, cada vez que los navegantes abordaban á aquel lugar mudaban las piedras y las cambiaban de posicion, contentándose con dirigir algunas preces á aquella especie de altar movible y de obelisco rústico (1). Tambien, segun Valerio Maximo (2), inmolaban, como los cántabros, á los ancianos imposibilitados de llevar las armas.

En tal estado debieron encontrarlos los fenicios á su arribo. Mas habiendo sido las costas meridional y oriental de la Península las que primero recibieron la influencia de los tres pueblos civilizados que diremos después, natural es que cuando los conocieron los romanos halláran ya en aquellos pueblos otra cultura y otras costumbres mas blandas y suaves. Estrabon y Polibio hablan en términos magníficos y pomposos de la civilizacion de los turdetanos. Suponen que hacía nada menos que seis mil años que poseian leyes escritas en verso. Por esta cuenta se remontaba la civilizacion turdetana á tiempos muy anteriores á la creacion del mundo segun la Escritura. Mas de la confusion y embarazo en que esta especie pudiera ponernos, sácannos con facilidad Diodoro de Sicilia, Varron, Plutarco, Lactancio, Suidas y otros no menos graves autores, enseñándonos la costumbre de muchos pueblos antiguos, de contar no por años solares, sino por años de estaciones ó meses: en cuyo caso siendo verosímil que ellos contasen por estaciones de á tres meses, coincidirian los primeros rayos de civilizacion que recibieron los turdetanos con el arribo de los primeros colonizadores.

De todos modos, no es en el estado civil de los habitantes de las costas de Mediodía y Levante donde hemos de buscar el tipo de las costumbres de los primitivos pobladores de España, sino en los que ocupaban el Norte,

(1) Estrab. lib. III., c. 4.

(2) Lib. XIII., v. 471.

el Occidente y el centro de la Península, en los que no habian sido modificados con el influjo de las colonias.

Los rasgos comunes y característicos de estos pueblos eran la rusticidad, la sobriedad, el valor, el desprecio de la vida (1), el amor de la independencia, la tendencia al aislamiento, y por consecuencia la falta de unidad. Separados y como aislados del continente europeo, y mas todavía de las demas partes del mundo, parecian destinados a pasar una vida ignorada y una existencia oscura. Veamos ahora cómo fueron entrando á participar del movimiento social del mundo antiguo, no olvidando el fondo de carácter creado por las primitivas razas, que veremos ir sobreviviendo, bien que con algunas modificaciones, á los siglos, á las dominaciones y á las conquistas (2).

(1) Prodiga gens animæ et properare facillima mortem. Tit. Liv. 1. XVIII.

(2) Son mas sabidos los nombres antiguos de España que conocido y cierto el origen y segura la etimología de cada uno. El de Iberia, aun concedido que aparezca dado por primera vez en el Périplio de Scilax de Caryanda, como 500 años antes de Jesucristo, y bien sea derivado del rio Iber ó Iberus, bien como pretende Astarloa, de las palabras vascas ibaya eroa, rio espumoso, parece el de mas natural aplicacion al pais en que habitaban los iberos. El de Spania, dado, segun la opinion comun, por los fenicios, creemos que se derivára de la palabra span, que significa escondido, por estar esta comarca como escondida y oculta para ellos á una estremidad del mundo. Parécenos la significacion de conejo, á que se pres

ta tambien la palabra span, fundamento demasiado pueril para poner nombre à toda una region, por mas conejos que en ella se encontráran, y por mas que las medallas de Adriano representen una muger sentada, con un conejo á sus pies, que dicen ser emblema de la España. De Spania hicieron los latinos Hispania, y los españoles España. Llamáronla tambien los griegos Hesperia, pais de Occidente, por la situacion geográfica que ocupa con relacion á la Grecia. El nombre fenicio es el que ha prevalecido con poca alteracion. El de Iberia se usa todavía en estilo poético. Volúmenes enteros se han escrito sobre estos nombres, sin que tan largas disertaciones hayan producido sino conjeturas, pudiéndose reducir las mas probables á las que en estas breves líneas hemos espuesto.

CAPITULO II.

