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un pino. En la misma direccion y mas próximo á nosotros se destacaba todo el territorio de los baños como un mágico pensil, con el pueblo de Aguas, y con las magníficas casas de la Torreta, Marqués de Reniel y baron de Finistral.

Mas al Oriente se descubre Villajoyosa con su hermosa huerta, con su puerto lleno de buques aparejados para dar la vela á América, con sus muros antiguos, con sus torreones casi destruidos y con su abierta y alegre playa. Mas al Oriente todavía está Bemdorme con un islote pelado, que parece un centinela, y que contrasta por su color oscuro y triste con el verde y lozanía de la vegetacion de la tierra situada à pocos

pasos.

Siguiendo con la vista la misma línea, se ofrece á ella Calpe con su torre cuadrada de peña viva dentro del mar. Los Asirios no pudieron fabricar la torre de Babel en muchos años, y aquí de un solo golpe, con una sola palabra, el que formó el mundo hizo salir de las aguas un monumento pasmoso para hacer conocer al hombre la diferencia que hay de arquitectura á arquitectura. Pero en este sitio dió la Omnipotencia otra leccion terrible. El antiguo Calpe fué tragado por el mar, y todavía registra el viajero los vestigios del poder que entonces se enseñoreaba del mundo. Todavía se ven los baños en peña labrada, con sus grandes salones llenos de primorosos mosaicos, con sus galerías y adornos. Estos baños se llaman de la Reina mora, pero deben ser anteriores à la dominacion Arabe, porque los habitantes conservan varias ánforas y otras antigüedades de la época de los romanos.

Hácia Septentrion, la escena, si cabe decirlo asi, se engrandece. A lo lejos se mira el pico de Puch-Campana, con su angosto precipicio llamado La cuchillada de Roldan. Cuéntase que este hombre estraordinario produjo de una cuchillada aquella profundísima hendidura, y la credulidad popular ha añadido mil cuentos de amantes, de sombras y de apariciones en este paraje que se roza con el cielo. El pueblo de Finistral está tendido al pie de esta montaña, como se tiende el caminante en

su marcha á la sombra del árbol mas corpulento que encuentra en su tránsito.

Concluye el cuadro con la sierra de Aitana, en donde los precipicios son contínuos y las nieves perpétuas.

Fatigada la vista de recorrer tantos prodigios en la tierra, se dirige al frente, y allí encuentra la inmensidad de los mares, y en ellos, como un punto pequeño y lejano, símbolo de las esperanzas remotas que crea nuestra imaginacion en la desgracia, se distingue Ibiza, que saca su cabeza por entre las olas, como la sacaria Venus cuando fué formada de sus espumas al salir del seno de las aguas.

De repente el sol se anunció, empezando á mostrar su rubia cabellera. El mar reflejó su color purpurino, y los árboles y las flores mostraron su contento al recibir el primer beso del astro bienhechor. Las nubes que vagaban por el vacío se tiñeron de mil matices, y la atmósfera representaba la bóveda de un gran templo, colgado de gasas de diversos colores, que se retrataban en un brillante pavimento. Este pavimento era el mar, y el templo el espacio.

Cuando el sol habia mostrado la mitad de su disco, se detuvo un momento como si vacilara entre el deseo de alumbrar nuestro emisferio, y el temor de dejar envuelto en la oscuridad el emisferio opuesto; pero hizo al parecer un esfuerzo, y apareció por entero, á la manera que el amante retenido por los brazos y por las lágrimas de su amada cuando se despide para un largo viaje, se desprende por fin y parte.

Entonces torrentes de resplandor inundaron la tierra y las aguas, y revelaron al universo aquel sentimiento de grandeza, de magestad y de vida, que se debilita ó muere cuando las sombras lo invaden. El sol miraba al mundo como si lo sonriera á su llegada, y á mi vista se ofrecia como un Dios conducido por una carroza de fuego, ó como un rey de Oriente que apareciera en su trono, envuelto en un manto de púrpura y brillantes para que le adorasen sus vasallos asombrados. ¡Qué perspectiva! Hombres que sacudian su sueño; plantas que mostraban su

alegría en las lágrimas mismas que les enviara la aurora; aves que volaban de uno en otro árbol repitiendo mil gorjeos de amor; la naturaleza toda extasiada; tantos pueblos poco antes mudos y casi escondidos, bañados ahora por un vapor refulgente; el mar que arrullaba á la tierra con un halago indefinible; y delante de nosotros una antorcha que enviaba la luz y la animacion á todas las esferas. En mi asombro creí que me encontraba en el Sinaí, en el Horeb ó en el Araat, y que presenciaba uno de los misterios que tuvieron lugar en aquellas montañas sagradas.

