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sin ser precedido por la existencia de una administracion perfecta y un gobierno vigoroso. Triste y fatal error, tanto mas trascendental cuanto es inmensa la dificultad de remediarlo, con un trono en minoría, y despues de hecho el tránsito á las formas representativas, cuya sola aparicion crea una multitud de intereses, y conmueve pasiones que solo puede oprimir la fuerza material y los golpes de Estado ; por cuyo camino, si es fácil cambiar todas las situaciones, es semi-imposible consolidar ninguna. Mi intento principal al publicar mis APUNTES HISTÓRICOS en 1834 fué recordar la suma dificultad que experimentó en su marcha el gobierno constitucional de aquella época, en cuyos inconvenientes se iba á caer de nuevo, si antes de hacer el tránsito de unas formas de gobierno á otras no se preparaba con las debidas precauciones. Faltaba ya entonces en verdad la inmensa fuerza del Monarca. El tiempo precioso transcurrido en el año que medió desde setiembre de 1832 hasta el mismo mes de 1833 habia sido perdido como época de tránsito determinado hecho semi-irremediable la fuerza de las cosas, superior á la de los hombres, y mil veces mas poderosa que todas las teorías. Hoy mi solo objeto es consignar en estas nuevas MEMORIAS que podrán ser útiles para escribir la historia contemporánea, los

por

acontecimientos verificados en la época á que se refieren, y con especialidad aquellos en que he intervenido, sobre todo fuera de España, para que pueda encontrar datos exactos el historiador. La sola verdad que pudiera ser interesante asentar y realzar hoy, la creo tan trivial que paréceme innecesario decir nada sobre ella. Hablo de nuestra necesidad única de organizacion. La gran dificultad es toda práctica, y para las cuestiones prácticas son completamente estériles las mas brillantes polémicas.

Apenas el Rey Fernando dejó de existir, fuí arrastrado por circunstancias que explicaré en el curso de las MEMORIAS, á tomar parte en los negocios de Estado; desde el dia 29 de setiembre de 1833 en que murió aquel Monarca, hasta el 7 de febrero de 1834 en que fuí nombrado ministro plenipotenciario en Londres, mi teatro, si bien circunscrito y pequeño, fué Madrid. El papel que en este corto período fuí llamado á representar, háse calificado despues por una de las varias especies de adversarios políticos que he tenido en mi carrera pública, como de oposicion. Han llegado hasta calificarme de revolucionario, por la sola razon de haber diferido de la opinion del ministro Zea, juzgando irrealizable su política de entera inmutabilidad. Este juicio, duro á la par que injusto, exijia de mí una expli–

cacion estensa y leal, y ella debia ocupar un lugar en mis MEMORIAS, y lo ocupará en efecto ampliando lo que sobre la materia he indicado en esta introduccion. Creo que satisfaré de una manera su→ ficiente á la acusacion que me han hecho. Esplicaré mis ideas y mis opiniones contrarias á un mismo tiempo, á que nada se hiciera, como á que se hiciese lo que se hizo.

Si mi esplicacion no satisface habré de resignarme, pues en política como en las relaciones sociales es muy difícil obrar á gusto de todos. Sea como fuere, pequeña fué mi parte en los negocios durante la época anterior á mi salida de España. Sin mision ni carácter oficial, sin ningun empleo público entonces, mi opinion era la de un ciudadano aislado que cumple con su deber siempre que dice lo que cree mejor y y mas útil al bien de su patria, y lo dice á su Rey cuando su Rey se lo pregunta.

No fué en verdad tan insignificante mi carrera política desde el 7 de febrero del mismo año de 1834 en que fuí nombrado ministro plenipotenciario de la Reina en Londres. A esta época se referirán mas especialmente mis MEMORIAS. Creo que serán leidas con interés, y pienso que no interesarán poco las revelaciones importantísimas que me propongo hacer de los sucesos pasados durante el tiempo que en París de

sempeñé la embajada de S. M. en aquella corte, cabalmente los dos años mas procelosos de la guerra de sucesion y en los que se verificó su desenlace. Los interesantísimos sucesos verificados en una y otra época y la publicacion de documentos que si secretos entonces hoy ya no lo son, sobre todo en estos tiempos de publicidad, servirán á esclarecer acaecimientos conocidos hasta el dia con poca exactitud, y formarán la parte principal de mis MEMORIAS.

No es mi objeto escribir la historia de estos siete años en que han pasado mas sucesos importantes que en un siglo entero de cualquiera época que se elija de los anales de la monarquía. Esta obra colosal emprendida por otra mano y otra pluma que valga mas que la mia, revelará en su dia los acontecimientos todos. Yo no me propongo mas que reunir con cierto enlace los sucesos generales de la época en que he tenido parte mas o menos activa: en estos, cuanto refiera, se apoyará en documentos oficiales y auténticos: pasaré ligeramente sobre los que me han sido estraños, sin dejar de apuntar en todos consideraciones que el historiador podrá recoger como interesantes á la filosofía de la historia. En todo caso, habiendo ocurrido fuera de España los sucesos del período á que mis MEMORIAS han de referirse particularmente en los siete años transcurridos desde la

muerte de nuestro último Monarca, pues de dichos siete años, seis los he pasado en Lóndres y París, y uno solo, y este en dos veces en España, evidente es que los sucesos que se hallarán en primer término, serán los relativos á nuestras relaciones esteriores, las cuales han tenido un inmenso influjo en dicha época, no solo en la península, sino en la Europa toda.

No deseo, lo protesto por mi honor, encender pasiones: quisiera por el contrario apagarlas. Los partidos políticos que se hallan en pugna podrán ser altamente interesados en la contienda, y á ellos y á sus prohombres les interesará sin duda mucho el triunfo respectivo; pero mi idea fija y preferente es que á la nacion española; que al verdadero pueblo español de los campos, de los talleres y fábricas; que á los propietarios tranquilos y agenos á las cuestiones políticas, pero que contribuyen con su dinero á levantar las cargas públicas, les interesa poco, generalmente hablando, si el poder está en manos de uno ú otro partido: lo que les importa es que se ejerza para su bien y para su prosperidad; que se les dé paz y seguridad en sus personas y bienes; que se dote al pais de un buen gobierno. Sus teorías hoy no pueden dejar de circunscribirse á la comparacion material de situaciones. Poco importan los nombres de los

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