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Asdrubal el Calvo era deshecho por Tito Manlio Torcuato. En Africa un principe numida nombrado Siphax, llevado de un particular resentimiento, volvia sus armas contra la república, y ofrecia su alianza á los romanos. ¿Cómo no sucumbió Cartago en situacion tan azarosa? Veremos hasta qué punto es caprichosa y voluble la fortuna de las armas, y cuán poco hay que fiar en sus fa

vores.

A la alianza de los romanos con Siphax, opusieron los cartagineses la de Gala, otro príncipe numida, á cuyo hijo, nombrado Masinisa, mancebo de grandes y aventajadas prendas, encomendaron hiciese la guerra á Siphax. Dióse el joven africano tan buena maña en la ejecucion, que bastáronle dos combates para destruir por completo á su contrario. Asdrubal Gisgon le dió en premio por esposa á su hija Sofonisba. Lleno de gloria y de contento el intrépido Masinisa, pasó á España con siete mil infantes africanos y setecientos ginetes numidas, deseoso de dar ayuda á su suegro. Refuerzo fué este que rcalentó á los abatidos y tantas veces maltratados cartagineses. Y aprovechando la inaccion de los Escipiones, que descansaban en Tarragona sobre los pasados laureles (falta en que suelen caer los mas afortunados guerreros), pusiéronse en marcha con intento de realizar el pensamiento en que tanto habia insistido siempre el senado cartaginés, el de reforzar á Anibal en Italia. Asdrubal Barcino se dirigió al centro de España, dejando un cuerpo de ejército en la Bética, al mando de Magon su hermano y de Asdrubal Gisgon, con Masinisa.

Dividiéronse tambien los dos Escipiones, al saber este movimiento, y aquclo vino á ser la causa de su ruina. Cneo fué contra Asdrubal Barcino, Publio contra Asdrubal Gisgon y los otros. Encontró Cneo á Asdrubal en Anitorgis (Alcañız). Confiaba el romano en treinta mil celtiberos que acaudillaba, gente valcrosa y fiera. Mas halló el astuto cartaginés medio de sobornarlos, y abandonaron las filas romanas, que con esta defeccion quedaron demasiado menguadas, y Cneo tuvo por prudente retirarse y evitar la pelea.

Peor suerte estaba sufriendo allá hácia Cástulo su hermano Publio. Acosábale sin dejarle momento de reposo la caballería de Masinisa, aquella caballería numida que tanto estrago hizo siempre en las falanges romanas. Venia ademas contra él el español Indibil con siete mil quinientos suessetanos (1): vióse Publio por todas partes cerrado y acometido: sirvióle poco defenderse con bravura; un bote de lanza le atravesó el cuerpo y le derribó del caballo. Con la muerte de Publio se desordenaron sus huestes: la noche libertó á unos pocos del encarnizado furor de los vencedores. No desaprovecharon estos la victoria. Vuelan á incorporarse á Asdrubal Barcino que seguia á Cneo. Encuéntrase éste envuelto por tres

(1) Creése que cran los de Sangüesa

ejércitos á la vez: levanta de noche sus reales y se retira; pero la caballería de Masinisa se destaca en su seguimiento: gana el romano una pequeña colina, donde improvisa una rústica trinchera hecha con los aparejos y tercios de las acémilas tras este débil y flaco vallado se defiende con valor prodigioso; pero oprimido por el número perece con la mayor parte de su gente (1).

Asi acabó aquel valiente romano (216), el primero que inauguro en España el futuro señorío de Roma. Asi acabaron aquellos dos esclarecidos hermanos, cuyas campañas habian sido una cadena de gloriosos triunfos. Asi quedaron en un momento desvanecidas las esperanzas que fundaba Roma en los talentos militares de los Escipiones. ¡Qué mudanza en el teatro de la guerra! Ayer apenas existia ejército cartaginés, y hoy apenas existe ejército romano: ayer las águilas romanas enseñoreaban el país, hoy las cortas reliquias de aquellas legiones no encuentran donde guarecerse. Los que van á refugiarse en Castulon hallan cerradas las puertas de la ciudad: los que se guarecen en Illiturgis son de noche bárbaramente degollados: fueron otros á buscar amparo de la parte allá del Ebro.

Quedábale aun á Roma un genio militar en España; genio con que no contaría la república, porque se ocultaba bajo el modesto uniforme de simple centurion ó capitan de compañía. Este genio era Lucio Marcio, hijo de Septimio Severo, caballero romano.

Marcio no se rindió al desaliento que en los rostros de los fugitivos veia pintado, incluso Fonteyo, único gefe de alguna graduacion que quedaba. Ocurrióles á los soldados nombrar general á quien tan osado y resuelto se mostraba. Pero al saber que Asdrubal, franqueando el Ebro, se les venia encima, y tras él Magon que seguia sus huellas, turbóseles de nuevo el ánimo, y mustios unos, renegando y maldiciendo de su suerte otros, esperando todos una muerte que miraban como infalible, luchaba y trabajaba el improvisado general por infundirles aliento, sin que su voz apenas fuera escuchada. Entretanto el enemigo casi toca á sus reales. La vista de los estandartes cartagineses produce una trasformacion mágica en los ánimos de aquellos desdichados; el miedo se trueca en desesperacion, la desesperacion en corage, y aquel puñado de hombres á manera de leones cmbravecidos se arrojan sobre los cartagineses, que sorprendidos con tan impetuosa y brusca arremetida, vuelven vergonzosamente la espalda. Todos se maravillaron, los unos de ver huir, los otros de verse huyendo. Calculando luego Marcio que los

