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político, de que los gobiernos son por y para los gobernados, que la opinion es la reina del mundo, y que la voluntad de los mas es el norte decisivo y regulador. Los gobiernos no tienen mas alternativa que preceder á la opinion ó sucumbir. Ni aun esto hicimos nosotros. Mal podíamos ir adelante de una opinion que ya estaba creada, y que se presentaba con una exigencia y con un poder irresistibles. Marchamos paralelamente con ella. Sin añadir fuerza al sentimiento, le dimos solemnidad, recogiéndolo como designio realizable. Lo pasamos á una comision que lo formuló. ¿Y cómo lo hizo? Con suma precaucion y cautela. Hé aquí el artículo terminante del proyecto que lo demuestra:

Art. 3. «Los militares á quienes comprenda esta ley, recobrarán sus grados, empleos y condecoraciones, y podrán ser empleados activamente por el gobierno. Los demás empleados recobrarán asimismo sus honores, condecoraciones, derecho á cesantía y demás propios de las clases pasivas, y podrán del mismo modo que los militares ser empleados activamente.» (Gaceta de 19 de Mayo de 1843.)

Luego á los amnistiados, como se ha dicho, no se les daba ninguna influencia militar ni política; ningun influjo de que pudieran abusar ni ocasionar en lo sucesivo el menor peligro. Todos quedaban en las clases pasivas é inofensivas, y solo se concedia al gobierno la facultad de colocarlos activamente, si lo creia oportuno, y esto no podia menos de ser así, porque quedando nivelados con los demás españoles, como ellos eran admisibles á los destinos y cargos públicos, segun su mérito y capacidad, con arreglo á la Constitucion y al testo esplicito del programa, que con inconcecible entusiasmo se aclamaba por todas partes. Se ha hecho esta reseña y reflexion anticipada, para completar la demostracion que me he propuesto en este capítulo, aunque despues habré de tocarla mas detenidamente.

Pero queda todavía por enunciar la consideracion mas poderosa. El proyecto de la amnistia murió en el momento mismo de nacer, y no pudo producir, ni entonces ni para en adelante, el

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menor efecto. Separado el Ministerio que lo había significado, no llegó á discutirse en el Congreso, y menos en el Senado; no llegó á tener la correspondiente sancion; no fué ley; no fué mas que una idea de los hombres que ocuparan efímeramente el poder, y que acabó en el instante en que desapareció este poder. Es, pues, injusto, infundado y arbitrario, cuanto se diga con objeto de atribuir á aquella causa los males que despues han sobrevenido. Nadie invocó, ni pudo invocar para hechos sucesivos, el primitivo pensamiento de amnistía, que quedó informe é ineficaz. Cuando se quiera hacer acusaciones, búsquese con mejor criterio el fundamento en que hayan de apoyarse.

Pero la palabra acusacion se ha deslizado de mi pluma, y yo no temeria nunca las acusaciones que se me dirigieran sin otro apoyo que motivos de mi parte justos y generosos. Me avergonzaria siempre de abrigar en mi pecho pasiones rastreras, encarnizados odios y un corazon duro é insensible; me aplaudiré de ser humano y compasivo, y de poder tender una mano protectora á todo desgraciado, aunque en él vea un enemigo. Como los hombres pasan por diferentes faces en las revoluciones, y cada dia los pinta con diverso colorido el interés de los partidos á quienes no se tiene la fortuna de agradar, yo recuerdo que no hace muchos años se me pintaba por ciertos periódicos como partidario de las doctrinas de Danton, porque habia citado su nombre en uno de mis discursos en el Congreso. La historia nos ha conservado las palabras de aquel orador en ocasion que proponiéndose establecer un comité de clemencia para oponer un dique al furor revolucionario, le aconsejaban sus amigos que desistiera de aquel sentimiento humano, pronosticándole que de llevarlo adelante, él seria la primera víctima. «Yo quiero (les dijo) ser mas bien guillotinado que guillotinador.» Hoy tal vez se me acusa de demasiado clemente por haber pensado como pensaban todos los demás; caiga, pues, sobre mí esta imputacion', que no me envileceré hasta el punto de rechazarla. Mas al paso que confieso mis ideas sobre la amnistía, hago las veces de historiador, refiriendo con severa verdad la ceñida TOMO VI.

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parte que el Ministerio de Mayo tuvo en enunciarlas; y ahora para completar el objeto que me he propuesto, voy á concluir de demostrar que la actual situacion en nada se debe al primitivo. pensamiento de que me estoy ocupando.

CAPITULO IV.

Continuacion del mismo asunto.

