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atentados y crimenes que tan funestamente célebres se hicieron en la historia de Francia.

Atanagildo murió en Toledo (567), despues de un reinado apacible de trece años. Dicese que ocultamente era tambien católico (1). La moderacion con que habia gobernado hizo su muerte muy sensible en toda España.

Tanto habian crecido las ambiciones desde que la corona gótica habia vuelto á hacerse electiva despues de la extincion de la familia de Teodoredo, que trascurrió un interregno de cinco años (que muchos pretenden rebajar á solos cinco meses), antes que los nobles pudieran ponerse de acuerdo para la eleccion de soberano. De inferir es la confusion y el desórden á que se veria entregado el pueblo en este largo periodo. Al fin los grandes de la Galia gótica elevaron á Liuva (Leuw, leon), que regia la Narbonense, hombre recto y de modestas miras, que desnudo de ambicion y conocedor de las dificultades de reinar, no queriendo por otra parte abandonar el suelo que le viera nacer para trasladarse al centro del imperio, persuadió á los nobles á que le diesen por compoñero á su hermano Leovigildo (Lew-gild), jóven ilustrado, enérgico y vigoroso. Hiciéronlo asi los magnates, y contento Liuva con la pequeña porcion de la Galia gótica para sí, cedió la España entera å Leovigildo. Aquel modesto, prudente y desinteresado principe murió á poco tiempo en la Galia (572), de donde nunca quiso salir, y quedó todo el imperio gótico encomendado á la firme y robusta mano de Leovigildo, uno de los mas ilustres principes qne se sentaron en el trono de los godos.

(4) Gregor. Turon.

CAPITULO INL

LEOVIGILDO Y RECAREDO..

De 579 & 001.

Enfrena Leovigildo á los griegos imperiales. y les toma varias plazas.-Somete á Córdoba. -Sujeta á los cántabros sublevados.-Reaparece el reino suevo de Galicia.-El rey Miro que favorecia á los cántabros se ve obligado á pedirle la paz.-Da Leovigildo participacion en el gobierno á sus dos hijos Hermenegildo y Recaredo.-Matrimonio de Herme. negildo. Disidencias religiosas en palacio.-Hermenegildo se ha e católico.—Hace armas contra su padre.-Guerra entre el padre y el hijo.-Trágico fin y martirio de Hermenegildo.-Persecucion contra los católicos.-Refunde Leovigildo el reino suevo en el visigodo. -Campañas en la Galia gótica.-Leovigildo como legislador.-Su muerte.-Recaredo. Se convierte á la fé católica.-Conjuraciones de arrianos.-Son deshechas y castigadas.-Abjura solemnemente el arrianismo ante un concilio de Toledo.Conversion de obispos arrianos.-La religion católica se declara religion del estado.Triunfos de los godos en la Septimania.-Recared, como legislador.-Principio de la fusion polition y civil entre godos y españoles.-Muerte de Recaredo.-Sus virtudes.

Llegamos á uno de los períodos mas interesantes de la dominacion goda. No hay un solo individuo en la familia real que se ha sentado en el trono godo-hispano que no haga un papel importante en la historia, ni un solo personage en este grupo que no excite grande interés. Va á representarse un drama histórico, cuyas consecuencias han llegado hasta nosotros, y alcanzarán á las generaciones que nos sucedan.

Uno de los primeros cuidados de Leovigildo fué tratar de desalojar de España aquellos griegos imperiales, que los españoles de entonces y muchos historiadores después llamaron romanos, tan imprudentemente traidos á la costa por Atanagildo, y donde ellos habian procurado consolidarse mas de lo que sin duda habia entrado en las intenciones de aquel rey, y mas de lo que á la unidad de España convenia. Eran tanto mas peligrosos para Leo

