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aumento que proyectábamos en la reserva y Milicias provinciales. Hablamos tambien de la necesidad de licenciar á los soldados que habian cumplido el tiempo de su empeño, y de la equidad y justicia en que turnasen todos los cuerpos del ejército en la guarnicion de Madrid, compartiendo con igualdad el servicio, la fatiga, el descanso y las ventajas. Generalizóse la discusion entrando en el punto de la amnistía, en que ya no era - posible retroceder. El pensamiento estaba emitido de la manera mas terminante y solemne, asi en el Senado como en el Congreso, desde el dia 11, en que por primera vez se habia pre- sentado el Ministerio á las Córtes despues de jurar en el anterior; y aun estaba nombrada y ocupándose de sus trabajos la comision que habia de redactar el proyecto de ley para someterlo al exámen y aprobacion de los Cuerpos deliberantes. Al anunciarse al Regente, al tiempo de ajustar las bases para recibir nosotros el poder, la idea de la amnistía, se habia hablado sobre ella detenidamente sin que se hiciese objecion alguna, y muy agenos debíamos estar de creer que á los pocos dias viniera á hacerse materia de acalorada discusion y de conocido disentimiento: de cualquier modo el paso estaba ya dado; el pensamiento habia tenido publicidad en las Cámaras y por medio de la prensa; esta le habia llevado á todos los ángulos de la Península; en todas partes se habia respondido á este anuncio de una época de serenidad y reconciliacion con un grito de simpatía; y ni la altura á que habian llegado las cosas, ni el decorc del gobierno, ni el espíritu de consecuencia que debia marcar sus actos, permitian en manera alguna retirar el designio emitido, ni hacerlo objeto de nuevas contestaciones.

Pero el principal y casi esclusivo del consejo, era la separacion de las inspecciones y la destitucion del general Linaje. Volvíase siempre á él despues de tratar mas o menos incidental-mente los demás estremos que se han indicado, y nos pareciamos al qué traza y repasa una y otra vez un circulo, que viené á tocar contínuamente en el punto primero de que partió El Regente sostenia con calor que las inspecciones no debian dividir

se, y mucho mas que el general Linaje habia de continuar sirviéndolas como hasta alli: y tomando á su cargo la defensa de cuanto se habia hecho en el ramo de la Guerra y el estado y organizacion en que se encontraba, parecia mas bien que otra cosa el ministro que bajo su responsabilidad piensa y decide en la órbita de sus libres atribuciones. En vano fué que nosotros le recordásemos la condicion que habíamos asentado como necesaria y aun indispensable antes de comprometernos á ocupar nuestros puestos, de que habíamos de disfrutar en nuestras deliberaciones y acuerdos de la mas completa libertad é independencia, segun la máxima admitida en todos los gobiernos representativos de que en ellos el rey reina y no gobierna. La reconvencion se eludia, y á la máxima se contestó diciendo que era una pura quimera.

Yo escuso el sentimiento que impulsaba la resistencia á nuestro designio, por justo que apareciese. El hombre elevado al poder no olvida fácilmente los afectos de su corazon, engendrados y nutridos por el tiempo, y acrecentados en gran manera por los sinsabores y peligros de un destino análogo y comun. El general Espartero habia sido de muchos años el amigo y el compañero del general Linaje; juntos habian compartido las penalidades de una vida agitada y azarosa; juntos habian peleado y vencido; y el soldado que prodigara mil honrosas distinciones á su hermano de armas en el campamento, no podia sin un sacrificio y abnegacion sublimes suscribir á una resolucion que amenguaba su poder é importancia militar.

Pero los deberes particulares, por mas respetables que sean, desaparecen al lado de los deberes del hombre público, del Gefe de una nacion. El interés de esta reclama no pocas veces el olvido de nuestros mas tiernos afectos, y este es el tributo mas costoso que se arranca á nuestra sensibilidad. La situación del Regente y la de los ministros era muy encontrada. Nosotros pensábamos con fria razon y en completa calma, mientras el alma de aquel se veia combatida por las emociones mas vivas é irresistibles. Acaso se habian deslizado tambien en ella recelos

y temores que le inspirasen los que á toda costa querian romper el lazo de confianza mútua, que hasta entonces habia sido el origen de nuestra buena inteligencia. Yo no conozco las artérias de la corte ni las intrigas de los partidos, ni aspiro á esa ciencia funesta que lleva á un engrandecimiento efimero por la senda del engaño y de la corrupcion. Pero sin estar en estos secretos, he creido siempre y creo ahora, que en nuestra separacion del Ministerio en Mayo, tuvieron una principal parte manejos ocultos que nosotros no podíamos ni evitar ni resistir. Se comprende bien que se defienda al amigo con entusiasmo y hasta con fanatismo; pero no se comprende que á esta defensa, no empleándose otros resortes mas poderosos, se sacrifique un gabinete recibido con aplauso universal, ni menos que por sostenerla se pronuncie un completo divorcio con las Cámaras y con la opinion. Y que otras intenciones y otras miras se abrigaban, y que la cuestion del general Linaje se habia solo escogido para encubrirlas, dando asi una apariencia falsa al rompimiento que se deseaba producir, se demostró á los pocos dias de un modo mas evidente; pues la Gaceta de 25 de Mayo insertó un decreto del 24, autorizado por el ministro de la Guerra D. Agustin Nogueras, en el cual se dispuso que las dos inspecciones generales de Infantería y de Milicias provinciales que por decreto de 19 de Setiembre del año anterior quedaron reunidas, volviesen á dividirse; y se nombró Inspector general de. infantería al mariscal de campo D. Atanasio Aleson. ¿Cómo se esplica esta súbita mudanza? ¿Por qué á los cinco dias de nombrado el nuevo Ministerio se abrazó tan espontánea y llanamente, al menos en uno de sus principales estremos, la misma medida que á nosotros se nos habia negado con tanto empeño, llevando la obstinacion hasta el punto de separarnos antes que ceder á nuestro pensamiento?

