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en que traer á la arena tales cuestiones en un debate prematuro, de una creacion inusitada por mucho tiempo, sin formas reguladoras, sin trámites prescritos y sin el freno de la responsabilidad, hubiera sido poner frente á frente opiniones é intereses encontrados en los momentos de mas agitacion, y hacer que esta nueva rueda viniese á embarazar el movimiento de la máquina, cuya accion espedita se querria sin duda por algunos favorecer. Pero no son estas solas las consideraciones decidieron al gobierno.

que

El eje de los sistemas representativos es el principio de las mayorías, y su teoría no es otra cosa que la realizacion de aquel principio en todas sus aplicaciones. El gobierno, fiel á esta máxima, reunió para decidir la cuestion de junta central las esposiciones que se le habian dirigido por varias provincias. Halló ser muy pocas las que sostenian aquella idea, en tanto que eran muchas las que la impugnaban y las que con su silencio sobre punto tan grave, hacian conocer que no entraba en sus miras. ¿Podia el gobierno á la vista de esta genuina espresion del voto público esquivarlo ó eludirlo, cediendo á la exigencia de pocos para hacerla prevalecer sobre la voluntad del mayor número? Esto hubiera sido un contratiempo y una aberracion de parte del poder de que no hubiera logrado nunca sincerarse, y la responsabilidad de las consecuencias hubiera pesado sobre él por una conducta tan ilegal como imprudente. Se dice que por algun individuo del gobierno se habia prometido la formacion de la junta central á la gubernativa de Barcelona; pero si sus compañeros participaron de aquel compromiso, ni una provincia sola, cualquiera que fuese su importancia, tenia el derecho de imponer á las demas el deber de pasar por aquel acuerdo. Libre y exenta de toda traba quedaba la voluntad de los demas pueblos, y esta voluntad la significaron en la manera antes indicada.

Pero los partidos suelen mostrarse demasiado orgullosos para ceder, y harto arrogantes para detenerse. La justa negativa del gobierno parece baber irritado á algunos de los que abogaban por la central, y hécholes pasar de la esposicion tranquila de una opinion respetable, á la demostracion violenta y criminal de la fuerza. Preciso era para escusar esta agresion contra la voluntad nacional buscar pretestos, y se han querido encontrar en algunos hechos porque ha obligado á pasar al gobierno el poder de las circunstancias, en la impostura y en la calumnia.

Se le echa en cara que ha violado la Constitucion al formar el nuevo ayuntamiento y la diputacion provincial de Madrid al admitir la renuncia del tutor de S. M. y A. nombrando persona que le reemplazase, y al mandar la renovacion total del Senado. El gobierno ha tomado sobre su responsabilidad la adopcion de estas medidas, y en su dia responderá a la representacion del país.

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Los individuos del ayuntamiento de Madrid hicieron en casi su totalidad su renuncia; y si en la designacion de las personas que habian de sucederles, como de las que formáran la diputacion, no se atuvo al método y formas que la ley establece, fué porque veia que este medio no podia producir un cuerpo tan escogido, de tanto prestigio é importancia en la opinion que pudiera dominar las circunstancias difíciles de la capital. Si admitió la renuncia del tutor y acordó su reemplazo, fué porque aquella se le presentaba tan decidida como irrevocable, y deber muy perentorio entendió ser el de acudir á la custodia de las régias pupilas. Si por último, 'dispuso la renovacion total del Senado, fué porque entendió que de otro modo no podia representarse ni menos cumplirse el pensamiento que presidiera el alzamiento nacional, sino que vendria á aliogarse en su orígen y á quedar eludido en todos sus resultados. En momentos de tan grande conflicto, el sentimiento de la conservacion descuella sobre todos los otros. El gobierno cedió á él como encargado de salvar la situacion que se le confiaba; mas fijó su término donde creyó que la necesidad concluia: ninguna reaccion funesta ha tenido lugar; la seguridad personal se ha respetado; la imprenta ha servido á la emision libre de todas las opiniones; se han convocado las córtes con el plazo mas breve posible, y cercano está el dia en que los representantes elegidos por los pueblos vengan á cambiar en normal una situacion anómala, á dar á la Constitucion y al trono el mas robusto y decidido apoyo.