vigildo estos huéspedes, cuanto que siendo ellos católitos y siéndolo tambien los hispano-romanos, mirábanse unos y otros con la aficion de correligionarios, y estaban siendo un foco al que acudian fácilmente los descontentos de la dominacion goda, ó del arrianismo que representaba. Emprendió por lo tanto Leovigildo con ardor la guerra contra los imperiales, y aunque no pudo llevar á cabo la expulsion, porque para esto hubiera necesitado de una marina de que carecia, les fué no obstante tomando las plazas de Baza, de Málaga y de Assidonia (Medina Sidonia), no sin notable resistencia en esta última, y reduciéndolos á limites mas estrechos. Córdoba, que desde su rebelion y triunfo sobre Agila rehusaba someterse al poder de los godos, y que acordándose de su grandeza romana se gobernaba municipalmente como en tiempo del imperio, fué tambien rendida á fuerza de armas por Leovigildo, que en esta ocasion comenzó á desplegar la dureza de su carácter, haciendo sentir su enojo con actos de excesiva crueldad, no solo á la ciudad rebelde sino á toda la comarca. La sangre corrió por la ciudad y por los campos, y llenas de terror se sujetaron todas las poblaciones de la Bética á las armas victoriosas del godo.

Diéronle los grandes del reino mil parabienes por estos triunfos, y apresuráronse á mostrársele, ó adictos, ó por lo menos sumisos y respetuosos. Con esto y con el ejemplo de los males y desórdenes á que habia dado ocasion la larga vacante del trono, fuéle fácil á Leovigildo persuadir á los nobles la conveniencia de dar participacion en la soberanía y autoridad real á sus dos hijos Hermenegildo y Recaredo. La proposicion fué acogida con beneplácito por unos, y sin oposicion por otros, y los dos hermanos fueron declarados principes de los godos y herederos de la corona. Con esto lograba Leovigildo poner freno á las ambiciones y al espíritu de insurreccion, y hacer hereditario el trono en su familia.

Tuvo despues de esto que volver sus armas contra los indóciles cántabros, que llevando de tan mala voluntad el dominio de los godos como habian llevado el de los romanos, andaban desasosegados y revueltos. Apoyábanlos los suevos de Galicia, que desde el reinado de Remismunde, mas de un siglo hacia, permanecieron ignorados como si no hubieran tenido existencia histórica; ó bien por falta de escritores que despues de Idacio trasmitieran sus hechos, ó porque se hubieran ido confundiendo con los naturales; y solo vuelven á aparecer algunos años antes del reinado de Leovigildo: pueblo misterioso que parece haberse complacido en ocultarnos su historia. Rastréase no obstante haber seguido teniendo reyes propios, y que precedieron á los godos en la conversion al catolicismo, ya fuese el primero en abrazar la fé ortodoxa Cariarico, movido por los milagros de San Martin,

obispo de Tours, y por las predicaciones de otro San Martin que vino en aquel tiempo de la Palestina á Galicia, segun San Gregorio Turonense, ya fuese el primero á abjurar la secta arriana y profesar la doctrina católica Teodomiro, segun San Isidoro de Sevilla, escritor contemporáneo y mas inmediato al teatro de los sucesos. Tal vez existieron simultáneamente dos reyes, el uno en Braga, el otro en Lugo, las dos iglesias metropolitanas en que entonces se celebraban concilios (1).

El que favorecia la sublevacion de los cántabros y leoneses llamábase Miro, sucesor de Teodomiro. El monarca godo marchó contra los cántabros, y logró sujetarlos, no sin tener que vencer grandes dificultades, ya por el valor de aquella gente belicosa, ya por los naturales obstáculos de aquellas montuosas comarcas. Restituido á su dominio el pais (2), disponíase Leovigildo á atacar á los suevos, cuando el rey Miro le propuso y pidió la paz, que el godo le concedió mas como tregua que como paz duradera y estable (575). Pasó luego á sujetar á los habitantes del Orospeda, que por dos veces se habian tambien alterado, y los subyugó igualmente y redujo á la obediencia, haciéndoles sufrir las leyes del vencedor (577).

Otros cuidados llamaban ya la atencion de Leovigildo, y vamos á presenciar las trágicas é interesantes escenas que ocurrieron en la familia real de España.

