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los tropicos, al contrario, en las partes mas calientes y humedas del Sud de America, provincias muy pobladas parecen casi desiertas; porque el hombre, para hallar alimento, no cultiva mas que un pequeño numero de aranzadas. Estas circunstancias, muy dignas de atencion, modifican al mismo tiempo la apariencia fisica del pays, y el caracter de sus habitantes, dando una fisionomia peculiar á los dos-algo de inculto y silvestre, que pertenece a la naturaleza-un prototipo que el arte no ha alterado aun. Sin vecinos, sin casi ninguna conexîon con el resto del genero humano, cada familia de colonos forma una tribu diferente. El estado insulado detiene ó retarda los progresos de la civilizacion, que no adelanta sino en proporcion que la sociedad se hace mas numerosa, y sus relaciones mas intimas y multiplicadas : pero, del otro lado, la soledad es la que desenvuelve y fortifica en el hombre el sentimiento de la libertad y de la independencia; y da nacimiento á aquella nobleza de caracter, que ha distinguido siempre la raza Castellana.

Por razon de estas causas, la tierra, en las regiones mas pobladas del America equinoccial, retiene aun un aspecto silvestre, que en los climas templados desaparece con el cultivo del trigo. Entre los tropicos las naciones agricultoras ocupan menos terreno; el hombre ha extendido alli menos su imperio; se puede decir,

que se parece á un huespez, que goza tranquilamente de los dones de la naturaleza, y no como un amo absoluto que cambia segun su gusto la faz del terreno. Alli, cerca de las ciudades las mas pobladas, la tierra está cubierta de selvas, ó cubiertas de una tierra grasa que el arado nunca ha versado. Las plantas espontaneas predominan aun por su cantidad sobre las plantas cultivadas, y son las que determinan la apariencia del paysage. Es probable, que este estado de cosas cambie lentamente. Si en nuestro clima templado el cultivo del trigo contribuye á dar una uniformidad monótona sobre la tierra cultivada, es indudable que la zona torrida, aun con una poblacion mayor, conservara aquella magestad de forma vegetal; aquellas señales de una naturaleza virgen é invencible, que la hace tan atractiva, y pintoresca. Asi es, que, por un enlaze de causas fisicas y morales, la eleccion y produccion de plantas alimentosas tienen una influencia sobre tres objetos importantes al mismo tiempo-la asociacion ó el estado isolado de las familias, los progresos mas ó menos rapidos en la civilizacion, y el caracter individual del paysage.

SECCION III.

MATRIMONIOS, É HIJOS, EN COLOMBIA.

La religion, la opinion publica, y aquel espiritu de galanteria que distingue la nacion, todo conspira á establecer entre los Españoles de los dos Mundos, una parcialidad por el matrimonio, que sin embargo tiene sus prerogativas. La indicacion mas pequeña, por exemplo, de una conducta irregular, se admite como una prueba contra el soltero; mientras que pruebas las mas notables contra un casado se desechan por lo general, á menos que su legitima muger profiera la quexa.

En Colombia, antes de la Revolucion, las jovenes llegaban á la edad que comunmente llaman de pubertad á los doce años, y los muchachos á los catorce. Esta era tambien la edad en que pensaban casarse. Se quejaban de un joven, al que no destinaban para la iglesia, que no se casaba á los veinte años, como si no pensase nunca casarse; y nada era mas comun que ver un par de casados, cuyas edades no excedian treinta, si se juntasen sus años. Asi que la naturaleza indicaba la necesidad, trataban de gratificar su deseo en los castos lazos del matrimonio. Creian que el matrimonio ponia el sello á la virilidad. El estudio del

caracter rara vez precedia á la union conyugal. Un lazo que debia durar toda la vida, se le hechaban con tan poca premeditacion como si no debiera durar mas que un dia. La simpatia del capricho la equivocaban por la del amor; un afecto momentaneo, por uno permanente. Esto debia imputarse á las leyes antiguas, las que en esta importante transaccion de la vida humana, sobre la que depende la dicha ó miseria de los dos individuos concernidos en ella durante el resto de sus dias, no daban suficiente poder á los padres sobre las inclinaciones de sus hijos.

En todas las naciones civilizadas, los padres poseen un poder absoluto sobre sus hijos hasta el tiempo fixado por la ley. En Inglaterra este periodo está fixado á los veinte y uno, para los dos sexôs. Mientras que los hijos son menores, estan enteramente baxo el poder de sus padres. Durante este tiempo, no les es permitido tener voluntad propia; los contratos que forman son nulos; todas las promesas nugatorias. La intencion de la legislatura, por esta sabia medida, era sugetar las costumbres de la juventud á un poder saludable, y ponerla baxo la proteccion de tutores sabios, capaces de descubrir las redes que podian ser tendidas á la inexperiencia de su edad. Ninguno parece tener mas derecho ni estar mejor qualificado para desempeñar estos delicados é importantes deberes, que aquellos á quienes la naturaleza parece haber

selos confiado, sobre la seguridad de tales lazos que hace consistir la dicha del pupilo en la suya propia.

Las leyes viejas parecen suponer, que los padres son indiferentes á la prosperidad de sus hijos. En efecto es facil percibir, tanto por la letra como por el espiritu de estas leyes, que los hijos no llegaban á la edad mayor hasta veinte y uno, y hasta aquel periodo el consentimiento de los padres era indispensable para entrar en un matrimonio legitimo. Pero una jurisprudencia mal aplicada hizo abortar esta disposicion; pues una niña de doce años, ó un muchachillo de catorce, que hablaban de entrar en los sagrados lazos del matrimonio, pedian su consentimiento á sus padres como una materia de pura forma. Si creian que tal casamiento no convenia; si la conducta, las costumbres, la educacion del objeto querido no prometia una union dichosa, los padres rehusaban su consentimiento, como un deber que les pertenecia. Pero su recusacion, lexos de detener todo proceder subseqüente, no hacia sino dar una ocasion al hijo rebelde de instituir una causa escandalosa contra los que le dieron el ser. La justicia, en lugar de defender la autoridad paternal, recibia favorablemente las quejas de un hijo, que habiendo abandonado el deber filial, se entregaba á una conducta licenciosa. A la primera aplicacion concedian á la suplicante lo que pedia-ser puesta en otra casa que no fuese

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