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levantar gente en las provincias de España, prestándose los españoles con increible generosidad á servirles de auxiliares. Asi vemos en 413 á Anibal Gisgon venir á España en busca de socorros para acometer á los siracusanos. En 411 ser los españoles los primeros en dar el asalto á Selinonte como auxiliares. En 396 acudir un considerable ejército español para reparar sus pérdidas de Sicilia (1). Asi mas adelante los vemos en el sitio de Agrigento dar la victoria á los cartagineses, cuando ya los llevaban en derrota las tropas del tirano Dionisio. Asi todavía despues hallamos á un senador de Cartago recurriendo de nuevo á España en demanda de socorros con que poder repararse de los desastres de Sicilia. ¡Triste suerte la de España, estar sacrificando á sus hijos en lejanas tierras en favor de fingidos aliados, á quienes daban triunfos, para que vinieran despues á imponerles el yugo de su tiranía !

En aquella misma Sicilia estalló en 264 una lucha de que habia de depender mas tarde la suerte de España. Hallábase entonces aquella isla dividida entre los cartagineses, los siracusanos y los mamertinos. Apurados estos por Geron, rey de Siracusa, iban á entregarle su última ciudad, cuando receloso Anibal, general entonces de los cartagineses, del creciente poder de Geron, envió tropas á Messina. Colocados asi los mamertinos entre dos enemigos poderosos, en su conflicto, como campanios que eran, pidieron auxilio á Roma. Tal fué el origen de la primera guerra púnica, que duró veinte y cuatro años, y que despues de mucha sangre vertida, costó á los cartagineses tesoros inmensos y la pérdida de Sicilia y Cerdeña, de donde tuvieron que salir ajustada una paz bajo durísimas condiciones.

Dos propósitos formaron entonces los cartagineses; el de indemnizarse en España de las pérdidas y desastres de Sicilia, y el de buscar en esta region un nuevo campo en que vengarse de los romanos sus vencedores. Lo primero lo exigia la necesidad, lo segundo el orgullo humillado de la república. Resolvióse pues la conquista de España.

Pero antes tuvieron los cartagineses que dar cima á otra guerra que se suscitó en su propio pais, la guerra de los mercenarios. Debemos decir dos palabras de lo que fué esta guerra horrible. Ella nos dará idea del carácter de los que vinieron en seguida á dominar nuestro suelo.

Ajustada con Roma la paz de Sicilia, Cartago trató de licenciar las tropas mercenarias, que le eran ya gravosas. Amotináronse éstas reclamando sus sueldos atrasados. Aquellas feroces bandas, procedentes de diferentes pueblos, que se espresaban en multitud de idiomas, excitaron y arrastraron

(1) Diod. Sicul. lib. II.

Томо 1.

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tras sí á las ciudades africanas, irritadas entonces por el exceso de los tributos. Juntáronse pues á los veinte mil estipendiarios setenta mil africanos, y Cartago se vió asediada por este ejército formidable de rebeldes. Encomendó el senado su salvacion á Amilcar Barca, que se habia distinguido en las guerras de Sicilia. Amilcar soborna con dinero á los numidas, y priva á los rebeldes del auxilio de la caballería; pero irritados éstos, aprisionan á Giscon que habia ido á tratar con ellos, y mutilándole y desjarretándole, lo mismo que á otros setecientos cartagineses, los precipitan en el fondo de un abismo. Amilcar, por via de represalias, arroja á las fieras todos sus prisioneros, y cercando á los rebeldes los reduce al estremo de devorarse de hambre unos á otros. En tan apurado trance acuden los gefes á Amilcar en solicitud de paz. Amilcar la otorga á condicion de que le entreguen en rehenes las diez personas que él escogiera. Convenido que hubieron aquellos, pues bien, les dijo Amilcar, esas diez personas sois vosotros:» y apoderándose de ellos los hace crucificar. Privados los rebeldes de sus caudillos, fueron degollados hasta cuarenta mil. Otros sirvieron de diversion á los habitantes de Cartago, que en sus espectáculos gozaban con la muerte horrorosa que les hacian sufrir. Asi terminó la famosa y horrible guerra llamada de los mercenarios (1).