Ya se ha visto que el proyecto de ley de amnistía, cual se hallaba redactado por la comision nombrada al efecto, no ofrecia riesgo alguno, puesto que los amnistiados quedaban fuera de toda representacion activa, política y militar; y si bien es cierto que el gobierno podia echar mano de ellos si lo creia oportuno, de suponer es que ningun Ministerio hubiese usado de esta facultad de un modo indiscreto ó inconsiderado. Seguramente no hubieran entrado entonces los hombres de cierto partido á distribuirse de la manera mas esclusiva y violenta los destinos, las gracias y el poder para humillar y perseguirá sus generosos favorecedores. Pero ha sucedido lo contrario; y la ceguedad de algunos descontentos ó resentidos, atribuye este funesto resultado á falta de oportunidad y de cordura en el pensamiento del Ministerio de 9 de Mayo. No, y mil veces no. Los amnistiados que en este concepto se hallan entre nosotros ejerciendo mayor o menor influencia, no han debido el cambio de su suerte ni las ventajas que despues hayan podido obtener, al proclamado principio de olvido, sino á circunstancias estrañas que variaron completamente el pensamiento de reconciliacion y la faz de los negocios públicos. Los amnistiados no vinieron en uso y por el beneficio que les dispensara el programa de Mayo: tampoco pudieron venir con esta idea ni en esta confianza; y supuesto el nuevo rumbo que tomaron las cosas desde la entrada del Minis

terio Gomez Becerra, hubieran venido del mismo modo y todo hubiera pasado como ha sucedido, aunque no hubieran existido antes, ni el Ministerio de conciliacion ni su programa. No hablo á las pasiones que condenan ciegamente y sin detenerse á reflexionar; hablo á la razon que escucha, que examina, y que no pronuncia sino despues de haber pesado los motivos en su imparcial criterio.

El gabinete de Mayo fué destituido en 19 del mismo mes. Al instante se esparció la noticia de su caida, y los periódicos, las cartas y los demas medios de comunicación, la llevaron á todas nuestras provincias y al estranjero. En Francia, donde se hallaban la mayor parte de los emigrados, corrió la nueva con una rapidez proporcionada á los ventajosos medios que allí se conocen. A los pocos dias, la complicacion de nuestro drama político y las ocurrencias de Madrid con todos sus incidentes y pormenores, eran tan conocidas en la nacion francesa como entre nosotros mismos.

Empezó á hacerse sentir el disgusto en varios puntos de España; pronunciáronse algunas capitales; la coalicion que habia tenido lugar en el Congreso y en la prensa facilitó la union y la simultaneidad de las tentativas; generalizóse el movimiento; declaróse la hostilidad y empeñóse la lucha. Entonces fué cuando llegaron los primeros emigrados á las playas de Valencia, y desde ellas saludaron á la junta salvadora ofreciéndole el tributo de sus fuerzas y de su reconocimiento. Esto sucedió el 27 de Junio segun todos los periódicos de aquella ciudad; es decir, á los treinta y nueve dias despues de la caida del Ministerio de Mayo. Luego los emigrados vinieron sabiendo que habia desaparecido aquel Ministerio; sabiendo que le habia reemplazado otro desfavorablemente acogido por la opinion general; sabiendo que se habia abierto y generalizado la resistencia; sabiendo que el pensamiento de amnistía habia desaparecido como medida de gobierno con los ministros que le proclamaran en el tiempo de su breve poder; y que sabian todo esto; y que la desaparicion de bellas esperanzas, y el peligro comun y la empeñada contienda

les habia decidido à correr en defensa de la causa amenazada, lo espresaron con tanta claridad como ardimiento en la comunicacion que dirigieron á las autoridades populares.

Y no se diga que la voz amnistía era á la vez el vínculo fraternal y la bandera de todas las juntas, las cuales la recibian como en herencia del Ministerio destituido. La voluntad de los ministros deja de ser voluntad si no tiene complemento en el período de su pública investidura. La idea generosa del Ministerio de Mayo habia muerto con él como pensamiento de gobierno, pues que no llegó á ser ley. Si dejó en pos de sí un eco dulce y agradable, y este eco fué recogido por los pueblos que anatematizaban el poder entonces existente y se aprestaban á la pelea, aquella decision noble y aquella proclamacion nueva del mismo principio, eran actos separados é independientes, que aunque tengan mucho de comun con la idea del poder fenecido, ni podian ser su ejecucion, ni aun su necesaria consecuencia. Aquel Ministerio habia recibido antes igual inspiracion de la opinion uniforme del pais respecto á la amnistía; y si antes como despues se hacia sentir con tanta vehemencia; si todas las juntas la anunciaron como una palabra mágica y de union indisoluble, señal y prueba será de que el gobierno en Mayo llenó su primer deber convirtiéndose en intérprete de un deseo tan general como espontáneo.

¿Y se cree por ventura que si no hubiera existido aquel gabinete ni su programa, supuesta la resistencia que se declaró en el mes de Junio, supuesta la empeñada lucha que trajo consigo, y el libre campo que abria á los desterrados por motivos políticos, no hubieran ellos venido aprovechando tan feliz coyuntura, ó no hubiera nacido la union y la amnistía del mismo apremio de las circunstancias? Para negarlo ó desconocerlo es necesario ignorar á cuánto obliga el conflicto de los pueblos, cuando sacudiendo el yugo se ven amenazados por la espada vengadora, y no haber probado de otra parte las penas de la emigracion.

En cuanto á lo primero, el peligro comun une á los mas enemigos; repetidos son los ejemplos de coaliciones entre fuerzas

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