FENICIOS, GRIEGOS Y CARTAGINESES.

Primeras colonias fenicias.-Cadiz.-Templo de Hércules.-Derrámanse por la Penín sula.-Depósitos y establecimientos de comercio.-Riquezas que extraian de España.— Colonias griegas.-Rosas.-Ampurias.-Denia.-Sagunto.-Atacan los españoles á los fenicios.-Piden estos socorro á Cartago.-Vienen los cartagineses, y se establecen en la costa.-Expulsan ellos mismos á los fenicios de Cádiz.-Guerras esteriores de los cartagineses.-Cerdeña.-Córcega.-Las Baleares.-Sicilia.-Españoles auxiliares de Cartago.—Pérdida de Sicilia.~Guerra de los mercenarios.—Resuelven la conquista de España.

Aparecen los fenicios las primeras gentes civilizadas que arribaron á España y fundaron en ella poblaciones.

Estos descendientes de Canaan, cuya tierra habian cubierto de ciudades ricas y populosas, las cuales habian elevado á un grado admirable de esplendor y de prosperidad por medio de la navegacion y del comercio, en que eran singularmente entendidos y aventajados, sostenian mucho tiempo hacía relaciones mercantiles en Egipto, en el Asia Menor, en las costas del Mediterráneo y de la Europa Oriental. Verosimil es que estos intrépidos navegantes en algunas de sus excursiones maritimas hubieran avistado las costas de España, y aun arribado á ellas, ó con deliberado intento como exploradores, ó arrojados por algun azar, y que el aspecto de tan bello clima y de tan fértil suelo inspirára á su genio mercantil el pensamiento de estender á él sus relaciones comerciales. Sea lo que quiera de las expediciones que pudieran hacer y la tradicion oriental les atribuye antes de la época que vamos á señalar, creemos

que la fundacion de sus primeros establecimientos en el litoral de nuestra Península no puede remontarse mas allá de los quince siglos antes de la era cristiana (1).

Coincide este acontecimiento con la época en que arrojados los fenicios al interior de sus tierras por las armas de Josué, que las habia invadido para dar á la posteridad de Abraham la posesion de la tierra prometida por Dios, el acrecimiento excesivo de la poblacion que se habia replegado á las grandes ciudades, especialmente á Sidon y á Tiro, les hizo pensar en salir á establecer colonias donde antes se habian presentado solo como simples traficantes. En esta dispersion abordaron muchos de ellos á las costas africanas (2), y á las del Sur de la Península española que acaso conocian ya, y estableciéndose primero en la isla Eritya ó Eritrea, que se cree sea la de Santi-Petri, hoy en gran parte cubierta por las olas, trasladáronse luego y fundaron á Cádiz con el nombre de Gadir (3), comenzando por erigir un templo á Hércules, su divinidad favorita, cuyo culto llevaban consigo á todas partes, colocando en él dos columnas de bronce de ocho codos de altas (4).

(4) Pueden verse las sábias investigaciones de Heeren sobre la historia y carácter de las colonizaciones fenicias en su obra: Ideen über die Politik, elc.

(2) La inscripcion fenicia que Procopio, historiador de la guerra de los vándalos, encontró en Tánger, parece no dejar duda acerca del arribo de los fenicios á aquella parte de la costa de Africa en la época á que nos referimos. «Aqui (decia) llegamos nosotros huyendo del ladron Josué, hijo de Nave.» Procop. lib. II. cap. X.

(3) Lugar ceñido ó cercado.

(4) Acaso se han confundido muchas veces en la historia estas columnas con las otras columnas de Hércules, nombre que se dió á los dos montes Calpe y Abila, que constituyen los dos puntos estremos de Africa y Europa, y que entonces se creian los postreros términos de la tierra habitable. Puede ser muy bien que estos dos cabos ó promontorios, por entre los cuales se comunican boy los dos mares y forman el estrecho, estuviesen antes unidos por una lengua de tierra que contenia sus olas y les servia de dique, cuya separacion pusieron los poetas entre las grandes hazañas y trabajos de Hércules, y los naturalistas suponen haber sido causada por alguna sacudida ó revolu