Concluida la cual, y en el año 238 antes de nuestra era, acordó el senado enviar á aquel mismo Amilcar Barca á la conquista de España, donde hasta entonces se habian limitado los cartagineses á fundar colonias en el litoral, y á servirse de las alianzas con los pueblos ó tribus comarcanas para reclutar auxiliares y enviarlos á la espedicion de Sicilia.

(4) Polib. lib. I,

CAPITULO III.

AMILCAR, ASDRUBAL, ANIBAL.

De 238 antes de J. C. á 119.

Conquistas de Amilcar.-Fundacion de Barcelona.-Guerras con los indígenas.-Triunfos del cartaginés.-Es derrotado .-Su muerte.-Sucédele Asdrubal.-Su conducta en España.-Funda á Cartagena.-Es asesinado por un esclavo.-Anibal.-Retrato moral de este famoso guerrero.-Subyuga á los olcadas, arevacos, carpetanos y vaccéos.-Amenaza á Sagunto.-Pretesto de la guerra-Embajada de los saguntinos á Roma.-Su resultado.-Conducta del senado cartaginés.-Guerra saguntina.-Heroicidad asombrosa de los saguntinos. Combates.-Destruccion de la ciudad. Ultimo ejemplo de heroismo.Inexcusable proceder de Roma.

Era llegado para los cartagineses el momento de emprender sériamente y á las claras la conquista de España. Roma los habia privado de una Sicilia, y necesitaban oponer una España á Roma.

Rápidas y activas fueron las primeras operaciones de Amilcar. En el primer año recorrió la Bética por las partes de Málaga, Córdoba y Sevilla, imponiendo tributos á nombre de Cartago. Al siguiente dirigió sus armas á la costa oriental, y sujetó á los bastetanos y contestanos, pueblos hoy de las provincias de Almería, Murcia y Valencia. Enviáronle los saguntinos una embajada, ό recordándole ó haciéndole saber que eran aliados de los romanos. No faltarían al cartaginés deseos de acometer á Sagunto, por la misma razon que ella exponia para ser respetada: mas no pareciéndole todavía tiempo y sazon para inquietar á las colonias griegas aliadas de Roma, disimuló por entonces, y prosi

guió hacia el Ebro, donde se detuvo á celebrar con fiestas y regocijos las bodas de su hija Himilce con Asdrubal su deudo.

Importábale principalmente á Amilcar la ocupacion del litoral para sostener el comercio maritimo de que era tan cuidadosa Cartago. Hasta entonces habia seguido la política de no atacar á los que á él no le hostilizaban. Conveniale mostrarse dispuesto á hacer alianzas, y no desechaba las que se le ofrecian.

Desde el Ebro prosiguió con su gente hácia los Pirineos, y en la region de los laletanos echó los cimientos de Barcelona, que el fundador llamó Barcino, nombre patronímico de su linage.

Llevaba ya el pensamiento de hacer la guerra á Italia tan luego como aca→ bára de sujetar la España (1), y por lo mismo procuró desde aquellos puntos ganarse á fuerza de oro y de dádivas las voluntades de los galos, cuya amistad conocia de cuánto provecho podría serle para cuando llegára aquel caso. Mas de todos estos pensamientos vino á distraerle la noticia de que los tartessios y los célticos del Cunéo se habian levantado con propósito de defender su independencia amenazada. Capitaneábalos Istolacio, varon principal entre ellos. Acudió Amilcar, los derrotó, devastó sus campos y condenó á Istolacio al suplicio de cruz. Entróse luego por las tierras de los lusitanos y de los vettones, donde en lugar de aliados encontró tambien cincuenta mil combatientes que le esperaban, mandados por Indortes. No fué menos feliz el cartaginés en esta segunda campaña que en la primera. Mas fogosos aquellos españoles que hábiles y diestros para resistir å tropas disciplinadas, fueron igualmente arrollados. Asustó ya no obstante á Amilcar la energía feroz de aquellos bárbaros. Grande debió ser el número de prisioneros, cuando se cuenta que dió libertad á diez mil, acaso por atraer aquellas gentes ostentándose generoso, acaso tambien por desconfiar de ellos. Indortes, que habia podido huir, cayó despues en poder de los cartagineses, que le hicieron sufrir muerte de cruz como á Istolacio. Primeras y desgraciadas tentativas de independencia.

