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1r. Trimestre,

Marzo de 1849.

EL CATOLICISMO NETO

Periódico religioso que sale por trimestres, destinado á propagar el conocimiento de la pura religion del Evangelio. El precio es de siete reales von. por trimestre; mas podrán tenerlo gratis los Españoles y los naturales de los estados en que se habla el lenguage de Castilla, si no pudieren pagarlo.

"Lo que fué desde el principio ...eso os anunciamos." (Epist. de S. Juan c. 1. v. 1-3.)

Introduccion.

En el evangelio de S. Mateo (c. 13. v. 24 &) se nos dice que, "el reino de los cielos es semejante á un hombre que sembró buena simiente en su campo. Y mientras dormian los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo, y se fué. Y despues que creció la yerba é hizo fruto, apareció tambien entonces la cizaña." En efecto, así que la palabra de Jesucristo comenzó á llevar fruto de buenos y leales discípulos, aparecieron tambien en el mundo, que es el campo en donde aquella se sembró, discípulos infieles y desleales, como fruto de la cizaña del error, que el enemigo habia sembrado á escondidas, mientras dormian los siervos del padre de familias. No fueron estos por entonces autorizados para arrancarla, como ellos querian, porque esa operacion se reservó para otro tiempo; pero sí lo fueron para continuar sembrando la misma buena semilla, y para enseñar con su palabra y con su ejemplo á distinguirla de la mala. Con esto, andando el tiempo, en la confusa mezcla de doctrinas buenas y malas, que comenzaron desde muy temprano á tener curso entre los que se llamaban cristianos, se sintió cada vez mas la necesidad de distinguir unas de otras. Considerando que la buena semilla fué la primera que se sembró, se tuvo por oportuno para hacer con facilidad esta distincion el recurrir â un medio casi mecánico, esto es, á la fecha de la doctrina, con la seguridad de que

la semilla que primero cayó en el campo no tenia cizaña alguna. De este modo la catolicidad, es decir, la universalidad de la doctrina, el ser de todos los tiempos contando desde el principio, llegó á ser una nota ó seña cierta de verdad; con lo cual la buena doctrina se llamó católica, y el sistema ó conjunto de verdades católicas tomó el nombre de catolicismo. Ningun cristiano tendrá, ni nosotros tenemos inconveniente alguno en que la doctrina pura y sana del Evangelio sea llamada catolicismo, ni en que la antigüedad de la doctrina sea tenida por una nota de verdad, con tal que nos entendamos. Tertuliauo (adv. Marc. 1. 4. c. 4.) tiene dicho; "Como lo falso no es mas que una corrupcion de lo verdadero, así es necesario que la verdad preceda al error......en suma, es mas verdadero aquello que es ántes, y es áutes, aquello que es desde el principio." Esta consideracion, que puede ser mirada como un axioma en materia de doctrina que se supone emanada de Dios mismo, nos da la medida de la antigüedad que pedimos á la que hayamos de recibir como verdadera. No nos basta el que la doctrina se presente apoyada por la antigüedad, ni aun por una muy grande antigüedad, si no remonta hasta el principio mismo, esto es, hasta Jesucristo y sus Apóstoles, que fueron solos los que sembraron la buena simiente de la verdad sin mezcla de ninguna especie: esta será para nosotros el verdadero catolicismo.