cion física del globo. Dejemos á la poesía y à la geologia disputarse cómo se hizo la conjuncion de los dos mares. Mucho menos nos engolfarémos en las interminables cuestiones acerca de los Hércules que vinieron ó pudieron venir á España, y de los hechos mas ó menos maravillosos que se atribuyeron á cada uno ; si fué el nombre particular de una divinidad fenicia, ó fué un nombre simbólico de la fuerza y de la inteligencia con que se designaba á los héroes que se señalaban por estas virtudes y por sus altos hechos y prodigiosas hazañas; si hubo solo un Hércules bajo distintos nombres, ó hubo los tres que cuenta Diodoro, ó se elevó su cifra á los cuarenta y tres que distingue Varron, ó pasó mucho mas allá de este guarismo. Sabemos solo de cierto que el culto de Hércules fué trasmitido por los fenicios á los griegos, y de estos pasó á los romanos, los cuales confundieron todos los Hércules bajo un mismo nombre y tipo; y que la España se halló de muy antiguo mezclada en todas las fábulas de la mitología fenicia, griega y romana, que acabaron de confundir y embrollar la ya escasa y harlo oscura bistoria de aquellos apartados tiempos.

Aun lo relativo á las espediciones y primeros establecimientos de los fenicios en Es

Una vez asentados en Cádiz, situacion grandemente favorable para el comercio, fueron estendiendo sus colonias por el litoral de la Bética, y por todo el país habitado por los turdetanos, fundando ciudades y estableciendo factorías en la costa y á las márgenes de los grandes rios, y en general en los puntos mas acomodados para el tráfico. Pertenecen á las primeras fundaciones Málaga, Sevilla, Córdoba, Martos, Adra, y otros varios pueblos de Andalucia, de los cuales unos subsisten aún, otros con el tiempo han desaparecido. Fuéronse luego derramando por el interior; que no podian ser indiferentes á los oidos de aquellos comerciantes las noticias que recibian de las riquezas que el país encerraba, y de que les llevaban preciosas muestras los naturales. Cebo era éste á que no podia resistir la codicia de aquellos hombres, por otra parte de genio naturalmente emprendedor, y asi determinaron entrarse tierra-adentro, estableciendo de paso, segun su costumbre, almacenes y depósitos en correspondencia con los de las costas, donde acudian los bajeles de Tiro á hacer sus cargamentos. Grandes debieron ser las riquezas que extrajeron de España, puesto que en aquel tiempo fué cuando adquirió la ciudad de Tiro aquella prosperidad y engrandecimiento mercantil que la hizo tan famosa. Y suponiendo que Aristóteles hablára mas como poeta que como filósofo al decir que los fenicios construian de oro y plata todos los utensilios, anclas, herramientas y vasijas de sus naves, y que hasta lo cargaban como lastre, todavía rebajando la parte hiperbólica á que pudo dejarse arrastrar ó en su entusiasmo ó en su admiracion el sesudo filósofo, infiérese que era prodigiosa la cantidad de oro y plata que aquellos asiáticos exportaban á cambio de sus mercancías: que tan "desconocido ó tan desestimado era entonces de los naturales de España el valor de estos preciosos metales.

Ni se contentaron los fenicios con derramarse por la Península como emjambres industriales, ni con explorar el Occéano discurriendo por la costa occidental de España, sino que se atrevieron á avanzar en sus escursiones hasta las regiones septentrionales de Europa, llegando hasta las islas Cassiteridas, segun todas las probabilidades las Sorlingas de Inglaterra, de donde traian abundancia de estaño.

Esencialmente comerciantes los fenicios, y por lo tanto mas amantes de la paz que de la guerra, supónese que se presentaron ante los indigenas menos como conquistadores que como traficantes, y que para captarse el asentimiento y buena voluntad de aquellas gentes, á fin de que no se opusieran á que asentasen en su suelo, debieron emplear menos fuerza que política y astucia, cuidando de mostrarse inofensivos y dispuestos á entablar con ellos ó amistades ó

paña anda envuelto en mil diferentes y á las les hemos adoptado la que nos parece mas Teces contradictorias versiones, de las cua- verosimil, y aun mas justificada.

« AnteriorContinuar »