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mada), me quité mi corona y coronéla. Aqueste nombre de Coronela le quedó á la señora, y así se llamó la Coronela mientras vivió, y sus descendientes Coroneles por linaje y gloria de apellido. Ha habido en este linaje singulares personas y de grandes estados, en especial en tiempo del rey D. Alonso XI que ganó las Algeciras. Las armas de los Coroneles son cinco águilas coloradas y la de en medio coronada."

Esto es sacado del libro de las armas y blasones de los linajes de España.

CAPÍTULO VIII.

Como Don Alonso Perez de Guzman volvió á Fez, y dió cuenta al rey de lo que habia fecho; y como el dicho rey vino con gran caballería en ayuda del rey D. Alonso.

Don Alonso Perez de Guzman holgó 15 dias con su esposa, en el cual tiempo ella se empreñó de un fijo que se llamó Don Pero Alfonso de Guzman, el que degolló el infante Don Juan en Tarifa teniéndola cercada con muchos moros, como adelante se dirá. Casó Don Alonso Perez de Guzman con Doña María Alonso Coronel, año del Señor de mill y docientos y ochenta y dos años. Despucs (como de suso es dicho) habiendo estado Don Alonso Perez de Guzman algunos dias con su esposa, se despidió della con gran pena de entrambos; porque dende el primero dia de su casamiento, fue muy grande el amor que se tuvieron. Y despedido del rey Don Alonso, entró en su galera y pasó

en África, y llegado á Fez, dió cuenta al rey Abenyuçaf de todo lo que se habia fecho. El rey lo recibió muy amorosamente, y luego dieron gran priesa á la venida á España al socorro del rey Don Alonso. Y llegada la gente, vino el rey Abenyuçaf con gran caballería á Ceuta, cibdad en Africa sobre el Estrecho de Gibraltar. Y embarcado allí, pasó en Algecira que era suya, y de allí entró en consejo por donde iria á Sevilla para verse con el rey Don Alonso. Don Alonso Perez de Guzman le dijo, que pues él iba en ayuda del rey Don Alonso, que no era razon que le fuese hollando y gastando su tierra, sino que, pues el rey de Granada era su enemigo, y amigo del infante Don Sancho, que se llamaba rey de Castilla, que fuese por tierra del rey de Granada hasta Écija, y así lo hizo.

El rey Abenyuçaf envió sus mensajeros al rey Don Alonso haciéndole saber como venia en su ayuda. Sabido esto por el rey Don Alonso, aderezó su gente lo mejor que pudo, y salió á recebir al rey Abenyuçaf hasta cerca de Zahara. Y como el rey Abenyuçaf supo que venia el rey Don Alonso, mandó cabalgar todos sus caballeros, y mandó armar una tienda muy grande y muy rica, y mandó poner en ella dos estrados de muy ricos paños de oro y seda. Y como vieron venir la gente del rey Don Alonso cuanto un cuarto de legua, mandó el rey Abenyuçaf á todos sus caballeros que saliesen á donde el rey Don Alonso venia, y le besasen la rodilla, como es costumbre de los moros; y mandó á Don Alonso Perez de Guzman, que cuando llegase cerca el rey Don Alonso, que se lo mostrase. Y llegando el tropel de la caballería cristiana á la tienda del rey, salió el rey D. Alonso delante todos. Don Alonso Perez dijo al rey Abenyuçaf: "Este es el rey Don Alonso." Luego el rey Abenyuçaf mandó á sus caballeros que le fuesen todos á besar él

pié; y mientras los caballeros iban, el rey Abeny uçaf estuvo en pié, la mano puesta en una cuerda de la tienda; y desque los caballeros moros le hobieron saludado y besado el pié, quiso el rey Don Alonso allí descabalgar. El rey Abenyuçaf mandó á Adalat su trujaman que le dijese que no se apease hasta dentro de la tienda. Y entónces llegó Don Alonso Perez de Guzman al rey Don Alonso, y vino con él hasta la puerta de la tienda; y apeándose allí, se abrazaron los dos reyes, y tomándose por las manos se fueron á sentar en sus estrados; y allí platicando de muchas cosas, confirmaron sus amistades. Y pasado esto, el rey Don Alonso reposó allí y fué servido como lo fuera en su palacio. El rey Abenyuçaf le dijo: "Dáme un adalid que me lleve por la tierra donde no te obedecen, para que la destruya: que en la tierra que te obedecen, no haré ningun mal.” El rey Don Alonso dijo, que traeria su gente para que fuesen juntos. Y así se volvió para Sevilla.

