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Viendo mientras tanto Felipe IV el alarmante giro que iban tomando los asuntos del Principado, expidió un edicto en que procuraba halagar á Cataluña, lamentando lo sucedido en Cambrils y Perpiñán, diciendo

„Ignoraba Torrecusa la posición de los franceses, y suponiéndoles apostados á la izquierda del Tech para impedirle el paso, había resuelto al principio pararse junto al río para proseguir su marcha de noche; pero mudando de parecer dirigióse á Sallelas, á fin de que descansasen sus soldados hasta la mañana siguiente, pues muertos de cansancio bajo la doble carga de las armas y del trigo, cuyo peso se había aumentado con la lluvia de todo el día, ya no podían caminar. En Sallelas supo Torrecusa que los franceses estaban en San Nazario, media legua lejos; vivaqueó por tanto toda la noche, y al amanecer vió á los franceses que maniobraban ya para circunvalarle; mandó atrincherar de seguida con los mismos sacos del trigo, y envió á un bosque cercano dos compañías de mosqueteros. La caballería francesa corrió tras de ellas para aislarlas; diólas una carga, y las causó alguna pérdida; pero Torrecusa envió socorro, y los franceses se hubieron de retirar. Dueño entonces del campo el general español, recogió los carros y bagajes abandonados por los franceses, y fuese á Elna, en donde estuvo dos días. El 29 tomó el camino de San Nazario, y cerca de un montecillo llamado Lo Munt de la Terra vió á los franceses que, alentados con un refuerzo de 500 caballos recién llegados, le estaban esperando. Torrecusa quería ir á Canet para evitar un combate; pero alcanzado por la caballería contraria, hubo de pararse y defenderse. En aquella confusión, queriendo sus escuadrones evitar el choque de los franceses, se echaron sobre las compañías de Próspero Colona y de Roderigo, las cuales desordenaron, al mismo tiempo que cayendo la caballería francesa sobre las tropas menos aguerridas, metíanlas en un foso, donde las hacía fuego la artillería.

El regimiento de caballería de Gassion acababa de coger los bagajes de los españoles, y á éstos queríales cercar la retaguardia, compuesta de italianos; pero eran veteranos, y sostenidos por el fuego de dos cañones de campaña, detuviéronle y se agregaron tranquilamente al convoy. Esta maniobra, ejecutada con intrepidez, admiró á los franceses, que no osaron atacarles más; y Torrecusa, que conoció su indecisión, se puso audazmente en marcha hacia Perpiñán, seguido por la caballería francesa que, volteando en torno suyo, ponía todo su tino en agujerear á tiros los saquitos de trigo que llevaban los soldados, destruyendo esta maniobra sobre 700, de los cuales se escapó el trigo por los agujeros abiertos por las balas., (Henry, lib. IV, cap. III.)

haberse efectuado sin orden suya, prometiendo cumplir y observar los fueros, privilegios y libertades, y anunciando que iba á celebrar cuanto antes Cortes á los catalanes para la puntual observancia é inmediata ejecución de sus leyes. Era ya tarde. Mal se avenían aquellas palabras de conciliación con los estragos y horrores cometidos por las tropas reales á la vista, aquiescencia y aprobación de sus jefes. Cataluña no podía ya escuchar estas razones, inspiradas al monarca por la voz de un tardío y quizá fingido arrepentimiento, y la lucha siguió sin que, como veremos, la hiciera cesar, por el pronto, ni la misma caída del duque de Olivares, el único causador de todas aquellas desgracias, el móvil de aquella guerra, el promovedor de tanto distur bio, tanto crimen y tanto escándalo (V).

Continuaba viva la guerra en Cataluña, y con alguna ventaja entonces para las armas reales. El marqués de Hinojosa, que hacía las veces de virrey, no descansaba un momento recuperando en el campo de Tarragona los lugares que se habían declarado por la causa catalana. La villa de Reus, sin fuerzas para resistir por haber tenido que marchar su guarnición, vióse precisada á abrir sus puertas á las tropas reales 1, y hubo de entregarse Constantí, no sin haberla defendido antes con desesperación su gobernador Grao Raset 2.

Por este tiempo llegó á Barcelona prisionera la galera capitana de la flota genovesa que formaba parte de la española. Había encallado el 7 de Febrero delante del río Tordera, y fué entrada por la gente de Blanes, que la saquearon, apoderándose de un rico botín, poniendo en libertad á varios prisioneros catalanes que llevaba, y prendiendo al mismo almirante Juanetín Do

1 Anales de Reus, lib. II, cap. I.

2 Feliu de la Peña, lib. XX, cap. VII.

ria, el cual, conducido á Barcelona, fué luego enviado á Montpeller, donde quedó confinado 1.

Ocupábase activamente la capital del Principado en su fortificación y defensa para el caso que un día pudiese ser acometida, según se desprende de las disposiciones tomadas por los concelleres y diputados á 7 de Febrero 2.

1 Dietarios de los archivos de la Corona de Aragón y casa de la ciudad.

2 He aquí, según se lee en los dietarios, la embajada de los concelleres á los diputados y la contestación de éstos:

"Embaxada als Diputats.

