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Dios y á su pays, en robar á sus padres los Indiecitos, para distribuirlos en las Misiones." ¡Que espectaculo tan singular el hallar en aquella vasta soledad un hombre que se cree de raza Europea, y que no conoce otro techo que la sombra de un arbol, con todas las vanas pretensiones, todas los preocupaciones hereditarias, todos los errores, de una larga civilizacion!

SECCION XVI.

DEL ALIMENTO DE LOS INDIOS.

A LOS Otomakes les acusan de comer tierra, y esta acusacion está fundada en hechos. Humboldt trata esta materia del modo siguiente:

"Desde mi vuelta á Europa este hecho incontestable ha sido el fundamento de una grande disputa, porque dos aserciones que son muy diferentes han sido confundidas; la de comer tierra, y la de nutrise con ella. Aunque no nos quedamos en Uruana mas que un dia, este corto tiempo fue suficiente para instruirnos en la preparacion del poya, 6 bolas de tierra. Tambien hallé varias señales de este apetito viciado entre los Guamos, y entre la confluencia del Meta y del Apure, donde todos hablan de la geofagia como de una cosa conocida anti

guamente. Me limitare aqui á una relacion de lo que nosotros vimos, y öimos de los misioneros que su triste hado les ha condenado á vivir por doce años entre la tribu salvage y turbulenta de los Otomakes.

"Los habitantes de Uruana pertenecen á aquellas naciones de los llanos de Indios andantes, que son mas dificiles de civilizar que los Indios del monte, porque tienen una aversion decidida al cultivo de la tierra, y viven exclusivamente de la caza y de la pesca. Son hombres de una constitucion muy robusta, pero feos, salvages, vengativos, y sumamente aficionados á los licores fermentados. Son animales omnivoros en el mas alto grado; y de aqui nace el adagio que tienen los otros Indios, que les consideran como barbaros, "Nada es mas disgustante que lo que un Otomake no quiere Mientras que las aguas del Orinoco y de los rios que se desaguan en él estan baxas, los Otomakes subsisten de los peces y tortugas que cogen. Matan á los primeros, con asombrosa destreza, con flechas, asi que se asoman sobre la superficie del agua. Quando los rios crecen, que tanto en el Sud de America como en Egipto y en Nubia, se atribuye erroneamente á las nievas que se derriten, y que ocurren periodicamente en todos los sitios de la zona torrida, la pesca cesa casi enteramente. Entonces es tan dificil coger peces en los rios que han crecido, como lo es en medio del mar

comer."

quando se navega. Estos les faltan amenudo á los pobres misioneros los dias de ayuno, como los dias que no lo son, aunque es el deber de todos los Indios jovenes, "el pescar para el convento." Al periodo de estas inundaciones, que duran dos ó tres meses, los Otomakes tragan una cantidad prodigiosa de tierra.

"Hallamos piramides de bolas de tres ó quatro pies de alto. Las bolas tenian cinco ó seis pulgadas de diametro. La tierra que comen los Otamakes es una especie de barro muy fino y gredoso, de un color entre pagizo y pardo; y estando un poco cocido, la corteza de abaxo se inclina á roxo, á causa del oxido de hierro que encierra en si. Hemos traido á Europa algo de esta tierra, que tomamos de las provisiones de invierno de los Indios; y hemos hallado que es absolutamente falso que sea steatitica, y que contenga magnesia. M. Vauquelin no descubrio ninguna señal de esta tierra en ella; peró halló que contenia mas silex que alumina, y un tres ó quatro por ciento de cal.

"Los Otomakes no comen indiferentemente de toda especie de tierra: escogen el stratum que contiene la tierra mas grasa, y la mas fina al tacto. Pregunté al misionero, si hacian del barro humedecido una descomposicion, como asegura el Padre Gumilla, que se indica por la separacion del acido carbonico y del hydrogeno sulfureado, y que en todas las lenguas se designa por el nombre de putrefaccion? pero

me aseguró que los naturales no dexan podrir el barro, ni que tampoco lo mezclan con la arina del maiz, ni con el azeite de los huevos de tortuga, ni con la grasa del cocodrilo. Nosotros mismos exâminamos en el Orinoco, y á nuestro regreso, en Paris, las bollas de barro que hemos traido, y no hemos hallado ninguna mezcla de substancia organica, ya fuese aceitosa 6 harinosa. El salvage considera como nutritivo lo que satisface el hambre. De consiguente, quando uno pregunta á un Otomake de que se alimenta durante los dos meses que el rio está mas crecido, le enseña sus bolas de greda. Esto él llama su alimento principal; pues á este periodo no puede procurarse ningun lagarto, ni ninguna raiz del helecho, ni tampoco un pez muerto.

"Si el Indio cóme tierra por necesidad durante dos meses, (de tres á cinco quartos de libra en veinte y quatro horas), no por eso deja de regalarse con ella durante el resto del año. Todas los dias en la estacion de la sequedad, quando la pesca es mas abundante, raspa las bolas de poya, y mezcla con los otros alimentos un poco de esta tierra. Lo que mas sorprendre es, que los Otomakes no enflaquecen por tragar una cantidad tan inmensa de tierra; pero al contrario son sumamente robustos, y estan muy distantes de tener el vientre hinchado y tendido. El misionero Fray Ramon Bueno observa, que nunca vio ninguna alteracion en

la salud de los naturales al periodo de las grandes inundaciones del Orinoco.

"Los hechos siguientes en toda su simplicidad tubimos ocasion de verificar con certeza. Los Otomakes, durante algunos meses, comen diariamente tres quartos de libra de barro, ligeramente cocido, sin que su salud sufra visiblemente por esto. Humedecen el barro de nuevo quando lo van á tragar. No se ha podido verificar hasta ahora con precision, que porcion de substancia nutritiva animal ó vegetal toman los Indios en una semana al mismo tiempo ; pero es fixo que atribuyen la sensacion de saciedad al barro, y no á los malos alimentos que toman casualmente. Como ningun fenomeno fisiologico se halla enteramente isolado, sera quiza interesante exâminar varios fenomenos analogos que he podido recoger.

"He observado en todos los parages de la zona torrida, en un gran numero de individuos, de niños, mugeres, y á veces de hombres, un deseo desordenado y casi irresistible de tragar tierra-no una tierra alkalina ó calcarea, para neutralizar (como vulgarmente se dice) los jugos acidos, pero una tierra gredosa y untosa, que despide un olor muy fuerte. Es á veces requisito el atar las manos á los niños, ó el encerrarles, para impedir que coman tierra al momento que la lluvia cesa. En la aldea de Banco, á las orillas del rio Magdalena, vi á las Indias que fabrican las ollas, tragar continuamente pedazos grandes de barro. Estas mugeres no

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