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Fugiren ab gran terror.

Ab la fosca, qui sembosca,
Qui fuig, y qui resta pres,
Los cavalls ab fuga vana
Per Osona, la gran plana
Passan fins á Lluçanés.

Ab alcans, ab gran avans
Del gran baró son seguits,
Per los rastres, per los fanchs,
Y dins torrents, y barranchs,
Infamement son rendits.

Foren presos, per pagesos,
Per donas, y per pastors,
Y verense en tals apretos,
Que dexaren los coletos
Estos grans conquistadors.

Per tot sonan, y resonan
Los ecos dels encontorns,
De Gerona, de Manresa,
De la terra mes estesa
De campanas, crits, y corns.
Totom crida, fora mida

Ab grans crits, y grans clamors,
Los quels cercan, los quels cassan,
Aquí son, pera quí passan,

Visca el Rey, muyran traidors.

Cada dia, ab alegria

Tants ne portan dins de Vich,
De belitres, y perversos
De termes, y llochs diversos,
Que per tans los noms no dich.
Sols sexorta, molt importa,
Sino seria mes mal,

Que rectos ab diligencia,
Fassan los de la Audiencia

Servir lo garrot, y pal.

De la terra sis desterra

Al cel lo traidor ques pren,

Be tindrem ab tal victoria,
Acabada la memoria

Dels mals efectes, Amen.»>

XV (Cap. XLI).

VERDADERA RELACION

DE LA DERROTA QUE HAN DADO LOS MIGUELETES Y PAISANOS BAJO EL MANDO DEL CAPITAN RAIMUNDO DE SALA Y SASALA CABALLERO. VEGUER DE VICH, Y JOSÉ MAS DE RODA, CIUDADANO HONRADO DE BARCELONA Á LAS ARMAS DE FRANCIA, CON LAS INDIVIDUALES CIRCUNSTANCIAS DE LOS MUERTOS, PRISIONEROS Y HERIDOS.

(De un impreso coetáneo.)

« Aunque en otra relacion impresa se empezó á referir la feliz derrota que los migueletes y paisanos consiguieron contra las armas enemigas de Francia, siendo lo corto de las noticias la causa que no se refirió con toda claridad el suceso; pero ahora que se ha divulgado lo individual del caso, ha parecido darlo al público para consuelo de todos.

» A las 8 de la mañana del dia 10 de marzo de 1695, se hallaba en el lugar de San Feliu de Pallarols el capitan Raimundo de Sala y Sasala, Caballero, y veguer de Vich, en compañía de José Mas de Roda, y Pedro Baliart y Teula, capitan comandante de las escuadras de migueletes, que se hallaban en el llano de San Esteban den Bas para la funcion de formar tres compañías nuevas de migueletes; cuando les llegó la noticia de que algunas tropas francesas, gobernadas por el brigadier monsieur de Juigné, gobernador de Castell-Follit, estaban en el lugar de San Esteban den Bas, y que por haber los naturales de dicho pueblo negado la obediencia y contribucion á las armas francesas, habian pegado fuego al dicho lugar, quemando 16 casas. Apenas el capitan Raimundo de Sala y Sasala lo supo, cuando dió órden al capitan comandante Pedro Baliart, para que con 8 compañías de migueletes dirigiese sus pasos en busca del enemigo, y él, asistido de José Mas de 27

TOMO XVI

Roda, partió con otras tantas, que juntas, componian el número de 650 hombres, movidos todos á vengar en los franceses tan inhumanas atrocidades con que habian perdido á lo Divino y humano el respeto.

»No fué bastante la velocidad de dichos migueletes para llegar al lugar de San Esteban den Bas, á que los enemigos no tuviesen noticia de la marcha de nuestra gente, con la cual noticia amedrentados se empezaron á retirar hácia la parte del Mallol, entre cuyos debates se empezó á trabar una refriega, donde perdieron la vida muchos de los franceses, del que se redobló en ellos la cobardía, y en los nuestros el esfuerzo.

>>Reforzados entonces nuestros migueletes con la gente de somatenes que de los pueblos circunvecinos se juntaban, siguieron las tropas enemigas hasta el llano de la Piña, desde donde los franceses, con desordenada fuga, se encaminaron hácia la villa de Olot; y viendo nuestra gente esta retirada del enemigo, para lograr su designio, se dividió en dos tropas, los unos en número de 300 con el capitan Raimundo de Sala y Sasala, fueron á preocupar el puente de San Roque, lugar importante para estorbar el paso al enemigo; los otros, con José Mas de Roda, y los demás capitanes siguieron á los enemigos por el bosque de Malatosquera, haciendo en ellos un grande estrago. Con estas escaramuzas volvieron á unirse Raimundo de Sala y Sasala y su gente con la gente que comandaba José Mas de Roda, y aquí sobre el romper los enemigos el puente de San Roque, fué donde se enfureció mas el choque, quedando en este reencuentro 500 franceses entre muertos y prisioneros.

