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en sacrilegos banquetes ó en abominables orgías. Tal es, no obstante, la ley caprichosa que rige al mundo y la suerte de sus criaturas.

¡Qué situaciones tan amargas hay á las veces en la vida! Yo me encontraba cuando recorria estos lugares en una de estas situaciones. Cada recuerdo era para mí un dolor, cada impresion una saeta, y cada pensamiento un suplicio. Llevaba sobre el corazon un peso enorme, ó mas bien parecia que una mano de hierro me lo oprimiera con una fuerza desagarradora. En vano se tendian mis miradas por la campiña, adornada con las galas de la primavera. Sobre lo mas risueño que la naturaleza nos presenta al salir de su letargo, habia para mí estendido un paño funeral.

El sol estaba en el ocaso. Envuelto entre un grupo de nubes á que daba rojizo colorido, se asemejaba á un mancebo que marcha lentamente cubierto de un manto de púrpura. Bien pronto la luna se dejó ver en el horizonte como una blanca vestal que iba en busca de su hermano. Su disco pálido derramaba una luz opaca y triste sobre aquellos campos afortunados. ¡Qué inspiracion, qué recuerdos producia aquella escena silenciosa! La luna tiene tambien su culto, que pertenece particularmente á la religion de los amantes; y jay de aquel que no sienta latirle nada con emocion en el pecho, al mirarla sentada sobre su trono de melancólico resplandor, alumbrando al mundo que guarda silencio, á la manera que el fanal de la costa estiende su luz solitaria sobre las mudas llanuras de un océano sosegado! Cuando en estas horas inefables suspira el génio de la soledad y de la noche, le responden á pesar suyo todos los corazones làcerados por el dolor.

Dejé este cuadro tan fecundo en emociones, y me dispuse para visitar en el siguiente dia la casa que habia habitado Miguel Cervantes Saavedra. El pueblo no presenta nada de notable, y solo este edificio puede escitar el interés de la curiosidad. Un ancho patio, una escalera regular, y una habitacion algun tanto desahogada, preceden al cuarto reducido en que se

entregaba á sus estudios y trabajos el autor del Quijote. Parece singular que un talento tan superior estuviese encerrado en un ámbito tan estrecho. Mas el génio vuela por sus propias alas, y salva las cárceles y rompe las ligaduras que en el mundo lo aprisionan. El génio es un dios del cielo, cuya semilla cae desde él, arrojada por la mano de Dios para fecundar la cabeza del hombre. ¿Por qué la desgracia ha de ser por lo comun la triste pension de esta superioridad? Los hombres grandes como Cervantes, son otros tantos puntos de aliento y de consuelo, esparcidos por la Providencia en el camino de las generaciones. Pero frecuentemente toma de ellos posesion el infortunio en el instante en que aparecen, y sigue y marca todos los pasos de su carrera brillante y funesta á la vez.

Pero dejemos estas reflexiones sombrías, y ocupémonos de la obra inmortal, cuyo exámen nos hemos propuesto.

Su objeto fué notablemente útil, y su plan está trazado y seguido con admirable regularidad y perfeccion.

La diccion es pura, siempre armonioso el estilo, y vestido con todas las galas de las imágenes mas felices. Los pensamientos son tan exactos como profundos, y el arma del ridículo que en ellos se emplea, está manejada con un tacto delicado, que sirve al fin de la crítica, haciendo reir sin lastimar.

El capítulo 6.o en que trata del escrutinio que el cura y el barbero hicieron de la librería de D. Quijote, pueba la grande erudicion que Cervantes tenia en esta clase de lectura. ¡Estraña coincidencia! Dícese en el capítulo que analizamos, que asi como el ama vió los libros, volvióse á salir del aposento con gran prisa, y tornó luego con una escudilla y un hisopo, y dijo:-Tome vuesa merced, señor licenciado, rocíe este aposento, no esté aquí algun encantador de los muchos que tienen estos libros, y nos encante en pena de la que les queremos dar echándolos del mundo.

En Esquivias hay la tradicion de que la habitacion que retrató Cervantes al describir este escrutinio, fué la misma que él ocupaba, segun la correspondencia exacta de los lugares; y has

ta hace muy poco tiempo, ha existido la preocupacion popular de que en esta casa moraba un duende, que se dejaba ver segun su capricho, por lo que se llamaba la casa del duende, y no se encontraba quien quisiese vivirla.

La pintura de los siglos dorados hecha en el capítulo 11, muestra la gala y lozanía de la imaginacion del autor, que siembra, ó por mejor decir, derrama con un lujo inimitable los conceptos mas armoniosos en toda la estension de este cuadro. Nada de rodeos, nada de giros forzados, nada de redundancias, nada de perífrasis: laconismo, pureza, belleza natural, son los solos atavíos con que se adornan los pensamientos. No son la cortesana embellecida por el arte, que toma prestados sus atractivos de la riqueza y elegancia de sus estudiados trajes; es la matrona de mármol que descubre sus voluptuosas formas y que aparece hermosa en su misma desnudez.

