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junta, eran en ella completamente inútiles; aun mas, perdian toda su importancia provincial que habrian conservado uniéndose á la nueva bandera de paz y fueros, pero sin contacto directo ni indirecto con el gobierno de la Reina.

Tal es mi opinion en este asunto, opinion que creo deber emitir toda vez que mi puesto me haya obligado á tomar una parte oficial en él y contribuido á que se hagan por el erario nacional sacrificios que su escasez exije se empleen útilmente y no sin objeto ni ventajas como estoy convencido lo serán todos los que se vayan haciendo, mientras no se dé á este negocio una direccion mas acertada y mas propia á conseguir el gran fin de enagenar ό separar de la causa del Pretendiente ese pais, dejándole solo bajo la bandera de paz y fueros. Dios guarde á V. E. muchos años etc.>>

En efecto mi opinion en este punto era invariable: la cuestion de fueros no se apartaba ni un solo instante de mi vista, y separarla de la de D. Cárlos era un designio que se abrigaba en mi cabeza años hacia como medio de terminacion. La dificultad consistia solo en el medio de verificarlo. Coetáneamente á estos sucesos pasados en los últimos meses de 1838, habíanme procurado las notas cruzadas con el Conde de Molé amargos sinsabores. Resentidose habia el gobierno francés de la dureza de las mias, y yo habia tenido que sostener mi posicion por medios sobradamente enérgicos. Llegó á acusárseme de que yo habia tratado al gabinete francés mas duramente

que lo habia hecho el Sr. Calatrava. Apoyábase esta acusacion en que insistia con energía en querer deslindar las obligaciones que yo creia tener contraidas el gobierno francés por el espíritu y letra del tratado de la cuadruple alianza, el cual bajo el ministerio del Conde de Molé yo miraba desvirtuado de una manera improcedente. Tan amarga era mi posicion cerca del gabinete de las Tullerías al acabar el año de 1838. Veamos cuan gratamente para mí y cuan en beneficio de los intereses españoles, mejoraron nuestras relaciones diplomáticas en París en el corriente del año inmediato.

CAPÍTULO NOVENO.

Dificultades de hacer variar la política del gabinete Molé―Negociacion encargada á los SS. Cea y Marliani cerca del Austria-Mi sistema político para el caso de verificarse un cambio de politica del gabinete francés-Anuncio del Duque de Frias de mi nombramiento para presidente del Consejo de ministros-Respuesta preparada por mí para el caso de que llegase el nombramiento de Presidente-Nombramiento para presidente del Consejo del Sr. Perez de Castro-Sistema politico del Obispo de Leon cerca de D. Cárlos-Divisiones intestinas de los carlistas-Línea politica seguida por Maroto-Importantísimos sucesos de Estella en febrero de 1839-Proclamas de D. Cárlos del 21 y del 24 de febrero-Conducta débil de D. Cárlos en aquellos momentos-Se disminuyen las simpatías de las potencias Europeas que le favorecian-Escitaciones oficiales hechas al gobierno por mí para transigir con los carlistas, y bases de esta transaccion-Coalicion en las Cámaras francesas para derribar el ministerio Molé-Dimite el Conde de Molé su puesto-Disolucion de las Cámaras francesas y nuevas elecciones-Insureccion de Alucemas y reclamaciones diplomáticas contra la conducta del comandante de un buque francés en estacion en Málaga-Protesta del gobierno francés contra el proyecto de un Tratado de comercio con la Inglaterra-Gana la coalicion la mayoría de las elecciones-Caida difinitiva del ministerio Molé-Grandes dificultades diplomáticasSe vencen por mi con gran fortuna-Ministerio interino del Duque de Montebello-Programa ministerial de Mr. Thiers acerca de la cuestion española.

Tales y tan desagradables controversias hicieron entonces el objeto casi esclusivo de mis comunica

ciones oficiales al gobierno de S. M. desde el dia 1.o de diciembre, y ellas debieron demostrar en Madrid cuan pocas esperanzas de una variacion mas favorable de política de parte del gobierno francés podia el español esperar si no aparecia alguna eventualidad capaz de borrar los resultados siempre vivos del famoso jamás pronunciado por el Conde de Molé en la tribuna, bajo cuyo influjo continuaba siempre su politica. Mas el constante anhelo de mi solicitud era anularlo ó variarlo, si las circunstancias me favoreciesen. El gobierno de Madrid no era estraño que insistiera en proporcionarse elementos en favor de su causa que tan mal parada se hallaba dentro y fuera del reino. De aquí debió tener orígen sin duda la realizacion de la idea famosa de negociar los esponsales de la Reina Isabel con un hijo del respetable Archiduque Cárlos de Austria, y aun de llegar á proponer al Archiduque, si las eventualidades hacian probable el buen éxito, que compartiese con la Reina Gobernadora y Regenta el peso enorme de regir el reino en circunstancias tan espinosas. Confióse esta delicadísima mision á los Sres. Cea y Marliani; combinacion tan anómala como eran diversos los antecedentes políticos de ambos negociadores. En los primeros dias de enero de 1839, presentóseme el Sr. Marliani pidiéndome un pasaporte para Francfort, acompañado de una notabilidad financiera del pais, á cuyo ramo estaba Marliani agregado como secretario de una junta que en París se ocupaba con celo en asuntos de hacienda. Guardaron con

migo Marliani y su compañero, el mas profundo secreto, segun se les habia encargado sin duda; y debiendo yo presumir, por no tener aun antecedente alguno, que el viaje de Marliani podia ser sin otro objeto que alguna operacion de hacienda, que no se me confiaba, mi delicadeza me imponia el deber de no preguntar siquiera, y solo de darle instantáneamente el pasaporte que me pedia, como así se verificó.

Partió Marliani de París hácia el 10 de enero, y casi coetáneamente supe por mis confidencias particulares que se habia dirijido á Calsruhe, donde se hallaba D. Francisco Cea Bermudez, el cual desde su salida del ministerio en enero de 1834, habia abandonado los negocios públicos, no tomando parte directa ni indirecta, al menos pública, en lo que en España pasaba, á punto de no haber jurado la Constitucion que regia á la sazon el Estado. En la eleccion de Cea para la mision, debióse consultar, y con razon, la utilidad que pudiera producir su voz, exenta de toda sospecha de aficion á los gobiernos representativos, y menos á la revolucion española, circunstancia esencialísima con respecto á los gobiernos donde debia efectuarse la proyectada negociacion. Mas la ventaja de los antecedentes políticos de Cea cerca del Austria, no dejaba de ser para los hombres influyentes en Madrid, y aun para el mismo gnbierno constitucional que existia en España un obstáculo, al que era preciso aplicar un lenitivo. Este fué la asociacion de Marliani, cuyas

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