Habíase casado Leovigildo con Teodosia, hija de Severiano, gobernador bizantino de la provincia de Cartagena, de la cual habia tenido mucho tiempo antes de ser elevado al trono los dos hijos Hermenegildo y Recaredo. Viudo de Teodosia, contrajo segundas nupcias con Gosuinda, que lo era de su antecesor Atanagildo. La primera habia sido católica, la segunda era arriana furiosa. Sosegadas las turbulencias intestinas, hecha tregua con los suevos y reprimidos los imperiales, pensó el monarca visigodo en casar á su hijo mayor Hermenegildo con la princesa franca Ingunda, hija de Sigi berto, rey de Austrasia, y de Brunequilda. Celebraronse las bodas con gran solemnidad y no menor regocijo. Pronto la diferencia de creencias habia de cambiar la alegría en luto. Fervorosa católica la jóven princesa, arriana intolerante la madrastra del príncipe su esposo, intentó ésta primeramente con fingidos halagos convertir á Ingunda al arrianismo: convencida de la inefica

(1) La iglesia de Braga tenia per sufragáne.s las de Coimbra, Porto, Lamego, Viseo, Idaña y Dumio: la de Logo, que se hizo metropolitana tambien, pe: o que era como una vicaría de la de Braga, comprendia las de Iria-Flavia 6 Padron, Orense, Tuy, Mon

doñedo y Astrga. Esta debia ser la circuns-
cripcion del rein de los suevos en aquel
tiempo. Florez, Esp. Sagr. tom. 15.
(2) El provintiam in suam revocal dilio-
nem. Cr n. de Viciara.

cia de los medios suaves, apeló pronto á la violencia, á que la inclinaba mas su indole y genio, llevando los malos tratamientos á tal punto que, al decir de San Gregorio de Tours, en su frenética rabia le rasgaba los vestidos, la mesaba los cabellos y la arrastraba hasta hacerla verter sangre por las heridas. Tan bárbaro rigor no alcanzó á hacer vacilar la inquebrantable fé de la jóven princesa; y Leovigildo, menos intolerante entonces que la reina, creyó prudente alejar á los dos esposos, cediendo á Hermenegildo una parte de sus estados, que fué la provincia de Andalucía. El príncipe godo, hijo de una reina católica, esposo de una princesa católica tambien, y sobrino del ilustre prelado católico de Sevilla Leandro, preparado por la educacion de la primera, edificado con el ejemplo de la segunda, y acabado de catequizar por los consejos y amonestaciones del tercero, convirtióse tambien á la fé católica, y recibió segunda vez el bautismo.

Gran contento infundió en los católicos de España aquella conversion, tanto como enojo causó á Leovigildo y á Gosuinda. Llamó el padre á la córte á su hijo, so pretesto de tratar con él negocios del estado. Hermenegil do, recelando acaso que el llamamiento envolviera otras intenciones, desobedece á su padre, que se prepara á marchar contra él. Las poblaciones católicas se levantan en favor del príncipe, y ofrécenle su apoyo los imperiales de la costa, y Miro, el rey de los suevos de Galicia. Era ya una conjuracion formal á nombre de un principio religioso, en que entraban descendientes de la Escitia y de la Germania, y restos de los antiguos imperios de Oriente y de Occidente, á cuya cabeza se hallaba un principe goco. La lucha comenzada en el palacio entre una reina y una princesa, va á proseguirse con las armas en el campo de batalla entre el padre y el hijo. Sevilla fué el teatro principal de esta sangrienta y lamentable querella, á la vez doméstica, civil y religiosa. Ejercitado y mañoso Leovigildo en el arte de sobornar, gana con dinero al gefe de los imperiales, á quien debió parecer mejor empuñar treinta mil sueldos que las armas con que habia prometido auxiliar á Hermenegildo: el rey de los suevos que habia acudido con gente en ayuda del principe godo se halla cortado, interceptado por el viejo monarca, imposibilitado de pelear, y forzado á pedir un acomodamiento; á poco tiempo le sorprendió la muerte (1). Para apretar el cerco de Sevilla inventó Leovigildo torcer el curso del Guadalquivir y reedificar los muros de la antigua Itálica. Al cabo de dos años de asedio, convencido Hermenegildo de la imposibilidad de prolongar la resistencia, huyó á Córdoba, donde tomó asilo en

(4) Segin el Viclarense, el rey Miro murió en el cerco de Sevilla; segun San Grego

rio de Tours, se volvió enfermo á Galicia, donde murió muy pronto.

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