Notable es tambien la relacion que Cervantes pone en el capítulo 23 en boca de Ambrosio, cuando enterando á los circunstantes á la vista del cadáver de Crisóstomo de los desgraciados amores de este con la pastora Marcela, les dice:-Ese es el cuerpo de Crisóstomo, que fué único en el ingénio, solo en la cortesía, estremado en la gentileza, fénix en la amistad, magnífico sin tasa, grave sin presuncion, alegre sin bajeza; y finalmente, primero en todo lo que es ser bueno, y sin segundo en todo lo que fué ser desdichado: quiso bien, fué aborrecido; adoró, fué desdeñado; rogó á una fiera, importunó á un mármol, corrió tras el viento, dió voces à la soledad, sirvió á la ingratitud, de quien alcanzó por premio ser despojo de la muerte en la mitad de la carrera de su vida, á la cual dió fin una pastora, á quien él procuraba eternizar para que viviera en la memoria de las gentes, cual lo pudieran mostrar bien esos papeles que estais mirando, si él no me hubiera mandado que los entregara al fuego, en habiendo entregado su cuerpo á la tierra. -¡Qué propiedad! ¡qué precision! ¡qué exactitud en las contraposiciones!

La historia de Cardenio, contada por él mismo, abunda en

pensamientos ingeniosos, tiernos y delicados, resaltando en la narracion un colorido opaco y de tristeza, que no puede menos de interesar y conmover el corazon. Algun defecto se nota, sin embargo, como cuando dice Cardenio que en las asperezas de Sierra Morena se cayó su mula muerta del cansancio y del hambre, ó mas bien por desechar tan inútil carga como en él lleva-✔ ba. La mula no podia raciocinar ni discurrir si era ó no inútil la carga de su dueño. Se pecó, pues, contra la verdad del pensamiento, que es de guardar en todos los casos, sin que baste decir que la relacion está puesta en boca de un loco, pues entonces se le hacia hablar en razon y cuerdamente.

El encuentro tan bien preparado de tantas personas relacionadas por lazos de amor en la venta; los coloquios con el canónigo; los muchos y variados razonamientos entre Don Quijote y su escudero; las bodas de Camacho; los consejos dados por Don Quijote á Sancho al partir para el gobierno de la Insula; el modo de mandar este último en ella; los acontecimientos del hidalgo manchego con doña Rodriguez, todo está dispuesto y espresado con admirable tino y propiedad; y con razon se ha mirado esta obra como una de las producciones mas felices de la erudicion y del génio. Su final es muy ingenioso en la peripecia que nos presenta. Despues de un sueño de seis horas, el hombre que se habia dormido sin seso, despierta con juicio claro y cabal, hasta el punto de prevenir en su testamento, que si su sobrina casare con alguno que algo supiere de libros de caballería, quedase por esta sola razon desheredada. ¡Sutil y bien concebida alegoria! Todos por lo comun vivimos como locos; mas todos, á nuestro pesar, morimos como cuerdos.

Pensaba yo en el mérito de esta obra incomparable, bajo el influjo de las ideas que me habia producido la vista de la habitacion de Cervantes, y me dirigia silencioso y triste á la casa en que paraba, propiedad de un amigo afectuoso que me prodigaba cariñosos consuelos. Este edificio contrasta notablemente por su magnitud y por su elegancia y gusto con los demas de la aldea. Alli encerrado en un salon mientras los demas compañeros mios

entretenian las horas en sabrosas discusiones ó en juegos de sociedad, me entregaba libremente á los caprichos de mi fantasía y á la historia de mis recuerdos. Entre las reflexiones que ocupaban mi volcanizada cabeza, era una de las mas vivas, que Don Quijote en medio de su locura habia merecido por su dulce condicion é inofensivo natural el renombre de bueno. Asi sucede generalmente, decia yo para mí, en el mundo. La mayor parte de las ideas están trocadas, y pocas veces corresponden los nombres con las cosas. Llámase loco al que vive de ilusiones, cuando las ilusiones son la prueba de la virginidad del alma; al que conserva intactas las dulces é inocentes creencias de la primera juventud; al que ve el mundo como debiera ser y no como desgraciadamente es; al que se aparta de las costumbres que el error ó la general demencia, ó la degeneracion de todo lo que era santo y bueno, han establecido entre los hombres; al que no dobla su cuello bajo el yugo de las preocupaciones admitidas, ó de las maldades consagradas por el tiempo; y sin embargo, ese loco vive en la pureza del corazon, en las regiones sublimes de un pensamiento emancipado, y al abrigo de una conciencia que nada teme, porque á nadie daña. ¡Feliz locura, y ojalá se generalizase! Vale mas ser escéntricos que ser malvados.

El dia empezaba á apuntar, y el nuevo sol me traia nuevos pesares. El que lleva en su memoria el veneno, inútil es que busque antídotos en ninguna parte. La facultad de sentir no es por lo comun sino la triste facultad de padecer. En relacion muy desproporcionada, y yo me atreveria á llamar injusta, están derramados en el mundo los placeres y las penas. En la soledad se piensa, y el pensamiento es con frecuencia un tormento, un bárbaro suplicio. En el seno de la naturaleza es donde la naturaleza se venga y mas se sublevan las pasiones. Chateaubriand lo ha dicho:-Si temes las turbaciones del corazon, no te fies de los retiros salvajes. Las pasiones grandes son solitarias, y trasportarlas al desierto, no seria mas que volverles todo su imperio.

Marchemos, dije, apresuradamente á Madrid. Alli el ato

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