y

Al tiempo que se dirigian estos cargos al gobierno, se ha llạmado tambien á la calumnia como fuerte auxiliar en tan rudo combate. Se ha supuesto á aquel animado de una idea de retroceso; y los individuos del gobierno, al tiempo que han anunciado su deseo de union y de concordia, no han renunciado un ápice, ni pretenden que otros renuncien á sus teorías y principios, porque entienden que todos deben llevarse á la lid parlamentaría para que, discutidas allí tranquila y solemnemente, fijen la marcha mas acertada y mas provechosa al país. Se acusa por algunos al poder actual de aspirar á una intervencion estraña, y él tiene bastante arraigado el sentimiento de nacionalidad, bastante confianza en la causa que representa, y bastante consecuencia en su conducta para no pensar siquiera en un medio que otras veces hasta en mera hipótesis ha reprobado y combatido. Se le supone demasiado dócil á inspiraciones de gabinetes estranjeros cuando ninguna recibe, y cuando, si ha conseguido que la situacion actual sea reconocida por aquellos, ha conservado, como conservará siempre, ilesa é intacta la dignidad de la nacion, que nunca menguará, ni con compromisos imprudentes, ni con indebidas deferencias. Se le acusa de estar en inteligencia sobre proyectos de matrimonio de nuestra reina, y su delito para ciertos hombres es no haber

querido llegar ni aun con el pensamiento á una cuestion gravísima que no debe improvisarse ni contraerse en ella ningun compromiso anticipado, y que el interés general exige quede intacta á la decision de las córtes en su dia. Se ha supuesto que abrigaba una mira oculta en la declaracion de la mayoría de la reina, y el país sabe cuál ha sido el proceder circunspecto del gobierno en este punto, y que ha dejado del mismo modo intacta la cuestion al exámen de la representacion nacional. Con igual designio de alarmar y de destruir, se habia propalado poco há que se trasladaba á las régias pupilas al sitio de S. Ildefonso para llevarlas de allí á determinado pueblo y realizar cierto enlace, y las hijas de nuestros reyes volvieron muy pronto á la capital entre las aclamaciones de sus habitantes. La impostura deberia quedar confundida si cautelosos fines no la animáran, y si bastardos intereses no la comprometieran á permanecer siempre en accion.

A través de tantas intrigas los hechos revelan el pensamiento, y estos hechos son ya bien conocidos. Los que apoyan su descontento en la fuerza de las armas han anunciado de una manera esplícita su designio, y al país toca calificar si es nacional ó si es justo. Piden la junta central, precisamente en los momentos en que van á elegirse los diputados y senadores que forman la junta magna, la junta solemne, la junta constitucional de la nacion: piden córtes constituyentes, y todas las provincias al alzarse contra el poder que feneció, aclamaron por un sentimiento tan uniforme como instintivo la Constitucion de 1837: su conservacion era una de las bases del programa, y el gobierno encargado de realizarlo lo cumplirá religiosamente á despecho de todos los planes y de todas las contradicciones. ¿Hay en algunos miras de retrogradar? El gobierno les saldrá al paso, porque estas tendencias no son de un siglo esencialmente de desarrollo intelectual y material, y porque el país no ha adquirido sus mejoras á costa de tantos males para sacrificarlas á la antojadiza voluntad de algunos ilusos. ¿Hay en otros proyectos exagerados y desorganizadores? El gobierno sabrá del mismo modo frustrarlos, porque esta es su mision, y porque sin estabilidad y sin órden no hay leyes ni bienes positivos en las sociedades. ¿Muestran otros conatos de reaccion en favor de personas á quienes ha condenado el voto público? El gobierno sabrá reprimir y castigar sus tentativas; y si hay quien concita á la desunion, el gobierno agotará sus esfuerzos para consolidar la union que debe ser la base de nuestra paz actual y de nuestra prosperidad futura.

El gobierno no tiene ni puede tener otro interés que el interés de la nacion. Los individuos que lo forman, transitorios por las circunstancias, desean ardientemente el dia en que puedan dejar un puesto que aceptaron por necesidad, que conservan con hartas amarguras, y que consignarán con placer en el momento

TOMO VI.

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que ya se acerca. Pero en tanto que se conserven en el mando, intérpretes y ejecutores de la voluntad nacional, sabrán hacerla prevalecer sobre los intereses privados que se desarrollan, y cuyo triunfo llevaria al caos á esta nacion desgraciada. Nuestra primera necesidad es atravesar esta situacion difícil y llegar á la reunion de las córtes, en cuya cooperacion y prestigio se encontrará un nuevo apoyo que salve la causa de la libertad de tantos peligros. Todos los hombres honrados, todos los que se elevan del miserable campo de las pasiones á la esfera del patriotismo, reconocerán este grande y capital interés, y apoyarán á este fin las miras de un gobierno incapaz de faltar á sus principios, y de burlar la honrosa confianza que en él se ha depositado.-Joaquin María Lopez, presidente.-Joaquin de Frias.-Francisco Serrano.-Fermin Caballero.-Mateo Miguel Ayllon. (Gaceta del 14 de Setiembre de 1843.)