Sin embargo, este catolicismo que con su predicacion hicieron conocer al mundo los apóstoles inspirados por el Espíritu de Jesucristo, ha atravesado épocas de tinieblas, en que ha sido horrorosamente desfigurado por el hombre. Ha querido este amoldarle á las exigencias del mnndo, hacerle acepto á la multitud, y poner con él en manos del poder una arma idónea para dominar y gobernar á las naciones de la tierra. De esta lamentable degeneracion ha resultado un catolicismo espúreo, que se ha alzado en el mundo con el nombre de Catolicismo Romano, dándose tan pomposa como falazmente por la única religion verdaderamente universal ó católica en el sentido que hemos esplicado. Y decimos falazmente, porque las aberraciones de este catolicismo degenerado no son, ni con mucho, de todos los tiempos ; mas no porque le disputemos la universalidad, si por ella hemos de entender, que se adapta à todos los estravios del sentimiento religioso, observados desde que el mundo es mundo en casi todos los pueblos del globo. En este sentido la tenemos por realmente católica. Nosotros no consideraremos el Catolicismo, sino en su estado primitivo y original, como una doctrina puramente espiritual, independiente de todo cuanto dice relacion con el siglo presente, y de todas las miserables cuestiones que en él se agitan; pues ni vemos ni podemos ver en el que Jesucristo enseñó, mas que una ley de amor y libertad, establecida para una sociedad espiritual, que no ha de hacer mas que pasar por la tierra sin contaminarse con ella, para ir á buscar la libertad, la gloria, y la inmortalidad

en su patria que está en los cielos. Esto solo queremos significar con nuestro título de CATOLICISMO NETO.

Ha venido principalmente esta triste corrupcion de que hemos hecho mencion, de haber desatendído las verdades capitales, por decirlo así, que Jesucristo enseñó, y nos comunicaron los apóstoles. En su lugar se han ido insensiblemente introduciendo preceptos y prácticas de tradicion ó invencion puramente humana, que aglomerándose de siglo en siglo, y adquiriendo con el tiempo los honores de la antigüedad, han llegado á formar un cuerpo monstruoso de doctrina errónea y falaz, que ha engendrado un espantoso conjunto de tan vanas como pomposas esterioridades. Esto, enverdad, ha lisonjeado siempre la imaginacion del vulgo, y se ha adaptado maravillosamente á los estravios de la multitud; pero nunca ha presentado á la razon del menos atento observador, mas que una viva y perfecta imágen del mas absurdo y descabellado gentilismo. Así es que todo aquel que afligido de este conjunto de futilidades por una parte, y de errores y mentiras por otra, ha probado á volver pié atras, y considerar los tiempos antiguos, si alguna que otra vez ha tenido que conceder, se ha visto mil veces forzado á negar. Con eso un sistema, ó forma de doctrina religiosa, fundado única y esclusivamente en lo que Jesucristo enseñó, ó fué por su Espíritu inspirado á sus apóstoles, y que estos nos dejaron por escrito, ha parecido al pronto resolverse todo en meras negaciones; y los sostenedores de todas las corruptelas no han dejado de acusar de destructores de toda religion á los que han querido sola y pura la de Jesucristo. Y no crean los que se propongan abrazar pura y simplemente la religion del Evangelio, que han de poder evitar semejante acusacion, pues habiendo de verse obligados á decir mas de una vez que no son dioses los que son hechos de mano de hombre, nunca han de faltar Demetrios que trafiquen en plata, y digan que corre peligro no solamente que su profesion venga en descrédito, sino que el templo de la gran diosu Diana sea tenido en nada, y comience á ir por tierra la majestad de aquella, á quien toda el Asia, y el mundo adora. Es verdad que no todos los que se abrigan á la sombra de ese magnífico templo tienen esos temores; y no les falta razon para estar confiados en la vida presente, porque deben conocer que su religion es demasiado terrestre y humana para que falte mientras haya hombres en este siglo. Tampoco creemos nosotros que tienen que temer su total ruina, y así no nos lisonjeamos con que hemos de echar abajo la obra de la mano del hombre, porque estamos persuadidoa de que bajo una ú otra forma durará hasta que venga El que es, El que era, El que ha de venir á destruirla con el soplo de su boca y el resplandor de su venida. Contentarémonos, y daremos rendidas gracias al Señor, si hace que nuestras cristianas reflexiones caigan sobre una ú otra de aquellas almas que el Evangelio compara al buen terreno, las cuales recibiendo en sí algunos granos de la pura simiente que

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