(1) A cuatro millas de Tarragona se ve todavía un monumento ilustre que se dice ser el sepulcro de los Escipiones. La batalla de cierto no fué en aquel sitio: pero pudo

ser muy bien y es barto verosimil que los romanos trasladáran alli sus cenizas, como asiento que era Tarragona de su gobierno.

enemigos no esperarian un segundo ataque, conociendo ademas que si daba lugar á que se les reuniese Magon no quedaba á los suyos manera de salvarse, concede algunas horas de reposo á sus fatigadas y escasas tropas, y en altas horas de la noche se entra á las calladas en el campo y reales de Asdrubal, que descuidado y sin guardias ni centinelas dormia. Cansáronse de matanza sus soldados, y sin darse mas vagar prosiguieron en busca de Magon, á quien hallaron igualmente desapercibido. Penetran con el mismo ímpetu en sus estancias: era ya de dia: Magon y los suyos á la vista de los paveses y espadas de los romanos ensangrentadas con la matanza reciente, se llenan de estupor y se ponen en fuga: síguelos Marcio, los alcanza, y los romanos se cansan tambien de degollar: los capitanes cartagineses pudieron escapar á uña de caballo (1).

Salvó Marcio de un solo golpe las dos Penínsulas: la España venciendo á los cartagineses, la Italia impidiendo la marcha de Asdrubal, que unido á Anibal, que todavía se hallaba pujante, hubiera podido poner á Roma en grande aprieto.

Pagóselo Roma con ingratitud. En la carta que Marcio dirigió al senado se daba el titulo de pro-pretor, que debia solo á la aclamacion de los soldados. Tomólo á mal la orgullosa aristocracia romana, y sin dejar de reconocer la importancia de sus grandes hechos ni de hacer justicia á sus altas prendas, anuláronle implicitamente nombrando pro-pretor de España á Claudio Neron, que entonces hacía la guerra de Capua contra Aníbal. El generoso Marcio, no obstante ver tan mal recompensados sus eminentes servicios, llevó tan adelante su desprendimiento, que cuando llegó Neron á España le entregó sin darse por sentido aquellas tropas que le habian aclamado su general, y se puso bajo sus órdenes sin otro pensamiento que el de continuar sirviendo á su patria en el puesto que le designaba. Asi el que acababa de dar un ejemplo de admirable heroicidad, dió tambien un ejemplo de admirable patriotismo.

Poco tino mostró el senado romano en la eleccion de Claudio Neron. Desembarcado que hubo en España con once mil infantes y mil caballos que de refuerzo trajo (211), fuése en busca de Asdrubal, á quien halló entre Illiturgis y Mantisa en los bastetanos (2). Faltóle poco para coger al cartaginés en el desfiladero de un bosque; pero reconociólo Asdrubal á tiempo, y entreteniendo á Neron so pretesto de negociaciones de paz, hizo una noche desfilar callada

(4) Debió tener lugar este suceso cerca de Tortosa. En el campo cartaginés se encontró un escudo de plata de ciento treinta y ocho libras de peso con la imágen de Asdrubal Barca ó Barcino. Este monumento de las glorias de Marcio fué llevado á

Roma y se colgó en el Capitolio. Llamóse
Escudo Marcio. Tit. Liv. lib. XXXV.
Valer. Max. lib. 1.

(2) Mariana los nombró ausetanos, indudablemente con error.

mente su ejército, dejando las hogueras encendidas en el campamento para mejor engañar al romano: él mismo despues á presencia y vista de Neron metió espuelas al caballo y se alejó en busca de los suyos. De modo que la única hazaña de Claudio Neron durante su breve mando en España fué dejarse burlar de la astucia de un cartaginés. No merecia su nombramiento la pena de haber desairado á Marcio. Pronto fué otra vez llamado á Roma.

CAPITULO V.

ESCIPION EL GRANDE.

Desde 211 antes de J. C. hasta 205,

Es nombrado Publio Cornelio Escipion procónsul de España. —Desembarca eu Tarragona.-Toma á Cartagena.-Generosidad de Escipion con los españoles. Noble y galante conducta del romano con una joven española. -Accion de Bécula. Gánala Escipion.-Logra Asdrubal pasar á Italia.-Nuevos triunfos de los romanos en España.-Los cartagineses reducidos á Cádiz.-Enfermedad de Escipion-Propágase la falsa voz de su muerte, y se rebelan de nuevo Indivil y Mandonio. -Sublévase una parte del ejército romano.-Somételos á todos Escipion.-Tratos con Masinisa para la entrega de Cádiz.-Conducta del gobernador Magon.-LOS CARTAGINESES SON EXPULSADOS DE ESPAÑA.

Tratábase en la asamblea del pueblo romano de nombrar un general que reemplazase á Claudio Neron en España. Vióse con sorpresa que nadie aspiraba á recibir este honor. La suerte desastrosa de los dos Escipiones y las noticias que Neron les daba de la astuta falsía de los de Cartago, hacian que se esquivára como peligroso el mando de las armas romanas en la península española. La república no sabía á quién enviar. Un jóven de veinte y cuatro años se levanta, y con arrogante acento; «Yo soy Escipion, exclama: pido que se me nombre procónsul. Quiero ser el vengador de mi familia y del nombre @romano. Entre las tumbas de mi padre y de mi tio sabré ganar victorias. Tengo todo lo que se necesita para vencer.» El jóven Publio Cornelio Escipion fué nombrado procónsul.

Diez y nueve años tenia cuando su padre Publio fué herido en la batalla del

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