Imágenes de páginas
PDF
EPUB

jaban con armas al socorro, los señores concelleres y sabio Consejo de Ciento resolvieron se hiciese otra leva de otros 500 mosqueteros que partiesen luego, y por cuanto era mejor fuesen soldados viejos, suplicaron á su Excelencia los diese de la guarnición de las galeras, que los armarían, municionarían y darían cuatro reales de sueldo cada día si en esto no había inconveniente: hallóse muy grande en desguarnecer las galeras, y así se dió orden marchasen de los naturales de Barcelona 1.

» En amanecer este día de 28 comenzaron á salir tanta gente armada voluntaria para socorrer al señor de la Mota, que casi quedó desierta Barcelona, de tal forma que no se hallaba apenas por las calles hombres de edad competente para las armas, y así fué necesario que los eclesiásticos, clérigos y frailes las tomasen para la guarnición de los muros y portales; salieron más de 6.000, y sin éstos un número grande de mujeres con víveres, paños de lienzo y confituras para los heridos y cansados. Acciones tan grandes que causaron á su Excelencia grandísimo gusto de ver á esta belicosa ciudad tan liberal, tan valiente y tan fiel á su rey y señor.

»El señor de la Mota, mientras que sus tropas se ponían en batalla, reconoció al enemigo, el cual, no resuelto á pelear, iba marchando y comenzando á empeñarse por lo estrecho del camino real, que comienza al mesón de la Grúa; viendo el señor de la Mota la ocasión que era buena, avanzó sus tropas para atacar al enemigo en aquella apretura. Lo cual, conocido por los enemigos, le hicieron cara con los mejores batallones de su caballería, y dieron orden á los demás que iban de

1 La relación por días de lo que hizo este tercio, al mando del sargento mayor D. Francisco Vila, se halla original en el archivo de la ciudad, y la copio en el apéndice núm. (VII).

TOMO XVI

6

lante marchando, acudiesen; y siendo muchas veces más poderosos en caballería que el señor de la Mota, le embistieron, el cual, con aquel ánimo intrépido, chocó con ellos tan rigurosamente y con tanta gallardía, que derrotó y cortó en piezas grande parte de su retaguardia. La caballería catalana, y particularmente los caballeros que salieron de Barcelona, gobernados unos y otros por su maestre de campo general D. José Dárdena, como tenían la vanguardia y estaban avanzados, fueron los primeros que toparon con el enemigo con valor tan extremado, que le causaron pavor. Embistió la compañía de la guardia de su Excelencia (que este día hizo maravillas) con tal esfuerzo, que el enemigo no pudo resis tirse. Las compañías de Gassió, de Saboya, Daubaye, de Bussi, de Ales y de Moty, unos con la espada en la mano, otros con hachas aceradas, hicieron tal matanza en los enemigos, que regaron de su sangre aquellas campañas.

>> Hizo el señor de la Mota en este victorioso combate prisioneros á Fr. D. Vincencio de la Marra, teniente general de la caballería; á su sobrino, capitán de caballos; al comisario general de la caballería; 12 capitanes de caballería, cruzados de Santiago; más de 50 oficiales, y muchos otros caballeros: de suerte que perdió el enemigo en esta batalla 1.000 hombres entre muertos, presos y heridos.

>> De nuestra parte murieron de los catalanes D. Ramón Villalba, y de allí á dos días de sus heridas el capitán de caballos D. Gaspar de Lupiá, mozo de diez y seis años, que podía competir con el más viejo capitán en valor y esfuerzo; D. Juan Copons, comendador de Malta.

»Quedaron heridos de los catalanes D. Antonio Cassador; D. Salvador Batlle, capitán de caballos; D. Juan Tamarit; D. Jerónimo Tamarit, su hermano; D. Jaime

Callar; D. Jerónimo Torres, y el teniente reformado Gimenis.

» De los caballeros franceses murieron el corneta de las guardias de su Excelencia, M. de Otil, y el capitán de las guardias del señor de la Mota. Heridos M. de Chatené; M. de Castolet, capitán de caballería, y algu

nos otros.

» Quedaron hechos prisioneros del enemigo M. de la Roviniera; M. Montaña, teniente de la guardia de su Excelencia. De los catalanes sólo D. Emanuel de Aux, capitán de caballos.

»De todos los caballeros catalanes, capitaneados por el maestre de campo general D. José Dárdena, los que más se mostraron esforzados y valerosos fueron 22 que puestos en la primera hilera de la vanguardia se mezclaron con los enemigos, haciendo unos y otros suertes grandes en ellos.

