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pos el cañon de los estranjeros; y todo para prolongar unos cuantos meses su existencia.

Estaban trocados los papeles. El gobierno, cuyo mandato consiste en organizar y protejer los elementos sociales, los trastornaba: el pueblo sublevado, que generalmente desorganiza y destruye, pedia órden y proteccion legal. Imposible era que yo vacilase un momento: la causa del pueblo era la de la Reina, altamente amenazada y comprometida: la de la Constitucion, despreciada en su espíritu mas fecundo, era mi causa; aquella por la cual he derramado mi sangre, aquella que durante siete años ha defendido con heróico esfuerzo el pueblo español.

Porque es preciso que sepa España que no ha prodigado sus tesoros ni su sangre para que un Duque sea Regente, sino que el Duque de la VICTORIA fué Regente para utilizar en pró del pais los tesoros prodigados y la sangre derramada en mil combates por los españoles. Desde el momento en que ese Regente pide nuevos tesoros, quiere otra guerra y desea verter mas sangre; ni es Regente, ni es nuestro compatriota.

Penetrado de estas razones, deseoso de contribuir á que acaben los males públicos, he llegado á esta ciudad, y por primera vez me he puesto á disposicion de las juntas populares.

La decision que me anima es inflexible: no hay medio de retroceder: la suerte de la España consiste en la espulsion de ese hombre, cuyas ambiciosas miras todos conocen ya: preciso es vencer el obstáculo que se opone á la paz, á la concordia, á la libertad de nuestra patria.

Aquellos que ven el porvenir como yo lo descubro, que vengan á unirse conmigo, que acudan á defender al pais, á la Reina, á la Constitucion.

Quédense con ese hombre que tantas lágrimas hace derramar y tantas convulsiones origina, solamente aquellos que habiendo contribuido con él á la pérdida de nuestro poder colonial, quieran servir de instrumento para que la España sea borrada del catálogo de las naciones independientes. Francisco Serrano. -Barcelona 28 de Junio de 1843.»

Consiguiente á esta manifestacion, y con fecha 30 del mismo Junio, el general Serrano, como ministro universal, publi→ có un decreto destituyendo de la Regencia del Reino al DUQUE DE LA VICTORIA y relevando á todos los españoles de la obligacion de obedecerle (20). Con la misma fecha confirmó el nombramiento de capitan general del 4.° distrito, que había hecho la junta de Valencia en la persona de D. Ramon María Narvaez (21).

El ministro universal confirmó este nombramiento, hecho como se ha dicho con tres dias de anticipacion, tiempo suficiente para que se supiera en Barcelona. ¿Y podia acaso dejar de confirmarle? En los momentos de alarma, de confusion y de peligro, cuando era mas necesario aunar las voluntades y los esfuerzos; cuando la menor susceptibilidad que se dispertase, el menor recelo que se engendrara, podian producir tan funestas consecuencias; cuando el general Narvaez habia sido recibido con tan vivas demostraciones de simpatía y entusiasmo; cuando habia sido nombrado como por aclamacion por la junta, ¿hubiera sido prudente ni era posible dejar de confirmar aquel nombramiento? ¿Era dado reemplazarlo por otro que recayera en un general progresista? ¿Dónde estaba este en aquella época y en aquellas circunstancias? Y hé aquí indicada la ley de la necesidad á que el Gobierno provisional tuvo despues que sujetarse en varias ocasiones.

Por una fatalidad eran muy pocos los generales y gefes que correspondian al partido progresista en sus opiniones políticas, en tanto que se contaban muchos afiliados en el partido moderado. Despues de tantos años de disensiones y vicisitudes, no est fácil que los hombres de algun valer permanezcan en una situacion equívoca, ni posible que deje de ser conocido el partido á que cada cual corresponde. Los partidos son absolutamente necesarios en los gobiernos representativos, y cada uno se adhiere' al que es mas conforme á sus creencias, á su modo de ver las cosas, ó á otros motivos que impulsen su determinacion. Por mas que se deseara confiar las armas á genérales conocidamen

te progresistas, faltaban estos y no era posible improvisarlos. Valencia habia tomado la iniciativa en la ocasion á que se aludes y su junta concibió un plan de campaña que debia llevarse mucho mas allá de los límites de su territorio. La aprobacion que el ministro universal diera á alguno de los nombramientos hecho en circunstancias tan críticas, fué sin duda tan inescusable, tan dictada por una necesidad irresistible, corno son forzosos muchos actos en momentos de tanta ansiedad y peligro.

Los demás individuos que habian pertenecido al gabinete de Mayo y que despues formaron el Gobierno provisional, se hallaban en tanto separados de la escena política, y no aparecieron en ella hasta el completo desenlace que fijó el estado de las cosas con la victoria de Ardóz. D. Mateo Miguel Aillon vivia en su casa de campo en Carabanchel; D. Joaquin de Frias cn Aranjuez; D. Fermin Caballero en el pequeño pueblo de Barajas de Melo; y yo me hallaba tomando los baños de Archena, desde cuyo punto, á través de mil obstáculos y peligros, me vine á la córte, donde tuve que permanecer oculto hasta la entrada del ejército y del ministro universal.