Triunfante Amilcar, revolvió otra vez sobre la costa oriental, donde habia hecho construir una fortaleza, que por estar sobre una roca blanquecina se llamó Acra-Leuka, donde hoy está Peñíscola. Alli tenia sus arsenales y almacenes, sus elefantes y municiones. Desde allí se comunicaba libremente con Cartago, y mantenia en respeto las colonias marsellesas de los griegos, aliadas de Roma. Alli crecia el jóven Anibal, su hijo, á quien habia traido consigo de edad de nueve años. Pronto iba á encontrar Amilcar resistencia mas vigorosa que la que habia hallado hasta entonces.

Bloqueaba el cartaginés una ciudad nombrada Hélice & Velice, la antigua

(1) Cum in Iuliam bellum inferre medilarctur. Cornel. Nep.

Bellia, que creemos con fundamento fuese Belchite (1). Llamaron loc beliones en su socorro á otros celtiberos, que á su llamamiento acudieron á darles ayuda. Uno de sus caudillos ó régulos, nombrado Orisson, fingióse amigo y auxiliar de Amilcar, y pasó á su campo con un cuerpo de tropas, pero con la intencion y designio de volverse contra él cuando viese ocasion y oportunidad. Notable y estraña fué la estratagema de que los españoles entonces se valieron. Delante de las filas colocaron gran numero de carros tirados por bravos novillos á cuyas astas ataron haces embreados de paja ó leña. Encendiéronlos al comenzar la refriega, y furiosamente embravecidos los novillos con el fuego, metiéronse por las filas de los cartagineses que enfrente tenian, causando horrible espanto á los elefantes y caballos y desordenándolo todo. Cargan entonces los confederados sobre el enemigo, y aprovechando Orisson el momento oportuno únese á los celtiberos y hace en los cartagineses horrible matanza y estrago. El mismo Amilcar pereció, segun unos ahogado con su caballo al atravesar un rio, segun otros peleando con los beliones (2), Los restos del ejército cartaginés se refugiaron á Acra-Leuka.

Asi pereció Amilcar, despues de haber empleado cerca de nueve años en la conquista de España. Gran capitan era Amilcar, y su muerte causó no poca pesadumbre á los soldados, que reunidos en Acra-Leuka, nombraron por sucesor suyo á Asdrubal, su yerno. No hubo la misma conformidad de pareceres en el senado cartaginés, dividido como estaba entre las dos celosas y rivales familias de los Hannon y los Barca. Prevaleció al fin despues de acalorados debates el partido de estos últimos, como en todas las deliberaciones acaecia, y Asdrubal quedó nombrado gobernador de España.

Deseoso Asdrubal de vengar la muerte de su suegro y de castigar la traicion de Orisson, entróse por las tierras de Hélice llevándolo todo á sangre y fuego, y tomó varias ciudades. Creese que Orisson cayó en su poder, y que el cartaginés logró satisfacer su venganza: la historia no vuelve á hablar de aquelcaudillo. Pero bien fuese que la resistencia de los pueblos del interior obligára á Asdrubal á ajustar tratos de paz, bien que entrára en su sistema grangearse con

(1) El historiador Romey supone que fuese Illici, hoy Elche, equivocando á Illici con Hélice.

(2) No con los vellones, como sienta CorBelio Nepote, que escribió beleones, y belones por beliones.

Un historiador estrangero se admira de que los españoles condenen por desleal la fingida alianza y la conducta de Orisson con

unas gentes para quienes todos los medios de conquista e:an buenos. Los españoles reprobamos siempre las traiciones, de donde quiera que vengan, sin que desconozcamos que no era muy digno de ser tratado con lealtad el que tan alevosamente se habia apoderado en Africa de los gefes de los mercenarios y tan cruelmente los sacrificó.

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