»De los franceses fueron muchos los que se señalaron famosos en las armas, entre los cuales merecen grande memoria los MM. Ochincourt y de la Luzerna. El primero, muerto el caballo entre los enemigos, peleó á pie con la espada un grande cuarto de hora, hasta que pudo ser socorrido. Los MM. de Chatené de la Roviniera, de Chabot y de la Valle sirvieron en esta ocasión á satisfacción del señor de la Mota. Finalmente, conducidos por capitán tantas veces famoso como el señor de la Mota, pelearon todos revestidos de su valor y animados de su espada, tantas veces tinta en sangre de castellanos. Y fué dicho señor de la Mota tan arriesgado en esta ocasión, que se empeñó muy adentro del enemigo; y reconociéndole D. Vincencio de la Marra, le embistió dentro de su escuadrón, y pensando prender y vencer al señor de la Mota, fué dicho D. Vincencio derrotado y preso.

> Derrotado el enemigo se retiró huyendo á un valle

harto largo, donde hizo alto con la infantería en lo alto de una eminencia, y con la caballería en la falda ó valle. Y hallándose las tropas del señor de la Mota cansadas de combate tan largo, para que se refrescasen y descansasen, las hizo marchar á Granollers, villa que dista una hora de camino del lugar donde se dió la batalla.

»>El día siguiente de 29, á las tres horas de la mañana, habiendo tenido aviso por los batidores que el`enemigo estaba á caballo y á punto de marchar, se puso el señor de la Mota en batalla fuera de la villa, y comenzó á marchar hacia la parte de arriba, para cortarles el camino ó em bestirles en lo más estrecho de él. Recibió después aviso nuevo de que el enemigo había sabido que su Excelencia desde Barcelona había enviado á D. José Margarit á San Celoni, á juntar aquellos somatenes con las tropas francesas que acudían; y finalmente, que como por todas partes donde volvían los ojos no veían sino catalanes armados ó tropas francesas, habían quemado todo el bagaje, dejarretado los caballos y mulas cansadas y se ponían á marchar á la vuelta de Tarrasa, de donde habían salido juzgando por menor mal arrepentirse, volviendo de la temeridad, que perecer en ella pasando adelante, donde era ciertísima su ruina.

»Viendo el señor de la Mota que los enemigos volvían la cara, dió también la vuelta con sus tropas, siguiéndolos, y dentro dos horas los descubrió al pasar de un vallado, y los batidores nuestros los hallaron de la otra parte puestos en batalla. Dió aviso el señor de la Mota á su Excelencia de la contramarcha, para que ordenase á M. de Terraill bajase con toda diligencia á Viilafranca para oponerse al pasaje; y para entretener al enemigo, mandó el señor de la Mota avanzar 500 infantes mosqueteros catalanes á la otra parte del vallado para escaramuzar, y entre tanto refrescó su caballería.

»Despachó su Excelencia á toda prisa un correo á

M. de Terraill, que á toda prisa bajase con algunas buenas tropas á Villafranca para ponerse á la vanguardia del enemigo.

»Los mosqueteros catalanes y los paisanos derramados por una y otra parte, que eran aquel día en número de más de 15.000, repartidos en diversos puestos, iban persiguiendo al enemigo, y escaramuzando á cada paso con él, sin dejarle reposar ni refrescar de día ni de noche, entreteniéndolos de esta manera su marcha; con que pudo el señor de la Mota llegar con su caballería á Martorell, y ganar la delantera al enemigo. Para este efecto, partió de Martorell tres horas antes del día y marchó con toda diligencia á Villafranca, donde llegó á las nueve horas; refrescó allí su gente, y á las tres de la tarde tuvo aviso por sus batidores que el enemigo estaba ya á una hora de camino de Villafranca.

» A este tiempo D. José Margarit, sabida la contramarcha del enemigo, bajó á toda prisa el día mismo de 29 que el señor de la Mota dormía en Martorell con toda la gente de San Celoni, y llegando á refrescar en San Cugat, y marchó toda la noche; y sabiendo que el señor de la Mota estaba ya en Villafranca á la cara del enemigo, marchó con sus tropas á la mano derecha hacia la Beguda y Piera, para oponerse en aquellos pasos, caso que el enemigo, por huir el encuentro con el señor de la Mota, no marchase hacia mano derecha, para atravesar hacia Igualada y de allí á Urgel, que nos hubiera dado que entender.

El enemigo se puso en batalla; fuele á reconocer el señor de la Mota, y vió que estaba en lo hondo de un valle, haciendo frente muy dilatada. Coligióse que al abrigo y silencio de la oscuridad de la noche marcharía, y por cuanto podía pasar por dos caminos á mano derecha ó á izquierda, para volver á Tarragona, envió el señor de la Mota á ocupar las eminencias de entrambas

« AnteriorContinuar »