Nada me quedaba ya que ver, y bajando la cabeza empecé á descender del monte con gran lentitud, apoyándome en un palo У á veces en la mano del guia, para no caer en una de tantas sinuosidades. Reparé en que el baston que llevaba habia sido de mi padre, y mi hijo lo habia traido por casualidad. ¡Sol! esclamé. Las generaciones pasarán como sombras, pero tú nunca pereces; y notando el peligro contínuo de nuestro camino, añadí : ¡Válgame Dios lo que es el hombre! Por todas partes está amenazada su existencia. Si cae de cualquiera de estos árboles, muere; si rueda por estos precipicios, muere; si se arroja á ese mar, muere. ¿Dónde vive? En pocas partes con seguridad, y en ninguna con contento. Es el desterrado del Eden, y no puede menos de ser su peregrinacion por la tierra anhelante y triste.

Henchida el alma de tantas sensaciones, quise trasladarlas al papel, antes de que escaparan de mi recuerdo. Aun no habia concluido cuando resonó la tempestad. Raudales de agua caian del cielo y de los peñascos, y el trueno que atemorizaba el valle, parecia hacer rodar su voz espantosa por las llanuras del mar. Ví cerrar la noche con indecible angustia. Ningun conocimiento íntimo tenia para buscarme una distraccion en aquellas horas melancólicas, porque nunca me han gustado esas amistades rápidas que forma la casualidad de un encuentro, y que nacen y mueren en el mismo dia. Dejé la pluma abrumado por el tedio, Y esclame :-Esta es la vida. Aun no ha acabado el hombre de escribir una escena de placer, cuando ya tiene sobre sí otra de amargura y dolor.

AL ESCORIAL.

Mansion espléndida de reyes vivos; morada reducida, pero ostentosa, de reyes muertos: yo te saludo. Apenas he puesto el pie en tu recinto, apenas te han divisado mis ojos, un sentimiento melancólico se ha apoderado de mi alma, porque aqui todo respira el tétrico y sombrío carácter de tu fundador. Vengo á examinar dentro de tus muros las obras maravillosas del hombre, las lecciones de la historia, la filosofía de la vida, la amarga enseñanza de la naturaleza: á contemplar el contraste mas elocuente que puede ofrecerse á nuestras meditaciones: el poder en todo su brillo, y el poder reducido á polvo.

¿Qué es un esplendor que tan pronto se disipa? ¿De qué sirve un cetro que al fin se rompe? ¿De qué una corona que la mano descarnada de la muerte ha de arrancar un dia de la frente que ciñe para pasarla á otra cabeza, que á su vez será tambien despojada? Toda esta gloria pasa como la rápida exhalacion que cruza el espacio; y cuando ya se ha escondido en los senos de la eternidad, el hombre, á cuya palabra se alzaron los monumentos, se levantan estos todavía por entre los sepulcros. Leamos, pues, en estas memorias de piedra que reflejan á nuestra vista la historia de lo pasado, é inspiran á nuestra alına saludables cuanto tristes reflexiones.

Aquí todo es grande y perfecto, y no se dirigen los ojos á ningun punto que no sea para admirar una nueva maravilla; pe

ro entre tantas obras acabadas del arte, el templo es lo que mas llama la atencion, y lo que antes que todo visitan los viajeros. Entrase á él por el patio llamado de los reyes, de doscientos treinta pies de largo y ciento treinta y ocho de ancho. Su arquitectura es severa, y dispone ya al alma para la solemne impresion que va á recibir. La estátua de San Lorenzo se halla colocada sobre el pórtico, y sobre la fachada seis estátuas colosales de otros tantos reyes del antiguo Testamento. Todas ellas son obra del escultor Juan Bautista Monegro, que las sacó de una sola piedra. Los restos de esta se hallan abandonados en un valle inmediato, pero publica su orgullo la siguiente inscripcion:

Seis reyes y un santo salieron de este canto,

y aun quedó para otro tanto.

Pasado este patio y el átrio, se llega al templo. El cuerpo inmenso de la iglesia es un cuadrado perfecto de arquitectura de órden dórico. Cuatro pilares fortísimos de á treinta pies de grueso se levantan en medio de la planta, otros ocho resaltados de las paredes les corresponden de frente, y sobre todos ellos jiran veinte y cuatro arcos, de modo que por cualquier parte que se mire aparecen dos anchas naves que forman la cruz griega, y las otras cuatro que dan vuelta al edificio. Las bóvedas están pintadas al fresco çon asuntos sacados del antiguo Testamento, y los altares y paredes cubiertos de cuadros magníficos pintados por Juan Fernandez Navarrete, conocido por el mudo, por Federico Zucharo, por Luqueto, por Carvajal, por Juan de Urbina, por Rómulo Cincinato, por Alonso Sanchez Coello, por Juan Gomez y otros. Los púlpitos son de mucho gusto y de un esmerado trabajo; pero de construccion moderna, si bien tienen elegancia, carecen de aquel sello de grandeza que se ve en todo el conjunto, y solo sirven á debilitar la impresion sublime que sentia el alma en medio de un indefinible arrobamient. En la capilla del altar mayor el talento

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