Núm. 26. El gobierno de la nacion que en nombre de S. M. la reina doña Isabel II, y por la casi unánime voluntad de las provincias se ha encargado de la direccion de los negocios públicos, no puede ver sin asombro que V. E., alucinando á los pocos que aun no han podido seguir el sentimiento general de los españoles, continúe obstinado en prolongar una lucha tan sacrilega como inútil. Increible parecerá á la posterioridad que reducido á tres ó cuatro poblaciones y á pocos millares de hombres engañados, se goce V. E. en reproducir el negro cuadro de Barcelona y Reus, bombardeadas, como si las ciudades mas ricas y fabriles fueran el blanco de los que aconsejan tan bárbaro modo de oponerse al grito del país. El gobierno de la nacion previene á V. E., que si despues del recibo de esta comunicación siguiesen las hostilidades contra la ciudad de Sevilla ú otro pueblo de la monarquía, queda V. E. y cuantos á ello cooperen declarado desde luego traidor á la patria, privado de todos sus honores y condecoraciones y entregado á la execracion pública de los españoles y de la humanidad entera. Dios etc. Madrid 27 de Julio de 1843.-Francisco Serrano.-Excmo. Sr. Duque de la Victoria y de Morella.

Igual comunicacion se ha hecho al conde de Peracamps. (Coleccion de decretos y reales órdenes, tomo 31, pág. 9.)

Núm. 27. Presidencia del Consejo de ministros.-Excelentísimo Señor.-Constituido el gobierno que la nacion ha proclamado por la voluntad casi unánime de las provincias, es su primer deber dirigirse á las poblaciones que preocupadas aun, sostienen una causa perdida, procurándose así males que la prudencia les aconseja evitar á toda costa. Escusado es demostrar la impotencia y ningun resultado que pueden prometerse de sus esfuerzos. Cadiz y Zaragoza se mantenian solo sumisas al gobierno del ex-Regente,

y por mucho que sus recuerdos históricos y distinguidas circunstancias les hagan valer, no podrian contrarestar la firme y decidida voluntad del resto de la España, que en la aptitud mas imponente espera el término de la lucha en que estamos empeñados. Zaragoza ha reconocido ya el gobierno de la nacion; de qué valdrán los esfuerzos aislados de Cádiz? ¿Qué podrán prometerse de su resistencia? ¿Qué gloria resultaria de oponerse por mas tiempo á la voluntad nacional, ante la cual el que sea verdaderamente liberal no puede menos de prosternarse? Cádiz, cuna de la libertad; Cádiz, que la ha visto sucumbir en sus muros, merced á las disensiones que entre sus defensores se suscitaron, no manchará su gloria en esta ocasion ni dará lugar á que se reproduzcan acaso sucesos cuyas consecuencias lloramos aun. Cádiz ha cumplido sobradamente ya con sus compromisos; Cádiz ha salvado su honor en la presente lucha y solo podria perderlo prolongándola por mas tiempo. Cádiz no puede ya sostener con honra la bandera que ondea aun en sus muros, y que el humo de las bombas que han incendiado á la inmortal Sevilla no habrá podido menos de ennegrecer. El gobierno se lo promete así, y cree que las corporaciones que al pueblo representan y tienen la mision de mirar por su salud, darán la mas relevante prueba de su patriotismo sometiéndose á la voluntad de la mayoría, suprema ley de los pueblos libres. Pero si desgraciadamente no sucediese, si contra lo que deba esperarse llevaran al último estremo su empeño en oponerse la nacion entera, el gobierno en tal caso se verá en la necesidad de desplegar todos los medios que tiene á su alcance: y cuando la fuerza haya decidido la cuestion, exigirá la responsabilidad sin ningun género de consideraciones á los que abusando de la mision de que están investidos, en vez de procurar el bienestar de sus representados, comprometen sus intereses y los arrastran á crímenes; porque crímen es ya hoy resistir lo que los españoles quieren y han logrado á costa de inmensos sacrificios. ¡Ojalá no sea necesario recurrir á estos medios! El gobierno ha cumplido con su deber advirtiendo lo que ese pueblo debe hacer, y cumplirá tambien con el que su infundada oposicion le impondrá, á su pesar por cierto. Dios etc. Madrid 29 de Julio de 1843.-Joaquin María Lopez.-Sres. del ayuntamiento constitucional y diputacion provincial de Cádiz. (Gaceta de 1.o de Agosto de 1843.)

Núm. 28. El gobierno de la nacion ha sabido con el mas profundo dolor, que en algunos puntos de la monarquía, lejos de haberse amortiguado los ódios políticos, lejos de haberse unido sinceramente los bandos antes encontrados y hoy reunidos en el resto de España desde que se proclamó en el Congreso nacional el olvido de todo lo pasado, ha renacido el mezquino espíritu de

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