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que lo habré por bueno, y tenga por cierto que le terné tanta obediencia, cuanta es razon que él me tenga á mí por esta gracia que le hago; lo cual yo prometo de no se lo pedir en mi vida." Y así lo cumplió; que en su vida no se lo pidió. El padre quedó muy contento con esta respuesta, y le dió su bendicion. Y cerrado su testamento, dió el ánima á Dios, jueves cinco de otubre de mili y trecientos y noventa y seis años. Fué sepultado en el monesterio de Sant Isidro de la cibdad de Sevilla, en el enterramiento de sus pasados, con mucha pompa y veneracion. Fué muy llorado de todos sus parientes y conocidos.

Fué este conde D. Juan Alonso de Guzman muy cortés y de muy buena crianza en sus palabras, y muy llano para con todos. Era tan amado en la cibdad de Sevilla y en toda el Andalucía, que despues del rey no conocian otro señor sino á él. Fué muy franco, muy acogedor de los buenos; pero no entremetido en las cortes ni en los palacios de los reyes; ni fué hombre que por regir y mandar, se trabajase, como parece cuando le hicieron tutor del rey D. Enrique III, y gobernador de los reinos y señoríos de Castilla y de Leon, que lo fué á importunacion de los parientes de la condesa su mujer, mas que por su voluntad. Decia él que sus padres y pasados no habian ganado su estado por privar con los reyes de Castilla, sino por estar apartados dellos, haciendo guerra á los moros enemigos de la fé; y él traia por refran decir, Ese es rey, el que no vido al rey. Todo esto trata Hernan Perez de Guzman (sic) en el libro que escribió de los claros varones de España, tratando deste señor D. Juan Alonso de Guzman.

FIN DEL LIBRO QUINTO.

LIBRO SEXTO.

De D. Enrique de Guzman, primero deste nombre, segundo conde de
Niebla, quinto señor de Sanlúcar.

CAPÍTULO PRIMERO.

De D. Enrique de Guzman, de sus costumbres y del deseo
que toda su vida tuvo, de ganar á los moros la cibdad
de Gibraltar.

Don Enrique Alonso de Guzman, primero deste nombre, segundo conde de Niebla, (1) quinto señor de Sanlúcar, tomó la gobernacion de su estado en el año del Señor de mill y trecientos y noventa y seis años, siendo de edad de veinte y un años. Fué casado con D.a Teresa de Figueroa, hija de D. Lorenzo Xuarez de Figueroa, maestre de Santiago, y D. María de Horosco, su mujer. En esta señora hobo el conde D. Enrique de Guzman á su hijo D. Juan de Guzman, que le sucedió en el estado.

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Fué el conde D. Enrique de Guzman muy escelente se

(1) El original dice cuarto; pero es una equivocacion manifiesta.

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ñor, en quien moraron muchas partes de bondad. Era magnífico en sus cosas, cortés, gracioso con todos, gran gastador, honrador de los buenos. Hacia liberalmente por los que se le encomendaban. Tenia su casa muy poblada de caballeros principales, y daba grandes acostamientos; porque como este señor decendia de real sangre, preciábase de tener tal casa. Fué muy deseoso toda su vida de guerrear á los moros, especialmente tenia gran lástima de la cibdad de Gibraltar, que su visabuelo D. Alonso Perez de Guzman el Bueno habia ganado á los moros, que la hobiesen tornado á cobrar como la cobraron. Y viviendo con deseo de ganar á Gibraltar, pareciéndole que si la ganaba, hacia gran servicio á Dios y al rey y al reino, y si muriese en la demanda, era muerte mas bien empleada, de la cual sabria escoger. Y comunicando esta intencion con algunos caballeros de Sevilla y de Jerez de la Fontera, hombres sabios y experimentados en la guerra, todos juzgaron dél ántes que de otro señor alguno de España, ser lícito aquella jornada por vengar la muerte del rey D. Alonso su visagüelo, que murió allí por cobrar la cibdad que su visa güelo D. Alonso Perez de Guzman el Bueno habia ganado.

a

El rey D. Alonso XI que aquí dice, fué visagüelo de D. Enrique de Guzman, por parte de su madre D. Juana de Castilla primera condesa de Niebla. Y D. Alonso Perez de Guzman el Bueno fué asimismo su visagüelo, por parte de su padre D. Juan Alonso de Guzman. Así que entram. bos eran sus visagüelos, uno por parte de la madre, y otro por parte del padre. Así que, considerando el provecho grande que á los cristianos vernia en ganar aquella cibdad á los moros, que era quitarles aquella bahía y surgidero de sus navíos y galeas, con lo cual aseguraba sus villas de Bejer, Chiclana, Conil, y Barbate y las almadrabas, esto

se trató en consejo muy secreto algunas veces, hasta que se determinase lo que harian. Y determinado, llamó un dia á todos sus deudos, amigos y criados, y algunos caballeros y vasallos suyos, y en una sala de sus casas de Sevilla les habló en esta manera.

CAPÍTULO II.

Del razonamiento que D. Enrique de Guzman, conde de Niebla, hizo á sus caballeros, sobre ir á hacer guerra á los moros, y la respuesta que le dieron.:

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Don Enrique de Guzman, conde de Niebla, juntados aquellos caballeros, les dice así: "Cuanta mas dañosa para los hombres es la paz que la guerra buena y justa, vémospor los antiguos romanos, que en cuanto se ejercitaron en la guerra, tuvieron el universal señorío del mundo. El cual perdieron en la paz, porque con ella puestos en ociosidad, se dieron mas á los deleites y buscar sus intereses particulares; de manara, que con la guerra eran virtuosos, vencieron sus enemigos, sostuvieron la república, multiplicaron el bien della, y quedaron las famas de sus nombres y hechos en perpetua memoria. Pues si tales y tantos bienes suelen nacer de la guerra justa, necesaria cosa es que nosotros los cristianos la emprendamos contra los moros; porque con ella desecharemos los vicios, siguiremos las virtudes, destruirémos los perseguidores de nuestra sancta fé, y procurarémos cobrar algunas de las tierras que estos moros nuestros enemigos nos tienen ocupadas; pues para ellos tenemos clara y justa causa, y llevando delante la

verdad y la justicia, espero en la infinita bondad de nuestro Señor Dios, que nos dará vencimiento y tornarémos con honra y si allá muriéremos, serán nuestras ánimas herederas de la gloria, que es lo que mas se ha de desear. Y procurar para donde habemos de ir, no conviene al presente que se diga; porque los moros no sean avisados. Y aquel terná en mí mas parte, que con mayor diligencia solicitare las cosas desta jornada."

Todos los que presentes estaban, holgaron mucho de la voluntad que el conde tenia, y loaron su buen propósito y se ofrecieron, que de muy buena voluntad le acompañarian hasta morir en su servicio.

CAPÍTULO III.

Como el conde de Niebla D. Enrique de Guzman fué á cercar la cibdad de Gibraltar con mucha gente de guerra, y como murió en el combate.

Salido el conde y aquellos caballeros del consejo, luego se comenzaron á hacer muy grandes aparejos de guerra, y comprar naos, galeas y galeotas, fustas, bergantines, y cargallos de artillería, armas, bizcochos, harinas, cebada, vino, ingenios y pertrechos de guerra. Y como luego se supo en el Andalucía, que el conde de Niebla, un tan gran señor, aparejaba tan grande armada para ir sobre Gibraltar, vinieron muchos caballeros de Córdoba, de Ecija, de Jerez y de toda el Andalucía, para facer con él aquella jornada.

El conde con toda su gente y la que le vino á acom-
TOMO XXXIX

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