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CAPÍTULO QUINTO.

Conclusion de mi mision diplomática en Londres-Se varía el ministerio inglés en noviembre de 1834-Mi correspondencia con el Duque de Wellington ya ministro-Mi opinion sobre lo que convenia hacer despues del cambio del ministerio inglés-Mi salida de París para volver á España en octubre de 1835-Principales sucesos ocurridos en España durante mi ausencia-Abrense las Córtes el 24 de julio de 1834-Caida de Martinez de la Rosa.— Empieza el ministerio de Toreno-Valdés, general en gefe del ejército del Norte y ministro de la Guerra, pide al gobierno reclame la cooperacion estranjera-Primera peticion oficial de cooperacion estranjera hecha por Martinez de la Rosa en 19 de mayo de 1835-Niega la Inglaterra y la Francia la cooperacion que se les pidió Se procura esplicar la negativa de la Inglaterra-El Conde de Toreno en 9 de junio de 1835 pide de nuevo la cooperacion estranjera-Revolucion de julio y agosto de 1835-Mendizabal es nombrado ministro de Hacienda del ministerio Toreno-Toreno concluye su ministerio, y es remplazado por Mendizabal.

Retirado á París, el estado lastimoso de mi salud me obligó á mirar como un deber de conciencia la dimision de un cargo que dificilmente podria volver á desempeñar, y con fecha 20 de octubre desde París hice mi renuncia en los términos siguientes.

El Marqués de Miraflores al Señor Don Francisco Martinez de la Rosa. París 20 de octubre de 1834.

Cuando pedí Real licencia por cuatro meses para restablecer mi salud, estaba lejos de haberla perdido al punto que gradualmente se verificó hasta mi salida de Inglaterra, lo que no he podido menos de atribuir con todos los profesores que me han visitado, al esceso del trabajo combinado con un clima que parece no puede mi físico tolerar.

En tal caso, Excmo. Sr., mi delicadeza se resiente á conservar un carácter y un resto de sueldo, aunque pequeño, correspondiente á un destino que si mi salud se restablece no osaria volver á él, por temor de volverla á perder, y si no se restablece es imposible lo desempeñe con el celo y eficacia que procuré hacerlo mientras pude, y sin lo que la importancia de sus funciones quedaria comprometida en menoscabo del buen servicio de S. M., que no puede mi pundonor mirar con indiferencia.

Por esta razon ruego á V. E. incline el ánimo de S. M. á aceptar mi dimision, que ofrezco con el dolor de no poder por ahora emplearme en su Real servicio, mientras mi salud no se restablezca algun tanto, pues sin salud no se puede servir para nada, ni llenar ningun puesto como exige el honor y la delicadeza.

En tal estado, ageno completamente á los negocios públicos y luchando con un mal pertinaz, es

forcéme mas de una vez en momentos clásicos en hacer lo poco que pude en favor de mi patria idolatrada.

En noviembre de 1834 verificóse la imprevista aparicion del ministerio inglés Wellington y Peel, la cual en aquellos momentos era de gravedad suma para la causa de la Reina. Apenas este nombramiento me fué conocido, no vacilé un instante en apelar á los sentimientos sublimes y generosos del Duque de Wellington y de Ciudad Rodrigo, y á su interés siempre constante en todo lo que creia bueno y ventajoso para la España. Durante mi permanencia en Inglaterra, mis relaciones con el Duque no habian sido muy estrechas, en medio de haber empezado desde el año de 1813. Sean las consideraciones de partido inglés que su posicion le exigia, sean sus opiniones individuales acerca de lo que creyese mas ventajoso para la España, á pesar de que jamás pudo ser el Duque, como buen inglés, partidario de la ley sálica francesa que nos impuso Felipe V, ello es que no obstante mis antiguas relaciones con él, me vió solo lo necesario para no incurrir en la nota de desatento, en que no incurren hombres tan altamente colocados. Despues de la venida de Don Cárlos á Inglaterra, acercóseme un dia en palacio y me dijo: "¿Sabe V. que he estado á hacer una visita de << mera atencion á D. Cárlos?" Contestéle que sí lo sabia, y hasta el tiempo que habia estado, y el paraje en donde la visita se habia verificado; pero que conocia hacia muchos años al Sr. Duque, su lealtad y

TOMO I

la sublimidad de su carácter para recelar que un Grande de España, un Capitan General español, pudiera dar en ningun caso consejos contrarios á la España. Contestóme muy amablemente insistiendo que su visita habia sido de pura atencion á un Príncipe á quien conocia, y sin relacion con las cuestiones políticas. Mi esplicacion debió convencer al Duque de Wellington de la caballerosidad de mis procedimientos, pues á los dos dias me escribió un billete muy atento convidándome á un baile, y previniéndome le indicase á todos los españoles que desease fuesen convidados. Aprovechando pues la buena correspondencia que quedó entre ambos en los últimos momentos de mi permanencia en Londres, creí poder prestar á mi pais un servicio importante, escribiéndole cuando subió al ministerio, una carta confidencial en los términos que consideré mas á propósito para captar su benevolencia en favor de la causa de la Reina, ó al menos combatir los argumentos de que se servian de contínuo sus contrarios. Lo verifiqué en efecto el 21 de noviembre, dia siguiente al que supe su advenimiento ministerial, escribiéndole en los términos siguientes.

Carta al Duque de Wellington del Marqués de Miraflores, fecha en París á 21 de noviembre de 1834.

"Tres meses hace, pedí licencia á mi gobierno para restablecer mi salud y arreglar asuntos domésticos en España, la que me fué concedida por cuatro mehabiendo dejado la Inglaterra en octubre, em

ses,

peorada notablemente mi salud, lo que me obligó á poco de llegar á esta á hacer dimision de mi puesto, temiendo volver al clima que tal vez fué la causa de la pérdida de aquella. En tal caso, Sr. Duque, V. conocerá que no es el ministro de España el que le escribe, sino un Grande de España que se dirige á otro Grande; un español que sin haber pertenecido jamás á ningun partido político y cuya sola divisa ha sido el bien y ventura de su patria, se dirige al Duque de Ciudad Rodrigo, que si no nació en España, existen en ella Talavera, Badajoz, Arepiles y Victoria, con cuyos nombres enteramente históricos están identificados su gloria y su nombre.

Mas no solo estas relaciones, Sr. Duque, son las únicas que me ponen hoy la pluma en la mano: razones de mayor gravedad me estimulan; á saber, el íntimo convencimiento en que me hallo de que sean las que quieran las ideas y principios políticos de V. relativamente á España, son dictados por el sincero deseo del bien del pais, y este buen deseo demostrado para mí de mil maneras, y muy particularmente por el camino honroso seguido por V. en los sucesos políticos de 1823, cuando ocupó en el congreso de Verona el importante puesto de plenipotenciario británico, y cuando mandó á España á nuestro comun amigo el Lord Fitz-Roy Sommerset, me hace conocer con cuanto afan anhelará el acierto en el camino que V. adopte en su nueva posicion, y con cuanto gusto recibirá, no indicaciones ni doctrinas, sino datos y hechos, sin los que mas de una vez con los me

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