Terminóse nuestra conferencia: el Regente habia hablado de un modo resuelto; nosotros le habíamos contestado con firmeza respetuosa, manifestándole que estábamos prontos á renunciar primero que sucumbir á exigencias é inspiraciones estrañas, y

nos despedimos poco satisfechos de los incidentes y resultado de aquella entrevista.

Conociendo lo crítico de nuestra situacion, nos reunimos todos los ministros en la mañana del siguiente dia 17 para convenir el medio que debiéramos adoptar. No encontramos otro digno y honroso que el de la renuncia, y la estendimos en los términos siguientes:

SERENÍSIMO SEÑOR:

Cuando los infrascritos tuvieron la honra de encargarse de la direccion de los negocios, pusieron la necesaria y única condicion de gobernar constitucionalmente; esto es, con toda la libertad inherente á la esclusiva responsabilidad de ministros de la Corona. Creyeron tambien que su nombramiento iba acompañado de la ilimitada confianza del gefe de Estado, sin la cual la delicadeza y el deber les habrian impedido aceptar tan espinosos cargos. Habiendo visto en el consejo tenido ayer noche bajo la presidencia de V. A. que no pueden realizarse tan saludables principios, se creen en la obligacion de resignar sus puestos en manos de V. A., confiados en que será admitida una dimision que se funda en las condiciones esenciales del gobierno represen→ tativo. Madrid 17 de Mayo de 1843.-Sermo. Sr.-Joaquin María Lopez.-Francisco Serrano.-Mateo Miguel Aillon.-Joaquin de Frias.Fermin Caballero.

El mismo dia 17 se consignó este papel en manos del DUQUE; DE LA VICTORIA; el 18 en el despacho del ministro de la Gobernacion se le entregaron los decretos que habian sido orígen de la desavenencia; de modo que el Regente se halló colocado en la alternativa de autorizarlos ó de admitir la renuncia; fué esta estimada el 19 (7), y todo se hizo con tanta precipitacion, que la primera noticia que yo tuve, fué la de haberse presentado en Gracia y Justicia el nuevo ministro del ramo D. Alvaro Gomez Becerra.

¿Qué hacia entre tanto el Congreso de los Diputados, y cómo

manifestaba su opinion respecto á los ministros cuya caida era ya de todos sabida? A consecuencia de los discursos pronunciados por los señores Olózaga, Madoz, Gonzalez Bravo y otros, se mandó un mensaje al Regente, diciéndole que el Congreso habia visto con suma satisfaccion el proyecto de ley de amnistía, y que esperaba que S. A. seguiria gobernando el pais hasta el 10 de Octubre de 1844, con las condiciones propias de un gobierno parlamentario: mensaje notable en verdad, pues si de una parte se traslucian en él ciertos recelos y temores que solo se descubren en momentos de grande apuro y peligro, de otra apoyaba de la manera mas esplicita al gabinete destituido, estampando la aprobacion mas terminante á todos los actos de su administracion, y con especialidad al pensamiento de amnistía (8). El mensaje votado por todos los señores Diputados, escepto uno,. que fué el señor Prim, y que rehusó su asentimiento porque le pareció demasiado templado, se elevó al gefe del Estado: y los Diputados que formaron la comision encargada de este objeto podrán recordar la manera en que fueron recibidos, y decir si desde aquel punto creyeron arrojado el guante, rechazada la voluntad nacional simbolizada en la opinion de sus representantes, y provocada y abierta una lucha cuyos resultados no era fácil calcular por entonces.

Mas no pararon aquí las demostraciones del Congreso en favor del Ministerio de 9 de Mayo. El señor García Uzal presentó una proposicion para que se declarase que los ministros dimitentes habian obtenido la confianza de aquel cuerpo hasta el prostrer momento en que habian desempeñado los puestos que respectivamente acababan de resignar (9). La Cámara popular aprobó esta proposicion, votándola 114 Diputados contra 3, y con ella al paso que se ratificó el acta de aprobacion antes estampada sobre la marcha de aquellos gobernantes, se hizo mas ostensible la inmensa distancia que habia entre el pensamiento nacional representado por los Diputados, y el pensamiento del Regente, sugerido sin duda por las obcecadas ó interesadas personas que le rodeaban. ¿Y qué puede decirse del estado de la

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