»Viendo, pues, los franceses ser imposible la empresa de romper el puente, perdiendo tantos en la contienda la vida, recurrieron á otro medio, que fué esguazar la corriente del rio Fluviá y retirarse á la villa de Olot; pero ni por esto dejaron los nuestros de seguirlos hasta dicha villa de Olot, donde los franceses se dividieron en dos partes; los unos, que eran go suizos de la retaguardia, se fortificaron en el hospital de dicha villa; los otros, que era el demás

resto de la gente con el gobernador, se retiraron al convento del Cármen. Fácil fué á los nuestros el atacar á los primeros, que se rindieron luego, y allanada esta dificultad, se atrevieron á emprender la segunda y mas árdua. Encamináronse nuestros migueletes y paisanos al convento del Cármen, donde despues de haber puesto sitio á toda la circunferencia del convento, hicieron una brecha en la pared por la parte del coro de la iglesia para poder por aquella parte embestir á los enemigos, mas fué vana la diligencia, pues los franceses, con los alfanges en las manos, resistian desesperados de todo remedio al avance de los nuestros, en cuyo debate quedaron muertos dos de nuestros migueletes y uno herido. Intentaron segunda vez los nuestros la entrada por otra parte, echando á tierra parte de la pared de la capilla del Santo Cristo de dicha iglesia, mas tambien fué imposible por esta parte el vencimiento, á causa de que todos los enemigos estaban juntos dentro la iglesia para impedir la entrada de nuestra gente, lo que motivó á nuestros migueletes el poner fuego á las puertas de la iglesia, sin que tampoco aprovechase esta diligencia, pues quemadas las puertas, apareció á diligencias del enemigo paredado de piedras y ladrillos el portal de dicha iglesia,

»Apurado, pues, el capitan Raimundo de Sala y Sasala de tanta resistencia de los cercados, se determinó á pegar fuego á la iglesia, para que muriesen los enemigos entre las llamas, justo castigo de los incendiarios atrevimientos que en el lugar de San Esteban den Bas habian hecho. Púsose en obra este designio echando los nuestros por las dos brechas mucha cantidad de pez y azufre, de cuyas llamas y humo ciegos los franceses, se retiraron de la iglesia amparándose de los claustros del convento. Entraron tambien valerosos nuestros migueletes á la iglesia para poder desde ella dar un avance á los claustros, y viendo los enemigos que era ya desesperacion el resistirse, y que los nuestros les habian amenazado pasarles á cuchillo, hicieron tres veces llamada, pidiendo para pactar, al comandante de nuestra gente; llegó entonces el veguer de Vich,

y despues de haber concordado los pactos del rendimiento (que fueron que todos los soldados fuesen prisioneros de guerra, que no se habian de quitar los vestidos á los oficiales, que habian de entregar todas las armas y dineros, y que el gobernador que estaba herido, y un capitan de alemanes, y 136 soldados heridos, se habian de quedar en dicha villa de Olot para curarse); los participaron al gobernador para que los aprobase, asintió á ellos, y dada la respuesta, entró el capitan Raimundo de Sala y Sasala en el convento, donde ratificó el gobernador dichos pactos, dándole permiso de que bajo su palabra se quedase á curar en Olot, y curado, se presentase delante del Excelentísimo señor marqués de Gastañaga.

»Conseguida, pues, esta feliz victoria, partieron luego con general regocijo los nuestros hácia la ciudad de Vich, á donde llegaron el dia 12 á la mañana, siendo universal el alborozo y contento de toda la gente; desde allí partieron para esta ciudad de Barcelona, y llegaron el dia 15 por la tarde con seiscientos y noventa prisioneros, quedando muertos en el bosque de Malatosquera y Olot 260 de los enemigos. Fué numeroso el concurso que asistió á ver la entrada de los prisioneros, demostrando todos, y especialmente el Excmo. Sr. virey y capitan general, el señor Marqués de Gastañaga, el contento, la alegría y regocijo que habia infundido en los ánimos tan feliz suceso.

»Este fué pues el triunfo que los migueletes y paisanos han conseguido contra las armas de Francia; esta fué la victoria en que manifestaron el leal afecto con que siempre han venerado á la Majestad del Rey Nuestro Señor (que Dios guarde); este fué el suceso con que Su Divina Majestad ha querido castigar los sacrílegos impulsos é irreverentes osadías de las armas de Francia, siendo este triunfo, victoria y suceso, gloria para Dios, lauro para el Rey Nuestro Señor, y feliz principio para el Excmo. Sr. Marqués de Gastañaga, con cuyo amparo y valor se espera postrar la osadía, rendir el orgullo, y domar la insolencia de las enemigas armas de Francia.

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