Este habia tomado sobre sus hombros el grave peso del gobierno, y llenando las vastas atenciones de todos los ramos, y cubriendo las multiplicadas exigencias de una situacion tan espinosa, tuvo la suerte de dar gloriosa cima á su empresa, asentando sólidamente el poder y reuniendo á todos los individuos del gobierno en la capital de la Monarquía. El ministro universal entró en Madrid pocos momentos despues que las tropas del general Narvaez, el 22 de Julio á las diez de la noche; numerosos batallones, escuadrones y piezas de artillería se situaron en los puntos principales de la poblacion; dióse la órden para recoger las armas de la Milicia Nacional, que fué cumplida en muy pocas horas; se nombró Capitan general de Madrid al señor Narvaez, y con fecha del 23 se me pasó el decreto para que me encargase del ministerio de Gracia y Justicia, que habia des+ empeñado en Mayo, y de la presidencia del gabinete (22). Tomé en su virtud posesion de ambos cargos; y los primeros decretos TOMO VI.

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que redacté y en que hice uso de mi nueva investidura, fueron los dirigidos en el siguiente dia 24 á los señores Caballero y Aillon para que se presentasen á completar el gabinete (23). Hiciéronlo así, y quedó instalado con todos sus individuos el: Gobierno provisional.)

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CAPITULO VI.

Estado de las cosas á la entrada del Gobierno provisional.— Principios que trazaban la marcha de este.-Modo en que los llenó.

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Referimos los sucesos de una época muy inmediata, y podemos por esta razon omitir el entrar en minuciosos detalles. Todos los que lean este escrito recordarán la maravillosa mudanza que se habia obrado en poco mas de dos meses. A mediados de Mayo dominaban sin contradiccion las ideas progresistas; en fines de Julio se miraba preponderante el partido moderado. ¿Se habia debido, por ventura, esta trasformacion á los individuos que formaron el Ministerio en el primer período, cuando desde él habian vivido retirados y oscurecidos, ni tampoco á sú pensamiento, que quedó sin valor ni eficacia alguna desde el instante de su destitucion? No: tan rara é inconcebible metamorfosis se debió de una manera esclusiva á las juntas que, como ya se ha dicho, se apresuraron á confiarlo todo al partido moderado, dándole con los cargos militares y civiles una superioridad funesta, de que tan fácil le fué despues abusar.

Al instalarse el Gobierno provisional, los hombres del partido moderado mandaban la fuerza militar en casi todas partes: ellos obtenian los demás destinos; y los dias mismos en que se reunieron en Madrid todos los individuos del gobierno, guarne cian la capital cerca de 50,000 hombres al mando del general

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Narvaez. Las circunstancias hacian necesaria esta acumulacion de fuerza; pero no será por esto menos cierto que no es el aparato ni el elemento de la fuerza el mas á propósito para inaugurar un gobierno que debe y se propone obrar con completa libertad é independencia.

La situacion era sumamente difícil. Todavía Espartero disponia de numerosos batallones y ensayaba sus últimas tentativas delante de los muros de Sevilla; todavía se notaban síntomas de inquietud en diferentes puntos; todavía el oleaje de la tem-' pestad que empezaba á calmarse, hacia temer que pudiera zozobrar el barco; preciso era conducirse con la mayor circunspec-" cion y prudencia, porque en tales circunstancias, cualquier paso que hubiera dispertado recelos ó engendrado animosidades, nos hubiera traido à una nueva lucha, y hubiera complicado la situacion de una manera espantosa. Entonces no se descubrian aun síntomas, ni de rompimiento de la coalicion, ni de reaccion en las ideas, ni de nada de cuanto despues hemos presenciado. Se hacia alarde de profesar los principios de libertad mas lata por los hombres que despues nos han ofrecido tantos ejemplos de arbitrariedad; y las protestas mas reiteradas, y el recuerdo de multiplicados sacrificios, y de sangre vertida en defensa de la Constitucion, y los juramentos más santos, sé presentaban como una prenda de seguridad y como una sólida garantía en favor de las instituciones.

Entre tanto, las provincias en su alzamiento habian anunciado sus deseos, y aunque diferentes entre sí en varios puntos, todas convenian en tres, á saber: primero, Constitucion de 1837; segundo, Isabel II; tercero, programa del Ministerio Lopez.'

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Este programa, como se ha dicho, no ofrecia el menor inconveniente en Mayo, porque no daba importancia, cuanto menos preponderancia temible, al partido siempre opuesto y rival; { mas las circunstancias habian variado de todo punto en la época. de la instalacion del Gobierno provisional; pues entonces este partido habia logrado sobreponerse, no le quedaba ya por inva→ dir sino el gobierno supremo, y contaba con elementos de fuer

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