„Per los mals efectes que ha obrat, y obra continuament lo enemich contra aquesta Provincia y Ciutat, y per los avisos certs tenen los señors Concellers dels que va disposant, manifestament se veu que no es altre son intent sino novament invadir aquestos Principats, y Comtats, y assenyaladament assolar del tot á esta Ciutat; de la conservacio, o destructio de la cual depenje en gran part la existencia, ó no del restant de la matexa Provincia, axi que ben fortificada ella resta abte pera conservarse, y ajudar en quant pugue als demes pobles. Trobes lo die de vuy en estat debil, y del tot exausta per causa dels nous accidents de aquesta occorrent guerra; es li forsos fer promtament les fortificacions baix referides, en orde á les cuals ames del salari que paga á un inginyer que es vuytanta lliures cada mes, y molts altres, sols li es possible poder acudir y donar los cavechs, magalls, pales, y cabassos, que per dites fortificacions seran menester, lo valor dels cuals es considerable. Y perque de la fortificacio resulta la defensa comuna de tots sos Ciutadans, confia que los estaments infrascrits tindran á be de obrar y ajudar á fer dites fortificacions, com á cosa tant convenient, y comuna al benefi de tots, y axi ha assenyalat al estament Eclesiastich la mitja lluna del portal nou; al estament Militar la del portal del Angel, al estament mercantivol lo acabar de fortificar lo portal de mar, y que lo pont de aquell se pose á tota perfeccio acabant, y donant remato al poch que falta de la contra escarpa, que es devant la Iglesia de sant Sebastia, y á la gent volant de la present Ciutat la del Portal de la Draçana; ab expressa advertencia que en cas no aparegues á las presones dels tres estaments personalment treballar en dites fortificacions poran valerse dels gastadors que vuy te la Ciutat en la Draçana pagant á cada hu dells tan solament dos sous per die.

El 23 de mismo mes tuvo lugar la solemne entrada del nuevo virrey mariscal de Brezé en la capital del Principado, recibido por las autoridades con pompa y por el pueblo con grande alegría. Las calles por donde pasó estaban llenas de colgaduras y adornos, y en todo quiso esmerarse Barcelona para demostrar, en medio de su conflicto y críticas circunstancias, el regocijo con que le recibía y las esperanzas que en él cifraba, haciendo en esta ocasión grandes esfuerzos de desprendimiento para acreditar el sincero afecto que profesaba al nuevo rey que, en uso de su soberanía, se había dado. Antes de aposentarse el de Brezé en el palacio que de antemano se le había preparado en la plaza de San Francisco, rectificó como virrey y con las solemnidades de costumbre el juramento que más de un mes antes había ya prestado en la Junquera al penetrar por primera vez en Cataluña (VI).

"La conveniencia y importancia de aquestas fortificacions, la necessitat gran y debil en ques troba vuy aquesta Ciutat, lo amor li tenen sos Ciutadans, lo desig gran te de veurerse posada en estat que intrepidament pugue obsistir á les armes enemigas, li asseguran aquest auxili com ho suplica ab lo major encariment pot ab esta embaxada.

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Los diputats del General de Cathalunya han rebut la embaxada de V. S. en rahó de la assistencia demana V. S. á las personas del Consistori y officials del General per si ó per interposadas personas en las fortificacions que enten fer en aquesta ciutat, á la cual embaxada responent: Diuhen que regonexen la obligatio que tenent de servir á V. S. y á la ciutat en aqueix particular en cosa que es tant del benefici publich y comuna de tots y la necessitat precisa quey ha de fer de prompte ditas fortificacions perque ab ellas se puga deffensar de las invasions del enemich y estar la ciutat tant exausta com V. S. representa que obliga á que tots li ajuden. Perssó per aparexer que las ditas rahons son tan justas per los cuals ningú se deu eximir offereixen cumplir ab lo que V. S. demana ab dita embaxada y lo mateix ordenaran fassan los demes officials del General que no sols en axo desitjan donar gust ȧ V. S y á la ciutat, pero en tot lo demés que se offerirá de son servey.,

Por lo que toca al rey de Francia, resuelto á encaminarse á Barcelona para prestar á su vez el juramento y para de paso asistir al sitio de Perpiñán, llamó á Parísal príncipe de Condé, á quien quiso dejar al frente de aquella ciudad durante su ausencia, y encargó á los mariscales de Meilleraye y Schomberg el mando del ejército del Rosellón. Luis XIII, después de haber escrito con fecha del 20 de Enero á los concelleres de Barcelona participándoles que iba á emprender el viaje 1, salió de París el 25 llevándose consigo todas las insignias de la majestad, á fin de dar más solemnidad á la ceremonia de su juramento como conde de Barcelona 2, y entró en Narbona á principios de Marzo, después de haber pasado en Lión una revista á las tropas que debían entrar en campaña. Desde Nimes volvió á escribir á los diputados y concelleres de Barcelona, manifestándoles cómo había dado orden de que pasasen á Cataluña 6.000 infantes y 2.000 caballos, y anunciándoles su próxima llegada al Principado luego de haber concluído con los asuntos del Rosellón 3.

Supo en esto Barcelona que el rey Felipe IV había nombrado virrey y capitán general de Cataluña á D. Pedro de Aragón, marqués de Povar; á su hermano segundo, D. Antonio, general de las galeras que se aprestaban en Valencia para aumento de la armada; y á su tercer hermano, D. Vicente, coronel de una división destinada á reducir el marquesado de Pallars y Conca de Tremp. Bajo el mando de D. Pedro se puso una división de 2.000 caballos y 7.000 infantes, y se le dió orden para que, atravesando Cataluña, volase al socorro de Perpiñán y Colibre, plazas amenazadas por las armas del rey de Francia. Dícese que D. Pedro, justamente ate

1 Archivo municipal: Cartas reales.

2 Levassor: Historia de Luis XII.—Mercurio de Vittorio, Siri. 3 Archive municipal: Cartas reales.

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