El rey Abenyuçaf fué sobre algunos lugares del Andalucía, y sin daño alguno los redujo al servicio del rey. Don Alonso Perez de Guzman se fué á Sevilla para ver á su es posa, y por no hacer guerra, mal ni daño á los cristianos como estaba en el asiento que hizo con el rey Abenyuçaf.

Despues que el rey Abenyuçaf hizo una entrada en el reino de Granada en que hizo mucho daño en la tierra, porque el rey della era enemigo del rey Don Alonso, volvióse para Algecira. Estando allí dende á pocos dias, falleció en Sevilla el rey Don Alonso, que fué en el mes de Abril del año de mill y docientos y ochenta y cuatro. Este rey Don Alonso se llamó el Sabio porque demás de otras esciencias que supo, fué en el astrología muy singular. Fué electo emperador de Roma; compuso el libro de las Partidas

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del derecho comun de España, las Tablas alfonsíes y el li bro que se llama del Tesoro.

CAPITULO IX.

Como el rey Abenyuçaf se volvió á Fez, y con él D. Alonso Perez de Guzman llevando consigo á su mujer; y del aviso que tuvo para enviar á España su mujer y riquezas.

Despues de muerto el rey D. Alonso, el rey Abenyuçaf y D. Alonso Perez de Guzman, con toda su caballería pasaron en Africa; y D. Alonso Perez de Guzman llevó consigo su mujer D. María Alonso Coronel, la cual por respecto de su marido y de sus bondades, era tratada así del rey Abenyuçaf, como de sus mujeres y de los moros, con grande honra; y asimismo de los cristianos que vivian con el rey era muy amada y servida. En este tiempo se le ofreció al rey Abenyuçaf ciertas guerras con reyes moros, y enviando á D. Alonso Perez con gente, los venció y puso de bajo del señorío del dicho rey Abenyuçaf, donde D. Alonso Perez de Guzman ganó muy grande cantidad de riqueza, así de la que él ganó de los moros con quien hobo las batallas, como la que el rey le dió, que fué mucha. Pues pasado algun tiempo que D. Alfonso Perez de Guzman estaba en Fez, era muy perseguido de la invidia de Aben-Jacob, hijo del rey Abenyuçaf, por inducimiento de Amir su primo, y aquello era porque lo vian tan rico y próspero. Y D. Alonso Perez tuvo entendido que estos habian de buscar forma para le quitar el dinero y la vida; y aunque él tenia muy encubierto el tesoro que tenia, que sola su mujer y él

sabian la grandeza dél, porque los moros no creian que fuese la quinta parte de lo que era, D. Alfonso Perez de Guzman, como caballero cuerdo, quiso prevenir en las cosas en el tiempo que tenia aparejo, y no aguardarlo para cuando no tuviese lugar su remedio; porque de un dia á otro suele la fortuna mudar su rostro. Pensaba siempre cómo aquellas riquezas y á su mujer con ellas pudiese enviar á España con alguna cautela. Porque decir que se queria ir, lo dejarian; y si lo dejasen, habia de ser robándolo primero; pues enviar á su mujer en paz suya con dineros, tambien era señal que él se habia de ir tras della, y dirian que quebrantaba las posturas que con el rey habia fecho de le servir mientras viviese el rey; y que enviar su mujer, era señal de quererse él ir, y así le pudieran impedir la partida y estorbar la jornada; y buscándole lo que llevaba y handóselo (1) con cudicia dello, matar á él y á ella. Y considerando estas cosas y habiendo ponderado muchos consejos y rodeado muchos acuerdos, halló uno á su parecer me. jor que los otros, y fué que se concordasen él y su mujer en reñir muchas veces, hacerse mal casados en tanta manera que por esta via ella dijese que se queria venir á España y apartarse dél; y que así podria irse sin sospecha de los moros y llevar todo el tesoro que tenian juntado, con el cual llegando á Sevilla, podia heredarse muy bien; y que él se quedase en Africa por algun tiempo, hasta que hallando aparejo se pudiese pasar á España. Y este acuerdo y consejo lo comunicó con su mujer, la cual sobre toda cosa deseaba volverse á España, especialmente despues que

(1) Así el original. En el códice de la Nacional se echan de menos tres líneas, dentro de las cuales debia estar esta palabra completa.

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