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Seguiríase la regeneracion política sin sacudimientos ni

trastornos.

Los habitantes de las provincias Vascongadas y de Navarra serian los primeros en entregar las armas si la Francia protegida por sus tropas les ofrecia el medio de volver á sus casas sin ser humillados y sin sufrir la ley del vencedor.

Si por el contrario la Francia deja escapar una ocasion tan favorable y se limita á entender á su modo el tratado de la cuadruple alianza, tratado cuyos medios de ejecucion han sido reconocidos como poco eficaces para concluir la guerra; entonces habrá una sangrienta reaccion á consecuencia de la pérdida de la esperanza que conserva aun hoy el pueblo español. Ella ha querido por medio de la eleccion de sus representantes dar á la Francia una garantía de los sentimientos de órden que la animan y quitarla todo temor de contrarios pensamientos. El fin que deben proponerse las altas partes contratantes es la pacificacion de la península y la espulsion de D. Cárlos de su territorio. Para alcanzar este fin bastaria el que las tropas francesas ocupasen algunas plazas de Navarra y provincias Vascongadas, los valles de la frontera de los Pirineos y los pequeños puertos de la costa cantábrica. Lo mismo debia hacerse en Cataluña. Esta ocupacion tendria por objeto el cortar toda comunicacion entre los defensores de D. Cárlos y sus partidarios en Francia. El resultado seria el desaliento causado con la presencia de las tropas francesas y la falta de recursos que reciben de Francia. Por otro lado las tropas de la Reina serian suficientes para perseguir y destruir los batallones del Pretendiente que se cansarian de recorrer el norte de España.

He aquí, Señor Conde, el único medio de que el go

bierno español pueda dar á su pais la paz tras la cual hace mas de cuatro años que trabaja una constancia inalterable. Ha hecho todos los sacrificios imaginables, pero sus esfuerzos no han obtenido el resultado que esperaba. Hoy en dia se encuentra la España en necesidad de pedir el apoyo de su augusto aliado el Rey de los franceses.

El gobierno español cuando me ha mandado dirigirme al del Rey desconocia la discusion que ha tenido lugar en la Cámara de Diputados con motivo de la contestacion al discurso de la corona, pero cualesquiera que sean las opiniones en esta circunstancia el gobierno español conoce que es de interés para la Francia, el no consentir el que D. Carlos reine en España, y sobre todo el gobierno del Rey que se obligó á ello cuando firmó el tratado de 22 de abril de 1834, sabrá mantenerlo pacificando la España. Seria conveniente adelantarse á fin de evitar las funestas consecuencias á las que puede dar lugar la resolucion de la Cámara de Diputados luego que llegue á conocimiento de la nacion que tenia fundada toda su esperanza en la franca ejecucion del tratado de la cuadruple alianza, segun el espíritu con que ha sido redactado de parte del gobierno francés.

Aprovecho etc.-M. de Espeja-Sr. Presidente del Consejo de Ministros.

Número 37.

EL MINISTRO DE RELACIONES ESTERIORES DE FRANCIA AL MINISTRO DE S. M. C. EN PARÍS.

Sobre la cooperacion de la Francia.

Enero 29 de 1838.

He recibido la comunicacion que me ha hecho V. E. la honra de dirijirme el 24 de este mes, en la cual me manifiesta V. E. las consideraciones que en juicio del gobierno de S. M. C. reclaman en este momento la intervencion armada de la Francia á fin de pacificar la península.

Como V. E. mismo lo observa, no podian conocerse en Madrid en el momento de su salida las discusiones que últimamente han tenido lugar en las dos Cámaras francesas acerca de la política seguida respecto á España. Lo que han dicho sobre esta cuestion tan grave, debieron sin duda obligar al gabinete de Madrid á modificar las instrucciones que han determinado la peticion de V. E.

Despues de las esplicaciones que he dado en la tribuna y que no han hecho nada mas que confirmar ó desenvolver las anteriores esplicaciones, despues de la aprobacion tan marcada que dichas esplicaciones han obtenido de ambas Cámaras, este hecho, de aquí en adelante fuera de controversia, manifiesta que las estipulaciones de 1834 no imponen á la Francia otras obligaciones que las que ha cumplido fielmente, desde hace cuatro años, y que en cuanto á la intervencion directa, esta no se halla comprendida en dichas obligaciones. Es igualmente cierto que las circuns

tancias que podrian permitir á la Francia efectuar esta intervencion sin comprometer sus mayores interéses están bien lejos de existir en este momento.

En fin, Sr. Marqués, V. E. tiene bastante lealtad para no convenir conmigo que resulta pues del conjunto de negociaciones, las cuales han dado lugar á tomarse en consideracion varias veces que la peticion hecha á la Francia de una intervencion armada, lejos el gobierno del Rey de fomentar las ilusiones que han podido hacerse en Madrid sobre el cambio de obtener esta clase de socorros se ha esforzado constantemente desde fin de 1833 en destruir un error que no convenia dejar subsistir ni á los interéses de España, ni á la causa constitucional. Así, Señor Marqués, en el caso que este error ejerciese hoy ó mas tarde sobre la suerte de España una funesta influencia á la cual hace V. E. alusion, es igualmente cierto que el gobierno del Rey no tendria de manera alguna la responsabilidad, y esta pesaria toda sobre aquellos que la hubieran confirmado.

Si el rehusar de nuevo la intervencion, debe, como parece que S. E. lo teme, producir en Madrid una desgraciada reaccion, si debe aumentar los obstáculos de las personas respetables por las cuales nada hemos hecho para que suban al poder, porque no nos queremos mezclar en el régimen interior de España; pero que miramos con satisfaccion, aunque su caida deba ser la señal del triunfo de los anarquistas; estaria en el derecho de la Francia el rechazar altamente toda acusacion que propendiese á haber contribuido aunque indirectamente á resultados tan desgraciados.

Pero el gobierno del Rey que tiene el mas sincero y y el mas vivo interés por el triunfo de la monarquía constitucional en España, no hallará sino un débil consuelo en

tan deplorable suceso, en la certeza de no haber contribuido nada para ello. El gobierno cree que no tendrá lugar, y felizmente el atento exámen de la actual situacion de España le permite el no participar de las vivas inquietudes que algunos esperimentan y de que V. E. mismo parece participar. El gran movimiento por el cual la nacion española uniéndose al rededor del trono despues de crueles agitaciones ha vuelto al poder, y á las cámaras los defensores del órden y de la verdadera libertad, este movimiento digno de una nacion noble no puede haberse desvanecido en un instante y por solo un hecho. Y es imposible el ver en esto el resultado de un cálculo que tendria por objeto el provocar la intervencion armada de la Francia, no es pues en una combinacion de esta naturaleza que las grandes masas del pueblo español han podido manifestar su valor, el espíritu de union es el que les ha hecho triunfar de todas las amenazas, de todas las intrigas, de todos los medios de influencia y de intimidacion reunidos en manos del partido revolucionario. Si se han visto á los electores asistir á los colegios electorales, casi abandonados en otras épocas, es porque querian poner término á un estado de cosas que se habia hecho intolerable, es porque una cruel experiencia los habia hecho sentir demasiado cuan opresivo é impotente es ese sistema de violencia revolucionaria tan preconizado como la única defensa eficaz contra el Pretendiente. Es difícil de creer que Juego que la España constitucional dilacerada aun con las heridas que la ha hecho la anarquía demagógica, pueda cegarse al punto de ver en el restablecimiento del gobierno que hace un mes dejó llegar á D. Cárlos á las puertas mismas de Madrid, un medio de rechazar con mas éxito los ataques carlistas.

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